Peter Høeg - La señorita Smila y su especial percepción de la nieve

Здесь есть возможность читать онлайн «Peter Høeg - La señorita Smila y su especial percepción de la nieve» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La señorita Smila y su especial percepción de la nieve: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un día, poco antes de Navidad, la señorita Smila de regreso a su casa encuentra muerto en la nieve a su vecino y amigo, el pequeño Isaías. La versión oficial es que debió de resbalar y caerse. Pero Smila, que le cuidaba a veces y sentía especial ternura por él, sospecha que no es así. Los dos pertenecen a la pequeña comunidad de esquimales groelandeses que viven en Copenhague. Y Smila es, además, experta en las propiedades físicas del hielo. La investigación que lleva a cabo en privado acerca de la muerte de Isaías la conduce a la misteriosa muerte del padre de éste en una expedición secreta a Groenlandia, misión encomendada por una poderosa empresa danesa involucrada en una extraña conspiración que se remonta a la segunda guerra mundial.

La señorita Smila y su especial percepción de la nieve — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Se abre y se vuelve a cerrar una escotilla. Mientras bajan las escaleras, me mantienen extendida entre ellos. La ceguera hace que preste mayor atención a mi cuerpo, pero ni una sola vez choco contra los escalones. De no haber sido por el envoltorio y las circunstancias, podría llegar a parecer un transporte de enfermos.

Un ruido, al mismo tiempo sordo y cercano, me informa de que nos hemos detenido delante de la escotilla de la sala de máquinas. Se abre la escotilla, cruzamos la sala de máquinas y el sonido vuelve a extinguirse. Las distancias y el tiempo se dilatan. Siento como si hubiera transcurrido una eternidad cuando suben el primer escalón. En realidad sólo podemos haber recorrido los veinticinco metros que nos separaban de la escalera de proa.

Ahora hay un solo hombro bajo mis pies. Intento liberar los brazos.

Me depositan con cuidado sobre la cubierta. De algún lugar por encima de mi cabeza proviene una ligera vibración de metal.

Ahora sé hacia dónde nos dirigimos. La puerta que han abierto no lleva a ninguna parte sino que concluye en la pequeña plataforma sobre la que estuvimos Jakkelsen y yo, doce metros sobre el fondo.

No sé por qué, pero sé, con toda seguridad, que pretenden precipitarme desde la plataforma hasta el fondo del tanque.

Me han dejado sentada sobre la cubierta. De esta manera, la tela forma un pliegue, dejándola lo suficientemente holgada como para que pueda deslizar mi brazo izquierdo hacia arriba a lo largo del pecho. En la mano tengo el destornillador.

Cuando me levanta del suelo, mi pecho se apoya contra el suyo. Intento tantear su pecho, buscando el lugar donde terminan sus costillas, pero estoy temblando demasiado. Además, la punta del destornillador sigue hundida en el corcho.

Alguien me apoya contra la barandilla y se arrodilla delante de mí, como una madre a punto de levantar a su hijo del suelo.

Estoy segura de que voy a morir. Pero alejo la idea de mi mente. No quiero tener que soportar esta humillación. La manera en que han debido de calcularlo todo encierra una frialdad degradante. Ha sido todo tan fácil para ellos y ahora estoy aquí colgada, yo, Smila la groenlandesa, a punto de convertirme en papilla.

Cuando el desconocido coloca su hombro debajo de mi cuerpo, logro cambiar el destornillador de mano. Cuando se incorpora lentamente, me lo llevo a la boca, hinco los dientes en el tapón y logro sacarlo. Me gira un cuarto de vuelta sobre el hombro para apartarme del borde. Con los dedos de la mano izquierda encuentro su hombro. No consigo llegar a su cuello. Pero noto la clavícula y entre ésta y el trapecio, el hueco blando y triangular donde los nervios yacen descubiertos bajo una fina capa de piel y tejido conjuntivo. Es justo aquí donde hinco el destornillador. Atraviesa la tela. Entonces sobreviene una resistencia, la rigidez y firmeza sorprendentemente elástica de las células vivas. Junto las palmas de las manos y, de un tirón, elevo mi cuerpo de manera que todo mi peso repose sobre el puño del destornillador. Se desliza hasta el fondo.

No sale el menor ruido de su boca. En cambio, se detiene todo movimiento y, durante un instante, nos tambaleamos. Estoy esperando que me suelte, ya he tensado mis músculos preparándome para el choque con la rejilla que hay debajo. Entonces me deja caer sobre la plataforma.

Me doy con la cabeza contra la barandilla. El mareo se dispersa, aumenta y cede finalmente. El saco y las mantas de lana han protegido mi cabeza lo suficiente como para que no perdiera el conocimiento.

