Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Toda mi vida pagaré el error cometido y, ¿sabes, tía?, a veces pienso que aún no he recibido suficiente castigo, que debo sufrir más, que todo lo que me pase de malo lo tengo merecido. ¡Qué loca fui abandonando a mi hijo!

– Amelia, no sufras, ya verás cómo algún día se arregla todo -intervino Antonietta sin poder reprimir el llanto.

Era tarde cuando llegó don Armando. El buen hombre hacía horas extra en el despacho para poder mantener a toda la familia.

Amelia no lo dijo, pero su expresión denotaba que encontraba envejecido a su tío. También don Armando se preocupó al ver el lamentable estado físico de su sobrina. La abrazó largo rato conteniendo las lágrimas.

– Tienes que prometerme que nunca más estarás tanto tiempo sin darnos noticias de ti, nos tenías muy preocupados. No nos hagas esto, hija, piensa en lo mucho que sufrimos por ti. Tu hermana Antonietta padece crisis de ansiedad, ¿no te lo han dicho? Y el médico asegura que se debe a que está muy preocupada por ti. Desde luego que mañana iremos a ver a don Eusebio para que te vea, me preocupa tu aspecto, hija.

Amelia se incorporó a la rutina familiar. Doña Elena era quien hacía y deshacía en la familia y todos la obedecíamos, incluido don Armando. La buena mujer se había convertido en una segunda madre tanto para Antonietta como para mí.

También se convirtió en rutina que Amelia, acompañada de Edurne, fuera a merodear cerca del que había sido su hogar de casada y donde seguía viviendo su marido, Santiago, amancebado con Águeda. Doña Elena no dejaba de repetir que sabía por sus amigas que Santiago hacía distingos entre sus dos hijos, que no permitía que nadie olvidara que Javier era el legítimo, mientras que la niña, a la que habían puesto de nombre Paloma, era la hija de su amante.

Era curiosa la reacción de Águeda respecto a Amelia. Pese a ocupar su cama, la mujer la seguía considerando «su» señora, y eso que sabía que Santiago no quería ni oír hablar de Amelia. Pero instintivamente Águeda adoptaba una actitud subordinada en cuanto se topaba con ella. Se ponía nerviosa; temía lo que pudiera hacer Santiago si se enteraba de que le permitía ver a Javier.

A través de Edurne acordaron que Amelia no se acercaría al niño, pues Javier ya tenía edad suficiente para contar a su padre los pormenores de los paseos que daba con Águeda y su hermanita, Paloma.

Para Amelia resultaba desgarrador ver de lejos a su hijo, seguirle en su paseo por el Retiro, verle jugar con otros niños y reír feliz, llamando a Águeda «mamá». Durante todo aquel verano se convirtió en la sombra de Javier sin que el niño se diera cuenta de nada. Todas las tardes al caer el sol, Águeda solía acudir al Retiro para pasear a los niños. Allí se paraba a hablar con otras mujeres, casi todas sirvientas; nunca se atrevió a frecuentar a otras madres que también llevaban a sus hijos de paseo.

Amelia se sentaba en un banco cercano y veía jugar a Javier; sufría cuando el niño se caía y se hacía algún rasguño en la rodilla, lo contemplaba embobada, disfrutando de aquella suerte de maternidad clandestina.

Don Armando no permitía que Antonietta trabajara. Ni tampoco quería oír hablar de que yo me pusiera a hacerlo. Por más que yo me ofrecía a buscar algún trabajo con el que ayudar, quería que estudiara como su hijo Jesús. En cuanto a Laura, continuaba dando clases en el colegio y además cosía. Las monjas le habían encontrado el segundo trabajo. Muchas familias necesitaban de una costurera que diera la vuelta a los abrigos o sacara el bajo de unos pantalones, o arreglara un vestido para que pareciera diferente. Laura aceptaba estos encargos y, con ayuda de su madre, sacaba la faena adelante. Doña Elena se sentía satisfecha de aportar su granito de arena a la economía familiar y eso que la buena mujer no paraba con las tareas de la casa. Edurne y ella se repartían las labores sin permitir que Antonietta hiciera nada, salvo enseñar piano a las hijas de unos vecinos venidos a más. Al padre, un falangista, lo habían colocado de oficinista en el Ministerio de Exteriores, y el hombre se daba ínfulas de señorito. El caso es que antes de la guerra vivían en una buhardilla, en la misma casa en que su mujer se encargaba de la portería. Pero ahora habían decidido convertir a sus hijas en unas niñas refinadas como aquellas que vivían en su mismo portal. Vivían a tres manzanas de la casa de don Armando, y dos días a la semana venían a que Antonietta les enseñara a tocar el piano. Antonietta se enorgullecía de aquellos céntimos que ganaba.

