Todo lo que dice en sus discursos está en contradicción con algo que ha dicho en otro discurso, ya que ha sabido observar que los italianos solamente hacemos caso de aquello con lo que estamos de acuerdo. Es así como ha conseguido serlo todo para todos. Ha quemado libros y ha falseado los textos de nuestras escuelas, ha perseguido al filósofo Benedetto Croce, ha nombrado tribunales revolucionarios con potestad para dictar sentencias de muerte y ha convertido islas idílicas en cárceles donde torturar a sus adversarios. Nos ha hecho jurar votos de obediencia a los dieciocho años, para que sólo los hipócritas y los imbéciles recalcitrantes puedan hacer progresos, y ha intentado convertirnos a todos en puritanos diciéndonos que es muy viril negar la sonrisa excepto para expresar sarcasmo absoluto.
Ha invadido las islas del Dodecaneso, tachando incluso las lápidas de los griegos, ha inaugurado en Parma una escuela donde se enseña terrorismo a croatas y macedonios, ha subvertido la Liga de Naciones infiltrándose en sus principales cargos, ha obstruido las negociaciones de paz entre Albania y Yugoslavia, ha rearmado a Alemania, Bélgica y Austria, dejando que su propio ejército libre batallas escandalosamente injustificadas sin armas, y sin embargo ha firmado el pacto de Kellogg que prohíbe el uso de la fuerza como instrumento de política exterior.
Este Promiscuo Sifilítico ha convertido el contagio de la sífilis en un delito merecedor de cárcel, este Padre de Innumerables Bastardos Enanos ha declarado ilegal la anticoncepción, este Campesino Malhablado ha prohibido blasfemar y ha reglamentado el baile y el consumo de alcohol en un intento de hacernos más formales. Ha dispuesto por ley que las mujeres sean como gallinas de criadero, ha suprimido la libertad de culto, ha hecho que todos los pronombres referidos a Él sean escritos con mayúscula y que la palabra Duce aparezca en los periódicos impresa en letra versal, ha levantado campos de concentración en Libia y en un momento u otro ha decidido invadir Francia, Yugoslavia, la Somalia francesa, Etiopía, Tunicia, Córcega, España y Grecia. El Duce ha dicho: «Mejor un día como león que cien años como oveja», y en consecuencia se ha convertido en león de cartón piedra y nosotros, los italianos, en ovejas que le seguimos al matadero diciéndonos unos a otros que también somos leones. Él ha dicho: «Cuantos más enemigos, mayor es el honor», de ahí que nos hayamos creado enemigos de la nada y hayamos tenido que combatirlos con los pies descalzos y subidos en carros blindados con cañones de madera.
Este Bufón Ridículo, propietario de un millar de floridos uniformes atiborrados de espurias condecoraciones por actos de valor que nunca ha llevado a cabo, ha sido la causa de que saquemos fotografías de nuestros hijos vestidos con camisa negra, nos ha hecho ensayar el aplauso en sus discursos por medio de cartelitos y campanas, ha inaugurado un «movimiento hacia la juventud» que ha llevado a posiciones de poder a malhechores y gente sin experiencia. Contra la doctrina católica de la Santa Madre Iglesia, ha introducido la esterilización para los «racialmente inferiores», ha firmado pactos de no agresión con la URSS y Gran Bretaña, países ambos con los que ahora estamos en guerra no se sabe por qué, y ha hecho obligatoria la instrucción militar a los ocho años para que nuestros hijos se conviertan en soldados. Ha calificado a Hitler de «payaso trágico», «horrible degenerado sexual» y «desleal e indigno de confianza», sin embargo de él recibe órdenes. Ha hecho saber que su nombre se utiliza como anestésico en los hospitales antes de cualquier intervención quirúrgica y, como si su propio intelecto estuviera anestesiado, ha afirmado estúpidamente que los británicos son demasiado decadentes para plantarnos cara. Desde entonces los británicos han hundido, decadentemente, la mitad de nuestra flota (razón por la cual en todas partes pasamos hambre) y nos han derrotado en el norte de África, donde nuestras tropas han desertado unánimemente. La invasión de Etiopía nos costó cinco mil vidas italianas, los ingresos de todo un año, y el equivalente del material de 75 divisiones, lo cual ha sido causa directa de que los británicos se rearmaran con el mismo armamento que ahora utilizan contra nosotros.
