Array Array - Los aires dificiles
Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - Los aires dificiles» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Los aires dificiles
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Los aires dificiles: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los aires dificiles»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Los aires dificiles — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los aires dificiles», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Pero por muy bien que le viniera ganar más, ahora que tenía tantos gastos, no se trataba sólo del dinero. La perspectiva de permanecer despierto y trabajando mientras, a su alrededor, el mundo desconectaba todos sus cables con dedos adormecidos, perezosos, no le resultaba atractiva en sí misma, pero otra pereza, el placer del mecanismo inverso, salir del hospital a las ocho de la mañana, meterse en la cama cuando los demás se levantaban, dormir tres o cuatro horas y disponer aún de un día casi entero por delante, la compensaba con creces. Al principio, había acogido el desacostumbrado placer de estar ocioso, desocupado en la mitad de un martes, o de un viernes impostor, disfrazado de domingo, como si fuera casi un premio. Después, esa sensación se había hecho más concreta, más intensa también, cuando a cada guardia trabajada empezó a corresponderle una mañana con Charo en su cama. No podía esperar ahora nada parecido, y sin embargo estaba seguro de que hacer guardias le seguiría sentando bien. Lo tenía todo previsto, pero las cosas no sucedieron exactamente de acuerdo con sus planes. Porque el doctor Olmedo, atento siempre a sus nuevas responsabilidades domésticas, cambiaba las guardias mejor pagadas por guardias de días laborables, y por eso, al volver a su casa, nunca estaba solo. Lo que empezó a ocurrirle en aquellas mañanas, aquellas tardes que se había prometido a sí mismo tan plácidas, tan egoístamente aburridas de puro apacibles, le desconcertó tanto que acabó por echarle la culpa al levante, que soplaba al otro lado de los cristales como si pretendiera descoser el cielo, destriparlo, rendirlo, volverlo del revés sin más propósito que hacerle caer a él de cabeza contra el suelo. Porque estaba seguro, o creía haber estado siempre seguro, al menos, de que Maribel no le gustaba. Fue precisamente eso lo que pensó cuando la vio por primera vez, que era una mujer guapa que no le gustaba. Él apreciaba cierta dosis de exceso estratégico en las mujeres, y con los años, había ido ampliando poco a poco el margen de lo que se consentía a sí mismo entender
como dosis, como exceso, y como estratégico, pero su asistenta estaba un paso
más allá de cualquiera de sus escalas. Maribel tenía la cara demasiado redonda,
los mofletes demasiado rellenos, y un color sonrosado de bebé glotón, rebosante
de buena salud, que subrayaba la limpieza de sus ojos, su mirada inocente,
candorosa incluso, pero sobre todo simple. Su cuerpo reproducía el mismo patrón
con mejores resultados, porque su ropa ceñida, aun demasiado consciente de lo
que ceñía, revelaba la calidad tersa y compacta de la piel, de la carne, sobre la
que el tono indeseablemente saludable que coloreaba sus mejillas producía un
efecto distinto, prestando a sus brazos, a sus piernas, a su escote, una apariencia
fresca, casi crujiente, como de manzana recién lavada.
Juan Olmedo se había sorprendido calculando alguna vez que debía de tener
buenas tetas, y reconocía sin sorprenderse que tenía un culo estupendo, aunque
sus pantorrillas fueran gordas y musculosas como las de un ciclista, pero su
interés se agotaba en estas inevitables, elementales observaciones. Maribel no le
interesaba porque no había nada interesante en ella, ni su aspecto, ni su historia,
ni sus intenciones.
Por eso ni siquiera se había dejado afectar por el descubrimiento, asombroso en
un principio, razonable, casi lógico después, cuando se detuvo a meditar sobre la
situación en la que ambos se encontraban, de que a su asistenta se le hubiera
ocurrido el disparate de seducirle, y hasta sentía un poco de lástima cuando la
veía aparecer tan arreglada, tan perfumada, más gorda que nunca con esa ropa
nueva a la que aún no había dado la oportunidad de ceder, de ensancharse, de
amoldarse a su cuerpo excesivo de buena chica de pueblo. Entonces sentía pena
por ella y también por Andrés, pero nunca pensaba en sí mismo, porque estaba
seguro de que Maribel no le gustaba. O eso creía él, por lo menos. Que estaba
seguro.
—¡Anda! ¿Y qué hace usted aquí? –la primera vez que se lo encontró en pijama,
bajando por la escalera a media mañana, Maribel se llevó un buen susto–. ¿Se ha
puesto malo?
