También podía oír la voz de Amanda: ¿por qué eres tan débil? El amor nunca es un comercio justo. Jimmy se ha cansado de ti, ¿y qué? Hay tipos por todas partes, como gérmenes, y puedes elegirlos como quien elige flores y tirarlos cuando se marchitan. Pero has de actuar como si te lo estuvieras pasando espectacular y cada día fuera una fiesta.
Lo que hice después no estuvo bien, y todavía estoy avergonzada de ello. Me acerqué a Glenn en la cafetería: hacía falta valor, porque Glenn era tan frío que era casi un cubo de hielo. Y le pregunté si quería salir conmigo. Lo que tenía en mente era tirármelo y que Jimmy lo descubriera y se jodiera. No es que quisiera tener sexo con Glenn, sería como follarse un tenedor de ensalada. Muy plano y de madera.
– ¿Salir? -dijo Glenn, desconcertado-. ¿No estás con Jimmy?
Le dije que había terminado y que de todas formas nunca había sido nada serio, porque Jimmy era un payaso. Entonces le solté lo primero que me vino a la cabeza.
– Te vi con los Jardineros en el Árbol de la Vida -dije-. ¿Te acuerdas? Yo fui la que te llevó a ver a Pilar. Con esa miel.
Él pareció alarmado y me dijo que deberíamos tomarnos un Happicappuccino y hablar.
Hablamos. Hablamos mucho. Salimos tanto por el centro comercial que los chicos empezaron a decir que estábamos enrollados, pero no lo estábamos: nunca fue un romance. ¿Y entonces qué era? Supongo que Glenn era la única persona en HelthWyzer con la que podía hablar de los Jardineros, y lo mismo le pasaba a él. Ese era el vínculo. Era como pertenecer a un club secreto. Quizá Jimmy no fue nunca mi alma gemela, quizás era Glenn. Lo cual era una idea extraña, porque él era un chico extraño. Más como un cyborg, que era como solía llamarle Wakulla Price. ¿Éramos amigos? Yo nunca habría dicho eso. En ocasiones me miraba como si yo fuera una ameba o algún problema que tuviera que resolver con las nanobioformas.
Glenn ya sabía muchas cosas de los Jardineros, pero quería saber más. ¿Cómo era vivir con ellos todos los días? ¿Qué hacían y decían, qué creían en realidad? Me pedía que cantara las canciones, quería que repitiera lo que decía Adán Uno en sus discursos de santos y festividades: Glenn nunca se rio como lo habría hecho Jimmy si lo hubiera hecho con él. En cambio, decía cosas como:
«Entonces creen que no deberíamos usar nada que no fuera reciclado. Pero y si las corpos dejan de fabricar nada nuevo. Nos quedaríamos sin.» En ocasiones me preguntaba cosas más personales como: «¿Comerías animales si estuvieras muriéndote?» o «¿Crees que de verdad ocurrirá el Diluvio Seco?». Pero yo no siempre conocía las respuestas.
También hablaba de otras cosas. Un día dijo que lo que siempre tenías que hacer en una situación adversa era matar al rey, como en ajedrez. Yo le dije que la gente ya no tenía reyes. Dijo que se refería al centro de poder, aunque hoy no sería una sola persona, serían las conexiones tecnológicas. Le pregunté si se refería a codificar e hibridar, y me dijo que algo así.
Un día me preguntó si creía que Dios era un clúster de neuronas, y si era así, si la gente que tenía ese clúster lo había heredado por selección natural, porque les confería una ventaja competitiva, o si quizás era sólo un tímpano como ser pelirrojo, que no afectaba ni de una forma ni de otra tus posibilidades de supervivencia. Muchas veces estando con él sentía que no hacía pie, así que decía: «Tú qué crees.» Él siempre tenía una respuesta.
Jimmy nos vio juntos en el centro comercial y pareció desconcertado, pero no por mucho tiempo, porque lo pillé haciéndole una señal a Glenn con los pulgares hacia arriba, como diciendo: «Adelante, colega, te invito.» Como si yo fuera de su propiedad y me estuviera compartiendo.
Jimmy y Glenn se graduaron dos años antes que yo y fueron a la universidad. Glenn fue a WatsonCrick con todos los cerebritos y Jimmy fue a la Martha Graham Academy, que era para chicos sin potencial matemático o científico. Así que al menos ya no tuve que ver más a Jimmy en el instituto, acercándose a esta chica o a aquélla. Pero casi era peor sin Jimmy allí que con Jimmy.
