El Sindiana es un restaurante con una gran terraza junto al río, cubierta por inmensos toldos blancos en toda la superficie del local. Había flores sobre las mesas y en las balaustradas sobre el río, y colgadas de las perchas de madera que mantenían las grandes lonas en infinidad de tiestos de geranios, rosas, claveles, azaleas y margaritas, un verdadero jardín. Ismail me llevó a una mesa redonda bastante grande en torno a la que bebían ‘árak’ sus amigos: el pintor Rida Hushus, los directores de cine Mohamed Malas y Omar Amiralay y el arquitecto Hikmat Chatta.
Fue una larga cena que prolongamos hasta que el local se quedó vacío y los camareros nos miraron con desolación. Porque en Siria no hay un restaurante que se atreva a decirles a los clientes que ha llegado la hora de cerrar y han de irse.
Al principio aunque todos se conocían, la conversación giró en torno a temas generales, midiéndonos ellos y yo para saber qué es lo que yo iba a preguntar, qué es lo que ellos iban a responder. Mientras cenábamos, Ismail, que estaba a mi lado, mantenía la conversación más que yo, porque no sabía yo si había de escribir lo que decían o era mejor esperar a después de la cena y preguntar a cada uno de ellos.
Recuerdo frases sueltas entre el ‘homos’ y las ensaladas de tomate, pepino y cebolla, y los pescados de río y de mar, fritos y rebozados, en grandes fuentes adornadas con lechuga. Al principio creí que la conversación derivaría hacia la política, pero no hablaron de política más que dando por sentado lo obvio y palmario.
Comenzamos por hablar del velo en las mujeres, eso lo recuerdo porque llegó una mujer con velo y se sentó frente a su marido en la mesa de al lado:
– El pañuelo era una forma de oposición al régimen. El presidente intentó desvelar a las mujeres, como había hecho Ataturk en Turquía hace más de cincuenta años, pero la orden duró sólo dos días y el presidente se excusó y rectificó desde la televisión. Las buenas familias no se velaban, eran sunitas europeos. La razón está en la crisis de identidad por la invasión económica y la falta de modelo.
– En realidad, el sirio no tiene confianza en lo suyo quizá porque no hay confianza en el Estado, no hay control de la calidad, por ejemplo, en los medicamentos. Todos saben que en Chipre se falsifican los medicamentos occidentales que van al mundo árabe. Por esto la gente hace listas de medicamentos cuando un amigo va a Europa, o los pide a los amigos franceses o ingleses.
– Sin embargo -dijo otro-, ahora se lucha contra el contrabando.
– Contra el contrabando y contra el tráfico de influencias. En árabe igual que en español la palabra enchufe -’uasta’- tiene una doble significación: enchufe para la electricidad y enchufe para la influencia. Personas o grupos que almacenan productos importados que han conseguido gracias a sus influencias.
– Recientemente se han destruido numerosos depósitos. Sesenta miembros de la familia de Al Assad están en la cárcel por contrabando.
– ¿Cómo se sabe si hay censura en los periódicos?
– El rumor, todo se sabe por el rumor que corre de boca en boca.
– Aunque han mejorado mucho las telecomunicaciones -decía otro riendo-. Todo el mundo sabe que hay colonias de sirios en Marbella que trafican y que están en contacto con grupos dentro del país.
– ¿En droga?
– En droga y en lo que haga falta. Pero no dentro del país, aquí no hay muchos drogadictos. No drogadictos de aguja por lo menos, de ahí que tampoco tengamos muchos casos de SIDA. Se dice también, siempre el rumor, que se va a instaurar la pena de muerte para los traficantes, pero sólo tras lanzar una campaña para que los drogadictos vayan a los centros de tratamiento durante un año para curarse.
– ¿También en esto se ve afectada la familia del presidente?
