Claudia Piñeiro - Tuya

Здесь есть возможность читать онлайн «Claudia Piñeiro - Tuya» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Tuya: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Tuya»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un corazón dibujado con rouge, cruzado por un "te quiero" y firmado "Tuya" le revela a Inés que su marido la engaña.
Lo que sigue a continuación no sólo es un policial vertiginoso y atrapante, sino un retrato implacable de la vida familiar de la clase media.
Claudia Piñeiro capta con genialidad los tonos de las voces de la sociedad argentina.
Y entre ellas la de un ama de casa dispuesta a todo con tal de conservar su matrimonio y las buenas apariencias.
"Claudia Piñeiro arrancó con una perla rara, Tuya, un policial negro duro, pero de mujer, que usa con acelerador los elementos del género: la violencia, el engaño, los cruces complicados." Elvio E. Gandolfo
"Tuya es un policial magníficamente armado, con vueltas de tuerca sorpresivas que van apareciendo en la trama, y con un cierre perfecto."

Tuya — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Tuya», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Entonces me fui para casa, era lo más sensato.

2.

– Hola… ¿Paula?

– Sí, ¿quién es?

– Lali…

– Ah, no te conocí la voz estoy medio dormida.

– …

– Estás llorando.

– No, estuve, pero ahora no.

– ¿Hablaste con tu viejo?

– No, no sé si voy a hablar. ¿Viste lo denso que estuvo hoy?

– Sí, la verdad…

– Nada le venía bien.

– ¿Siempre es así?

– No, siempre no. Pero con este viaje está atacado.

– Tiene miedo, pobre.

– Sí, si vamos en avión porque vamos en avión; si vamos en micro porque vamos en micro.

– Nena, de lo que tiene miedo tu viejo es de que curtas. ¡Pobre!

– ¡Qué boluda!

– Es un chiste. Pero no me digas que no es gracioso…

– A mí no me causa ninguna gracia.

– Reíte un poco. Te pasaste todo el día llorando.

– Tengo mis motivos.

– Sí, ya sé.

– …

– ¿Y si hablas con tu vieja?

– Cero. Mi vieja no existe.

– Bueno, con alguien tenés que hablar.

– Pensé llamarlo a Iván.

– No, córtala, picase. Por ese lado ya fuiste y te fue como el culo.

– …

– Ay, no llores…

– Bueno, no hables con nadie. Déjalo para después del viaje, ¿okey?

– Mi viejo se muere.

– Por eso, mejor que se muera después del viaje.

– Vas a terminar haciéndome reír…

– Prométeme que no vas a llamar a Iván.

– …

– Prometeme, dale.

– Okey, chau.

– Chau.

3.

De camino a casa empezó a llover. Más que eso, diluviaba. Las escobillas del limpiaparabrisas iban y venían pero no daban abasto para desagotar tanta agua. Para colmo la izquierda barría mal. Tenía que hacer demasiado esfuerzo para poder ver. Maldije la lluvia. Pero enseguida le encontré el lado positivo. A mí siempre me gusta buscarle el lado positivo a las cosas. Si llovía, las huellas del accidente se iban a borrar, y eso sería de gran ayuda para Ernesto. Para todos.

Miré por el espejito retrovisor. La ruta estaba vacía. Me preguntaba qué estaría haciendo Ernesto. No se me ocurría que hubiera ido a la policía a contar lo que había pasado. Para qué andar ventilando trapitos al sol. El accidente fue un accidente. Si Ernesto iba a la policía, le harían demasiadas preguntas incómodas. Por qué se citaron en los bosques de Palermo. Por qué discutían. Qué tipo de relación los unía. Incómodas y, sobre todo, inútiles. Si Tuya ya estaba muerta. En los accidentes no hay culpables sino víctimas. Y en este accidente las víctimas eran dos. Una, la muerta, por la que preocuparse, a esa altura, no conducía a nada. Y la otra, Ernesto, que se vio involucrado en un hecho lamentable. No, seguro que no había ido a la policía. La realidad era la realidad, y los únicos testigos, vivos, de lo que pasó esa noche fuimos Ernesto y yo. Los dos sabíamos que en el episodio en cuestión, nadie tenía la culpa de nada. La culpa es "guacha" como decía mi papá. Y mi mamá le contestaba: "El guacho sos vos".

Lo que Ernesto y yo teníamos que hacer era tratar de olvidar ese episodio, y tirar para adelante. En cuanto Ernesto me contara todo, yo se lo diría. Estaba preparada, hasta lo había ensayado. Y él se debía morir de ganas de contarme todo. ¡Lo conocía tanto! Nosotros siempre nos contamos todo. Estábamos juntos desde los diecinueve años. Alguna que otra cosa, tal vez. Cosas sin importancia. O cosas que mejor no decir para cuidar al otro. Porque en la pareja hay que cuidarse todos los días; si no, la convivencia te mata. De hecho él, hasta ese momento, nunca me había contado de Tuya, lo cual se entiende y le agradezco. Lo que decía, me cuidó. Y lo que también me daba la pauta de que no era un asunto importante. Si hubiera sido importante Ernesto habría venido de frente, me habría dicho las cosas como eran, y me habría dejado. Ernesto no sirve para andar ocultando cosas. Yo tampoco.

Llegué a casa, estacioné el auto en el garaje y lo sequé. Era difícil justificar que estuviera mojado. No quería andar inventando algo. Que una farmacia, que un dolor de muelas, no iba a tener el mal gusto de inventar un velorio justo esa noche. Además, a mí no me gusta andar inventando. Cuando invento algo me vende la cara.

Subí a la planta alta. Lali dormía. Eso era importante, cuanto menos supiera del movimiento de la casa esa noche, mejor.

4.

– Hola…

– …

– ¡Hola!

