C. Sansom - Invierno en Madrid

Здесь есть возможность читать онлайн «C. Sansom - Invierno en Madrid» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Invierno en Madrid: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Invierno en Madrid»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Año 1940. Imparables, los alemanes invanden Europa. Madrid pasa hambre y se ha convertido en un hervidero de espías de todas las potencias mundiales. Harry Brett es un antiguo soldado que conoció la Guerra Civil y quedó traumatizado tras la evacuación de Dunkerque. Ahora trabaja para el servicio secreto británico: debe ganarse la confianza de su antiguo condiscípulo Sandy Forsyth, quién se dedica a negocios turbios en la España del Caudillo. Por el camino, Harry se verá envuelto en un juego muy peligroso y asaltado por amargos recuerdos.

Invierno en Madrid — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Invierno en Madrid», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Cómo están los tuyos? ¿Bien?

– Mi tío y mi tía están bien. Allí abajo, en Surrey, casi no parece que haya guerra. La familia de mi primo lo pasó un poco mal en Londres. -Hizo una pausa y la miró con cara muy seria-. Tengo entendido que Birmingham ha sido castigada.

– Sí. Me enviaron un telegrama diciéndome que están todos bien.

– Pensé en ti cuando me enteré. Habrás estado terriblemente preocupada.

– Pues sí, y supongo que habrá más incursiones. -Bárbara lanzó un suspiro-. Pero tú las sufriste durante mucho más tiempo en Londres, ¿verdad?

– Hubo una cuando yo estuve allí hace un mes, en casa de mi primo Will. Pero ahora él está a salvo en el campo, haciendo no sé qué trabajo secreto.

– Debe de ser un alivio.

– Pues sí.

Barbara encendió un cigarrillo.

– Creo que mis padres están procurando seguir adelante, como todo el mundo. ¿Qué otra cosa pueden hacer? Papá y mamá apenas dicen nada en sus cartas.

– ¿Cómo está el padre de Sandy, el obispo?

– Pues mira, no tengo ni la menor idea. No se han puesto en contacto desde que Sandy llegó aquí. Él jamás habla de su padre ni de su hermano. Es triste. -Barbara estudió a Harry. Había cambiado de aspecto y se le veía muy tenso. Era muy guapo cuando ella lo había conocido tres años atrás, aunque no fuera su tipo. Ahora parecía mayor, estaba más grueso y tenía más arrugas alrededor de los ojos. «Toda una generación de hombres está envejeciendo a marchas forzadas», pensó. Titubeó un poco, pero luego preguntó-: ¿Y tú cómo estás ahora? Te veo un poco cansado.

– Bueno, estoy bien. Tuve una neurosis de guerra, ¿sabes? -añadió Harry de repente-. Padecía unas crisis de pánico espantosas.

– Lo siento.

– Pero ahora ya estoy mucho mejor, llevo bastante tiempo sin sufrir ninguna.

– Por lo menos, estás haciendo algo útil en la embajada.

Harry esbozó una sonrisa tensa.

– Te veo muy distinta de la última vez que nos vimos -dijo.

Barbara se ruborizó.

– Sí, con todos aquellos viejos jerséis. Entonces, en el estado en que me encontraba, me importaba un bledo mi aspecto. -Lo miró con una cálida sonrisa en los labios-. Tú me ayudaste.

Harry se mordió el labio clavando en ella sus ojos azules y, por un instante, Barbara pensó: «Oh, Dios mío, ha adivinado algo.» Después, él le preguntó.

– ¿Qué tal se vive aquí? Madrid se encuentra en un estado lamentable. Con tanta pobreza y miseria y con todos estos mendigos. Está peor que durante la Guerra Civil.

Barbara suspiró.

– La Guerra Civil destrozó España y, en especial, Madrid. La cosecha ha vuelto a ser mala y ahora tenemos un bloqueo que limita los suministros de importación. Por lo menos, eso es lo que dicen los periódicos. Aunque no sé… -Barbara sonrió con tristeza-. La verdad es que ya no sé qué creer.

– El silencio es lo que no puedo soportar. ¿Recuerdas lo ruidoso que era Madrid? Es como si le hubieran arrebatado a la gente toda la energía y la esperanza.

– Así es la guerra.

Harry la miró con la cara muy seria.

– ¿Sabes lo que temo? Este año hemos impedido que Hitler invadiera Inglaterra; pero, si lo volviera a intentar el año que viene, es posible que perdiéramos. Lucharíamos como fieras, lucharíamos en las playas y en las calles tal como dijo Churchill, pero podríamos perder.

Me imagino Gran Bretaña terminando como España, un país destrozado y arruinado, gobernado por una pandilla corrupta de fascistas. Eso nos podría ocurrir a nosotros.