– Los hijos del presidente son mejores que el resto de los parientes. Los hijos del presidente son gente campechana que les gusta las carreras de caballos y divertirse como a todos y que van donde sea, a la universidad o a una discoteca, sin guardaespaldas. A pesar de que hay terroristas.
– ¿Cómo se entiende el terrorismo en un país tan pacífico?
– Hay pocos casos de terrorismo. Y nunca por cuestiones de raza, como en Europa, ni religión, si se exceptúa el fundamentalismo, que es un fenómeno bastante reciente que tiene otras causas. El carácter del sirio es consecuencia de esta geografía de paso en que le ha tocado vivir, y las invasiones que ha sufrido a lo largo de los siglos le han hecho como es: contemporizador, pactador, comprensivo y tolerante, acepta las etnias distintas, porque todos proceden de mil raíces, ésa es la esencia del damasceno, y del sirio o de lo que queda de Siria.
– ¿La gente habla de política?
– El árabe, y el sirio más aún, es hablador por naturaleza. Nos gusta estar en los cafés y hablar, y hablar de política también. Antes se hacía política en un famoso café llamado Havana Café, frente a la tienda de chocolates en la calle Port Said. En los años setenta fue vendido a unos judíos, pero hubo protestas y el proyecto que tenían no siguió adelante y lo volvieron a abrir, aunque ahora ha perdido mucho. También había el café Orient, donde se hablaba y se fumaba el narguile, pero ahora se ha convertido en un restaurante de primera categoría y los intelectuales ya no van. La mayoría van al café del Cham Palace, pero como muchos de ellos tienen a gala ser pobres, no se atreven a ir. Los lugares de encuentro van variando.
– ¿No hay pobreza en Siria?
– No la ha habido; ya se sabe, cuanto más socialismo de Estado, menos libertad de expresión pero menos pobreza también.
– La pobreza ayuda al fundamentalismo.
– No hay pobreza aún en el sentido de miseria, pero se gana poco.
Hay personas que con veinticinco años de antigüedad tienen una pensión equivalente a ochenta y cuatro dólares americanos.
– ¿Cuál es el salario mínimo?
– Es de doscientos cincuenta dólares.
– Pero no sirve de nada medirlo en dólares, porque lo que compramos no lo pagamos en dólares.
– ¿Y desempleo?
– No es todavía un problema grave como en otros países.
– Además el Estado ha puesto en marcha un programa por el que las mujeres que no trabajan reciben quinientas liras sirias; es una forma de solucionar o prevenir el problema.
– ¿El país sigue siendo socialista?
– En teoría sí, lo es en la asistencia médica, la enseñanza y la cultura. Nunca lo fue del todo en el sector del pequeño comercio, porque nuestra tradición es ser comerciantes, y ahora además ya se han dado permisos para la fabricación en Siria de productos extranjeros, y para la implantación de multinacionales que nos están invadiendo.
– Quedan todavía restos de socialismo en la marabunta del consumo. Por ejemplo, aunque entran neveras de fabricación extranjera se pueden pedir las de fabricación siria al Estado, y se conceden a precios muy inferiores a los del mercado. Y así ocurre con todo.
– Las multinacionales se han lanzado sobre Siria. Los turcos son los primeros en aprovecharse de la situación aunque aquí no están bien vistos.
– No mientras tengan tierras nuestras.
– Alexandreta un día volverá a nuestras manos. Ahora no les podemos atacar. Turquía pertenece a la OTAN y nos ocurriría lo que le ocurrió al Iraq.
Hablaban casi entre ellos, a veces en inglés, a veces en francés y a veces se ponían a hablar en árabe sin darse cuenta e Ismail me lo traducía. Y en el fondo me di cuenta de que, como la mayoría de los sirios, están por supuesto contra la dictadura, pero son conscientes de que los peligros les acechan por todas partes, y como me había dicho un riquísimo comerciante días antes, la única persona capaz de hacerles frente es, hoy por hoy, Al Assad.
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