Juliette Benzoni - (Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca

Здесь есть возможность читать онлайн «Juliette Benzoni - (Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. ISBN: , Издательство: Vergara, Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

(Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «(Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuarto volumen de la serie Las Joyas del Templo, precedida por La Estrella Azul, La Rosa de York y El Ópalo de Sissi. En esta serie, Aldo Morosini, príncipe veneciano y anticuario, ha recibido de un misterioso personaje apodado el Cojo de Varsovia el encargo de recuperar las cuatro piedras sustraídas del pectoral del Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalén. En esta cuarta parte, El Rubí de Juana la Loca, la búsqueda transcurre en Madrid (Aldo se aloja en el hotel Ritz), Venecia, Praga, un castillo en Bohemia y Zúrich, en una trama histórica plagada de misterios, suspense, traiciones y romances.

(Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «(Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—A mí se me ocurre otra más sencilla: le doy yo a usted lo que pagó por él en Bohemia, teniendo en cuenta, por descontado, los riesgos que corrió para conseguirlo.

Morosini reprimió un suspiro: tal como había sospechado, se enfrentaba a un adversario duro de pelar. La belleza de la piedra había causado su efecto y Kledermann estaba dispuesto a pagar por ella el doble o el triple si era necesario. Cuando se ha despertado la pasión de un coleccionista, es muy difícil convencerlo de que renuncie.

—Comprenda que no es una cuestión de dinero. Si mi cliente está tan interesado en el rubí es porque quiere poner fin a la maldición que recae sobre él y que afecta a todos sus propietarios.

Moritz Kledermann se echó a reír.

—¡No me diga que un hombre del siglo XX, deportista y culto, cree en esas pamplinas!

—Que yo crea o no carece de importancia —dijo Aldo sin alterarse—. Lo que cuenta es mi cliente, que es también un amigo. Él está convencido, y la verdad es que, después de todo lo que he descubierto de la trayectoria del rubí desde el siglo XV, le doy la razón.

—Cuénteme, entonces, todo eso. Ya sabe lo que me apasiona la historia de las joyas antiguas.

—Ésta empieza en Sevilla, poco antes de que fuera instituida la Inquisición. Reinaban los Reyes Católicos y el rubí pertenecía a un converso rico, Diego de Susan, pero la comunidad judía lo consideraba sagrado. Desde las primeras frases, Aldo notó que había despertado la curiosidad apasionada de su anfitrión. Lentamente, ciñéndose a la Historia y sin mencionar sus propias aventuras, se remontó en el tiempo: la piedra cedida a la reina Isabel por la Susona, la parricida; Juana la Loca y su pasión desmesurada; el robo y la venta de la joya al embajador del emperador Rodolfo II; el regalo de ésta por parte de Rodolfo a su bastardo preferido y, finalmente, la recuperación del rubí por él mismo y Vidal-Pellicorne «en un castillo de Bohemia cuyo propietario estaba sufriendo grandes reveses económicos». Del fantasma de la Susona, del enamorado de Tordesillas, de la evocación de la sombra imperial en la noche de Hradcany y de la violación de la tumba abandonada, ni una palabra, por supuesto. En cuanto a sus relaciones con el gran rabino, Morosini reveló simplemente que, siguiendo el consejo de Louis de Rothschild, había ido a hacerle algunas preguntas igual que se las había hecho a otras personas. Sin embargo, no dejó de insistir en los desastres que habían jalonado la trayectoria de la gema sangrienta.

—Yo mismo fui víctima de la maldición en la sinagoga, y el que se la vendió acaba de pagarlo con su vida.

—Eso es un hecho, pero… ¿no tiene miedo su cliente de esa presunta maldición?

—Es judío, y sólo un judío puede borrar el anatema lanzado por el rabino de Sevilla.

Kledermann guardó silencio unos instantes y luego dejó que una sonrisa maliciosa animara sus facciones un poco severas. Estaban tomando el café y ofreció un suntuoso habano a su invitado, al que dejó tiempo de encenderlo y de apreciar su calidad.

—¿Y usted le cree? —preguntó por fin.

—¿A quién, a mi amigo? Por supuesto que le creo.

—Sin embargo, debería saber de qué son capaces los coleccionistas cuando está en juego una pieza tan rara y tan preciosa. ¡Una piedra sagrada!… ¡Un símbolo de la patria perdida que encierra todas las miserias y todos los sufrimientos de un pueblo oprimido!… Yo quisiera creerle, pero de lo que usted acaba de referirme lo que se deduce es que se trata ante todo de una joya cargada de historia. ¿Se da cuenta? Isabel la Católica, Juana la Loca, Rodolfo II y su terrible hijo bastardo. Tengo piedras que no son ni la mitad de apasionantes.

—El hombre que me ha pedido esta joya no utilizaba ninguna estratagema. Lo conozco demasiado bien para sospechar una cosa así; para él es una cuestión de vida o muerte.

—Hummm… Hay que pensar muy bien en todo esto. Mientras tanto, voy a enseñarle la piedra en cuestión y también mi colección. Venga.

