– Así podremos, bueno, reconstruir la raza humana -digo.
Sé que suena estúpido, pero es lo único que se me ocurre.
– Amanda puede ayudarnos de veras, es muy buena en todo.
Pero me sonríen con tristeza como si supieran que es inútil. Croze me coge la mano y me aleja de ellos.
– ¿Lo dices en serio? -pregunta-. ¿Lo de la raza humana? -Sonríe-. Tendrás que tener hijos.
– Quizá todavía no -digo.
– Vamos -dice-. Te enseñaré el jardín.
Tienen una cocina, y algunos biodoros violetas portátiles en un rincón, y algún módulo solar que están arreglando. No faltan componentes de cualquier cosa en las plebillas, aunque hay que tener cuidado con los edificios en ruinas.
El huerto está detrás: todavía no han plantado gran cosa.
– Tuvimos ataques de cerdos -dice-. Cavaron por debajo de la valla. Le disparamos a uno, así que quizá los demás captaron la idea. Zeb dice que son supercerdos, porque son un híbrido con tejido cerebral humano.
– ¿Zeb? -digo-. ¿Zeb está vivo?
Me siento mareada de repente, toda esa gente muerta volviendo a la vida: es abrumador.
– Claro -dice Croze-. ¿Estás bien?
Me pone el brazo en torno a la cintura para impedir que me caiga al suelo.
Toby. Santa Rachel y Todas las Aves
A ñ o 25
Ren y Crozier se han ido paseando detrás de la cabaña. No hay peligro, piensa Toby. Amor joven, sin duda. Ella le está contando a Pico de Marfil lo del tercer hombre, el muerto. Blanco. El escucha con atención.
– ¿La pandemia? -pregunta él.
– Una bala infectada -dice Toby. No menciona la adormidera y los Ángeles de la Muerte.
Mientras están hablando, se acerca una mujer desde detrás de la casa.
– Eh, Toby -dice.
Es Rebecca. Más mayor, menos rellenita, pero sigue siendo Rebecca. Sólida. Agarra a Toby por los hombros.
– Estás demasiado flaca, cariño -dice-. No importa, tenemos beicon. Engordarás seguro.
El beicon no es un concepto que Toby pueda captar ahora mismo.
– Rebecca -dice. Y quiere añadir: «¿Por qué estás viva?», pero ésa es cada vez más una pregunta sin sentido. ¿Por qué están vivos todos ellos? Así que se limita a decir-: Es maravilloso.
– Zeb dijo que lo lograrías. Siempre lo decía. Eh. ¡Sonríeme!
A Toby no le gusta el uso del pasado. Tiene un tufo de lecho de muerte.
– ¿Cuándo lo decía? -pregunta.
– Coño, lo dice casi todos los días. Ahora ven a la cocina, come algo. Cuéntame dónde has estado.
Así que Zeb está vivo, piensa Toby. Ahora que sabe que es cierto siente que siempre lo había sabido. También lo duda: no será verdad hasta que lo vea. Hasta que lo toque.
Tienen café -raíces de diente de león tostadas, explica Rebecca con orgullo-, y un poco de raíces de bardana con hierbas y una rebanada de… ¿puede ser cerdo frío?
– Estos cerdos son un incordio -dice Rebecca-. Se pasan de listos. -Mira a Toby a los ojos, desafiante-. Necesidad obliga -dice-. Bueno, al menos sabemos lo que hay dentro, no como en los SecretBurgers.
– Está delicioso -dice Toby, sin mentir.
Después de su aperitivo, Toby entrega las tres patas de mohair que le quedan. No están muy frescas, pero Rebecca dice que están bien para el caldo. A continuación se zambullen en la historia. Toby explica su tiempo en el balneario de AnooYoo y les cuenta de la llegada de Ren; Rebecca describe su falsa identidad vendiendo seguros de vida en comunidades cerradas del oeste mientras colocaba ingeniosas bioformas del Loco Adán, y cómo tomó el último tren bala hacia el este -era un riesgo porque había mucha gente tosiendo, pero llevaba cono nasal y guantes- y luego se escondió en la Clínica de Estética con Zeb y Katuro.
– En nuestra vieja sala de reuniones, ¿te acuerdas? -dice-. Nuestros suministros de Ararat aún estaban allí.
– ¿Y Katuro? -pregunta Toby.
