Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En un par de días habíamos hecho el agujero. Podíamos haberlo terminado la noche que comenzamos, pero Amelia no nos lo permitió. Prefería que fuéramos despacio para no llamar la atención. El agujero en el techo del sótano coincidía con una pequeña despensa junto a la cocina donde Amelia guardaba la escoba, el recogedor, la plancha y otros utensilios de la casa. Disimulamos lo mejor que pudimos el agujero, pero antes comprobamos que Walter cabía por él y colocamos en el sótano un viejo colchón para que cuando se deslizara no se rompiera una pierna. Casi deseaba que Iván Vasiliev nos volviera a visitar para comprobar la efectividad de mi idea.

Garin le dijo a Amelia que Albert ya estaba al tanto de la situación y que se había comprometido a hacerse cargo de Walter.

Una tarde en la que Amelia cogió el autobús para regresar a casa, un hombre se sentó a su lado. Parecía un trabajador de alguna fábrica. Cabello gris, bigote, gorra calada, gafas, gruesos guantes y bufanda, y un abrigo desgastado por el uso.

– Ni hables ni te muevas.

A Amelia le costó no hacerlo. Reconocía la voz de Albert James en aquel hombre cuyo aspecto la resultaba desconocido.

– Hemos comprobado que nadie vigila tu casa. Hacía mucho tiempo que no veías a Iris, quizá sea por eso, o quizá porque no se atreven a vigilar a una amiga del coronel de la KGB Iván Vasiliev.

– Le pedí a Garin que te explicara la aparición de Iván Vasiliev.

– Y lo hizo. Recuerdo bien lo de Moscú, pero entonces tú decías que era un pusilánime, un hombre asustado. Ahora es todo un coronel, con una medalla al valor conseguida en el frente. Y uno de los hombres más peligrosos que existen. Sabemos que ha colocado topos en lugares estratégicos de Occidente, pero no sabemos dónde. Sólo que hay información sensible que llega a sus manos. Es amigo tuyo, y por tanto puedes ayudarnos.

– ¿A traicionarle? No, no lo voy a hacer.

– Es curioso, no te importó engañar a Max y tienes escrúpulos para hacerlo con el coronel Vasiliev.

– Sé que es muy sutil la línea entre la mentira y la traición, pero yo nunca sentí que traicionaba a Max. Sabía que queríamos lo mismo, acabar con Hitler. Pero no voy a discutir eso contigo. Ya no trabajo para ti. Creía que estabas aquí para sacar a Walter.

– Sí, a eso he venido, pero también para pedirte que nos ayudes a descubrir a un topo que Vasiliev ha infiltrado no sabemos dónde, pero que tiene acceso a información nuestra y de los británicos.

– Con quienes seguís compartiéndolo todo.

– Casi todo. Son nuestros primos hermanos.

– Ya te he dicho que no voy a volver a trabajar para vosotros.

– Piénsalo. Iré a por Walter esta noche.

– ¿Cómo le sacarás?

– Eso permíteme que no te lo diga.

Cuando Amelia llegó a casa, pidió a Walter que se preparara.

– Te irás esta noche.

– Yo… yo quiero quedarme aquí, con vosotros.

– No es posible y tú lo sabes. Estarás bien, ya lo verás y cumplirás los sueños de tu madre. Vas a tener una buena vida, te lo prometo.

Pero Walter se echó a llorar, esta vez no reprimió las lágrimas tantas veces silenciadas desde la muerte de su madre.

Max vigilaba la calle y no vio a ningún coche ni a nadie sospechoso. Pero de repente creyó ver una sombra acercarse al jardín que daba acceso al edificio.

– Puede que sea Albert. Ojalá, dentro de dos minutos los focos de los guardias iluminarán la zona.

Mi padre tenía cronometrado cada cuánto tiempo los focos iluminaban nuestra zona por las noches, y lo que tardaban las patrullas en pasar.

Amelia salió al portal y abrió la puerta, esperaba que fuera Albert y se quedó esperando en la oscuridad.

Era él. Entró con paso rápido en nuestra casa. Al igual que le había pasado a Amelia, también a nosotros nos costó reconocerle.

Walter se había escondido en la despensa y tenía la trampilla levantada por si tenía que esconderse en el sótano.