—No, no –sólo entonces se dio cuenta de que ella compartiría sin remedio sus
días libres, pero ni siquiera en aquel momento se preocupó, y se limitó a
regañarse en voz alta a sí mismo por no haberla avisado antes–. Estoy saliente de
guardia. Lo siento, Maribel, tendría que habérselo advertido, pero no me di
cuenta, como cuando vuelvo de Jerez, usted ya se ha ido…
Ayer por la tarde me quedé en el hospital, he estado trabajando toda la noche y,
a cambio, no tengo que volver hasta mañana.
—Ah, sí, ya me acuerdo que me contó algo al principio, cuando empecé a venir
aquí… Y esto de ahora, ¿va a ser así siempre?
—Pues sí, en principio sí.
Haré una guardia a la semana, más o menos, y de vez en cuando dos, porque voy
a intentar pasar los sábados y los domingos en casa, para no dejar a Tamara sola
con Alfonso.
—Ya –ella se quedó pensando, y luego sonrió–. Pues avíseme…
–y antes de que él tuviera tiempo para preguntarse por qué sonreía, le dio una
explicación que no le había pedido–. Se lo digo para hacerle la comida, ¿sabe? Porque tendrá que comer aquí, ¿no?, y la verdad es que yo, cuando no están los niños, pues no cocino. Me como un bocadillo y ya está. —Bueno, pero no se moleste por mí. Procuraré estorbar lo menos posible. Ella no dijo nada, pero volvió a sonreír, y él volvió a despreocuparse de su sonrisa. Fue a la cocina, se hizo un café, se vistió, llegó hasta el pueblo caminando por la playa, compró el periódico, se tomó una cerveza, volvió a casa a las tres de la tarde, se llevó una bandeja al salón para comer delante del televisor –filete con patatas y ensalada, se excusó ella, no me ha dado tiempo a hacer otra cosa–, y se quedó leyendo, tumbado en un sofá, hasta que la niña volvió del colegio.
Una semana después, él ya estaba levantado cuando Maribel abrió la puerta con su llave, a la una menos diez, más o menos.
—Me he traído de casa unas codornices estofadas –anunció, mientras sacaba un recipiente transparente de una bolsa de plástico–, que están mucho más buenas hechas de víspera, a ver si le gustan.
Luego hago un poco de arroz blanco, que es la mejor guarnición para esta salsa, y ya está.
Un par de horas más tarde, el aire olía tan bien que a él le dio vergüenza comer solo, y le preguntó a Maribel en el tono formal, casi ceremonioso, que le pareció el más adecuado para despejar equívocos, si no preferiría poner la mesa para los dos en el salón en lugar de comer sola en la cocina. Ella aceptó sin responderle y al verla pasar ante él varias veces, transportando un mantel primero, luego platos, vasos y cubiertos, Juan Olmedo se dio cuenta de que aquel día no se había puesto las alpargatas, y circulaba por la casa sobre unos zapatos de tacón alto que mejoraban considerablemente el tosco perfil de sus pantorrillas. En aquel momento, todavía se sonrió para sí mismo con una amable condescendencia, y creyó observar sin alterarse el violento contraste entre la sofisticación de aquel calzado y la simplicidad de una bata rosa, desteñida de lejía, que se abría por delante entre cada pareja de botones para dibujar una hilera de pequeñas lagunas oblicuas de piel desnuda. Lo que nunca podría precisar después fue el instante exacto en el que las amenazas de aquella tela cansada, sometida a una tensión terminal, insoportable, dejaron de representar una traición para empezar a acariciar sus ojos como una promesa. Tampoco llegó a percibir con claridad los orígenes de un curioso fenómeno atmosférico, la columna de gas pesado que se instalaba a un milímetro escaso de sus cabezas cuando se sentaban a comer juntos, para hacer denso, sólido, irrespirable el aire que compartían a los dos lados de la mesa. Por más que él encendiera siempre el televisor, por más que se esforzara en mirar a la pantalla y masticar en silencio, por más que se preocupara de escoger elogios tan contundentes que le permitieran alabar con justicia la calidad de la comida –esto está riquísimo, Maribel, pero estupendo, en serio, nunca había comido unas codornices tan buenas– sin volver la cabeza hacia su autora, llegó un momento en que la terquedad de su silencio empezó a ensordecerle por dentro, su cabeza forrándose de corcho mientras se daba cuenta
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Los aires dificiles»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los aires dificiles» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Los aires dificiles» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.