[18]Referencia al cuento de Borges «Veinticinco de agosto, 1983».
[19]Esta anécdota está copiada casi literalmente de la introducción del libro de Carlos Cañeque Conversaciones sobre Borges , Ediciones Destino, 1996.
[20]El autor confunde aquí a Penteo con Aristeo: fue Aristeo quien, cumpliendo puntualmente el mandato de su madre, consiguió producir incontables nubes de abejas con las vísceras corrompidas de sus víctimas.
[21]Gilabert hace referencia al ensayo de Borges titulado «Borges y yo» ( Otras inquisiciones , 1952).
[22]Nótese que el tiempo verbal en presente acompañará los pasajes en los que, en lo sucesivo, aparezca el Gilabert persona, es decir, no el editor y novelista primerizo, sino el autor ya consagrado que escribió la novela que tenemos entre las manos.
[23]Kathy Ross ha sugerido que Gilabert está pensando aquí en el cónsul de Bajo el volcán. «Kathy Ross, Some Encounters beetwen Lowry and Gilabert», The Philadelphia Review , 2008.
[24]Jaime Alazraki ha señalado aquí el carácter borgeano de las palabras cara y mapa, cuyo valor simbólico adquirirá las más altas cotas en la novela póstuma de Gilabert titulada En las cimas del lopecismo Jaime Alazraki, NYU, Nueva York, 1999.
[25]Este último pasaje ha sido relacionado con John Baxter, el famoso asesino de «la prostituta de los senos amputados». El alto ejecutivo norteamericano John Baxter, reconoció a la policía haber estado leyendo esta precisa página unas horas antes de emprender su crimen en una habitación del hotel Palace de Madrid. Al conocer el hecho, el profesor Toshiro Fukuyama se apresuró en señalar la validez universal de su estudio sobre el carácter perturbador de López y yo entre la juventud japonesa. Toshiro Fukuyama, El síndrome Gilabert . Tokio, 2013.
[26]Jesús de Haro nota un parecido sospechoso entre este pasaje y otro de Al revés , la novela de J. K. Huysmans en la que el protagonista contrata los servicios de una ventrílocua que cambia repetidamente de voz y personalidad durante el acto sexual, alternando los tímidos jadeos de una niña con los profesionales ronquidos de Pigalle. Jesús de Haro, La narrativa de Gilabert . Sur, Madrid, 2007.
[27]En su artículo publicado en el diario Avui a pocos días de la muerte de Gustavo Horacio Gilabert (artículo al que ya nos hemos referido), Jaume Palau sugería que, en este pasaje, el autor parece reflejarse en su personaje de forma muy explícita, ya que, según Palau, «no había nada que irritase más a la persona de Gilabert que la caída de un reloj al suelo». Sobre el carácter irascible y sombrío del Gilabert real, se han escrito muchas cosas que, según Palau, no son enteramente ciertas También se ha dicho que Gilabert era un hombre hosco y seco, que rechazaba los homenajes y los actos públicos, las tertulias y las escuelas, que arremetía contra el oficialismo cultural con una mala leche de francotirador y que sólo concedía entrevistas a «dos o tres amigos íntimos y a algunas mujeres fantasiosas». Jaume Palau no desmiente estas atribuciones de su personalidad.
[28]Absurdamente, Hans Eckhart ha sugerido que este fragmento implica que mis notas y el mismo prólogo, son en realidad adiciones metaliterarias que Gilabert escribió para la edición en castellano. En esa disparatada hipótesis, yo sería un personaje inventado por Gilabert…
[29]La idea de colocar el Paraíso terrenal en la cima de un alto monte se hallaba ya presente en obras de los padres de la Iglesia oriental; igualmente, san Buenaventura había situado el Paraíso en una atmósfera pura en la que se podían distinguir, en tenues contrastes cromáticos, los tres grados de conocimiento elaborados por santo Tomás. Como ha señalado Guido Castillo, la descripción que hace Gilabert aquí se asemeja más a la concepción clásica que sigue el esquema aristotélico-ptolemaico de los pecados. Guido Castillo, Algunas concomitancias esenciales entre Dionisio Aeropagita y G. H. Gilabert , Temas de hoy y de ayer, Montevideo, 2002.