– Está bien. Tiene un germen de alguna clase, pero no es el malo; ya lo ha superado. Ha salido con Zeb y Shackleton, y con Rinoceronte Negro. Están buscando a Adán Uno y al resto. Zeb dice que si alguien ha podido superarlo, son ellos.
– ¿En serio? ¿Hay alguna posibilidad? -dice Toby. ¿Me buscó a mí?, quiere preguntar. Probablemente no. Habría pensado que me las arreglaría bien sola. Y lo había hecho, ¿no?
– Hemos estado escuchando onda corta a todas horas, y también emitiendo. Hace un par de días por fin tuvimos una respuesta -dice Rebecca.
– ¿Era él? -Toby ya estaba preparada para creer cualquier cosa-. ¿Adán Uno?
– Sólo oímos una voz. Y decía «estoy aquí», «estoy aquí».
– Tengamos fe -dice Toby. Y ella la tiene; o intenta tenerla.
Fuera están ladrando los perros y hay una confusión de gritos.
– Mierda. Ataque de perros -dice Rebecca-. Trae el arma.
Los locoadanes con pulverizadores ya están en la valla. Hay perros grandes y pequeños, unos quince, meneando las colas. Los de los pulverizadores empiezan a disparar. Antes de que Toby consiga hacerlo, hay siete perros muertos y el resto ha huido.
– Híbridos de WatsonCrick -dice Pico de Marfil-. En realidad no son perros, sólo lo parecen. Te arrancarían la garganta. Los usaban en motines de prisiones y cosas por el estilo (no podías hackearlos como el código de un sistema de alarma), pero se escaparon durante el Diluvio.
– ¿Están criando? -dice Toby. ¿Tendrán que enfrentarse a oleada tras oleada de estos no perros o son escasos en número?
– El Señor lo sabe -dice Pico de Marfil.
Lotis Azul y Nogal Antillano salen para asegurarse de que los perros están muertos. Luego Tamarao, Zorro del Desierto, Rebecca y Toby se unen a ellos, y despellejan y trocean, con los hombres del pulverizador cerca por si acaso vuelven otros perros. Las manos de Toby recuerdan cómo hacerlo de hace mucho tiempo. El olor también es el mismo. Un olor de infancia.
Las pieles de los perros quedan de lado, la carne se trocea y se echa en una olla. Toby está un poco mareada. Pero también tiene hambre.
Ren. Santa Rachel y Todas las Aves
A ñ o 25
Le pregunto a Croze si debería ayudarles a despellejar los perros, pero Croze dice que ya hay suficiente gente haciéndolo y yo parezco cansada, así que ¿por qué no me tumbo en la cama, dentro de la cabaña? La habitación está fría y huele a la cabaña que recordaba, así que me siento a salvo. La cama de Croze es sólo una plataforma, pero tiene un edredón de lana de mohair y una sábana, y Croze me dice «Que duermas bien», y luego se aleja, y yo me saco la ropa de AnooYoo porque hace calor y el mohair es suave y sedoso, y me voy a dormir.
Cuando me despierta la tormenta de la tarde, Croze está arrebujado detrás de mí, y me doy cuenta de que está preocupado y triste; entonces me vuelvo y nos estamos abrazando y él quiere sexo. Pero de repente yo no quiero tener sexo sin amor, y no he querido a nadie de verdad después de Jimmy; desde luego no en el Scales, donde sólo estaba actuando siguiendo los guiones pervertidos de otras personas.
También hay un lugar oscuro en mí, como tinta derramada en mi cerebro: no puedo pensar en sexo en ese lugar. Tiene zarzas, y hay algo respecto a Amanda, y no quiero estar allí. Así que digo:
– Todavía no.
Y aunque Croze siempre era bastante grosero parece entenderlo; así que sólo nos abrazamos y hablamos.
Tiene un montón de planes. Construirán esto, construirán aquello; se librarán de los cerdos, o los domesticarán. Después de que los dos painballers estén muertos -él se ocupará personalmente de ello- nos llevará a mí, a Amanda y a Shackie a la playa para pescar un poco. En cuanto al grupo Loco Adán -Pico de Marfil, Nogal Antillano, Tamarao y Rinoceronte Negro, todos- son realmente listos, así que pondrán en marcha las comunicaciones en un pispás.
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