Claudia Piñeiro - Tuya

Здесь есть возможность читать онлайн «Claudia Piñeiro - Tuya» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Tuya: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Tuya»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un corazón dibujado con rouge, cruzado por un "te quiero" y firmado "Tuya" le revela a Inés que su marido la engaña.
Lo que sigue a continuación no sólo es un policial vertiginoso y atrapante, sino un retrato implacable de la vida familiar de la clase media.
Claudia Piñeiro capta con genialidad los tonos de las voces de la sociedad argentina.
Y entre ellas la de un ama de casa dispuesta a todo con tal de conservar su matrimonio y las buenas apariencias.
"Claudia Piñeiro arrancó con una perla rara, Tuya, un policial negro duro, pero de mujer, que usa con acelerador los elementos del género: la violencia, el engaño, los cruces complicados." Elvio E. Gandolfo
"Tuya es un policial magníficamente armado, con vueltas de tuerca sorpresivas que van apareciendo en la trama, y con un cierre perfecto."

Tuya — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Tuya», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La verdadera sorpresa me la llevé cuando abrí el cajón de la única mesa de luz que había en el dormitorio. Me encontré con un revólver, y debajo de él, dos sobres. No fue el revólver lo que me sorprendió. Es bastante común que una mujer sola, como era el caso de Tuya, tenga un revólver a mano. Hoy en día anda mucho loco suelto. Yo misma entiendo algo de armas porque, cuando papá se fue de casa, mamá compró un revólver y me enseñó a usarlo. "Dos mujeres solas no pueden estar seguras sin esto", me dijo. Pero nunca lo usamos. Creo que en el fondo mamá lo compró para pegarle un tiro a papá; por si el perfume y la pintura no daban resultado. Pero él no le dio el gusto, porque nunca volvió. Tomé el revólver y comprobé que estaba cargado. Como decía mi mamá, "ya que lo tenemos, que funcione".

Cuando terminé con el revólver abrí el primer sobre. Los guantes de goma hacían que mis movimientos fueran torpes. Me encontré con dos pasajes a Río. Uno a nombre de A. Soria, o sea Alicia Soria, Tuya. Y el otro a nombre de E. Pereyra, o sea Ernesto, mi marido. Eso me confirmaba que la relación era un mamarracho. Ernesto siempre odió la playa y el calor. Jamás hubiera planeado ir a Río, con nadie. Ni siquiera con Lali y conmigo. Llegué a la conclusión de que esa mujer lo había estado acosando. Seguramente ella había planeado el viaje y sacado los boletos. Tal vez la discusión que terminó con Tuya dándose la cabeza contra el tronco, había sido por ese viaje. Si el pasaje hubiera sido a Bariloche podría ser que la cosa hubiera sido planificada por él. Pero a Brasil, jamás. Yo lo conocía a Ernesto, hacía más de veinte años que lo conocía. El ticket estaba marcado para un par de semanas después. Pero Dios hizo justicia, porque para esa fecha, si todos teníamos suerte y la policía se tomaba sus tiempos, Tuya seguiría donde Ernesto la hubiera dejado.

Me guardé los pasajes en la cartera y abrí el otro sobre. Y eso sí que no me lo esperaba. En realidad, el contenido escapaba a la imaginación de cualquier persona con dos dedos de frente. Primero me enojé. Reconozco que me enojé mucho. Pero enseguida sentí lástima. ¿Qué otra cosa se podía sentir frente a esas imágenes? Fotos en blanco y negro, chiquitas, como esos contactos que te hacen en las fiestas para que después elijas una. Fotos de Ernesto. Desnudo. ¡A quién se le puede ocurrir hacer posar a Ernesto desnudo y sacarle fotos! Ernesto es un tipo que tiene su pinta, ¡pero vestido! Cuando está desnudo le cuelgan demasiadas cosas. Ya no tiene veinte años. Está flojo por todos lados. Yo misma, que soy su esposa, cuando sale desnudo del baño ni lo miro. No me parece atractivo. Vestido sí, vestido es otra cosa. Ernesto siempre fue un tipo buen mozo, elegante. Pero hacerlo sentarse en una silla en bolas, mirar a la cámara y poner esa cara de idiota. ¿No se le ocurrió pensar en la gente que lo iba a ver cuando mandaran a revelar el rollo? Como para poner la foto en un portarretratos.

Metí las fotos otra vez en el sobre, casi con asco, y las guardé en mi cartera. Dejé el resto exactamente como estaba. Pero cuando llegué a la puerta me volví. Abrí el cajón de la mesa de luz y me llevé el revólver. No sé, un arranque. Además, un revólver siempre se presta a suspicacias. Y cargado, mucho más.

Abrí apenas la puerta y me aseguré de que no hubiera nadie en el pasillo. Mientras bajaba en el ascensor me felicité por haber ido. Llevaba en la cartera demasiada evidencia en contra de Ernesto. Evidencia falsa, porque en definitiva él y yo sabíamos que todo había sido un accidente. Pero no sólo hay que ser, sino parecer. Y si alguien hubiera encontrado esas lamentables fotos de Ernesto y los pasajes, habría sido difícil convencerlo de su inocencia. Además, de sólo pensar que esas fotos podrían haberse hecho públicas, se me ponía la piel de gallina. ¡Cómo se puede venir abajo la imagen de un hombre de un plumazo! Por suerte estaba yo allí, para que eso no pasara.