Este pigmeo Moral e Intelectual ha hecho que la oración Felix Mater fuera dirigida a su propia madre difunta, ha causado la pérdida de seis mil soldados en la guerra civil española, a cambio de nada. Por ser como leones dirigidos por un asno fuimos derrotados por un ejército de aficionados en Guadalajara y, lo que es peor, el Duce ha mancillado nuestro nombre ordenando la masacre de prisioneros españoles en Mallorca. Igual de vergonzosa ha sido la orden de torpedear barcos neutrales y de negar el permiso para que los supervivientes fueran recogidos del mar; ha entrado en una alianza con Japón y ordenado a la prensa que se les llame «arios»; nos ha convertido en lacayos de Alemania al obligarnos a desfilar al paso de la oca; ha realizado la semánticamente imposible gesta de nombrarse a sí mismo y al rey «primer mariscal»; ha hostigado a los judíos italianos para complacer a Hitler, y ha afirmado que no podemos perder ante los británicos porque son unos afeminados que llevan paraguas.
¡Soldados! No tenemos uniformes que ponernos porque el Duce ha ordenado que tienen que llevarlos todos los maestros y empleados del gobierno. Hemos sido abandonados en el norte de África por falta de transporte tras haber caminado seiscientos kilómetros por el desierto en pleno verano; hemos perdido un tercio de nuestra marina mercante porque él se olvidó de hacerla regresar a casa antes de declarar la guerra; nos han querido convencer de que reducir a la mitad los efectivos de una división equivale a decir que hemos doblado el número de divisiones; nos han hecho invadir Grecia por el norte en la estación de las lluvias y sin ropa de invierno, después de habernos desmovilizado, en puertos del Adriático donde era imposible desembarcar, sin que lo supiera el jefe de Estado Mayor del Ejército, que se enteró por la radio. Todos nuestros soldados albaneses desertaron y sólo sabemos lo que nos está pasando gracias a la BBC. Nuestra Armada, por falta de cobertura aérea y de portaaviones, ha sido aniquilada en Taranto y en Cabo Matapan mientras los británicos perdían un único avión, y en el norte de África nuestros 300.000 soldados han sido vencidos por 35.000 porque no tenemos fuerza aérea, nuestros carros ligeros parecen de papel y nuestras unidades motorizadas carecen de motores. Mientras nosotros morimos por nada el Duce ha establecido su cuartel general cerca del Vaticano, para que no se lo bombardeen.
¡Soldados! Nos han hecho invadir un país inocente sabiendo que si salíamos victoriosos no podríamos alimentar a sus valientes habitantes, de manera que su hambruna es peor que la nuestra. En contra de todos los preceptos que rigen la guerra y la conciencia, el Duce nos ha ordenado matar a veinte de ellos por cada baja nuestra, y hay que decir en nuestro honor, que casi nadie le ha hecho caso.
¡Soldados! Lloremos por lo que ha sucedido en nuestro país: 350.000 de los nuestros han sido trasladados a Alemania como esclavos, el Duce ha conseguido lo imposible haciendo que haya desempleo durante una guerra, la inflación es galopante, tres cuartas partes de la comida se obtienen únicamente en el mercado negro que dirigen sus propios oficiales, las tarjetas de racionamiento son falsificadas sin restricción, y existen cuarenta agencias de reparto con funciones superpuestas que garantizan que nunca pueda pasar nada.
Lloremos por un país donde se conceden medallas por el supuesto hundimiento de inexistentes buques de guerra británicos, donde se nos obliga a ponernos en pie y saludar durante los partes informativos de la radio, donde los discursos de un lunático reciben el mismo tratamiento que un texto sagrado y son imprimidos con tiradas millonarias, donde el Lunático de marras es como un director de orquesta que pretende tocar a la vez todos los instrumentos, que se ha hecho filmar ganando partidos de tenis contra jugadores profesionales, actuando como árbitro el ministro de Propaganda, que es el hombre Más Desobedecido de la Historia porque todo el mundo sabe que sus órdenes nunca tardan en ser revocadas.
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