[30]Como descubrió el arqueólogo literario Alberto Cousté, esta frase es casi idéntica a otra que se repite en Homero (en el canto XI de la Odisea , cuando Ulises habla con su madre en el bajo Hades), en Virgilio (en los cantos II y VI de la Eneida , cuando, respectivamente, Eneas ve el fantasma de Creusa y alucina el de su padre) y en Dante (en el canto II del Purgatorio, al encontrarse Dante con el alma de Casella). Alberto Cousté, «El subterráneo clasicismo de Gilabert», El Eco de Sitges , 3 de enero de 2008.
[31]Margaret O'Sullivan Dexter ha apuntado que Gilabert quiere acercar aquí a López a la categoría de nuevo Fausto, M O'Sullivan Dexter, «Faustian Presences in the Prose of G. H, Gilabert», New Canadian Literature Review , 2006.
[32]Es bien sabido que el autor tenía verdadera pasión por el deporte del golf, y que llegó a cumplir el handicap 8 (lo que significa jugar considerablemente bien) durante muchos años. Aquí, con este personaje que lleva su nombre, parece ironizar sobre sí mismo como en ningún otro lugar de la novela.
[33]En su libro titulado Los silencios de Homero , Ion Agheana acuña el rústico término «polvo épico» para referirse a la relación erótica que mantienen Elena y París en la Ilíada. Aquí, entre líneas, Gilabert parece hacer un pequeño homenaje a Agheana, sin duda uno de sus amigos más entrañables. Ion Agheana, Los silencios de Homero , Revista de Las matas, Madrid, 2009.
[34]E. J. Hartigan Jr, en su escandaloso artículo titulado «Interior Duplication and the Problem of Form: Cervantes vs Gilabert» (Oklahoma, Univ. of Oklahoma Press, p. 125), sugiere que la función discursiva de este plagio -son literalmente las palabras que aparecen en El Quijote en boca del Sancho real- no es otra que la de cubrir un pasaje que a Gilabert le hubiera resultado del todo imposible imitar…
[35]Duque, Satie y Lesconi fueron hombres de negocios muy conocidos en la Europa de finales del siglo XX. En su tratado titulado La velada comercialidad de López y yo , Samuel Me Graw Hill señala que el autor incluyó a estos tres hombres en su novela para conseguir una resonancia mayor en España, Francia e Italia, de donde eran respectiva y originariamente estos tres empresarios ya fallecidos. Lo cierto es que en España se llegaron a vender en un solo año 643.789 ejemplares, en Francia 453.212 y en Italia 587.009.
[36]No hemos traducido el término «fot-li» al considerar que el propio autor lo juzga intraducible. Como orientación aproximativa, «fot-li» significaría dale, o pégale. Por lo demás, es difícil adivinar el sentido que Gilabert quiso darle a este pasaje en el que Cioran, un autor rumano, habla explícitamente en catalán. García Bowle de Andrade, en una frase indigna de García Bowle de Andrade, ha recordado aquí que «el pintor catalán Salvador Dalí también solía afirmar que se sentía catalán, católico, apostólico, romano y un poco rumano».
[37]Gilabert se refiere aquí al cuento de Borges titulado «La otra muerte». En él se plantean varias versiones de la muerte de Pedro Damián. (Nota a la nota.) Falta muy poco para que el lector conozca la definitiva identidad del autor de esta novela; es decir, la mía, la de Luis López. Por ello, no tiene ya sentido que sigamos con esta farsa del prologuista y de sus fastidiosas notas a pie de página. Además, me empieza a caer un poco mal este tío. Mañana, según cómo me levante, a lo mejor voy y ¡zas!, me lo cargo de un plumazo.