– Muy ingenioso -admitió Albert cuando le contamos lo que habíamos hecho.

Amelia le explicó que sólo nosotros teníamos llave del sótano, y que yo había encontrado un hueco en el suelo que podía servir de escondite.

– Hay aire, lo que no sé es de dónde proviene.

– ¿Me dejas una linterna para echar un vistazo? -pidió Albert-. Sí, claro que sí, pero ¿no se hará tarde? -preguntó Amelia, nerviosa de que pasara el tiempo y eso dificultara que pudiera llevarse a Walter.

Acompañé a Albert al sótano, deslizándonos por el agujero que habíamos hecho en la despensa. Le ayudé a examinar el hueco que había en el suelo del sótano. Encendió una cerilla para ver de dónde llegaba el aire y descubrimos una fisura en una pared.

– Es un muro delgado que da a alguna parte, incluso… no sé, pero parece que se escucha algún ruido, puede que haya algún túnel de metro cerca de aquí…

– Lo mismo es la cloaca, en el jardín que da al edificio hay una alcantarilla, está disimulada por las plantas. La tapa no se puede levantar. Cuando era pequeño lo intenté en varias ocasiones. Me gustaba jugar a descubridor de tesoros, y bajar a las alcantarillas me parecía toda una aventura. Pero no lo conseguí.

Subimos a casa, y Albert preguntó cuántos metros nos separaban del Muro.

– Dos metros de la alambrada y veinte del Muro, pero si tienes razón y en ese hueco del sótano se filtra aire de las alcantarillas, debes saber que han tapiado todas las compuertas que dan al otro lado de la ciudad, y que hay patrullas vigilando continuamente las cloacas. Imagino que si Friedrich tiene razón y en el jardín hay una rejilla que da entrada a las cloacas, este tramo debe de estar aún más vigilado puesto que nos encontramos cerca del Muro -comentó mi padre.

– Me gustaría volver a echarle un vistazo. Veré si me puedo hacer con un mapa de cómo estaban las cloacas de Berlín antes de la guerra. Si fuera así… quizá nos podría servir para sacar a gente de aquí.

– Ya te he dicho que no trabajo para ti. -Amelia hablaba en voz baja pero con furia.

– ¿Te negarías a salvar vidas? Porque a veces es de lo que se trata, de salvar la vida de alguien. No imaginas lo difícil que es sacar a la gente de aquí, cada vez más. Hemos desarrollado nuestro ingenio, pero no más que los rusos o los de la KVP. ¿No lees los periódicos? Hace dos semanas murió otro hombre intentando saltar el Muro. ¿Cuántos más crees que van a morir?

– Se te hace tarde -le cortó mi padre.

– Sí, tienes razón. Gracias por haber cuidado de Walter.

– No me des las gracias, le queremos -dijo Amelia.

Salieron de casa y se perdieron entre las sombras de la noche. No sé si Amelia llegó a saber cómo le sacaron de Berlín. Y si lo supo, nunca nos lo dijo.

La posibilidad de que nuestro sótano conectara con las cloacas había prendido en Amelia. De manera que en cuanto pudo, ella misma comenzó a intentar hacer un agujero en la pared del hueco del sótano por donde creíamos que se filtraba aire. Yo la ayudé, pese a las protestas de mi padre, que nos conminaba a que lo dejáramos estar. No nos costó mucho hacer un pequeño agujero, pero la negrura era absoluta, de manera que con un haz de luz de la linterna iluminamos la oscuridad temiendo lo que podíamos encontrar. Oíamos ruido de agua y pudimos ver que el agujero daba a otro hueco que a su vez conectaba con las cloacas.

– No se escucha nada, de manera que abriremos más la brecha en la pared y me deslizaré al otro lado con una linterna, quiero ver adonde llega -dijo Amelia.

– Ya has oído a mi padre, los soldados patrullan las cloacas y con más motivo en los lugares cercanos al Muro. Es peligroso.

– Sí, ya lo sé, pero mientras lo hago, ves pensando en cómo podemos disimular el agujero. Si los soldados pasan, no creo que se metan en este hueco que da al nuestro; pero aun así, debemos disimularlo lo mejor posible.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x