En cuanto a Amelia, era evidente que su salud estaba muy deteriorada, y tanto doña Elena como don Armando le prohibieron que buscara un trabajo.

– Cuando estés bien trabajarás, ahora haznos un favor a todos y recupérate -le insistió su tío.

Amelia sufría al ver a su tío convertido en pasante del despacho de abogados. En realidad abusaban de él, puesto que era quien preparaba concienzudamente los casos más difíciles, pero el mérito y el dinero se lo llevaban otros.

– Tío, ¿por qué no intentas volver a poner tu propio despacho?

– ¿Y quién crees que confiaría en mí? Hija, no olvides que me salvaste de que me fusilaran. Doy gracias por estar vivo, y no me atrevo a desear nada más que poder mantener esta familia.

– Pero, tío, ¡tú les estás haciendo todo el trabajo! ¡Se aprovechan de ti!

– Nadie contrataría a un abogado republicano que estuvo condenado a muerte. No tengo influencias, y todos desconfiarían de mí. Dejemos las cosas así.

– Tienes que aceptar que tu tío perdió la guerra -terció doña Elena.

– La hemos perdido todos -respondió Amelia.

– Las consecuencias las pagamos todos, pero son los rojos y los republicanos los que la perdieron. Franco no lo está haciendo tan mal, y parece que por ahí fuera le respetan -insistió doña Elena.

– ¿Quién le respeta? ¿Hitler? ¿Mussolini? ¡Esos dos son como él! Pero los países europeos no le respetan, ya veréis lo que sucede cuando Inglaterra gane la guerra -contestó Amelia.

– Yo ya no espero nada de nadie, ya dejaron sola a la República -se quejó don Armando.

– Además, las cosas no están tan mal aquí. Sí, es cierto que pasamos necesidades, pero al menos hay orden, y algún día las cosas nos irán mejor, ya verás. -Doña Elena se estaba acomodando a la nueva situación.

– ¿Y la libertad? ¿Dónde te dejas la libertad, tía?

– ¿Qué libertad? Mira, Amelia, aquí si no hablas de política no te pasa nada, de manera que lo más inteligente es no decir ni pío. En esta familia ya hemos tenido bastante de política, y yo quiero que vivamos en paz. Europa entera está en guerra y no sabemos cómo va a acabar, y por lo pronto Franco ha sido tan hábil que ha evitado meternos en ella.

– ¡Por Dios, tía!

– Sí, Amelia, reconócelo, todo el mundo sabe que Hitler vino a pedirle que le ayudara en la guerra, y Franco se lo quitó de encima sin decirle ni que sí, ni que no, como es gallego…

– ¿Y con qué le iba a ayudar? ¿A quién le iba a mandar? ¡Pero si este país está arruinado, tía! ¡Si los hombres no tienen fuerzas para seguir luchando! No, no es que no haya querido ayudar a Hitler, es que no puede porque no tiene con qué. Además, ha mandado a la División Azul a Rusia.

– Amelia, te pido que dejes la política. Ya hemos sufrido demasiado por la política, hija, y tú has pagado un precio muy alto por esas ideas comunistas… Dejémoslo, Amelia, con trabajo y esfuerzo saldremos adelante. Y lo mismo que se lo he dicho a mis hijos, te lo digo a ti: en esta casa no quiero que nadie nunca más se meta en política. Bastante tenemos con que todo el mundo sepa que estábamos en el bando republicano. No debemos hacernos notar. Las cosas no nos van tan mal -insistió doña Elena.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x