– ¿Está Iván?

– ¿Quién le habla?

– Una amiga.

– Las amigas de mi hijo tienen nombre.

– Laura…

– Laura… o Lali…

– Sí…

– Iván está pero no te puede atender. Está durmiendo.

– Ah, bueno…

– ¡Espera, no cortes! Iván me contó todo. ¿Sabías?

– No.

– Yo, realmente, estoy muy apenada por vos, por lo que estás pasando.

– …

– Soy mujer y te entiendo, ¿viste?

– …

– Pero justamente como mujer que soy te voy a decir algo, vos no lo tenés que llamar más a Iván. Este problema es exclusivamente tuyo…

– …

– Y mira que, como le digo a Ivi, yo no pongo en duda tu buena fe, ni dudo de que esto haya sido un accidente, ¿viste?

– …

– Porque otro podría dudar.

– …

– Pero, bueno, te vas a tener que hacer cargo de tu error.

– …

– Porque el error fue tuyo, ¿estamos de acuerdo, no?

– Mi hijo no sabía que podía pasar esto. Si vos no le avisas, ¿cómo iba a saber?

– Yo…

– Una mujer siempre tiene que avisar.

– Nosotras dos sabemos que lo que hiciste vos no fue leal, ¿o no?

– Pero yo…

– No sé qué dirán tus padres de todo este asunto, no los conozco. Ni los quiero conocer, no me malinterpretes. Pero yo, como madre de Iván, tengo muy claro cómo fueron las cosas, y quiero que a mi hijo lo dejes tranquilo, ¿me entendés, querida?

– …

– Y si tus padres tienen algo que decir, que me llamen directamente a mí o a mi marido. Porque si vos o alguien de tu familia siguen molestando a mi hijo, voy a tener que hacer la denuncia.

– …

– ¿Estás ahí?

– Sí, pero tengo que cortar.

– Es una suerte que hayas llamado así pudimos aclarar estas cosas, ¿no?

– Tengo que cortar.

– Que estés bien y no vuelvas a llamar.

– …

– Chau, querida.

– ,,,

5.

Me metí en mi cuarto. Me moría por saber qué estaba haciendo Ernesto en ese momento. Descartada por inútil la posibilidad de que hubiera ido a la policía, pensé que a lo mejor se había tomado un tiempo para arrastrar el cuerpo al lago. Para que se hundiera. Eso dificultaría más la tarea de quien tuviera que investigar la, entonces tal vez, desaparición de Tuya. ¡Esa sí que era una idea! Si hubiera podido llamar a Ernesto y decírselo. Pero no podía. El no sabía que yo también era parte de esa historia. Por un momento pensé en usar la misma táctica que para mi cumpleaños. Una especie de asociación libre inducida. "Ernesto, anoche soñé con vos. Soñé que me regalabas para mi cumpleaños una campera de cuero color borravino que me tiene loca, una que venden en el local tres de la planta baja de las Galerías Pacífico. No sabes, fue un sueño re lindo. Talle cuarenta y dos." Pero en el caso en cuestión, tendría que haberlo llamado y haberle dicho algo al estilo de: "Ay, querido, discúlpame que te moleste pero tuve una pesadilla, te vi arrastrando un cuerpo al lago de Palermo". Demasiado traído de los pelos, se iba a dar cuenta.

Tenía que mantener la calma, cosa que me costaba. Reconozco que estaba nerviosa. Me di cuenta porque no sabía qué hacer. Yo siempre sé qué hacer, siempre tengo las cosas claras. Pero esta vez, estaba confundida. Está bien que uno no ve matar a una mujer todos los días; y mucho menos que quien la mate sea su marido, el de una. Pero bueno, tampoco "matar", que suena tan rotundo, tan de dedo índice agitado en el aire, tan de maestra ciruela. "Accidentar" tal vez sea un término más apropiado. O mejor "empujar y desnucar sin querer". "Desnucar" tampoco es una palabra de lo más feliz. "Preterintencional." Ésa la busqué en un diccionario jurídico la semana pasada, por las dudas. Que a causa de un empujón "preterintencionado" ella se hubiera muerto, ya era otra cosa. Porque Ernesto no puso ahí el tronco donde fue a dar la cabeza de Tuya. Eso fue cosa del destino que quiso que esa mujer terminara así. O de Dios. Y yo en esas cosas creo. Y las respeto. Y busco el mensaje. Porque ¿por qué esa mujer terminó desnucada en los bosques de Palermo y no paseando con mi marido por la Recoleta? Las cosas son como son por algo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Tuya»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Tuya» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Claudia Piñeiro - Betibú
Claudia Piñeiro
Claudia Piñeiro - Las Viudas De Los Jueves
Claudia Piñeiro
Claudia Wagner - Kochen mit Claudia
Claudia Wagner
Juan Moisés De La Serna Tuya - Cervello E Pandemia - Una Prospettiva Attuale
Juan Moisés De La Serna Tuya
Gonzalo Javier Rubio Piñeiro - Capacidades del Sistema de Inteligencia ruso.
Gonzalo Javier Rubio Piñeiro
Juan Moisés De La Serna Tuya - Cérebro E Pandemia
Juan Moisés De La Serna Tuya
Caridad Piñeiro - Fury Calls
Caridad Piñeiro
Caridad Piñeiro - Soldier's Secret Child
Caridad Piñeiro
Caridad Piñeiro - Night of the Cougar
Caridad Piñeiro
Juan Moisés De La Serna Tuya - Cerebro Y Pandemia - Una Perspectiva Actual
Juan Moisés De La Serna Tuya
Ana María Suárez Piñeiro - Roma antigua
Ana María Suárez Piñeiro
Отзывы о книге «Tuya»

Обсуждение, отзывы о книге «Tuya» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x