Había caminado sólo unos pasos cuando un taxi paró frente al edificio. Del auto bajó la morocha del portarretratos. La alta, de pelo largo. Traía mala cara. Y parecía apurada. Dejó el taxi esperando en la puerta. Abrió con sus propias llaves y entró. Si me hubiera demorado cinco minutos nos habríamos cruzado en el departamento. Busqué un lugar desde donde mirar sin ser vista. Frente al edificio había un bar y me metí ahí. Me senté junto a la ventana. Se acercó un mozo, y se paró junto a mí. Le pedí un café, no tenía ganas de tomar nada, pero quería que se fuera rápido para poder manejarme tranquila. Se quedó mirándome, me miraba las manos. Yo también las miré y me encontré con los guantes de goma. Puestos. "Qué tarada, salí apurada y me olvidé de sacármelos", dije. Me quité los guantes y los metí en la cartera. El mozo se dio media vuelta y fue por el café.

Al rato salió la morocha conversando con un hombre que parecía ser el portero del edificio. Le hablaba preocupada. El hombre movía la cabeza también preocupado. La acompañó hasta el taxi, le abrió la puerta. Ella le dio una tarjeta, subió al taxi y se fue.

Cuando el mozo llegó con el café yo ya juntaba mis cosas para irme. El hombre se molestó. Era bastante bruto, y la imagen no lo ayudaba: el pelo canoso lo tenía tan crecido que podía hacerse una cola de caballo, y tenía un bigote absolutamente negro. Un asco. Para peor, pateó sin querer la mesa y me volcó media azucarera encima. Le tiré las monedas del café sobre la mesa y me fui sin tomarlo.

Era una linda mañana de sol, así que me fui caminando por Rivadavia, sin apuro, pensando. Con la marcha, caían restos de azúcar de mi pollera de seda, y eso me distraía un poco. La sacudí para poder concentrarme. Volví a mis elucubraciones. Si no me equivocaba, ya no jugaba sola. Y si la morocha estaba preocupada por la ausencia de su "vaya a saber qué", alguien empezaba a dar pasos que modificarían los míos. Aunque yo llevaba unas cuantas horas de ventaja, ya no podía dar pasos en falso. La cosa se empezaba a poner más difícil, pero también más entretenida.

Paré en una peluquería y me hice depilar. Como decía mi mamá "una siempre tiene que andar por la calle depilada y con la bombacha limpia". Y en eso sí que le doy la razón. En esta vida hay que estar siempre preparada, porque nadie tiene comprado nada.

Y una nunca sabe qué le puede llegar a pasar.

11.

– ¿Y qué vas a hacer?

– No sé.

– Te digo que lo del documento es un tema…

– ¿Qué documento?

– ¿No te dijeron que si sos menor no te lo hacen?

– Pau, tampoco nos tendrían que vender cerveza o entradas para el boliche…

– Ay, Lali, no vas comparar.

– ¿Qué? Mil mangos es mucha guita. Es como quinientas cervezas.

– ¿Quinientas?

– Si llevo la plata me lo van a hacer, si está todo podrido.

– Me dieron fecha para el veinte.

– Ay, qué bajón…

– Sí…

– …

– …

– ¿Entonces a tus viejos tío les vas a decir nada?

– No, ni en pedo.

– …

– Mi viejo está muy raro, me parece que sospecha algo.

– ¿Sí?

– Ayer me vino a ver a mi cuarto, a la noche. Yo me hice la dormida.

– ¿Y?

– Lloraba.

– ¿Lloraba?

– Me pareció.

– Yo no creo que sepa.

– Capaz nos escuchó hablar.

– Pero te hubiera dicho…

– No sé.

– No, no puede saber. Escúchame, Lali, tu viejo no puede decir todas las boludeces que dice en las reuniones por el viaje si sabe lo que te está pasando.

– Sí, en eso tenés razón.

– Pero me preocupa mi viejo. Lo veo medio mal y no sé, siento que capaz es mi culpa.

– No te des máquina, para mí tu viejo no sabe ni ahí.?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Tuya»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Tuya» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Claudia Piñeiro - Betibú
Claudia Piñeiro
Claudia Piñeiro - Las Viudas De Los Jueves
Claudia Piñeiro
Claudia Wagner - Kochen mit Claudia
Claudia Wagner
Juan Moisés De La Serna Tuya - Cervello E Pandemia - Una Prospettiva Attuale
Juan Moisés De La Serna Tuya
Gonzalo Javier Rubio Piñeiro - Capacidades del Sistema de Inteligencia ruso.
Gonzalo Javier Rubio Piñeiro
Juan Moisés De La Serna Tuya - Cérebro E Pandemia
Juan Moisés De La Serna Tuya
Caridad Piñeiro - Fury Calls
Caridad Piñeiro
Caridad Piñeiro - Soldier's Secret Child
Caridad Piñeiro
Caridad Piñeiro - Night of the Cougar
Caridad Piñeiro
Juan Moisés De La Serna Tuya - Cerebro Y Pandemia - Una Perspectiva Actual
Juan Moisés De La Serna Tuya
Ana María Suárez Piñeiro - Roma antigua
Ana María Suárez Piñeiro
Отзывы о книге «Tuya»

Обсуждение, отзывы о книге «Tuya» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x