Rosa Regàs - Azul

Здесь есть возможность читать онлайн «Rosa Regàs - Azul» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Azul: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Azul»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Nadal 1994
Azul es la relación de una intensa pasión amorosa entre una mujer, Andrea periodista, casada y con una complicada vida social y un muchacho más joven, Martín Ures, que llega del interior de la península para descubrir un variado mundo de gentes y trabajos y, sobre todo, esa capacidad alquímica del amor que lo convierte en algo tan mutable y tan definitivamente peligroso.

Azul — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Azul», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En la cadena turquesa que se corresponde con el azul de los ojos de Andrea, Rosa Regàs ha conseguido esculpir inteligente y bellamente el rostro de la incertidumbre que marca la condición humana, ha sabido ahondar líricamente en el sueño secreto que sostiene cada una de nuestras peripecias vitales.

Fanny Rubio

Para Storni,

esta historia que le pertenece

Pone al copiarte mi espejo

un poco de oscuridad.

El cielo es azul celeste

y azul marino la mar

Gerardo Diego

I

«Can the transports of first love be calmed, checked, turned to a cold suspicion of the future by grave quotation from a work on Political Economy? I ask -is it conceivable? Is it possible? Would it be right? With my feet on the very shores of the sea and about to embrace my blue-eyed dream, what could a good-natured warning as to spoiling one's life mean to my youthful passion?»

Joseph Conrad, A personal record

La isla no tenía ningún atractivo especial como no fuera la gran mole de piedra roja que acumulaba el sol desde el amanecer. Por el este se abatía en picado sobre el puerto y por el oeste descendía menos abruptamente hasta formar un valle pedregoso y árido. Desde lejos se destacaba altiva como un vigía, como un faro natural amparando las breves laderas cubiertas de matorral reseco y espinoso.

La mayor parte de la superficie y del litoral era tan rocosa que al cabo de los años, cuando ya no quedara rincón alguno del Mediterráneo sin explorar, sólo una pequeña playa de marga habría de salvar a sus escasos y derrotados habitantes del ostracismo turístico. Sin embargo era de difícil acceso porque no podía llegarse a ella más que por un estrecho camino que trepaba entre ruinas desde el muelle sur, descendía de nuevo y se borraba a veces, o burlaba al caminante y le llevaba por veredas sin retorno entre construcciones medio derruidas, sin techo, de ojos vacíos y suelos rellenos de cascotes, de cuyas ocultas entrañas brotaba a veces, solitaria y torturada, una higuera. Al retomar el camino, o lo que el desuso había dejado de él ya podía verse a lo lejos el agua clara y los bajos fondos plagados de erizos, pero antes de llegar se desparramaba sin remedio en un terreno de marismas y una breve playa tosca, de arena roja y ardiente donde nacían yerbajos y matojos y se amontonaban los detritus.

Exceptuando el puerto era la única salida al mar. En el resto de la costa no había más que rocas que se precipitaban en riscos sobre el agua, paredes de escollos donde batían sin descanso las olas aun con el mar en calma, tan verticales que al filo de mediodía el perímetro completo de la costa quedaba rodeado de un exiguo cinturón de sombra, un relieve sobre el azul opaco, aplastado por la luz, que luchaba por mantener una ínfima zona de frescor frente a la mole rocosa.

Después de que los bombardeos de los primeros años de la segunda guerra mundial la hubieron despojado de sus barcos y de sus bienes, de sus casas y de sus iglesias, la existencia de aquel pedazo de tierra olvidado parecía no tener otra razón de ser que la de secarse y resecarse hasta perder el color.

El atractivo que más éxito habría de tener cuando finalmente fuera invadida por las hordas destructoras del turismo era la cueva azul cuyas excelencias, junto a su historia desfigurada, cantarían y multiplicarían las guías y los folletos. A quien no conociera palmo a palmo los arabescos del litoral le habría sido muy difícil descubrirla. Tenía la entrada casi al nivel del mar y bastaba que se rizaran un poco las olas para que la misma altura que les daba la corriente cerrara la entrada a golpes de espuma y estruendo. Pero para los pocos nativos que quedaban en el lugar no había confusión posible. Incluso los días en que el levante azotaba las rocas con ira descontrolada, sabían cómo aprovechar la resaca de un embate para, a golpes de remo y con buen cuidado en mantener la cabeza gacha casi a la altura de las chamuceras, deslizar con una sacudida precisa la barca dentro de la caverna. Una vez en el interior, el agua se volvía viscosa, oscura, inmóvil. El ámbito mantenía una temperatura fría, de un frío compacto que no calaba, que permanecía como un apósito en la superficie de la piel y transformaba el bramido del mar exterior en un eco sordo de concha marina gigantesca, en un sonido aterciopelado, envolvente que cerraba el espacio con mayor contundencia aún que las mismas rocas que lo componían. La bóveda sólo podía verse con la ayuda de una linterna y sus paredes lisas, sudadas y rezumadas, de un azul intenso y oscuro, irisado por la refracción del haz de luz que se concentraba en la monumental arista horizontal de la entrada, nada tenían que ver con el aspecto áspero, escabroso, rojizo que mostraba su otra cara bajo el sol.