– ¿De veras? Sé que la disciplina es muy dura, pero hay personas como Sebastián de Salas que quieren reconstruir el país de verdad. -Barbara hizo una pausa y se pasó una mano por la frente-. Oh, Dios mío -dijo-. Los estoy defendiendo. Es que todas las personas que conozco están de su parte, ¿sabes?

Se mordió el labio. Debería haber comprendido que, en caso de que se reuniera con Harry, toda su confusión y todo su temor aflorarían a la superficie. Pero quizá fuera bueno para ella enfrentarse con ciertas cosas; siempre y cuando no se tocara el tema de Bernie.

– ¿Qué piensa Sandy de ellos? -preguntó Harry.

– Piensa que España está mejor que si hubieran ganado los rojos.

– ¿Y tú estás de acuerdo?

– ¿Quién sabe? -replicó ella con repentina emoción.

Harry sonrió.

– Perdona, hablo más de la cuenta. Cambiemos de tema.

– ¿Echamos un vistazo al menú?

Eligieron los platos y el camarero les llevó una botella de vino. Harry lo cató y asintió con la cabeza.

– Muy bueno.

– Casi todo el vino de ahora es malísimo, pero aquí tienen una bodega muy buena.

– El bueno se consigue cuando uno se puede permitir el lujo de pagarlo, ¿verdad?

Barbara levantó los ojos al oír el amargo tono de su voz.

– Pronto empezaré a trabajar en un orfelinato -dijo.

– ¿Vuelves a tu trabajo de enfermera?

– Sí, quería hacer algo positivo. En realidad, me lo aconsejó el propio Sandy.

Harry asintió con la cabeza y comentó, tras un breve titubeo:

– Lo veo bien. Parece alguien muy próspero.

– Pues sí. La organización se le da muy bien. Es un hombre de negocios.

Hicieron una pausa mientras el camarero les servía la sopa y después Harry dijo:

– Sandy siempre supo abrirse su propio camino. Incluso en el colegio. Se nota que es un triunfador. -Miró a Barbara a los ojos-. Ahora está trabajando en eso del Ministerio de Minas, lo comentó la otra noche, ¿verdad?

Barbara se encogió de hombros.

– Sí, pero yo no sé gran cosa de eso. Dice que es un asunto confidencial. -Sonrió con tristeza-. Me he convertido en una pequeña ama de casa; no me interesan los asuntos de negocios.

Harry asintió con la cabeza. Se abrió la puerta del restaurante y aparecieron tres jóvenes vestidos con el uniforme de la Falange. Se abrió una puerta al fondo, y por ella entró un hombre bajito y rechoncho vestido con una levita cubierta de lamparones que miraba con una sonrisa nerviosa a los visitantes de la camisa azul.

– Buenas tardes, señor -dijo alegremente uno de ellos. Debía de tener aproximadamente la edad de Harry, alto, delgado y con el consabido bigotito-. Una mesa para tres, por favor. -El ma î tre inclinó la cabeza y los acompañó a una mesa libre.

– Espero que no armen demasiado jaleo -dijo Barbara en voz baja.

El falangista miró alrededor y, acto seguido, se acercó a la mesa que ellos ocupaban y, con una amplia sonrisa en los labios, les tendió la mano.

– Ah, ¿visitantes extranjeros? -dijo-. ¿Alemanes?

– No, ingleses -contestó Barbara con una sonrisa nerviosa. -El falangista retiró la mano sin dejar de sonreír.

– Vaya, conque ingleses -dijo, asintiendo alegremente con la cabeza-. Por desgracia, muy pronto se tendrán que marchar; el Generalísimo se va a incorporar a la cruzada del Führer contra Inglaterra. Muy pronto recuperaremos Gibraltar.

Barbara miró nerviosamente a Harry. Éste mostraba un semblante frío e impasible. El jefe de los falangistas se inclinó ante ellos en una reverencia burlona y fue a reunirse con sus compañeros. Harry tenía el rostro arrebolado a causa de la furia.

– Tranquilo -le dijo ella-. No los provoques.

– Ya lo sé -musitó Harry-. Hijos de puta.

El camarero se acercó presuroso con los platos principales y su mirada se desplazó nerviosamente de ellos a los falangistas, pero éstos ya estaban ocupados con sus menús.

– Terminemos cuanto antes y larguémonos de aquí -dijo Barbara-. Antes de que empiecen a beber.

Terminaron rápidamente el resto de la comida. Harry le detalló la fiesta de los Maestre y después volvió a encauzar la conversación hacia Sandy, como si le apeteciera seguir hablando de él.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Invierno en Madrid»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Invierno en Madrid» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Invierno en Madrid»

Обсуждение, отзывы о книге «Invierno en Madrid» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x