Entonces aterriza un ariete en mi estómago. Me empieza a dar patadas.

Primero me entran ganas de vomitar, pero cuando el dolor me inunda una y otra vez, ni siquiera me da tiempo a respirar entre patada y patada. Estoy a punto de ahogarme. Pienso que es una pena no haber podido acercarme más a su cuello.

Lo siguiente que percibo es un griterío. Creo que es él quien grita. Alguien me toma por los hombros y no puedo evitar pensar que he agotado mi suerte externa y mis propias reservas, ahora sólo quiero morir en paz.

Para mi sorpresa, no es él quien grita. Se trata de un chillido electrónico, una curva sinusoidal de un generador de sonidos. Soy arrastrada escaleras arriba. Mis lomos golpean contra cada uno de los escalones.

Un frío inmenso se está introduciendo en mi interior junto con la lluvia que cae. Entonces se cierra una escotilla y me sueltan. A mi lado hay un animal que está tosiendo, sacando los pulmones por la boca.

Estoy intentando salir del saco. Me veo obligada a rodar de un lado a otro para liberarme de las mantas.

Salgo a una lluvia que cae a cántaros, al chillido electrónico, a una luz eléctrica que me deslumbra y a la respiración estertórea que proviene de algún lugar cerca de mí.

No es un animal. Es Jakkelsen. Empapado y tan blanco como la tiza. Nos encontramos en una estancia que no logro identificar inmediatamente. Sobre nuestras cabezas, los rociadores del sistema de extinción de incendios envían unas cascadas furiosas de agua sobre nosotros. La alarma de humo crece y decrece, monótona y enervante.

– ¿Qué otra cosa podía hacer? Encendí el puro y acerqué la boca al sensor. Entonces se puso en marcha la alarma.

Intento preguntarle algo pero no logro articular palabra. Adivina mi pregunta.

– Maurice -dice-. Se le han acabado sus días de lozanía. Ni siquiera me vio.

En algún lugar por encima de nuestras cabezas se oyen pasos apresurados. Están bajando las escaleras.

Soy incapaz de moverme. Jakkelsen se levanta. Me ha arrastrado a un piso más arriba. Debemos de estar en el entrepuente, debajo de la cubierta de proa. El esfuerzo le ha derrumbado.

– Estoy en baja forma -dice.

Entonces sale corriendo a trompicones, adentrándose en la oscuridad.

La puerta se abre de un golpe. Entra Sonne. Tardo un poco, antes de poder identificarle. Trae consigo un enorme extintor de espuma y lleva puesto todo el equipo contra incendios, con una botella de oxígeno en las espaldas. Detrás de él están María y Fernanda.

Mientras todavía nos estamos mirando, la alarma enmudece y la presión de agua decae gradualmente en la instalación de extinción para finalmente detenerse. Dentro del entrepuente, entre las gotas que caen desde las paredes y los techos y los ríos de agua que fluyen por la cubierta, irrumpe el lejano rumor del oleaje que rompe contra la proa del Kronos .

7

Los enamoramientos están enormemente sobrevalorados. El enamoramiento se compone de un cuarenta y cinco por ciento de miedo a no ser aceptado, de otro cuarenta y cinco por ciento de esperanzas maníacas de que, en esta ocasión, semejante miedo será desmentido; y, finalmente, de un diez por ciento de una frágil confianza en las posibilidades del amor.

Yo ya he dejado de enamorarme. De la misma manera que ya he dejado de ser víctima de las paperas.

Pero, no obstante, cualquiera puede ser asaltado por el amor. Durante las últimas semanas, cada noche me he permitido a mí misma pensar en él durante unos cuantos minutos. Le doy el permiso a mi conciencia y compruebo cómo el cuerpo lo extraña y anhela, cómo sigo recordando cómo era yo antes de que realmente lo viera. Veo su diligencia, recuerdo su tartamudeo, sus abrazos, el núcleo masivo de su personalidad. Cuando las imágenes empiezan a parecerse demasiado a la añoranza, las detengo. O al menos lo intento.

No se trata de un enamoramiento. Veo las cosas demasiado claras para que no sea así. El enamoramiento es una especie de enajenación. Muy emparentado con el odio, con el frío, con el rencor, con la embriaguez, con el suicidio. Ocurre raras veces, aunque, no obstante, ocurre, que algo o alguien me haga recordar mis anteriores enamoramientos. Justamente es lo que ha ocurrido ahora. Al otro lado de la mesa de oficiales, está sentado delante de mí el hombre a quien llaman Toerk. Si este encuentro hubiera tenido lugar hace diez años, probablemente me hubiera enamorado de él.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve»

Обсуждение, отзывы о книге «La señorita Smila y su especial percepción de la nieve» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x