De algún modo pasé los dos años siguientes. Mis notas eran malas, y yo no pensaba que pudiera ir a la universidad: terminaría como una esclava de salario mínimo, trabajando en SecretBurgers o en un sitio por el estilo. Pero Lucerne movió algunos hilos. La oí hablar de ello con uno de sus amigos del club de golf: «No es estúpida, pero la experiencia en la secta ha arruinado su motivación. Así que la Martha Graham es lo mejor que podemos conseguir.» De manera que compartiría el mismo espacio con Jimmy: eso me puso tan nerviosa que me mareé.
La noche anterior a salir en el tren bala releí mi viejo diario, y entonces supe lo que querían decir los Jardineros con «ten cuidado con lo que escribes». Eran mis propias palabras de cuando había sido tan feliz, salvo que ahora leerlas era una tortura. Me llevé el diario calle abajo, doblé la esquina y lo tiré en un contenedor de basuróleo. Se convertiría en aceite y todos esos corazones rojos que había dibujado se alzarían en humo, pero servirían para algo.
Parte de mí pensaba que volvería a encontrarme con Jimmy en la Martha Graham, y él diría que siempre me había querido y que volveríamos a estar juntos, y yo le perdonaría y todo volvería a ser maravilloso como al principio. Pero la otra parte de mí se daba cuenta de que las posibilidades de que eso pasara eran nulas. Adán Uno decía que la gente puede creer dos cosas opuestas al mismo tiempo, y en ese momento supe que era verdad.
Banquete de la Sabiduría de la Serpiente
Año 18
De la importancia del conocimiento instintivo. Narrado por Ad á n Uno
Queridos amigos, compañeros mortales, compañeros animales:
Hoy es nuestro Banquete de la Sabiduría de la Serpiente, y nuestros niños una vez más han sobresalido en su decoración. Hemos de agradecer a Amanda y Shackleton por el apasionante mural de la serpiente del este ingiriendo una rana, adecuado recordatorio de la naturaleza entrelazada de la danza de la vida. En esta fiesta es tradición que utilicemos el calabacín, una hortaliza con forma de serpiente. Damos gracias a Rebecca, nuestra Eva Once, por su innovador postre de calabacín y rábano. Ya tenemos ganas de probarlo.
Sin embargo, primero debo alertaros del hecho de que ciertos individuos están investigando de manera no oficial a Zeb, nuestro Adán Siete de talentos múltiples. En el Jardín de Nuestro Padre hay muchas especies, y hacen falta de todo tipo para formar un ecosistema, y Zeb ha elegido la opción no violenta; así que si os preguntan, recordad que «No lo sé» es siempre la mejor respuesta.
Nuestro texto de la Sabiduría de la Serpiente es de Mateo 10:16: «Sed, pues, sabios como las serpientes e inofensivos como las palomas.» A los antiguos biólogos que se encuentran entre nosotros que hayan hecho un estudio de las serpientes o de las palomas, esta cita les resultará desconcertante. Las serpientes son cazadoras expertas, que paralizan a su presa, o la estrangulan y la aplastan. Ese don para la caza les permite depredar a muchos ratones y ratas. Sin embargo, a pesar de su tecnología natural, por lo general no llamamos a las serpientes «sabias». Y las palomas, aunque inofensivas para nosotros, son extremadamente agresivas con otras palomas: un macho acechará y matará a otro macho menos dominante si se le brinda la ocasión. El Espíritu de Dios en ocasiones se representa como una paloma, lo cual simplemente nos informa de que este espíritu no siempre es pacífico: también tiene un lado feroz.
La serpiente posee una gran carga simbólica en las Palabras Humanas de Dios, aunque de muy distintas maneras. En ocasiones, se muestra como un malvado enemigo de la humanidad, quizá porque, cuando nuestros ancestros primates dormían en los árboles, las constrictor se contaban entre sus escasos depredadores nocturnos. Y para estos ancestros -descalzos como iban- pisar una víbora significa muerte segura. Sin embargo, la serpiente también se equipara con el Leviatán, esa gran bestia marina que Dios creó para humillar a la humanidad, y es mencionada a Job como ejemplo sobrecogedor de Su inventiva.
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