Poco más había en ella: el pequeño café con sus tres mesas desvencijadas bajo las moreras de hojas carcomidas en la esquina de la plazoleta que se abría en el centro del puerto, la hilera de casitas de construcción reciente a ambos lados, con la carpintería pintada de azul pálido a imagen de las que arrasaran los bombardeos, el antiguo mercado todavía con algunas columnas de mármol en pie y sus mostradores, la vieja central eléctrica y el generador elemental del muelle norte que daba luz a las bombillas de las escasas farolas de las ribas, y del otro lado, más allá de la playa de bajos fondos y erizos, una cantera que se había utilizado por última vez hacía años para reconstruir la iglesia ortodoxa cuyas dependencias habían ido extendiendo durante siglos, columnas, cornisas y cimborrios tan agarrados a la base de la roca principal que habían acabado confundiéndose con ella poco antes de quedar despanzurrados por las bombas. En el cabo que por el sur cerraba la bocana del puerto se había construido hacía pocos años una mezquita y se había urbanizado una pequeña plazoleta en el mismo muelle que en invierno el viento del noroeste se cuidaba de limpiar a embestidas.

Eso era todo lo que podía verse desde el mar, porque el puerto avasallado por la roca roja, de cuya arista colgaban aún vestigios cobrizos del castillo que le dio el nombre, no admitía más de tres o cuatro desordenadas hileras de callejas oscuras y apenas recompuestas. Y a mediodía, con la reverberación del sol que la inmensa mole había acumulado durante su historia milenaria sobre las ribas y el mar enclaustrado de la bahía, la intensidad del calor se convertía en plomo. Y se deslizaban furtivos los dos escasos centenares de personas que quedaban en el pueblo, envejecidos y anquilosados, y permanecían en las sombras de sus ruinas o se desplazaban con cautela abrumados por la confusión y el miedo, como si hubieran sobrepasado el umbral a partir del cual ya no fuera posible el retorno, como se convierte en dos la cuerda tensada un instante más o a partir de una repetición la caricia se muda en tormento, o se transforma en odio, resentimiento y dolor el amor que va más allá de su propio límite.

Sin embargo ninguno de ellos había oído hablar de esa isla. Ni jamás habrían conocido el letargo de sus orillas calcinadas ni la historia -o el sortilegio, ¿quién podía saberlo?- que escondían sus ruinas sin aristas, de no haber sido por una inoportuna avería del motor. Quizás Leonardus habría reparado en ella al consultar la carta o tal vez en la ruta hacia Antalya la habrían visto a lo lejos como una sombra más cuyo perfil se transformaría al alba en una fortaleza rosada ocultando sus secretos.

Habían pasado la noche anterior fondeados en una cala cerrada por rocas oscuras a la que llegaron al atardecer sorteando un corredor de islotes espaciados y escalonados ante la costa que la resguardaban de vientos y corrientes. Cenaron una vez más protegidos del relente bajo el toldo y dejaron correr las horas con la seguridad de que ya nada iba a estropear ese viaje que tocaba a su fin. Martín Ures había aceptado la renovación de su contrato con una de las productoras de Leonardus por otros seis años -tres películas y seis nuevas series de televisión-; Andrea parecía haber recuperado un poco el color y quizá una sombra de la alegría que tuvieron alguna vez sus grandes ojos azules, y Chiqui pese a ser mucho más joven que todos ellos juraba a carcajadas que se había divertido como nunca. No había habido tensiones, ni peleas, ni accidentes, el tiempo había sido bueno y podían irse a casa en paz.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Azul»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Azul» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Michael Connelly
libcat.ru: книга без обложки
Gabriel Márquez
Olga Barroso Braojos - Ni rosa ni azul
Olga Barroso Braojos
Rosa Beltrán - Rosa Beltrán
Rosa Beltrán
JoAnn Ross - No Regrets
JoAnn Ross
Отзывы о книге «Azul»

Обсуждение, отзывы о книге «Azul» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x