Los dos hombres volvieron al gran gabinete-biblioteca del primer piso, cuya puerta Kledermann cerró con llave.

—¿Teme que uno de los miembros de su personal entre sin llamar? —dijo Morosini, divertido por esa precaución que le parecía pueril.

—No, en absoluto. Esta habitación sólo se cierra con llave cuando deseo entrar en la cámara acorazada; en realidad, hacer girar esta llave es lo que permite abrir la puerta blindada. Ahora lo verá.

El banquero cruzó el despacho y, cogiendo una pequeña llave que llevaba colgada del cuello, bajo la pechera de la camisa, la introdujo en una moldura de la biblioteca que ocupaba el fondo de la estancia: una gruesa puerta forrada de acero giró lentamente sobre unos goznes invisibles, arrastrando consigo la lograda decoración de falsos libros.

—Espero que sepa apreciar su suerte —dijo Kledermann sonriendo—. No habrá más de media docena de personas que hayan entrado aquí. Acompáñeme.

La cámara acorazada debía de haber sido de considerables dimensiones, pero el espacio quedaba reducido por las cajas fuertes que revestían las paredes.

—Cada una tiene una combinación diferente —prosiguió el banquero—. Y sólo yo las conozco. Las transmitiré a mi hija cuando llegue el momento.

Sus largos dedos manipulaban con rapidez dos grandes discos colocados en la primera caja, de acuerdo con el código establecido: a la derecha, a la izquierda, otra vez y otra más. Se oía un tableteo, hasta que al cabo de un momento la gruesa hoja se abrió, dejando a la vista un montón de estuches.

—Aquí hay una parte de las joyas de Catalina la Grande y algunas alhajas rusas más.

Entre sus manos, un estuche forrado de terciopelo violeta mostró un extraordinario collar de diamantes, un par de pendientes y dos pulseras. Morosini abrió los ojos con asombro: él conocía ese aderezo porque lo había admirado antes de la guerra en el cuello de una gran duquesa emparentada con la familia imperial y cuya súbita desaparición permitía suponer que había podido ser asesinada. Había pertenecido a la Semíramis del norte, pero Aldo le negó su admiración: le horrorizaban lo que en la profesión se conocía como «joyas rojas», las que se habían obtenido derramando sangre. No pudo evitar decir con severidad:

—¿Cómo ha conseguido este aderezo? Sé a quién pertenecía antes de la guerra y…

—¿Y se pregunta si se lo compré al asesino de la gran duquesa Natacha? Tranquilícese, fue ella misma quien me lo vendió… antes de desaparecer en Sudamérica con su mayordomo, del que se había enamorado perdidamente. Lo que acabo de revelarle es un secreto, pero creo que no me hará lamentar haberle enseñado estas joyas.

—Puede estar seguro. Nuestro secreto profesional es tan exigente como el de los médicos.

—Confieso que, pese a su reputación, no creí ni por un instante que las reconocería —dijo Kledermann, riendo—. Dicho esto, la gran duquesa hizo muy bien en irse a América antes de la revolución bolchevique. Por lo menos salvó su vida y parte de su fortuna.

Después de los diamantes, Morosini pudo admirar el famoso aderezo de amatistas, célebre en la reducida hermandad de los grandes coleccionistas, y algunas fruslerías más de menor importancia antes de pasar a explorar otras cajas fuertes y otros estuches. Vio la admirable esmeralda que había pertenecido al último emperador azteca y que Hernán Cortés había traído de México, dos de los dieciocho Mazarinos, una pulsera hecha con grandes diamantes procedentes del famoso Collar de la Reina, desmontadoy vendido en Inglaterra por la pareja La Motte, unos preciosos zafiros que habían pertenecido a la reina Hortensia, los prendedores de diamantes de Du Barry, unas fantásticas esmeraldas que habían brillado en el pecho de Aurengzeb, uno de los collares de perlas de la Reina Virgen y muchas maravillas más que Aldo, deslumbrado y sobre todo atónito, contemplaba boquiabierto: no imaginaba que la colección Kledermann pudiese ser tan importante. Una de las cajas guardaba todavía sus secretos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «(Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «(Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Juliette Benzoni - A templomosok kincse
Juliette Benzoni
Juliette Benzoni - Az átok
Juliette Benzoni
Juliette Benzoni - Le Couteau De Ravaillac
Juliette Benzoni
Juliette Benzoni - Le réfugié
Juliette Benzoni
Juliette Benzoni - Le voyageur
Juliette Benzoni
Juliette Benzoni - Haute-Savane
Juliette Benzoni
Juliette Benzoni - Jean de la nuit
Juliette Benzoni
libcat.ru: книга без обложки
Juliette Benzoni
Juliette Benzoni - El Prisionero Enmascarado
Juliette Benzoni
Отзывы о книге «(Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca»

Обсуждение, отзывы о книге «(Las Joyas Del Templo 04) El Rubí­ De Juana La Loca» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x