• Пожаловаться

Juan Millás: La soledad era esto

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Millás: La soledad era esto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Juan Millás La soledad era esto

La soledad era esto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La soledad era esto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Nadal 1990 La soledad era esto o cómo incorporar en un libro los más genuinos saberes y reflexiones de la literatura contemporánea. Por medio de un sutil entramado de voces narrativas, la novela cuenta la historia de una mujer -Elena Rincón- que a partir de la muerte de su madre inicia una lenta metamorfosis que a través del aprendizaje de la soledad le conduce a la liberación. Juan José Millás ofrece una desgarrada y contundente crónica de la vida de hoy, mostrando las actitudes de quienes, tras una militancia de izquierdas, han sustituido la ideología por las tarjetas de crédito. En esta novela la trama remite a un original análisis de los alcances de la ficción.

Juan Millás: другие книги автора


Кто написал La soledad era esto? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La soledad era esto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La soledad era esto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Lo que sí hice nada más llegar a Madrid fue telefonear al detective para que realizara un informe diario de mis actividades. De estos informes, por banales que resulten, no puedo prescindir porque certifican mi existencia, pero también porque la seguridad de que alguien me mira me da fuerzas para moverme de un lado a otro en esta durísima tarea de construir mi propia vida. Nunca terminamos de hacernos; estos días tengo la impresión de estar frente a mí como un escultor frente a una roca de la que ha de eliminar todo cuanto no sea substancial.

Creo que he abandonado el hachís definitivamente, aunque quizá sería más exacto decir que el hachís me ha abandonado, pues mi voluntad no ha intervenido en este proceso de separación. Simplemente, ha dejado de apetecerme fumar y gracias a ello me levanto menos aturdida por las mañanas y no noto la garganta tan seca. La verdad es que no deseo dejar el hachís definitivamente porque le debo muchas cosas, pero sí me gustaría, en el futuro, tener una relación distinta, menos compulsiva, con él. Se trataría de fumar para estar bien y no al contrario. Ya-veremos.

Hace mucho calor estos días y la gente anda como si fuera feliz por la proximidad de las vacaciones. Me alegro mucho de no tener vacaciones este año y sólo espero que todo el mundo abandone Madrid para quedarme sola y dejarme invadir por el futuro. El futuro es un bulto que ha empezado a crecer en alguna parte de mí y al que alimentaré como a un hijo. Se trata de que al final haya merecido la pena haber vivido.

El hotel ha comenzado a darme miedo. Salgo poco por temor a que a mi regreso no me reconozcan, no haya ninguna habitación a mi nombre o hablen en una lengua desconocida para mí. Afortunadamente, en unos días terminarán los arreglos en el apartamento que he alquilado y podré trasladarme a vivir en él.

Estos días tengo mal sabor de boca y la comida no me apetece nada. De todos modos, mi cuerpo, en líneas generales, va mejor. Ayer subí a darme un baño en la piscina del hotel y noté que mis músculos respondían al estímulo del agua. Fue como recuperar una dimensión antigua y olvidada del cuerpo. Cuando regresé a la habitación, estaba cansada físicamente y ello me produjo un gran placer, pues hacía años que no conocía ese tipo de cansancio. Quizá deba procurar beber algo menos, pero paso muchas horas en esta habitación ya veces necesito aturdirme un poco. Sin embargo, es curioso, mi figura sigue igual; quizá he adelgazado algo porque el hachís me hacía comer de un modo muy desordenado, pero en general conservo la misma cintura que hace quince años. En eso he tenido suerte; conozco otras mujeres que beben menos que yo y tienen los músculos del estómago muy dilatados. Precisamente, el detective lo señalaba el otro día en un informe:

…Desde que ha abandonado el hogar familiar, Elena Rincón ha mejorado mucho, quizá porque está más tranquila o porque se cuida más. Lo cierto es que a veces sorprende pensar que tiene casi cuarenta y cuatro años y que todavía no ha perdido la cintura…

Con alguna frecuencia incluye frases de este tipo, relacionadas con mi aspecto físico, en sus informes. De mi rostro decía hace poco que tenía muy bien colocadas las arrugas, como si hubieran sido distribuidas en él por el impulso de una inteligencia artística. Desde que no fumo hachís, quizá también porque estoy menos ensimismada, ha comenzado a apetecerme cuidarme un poco más. Se trata todavía de un proyecto lejano, de una intuición, según la cual estaría en el camino de descubrir un modo distinto de relación con el propio cuerpo y con sus partes. Mi madre, por lo que he visto en sus diarios, sólo era capaz de hablar con las visceras: a mí, sin embargo, me gustan más la piel y los músculos que se dibujan debajo de ella. Frente al hotel hay un parque, y algunos días, por la mañana, desde mi habitación, veo correr a una pareja de chicas. Son mucho más jóvenes que yo, claro, pero en ellas adivino una parte de mí que estaba dormida o muerta desde hace mucho tiempo.

Supongamos que mejoro físicamente, que logro, incluso, expulsar ese cuerpo extraño alojado en mi intestino. Suponer eso me produce algo de vértigo, porque cuando llegara a encontrarme así de bien ya no tendría ninguna excusa para no enfrentarme a mí misma, a mis deseos. Poner toda la pasión en el cuerpo, en sus dolencias o en sus desarreglos, tiene muchas ventajas, pero produce también cantidades considerables de sufrimiento.

Le he pedido a mi hermano que se ocupe de llevar al apartamento el reloj y la butaca de mi madre, además de algunas cosas de aseo personal. Prefiero que se ocupe él, pues no me apetece hablar con Enrique ni entrar en la casa por ahora.

Todavía no he llamado a mi hija. Creo que lo estoy retrasando porque no me siento con fuerzas para enfrentarme de nuevo a ella. Tal vez cuando me encuentre en lo que va a ser mi casa…

Hoy he recibido una carta de Enrique. La ha traído un mensajero. Creo que se trata de un texto liberador, pero triste, como si no pudiera darse una cosa sin la otra. Dice así:

Querida Elena: he preferido ponerte estas líneas a llamarte por teléfono para que no interpretaras mi actitud como un deseo de inmiscuirme en tus decisiones, aun cuando éstas me atañan directamente. Sé que estás en ese hotel por tu hermano y, por él también, sé que no te encuentras mal.

Supongo que lo que está ocurriendo no guarda relación conmigo, con nosotros. Por las razones que sea has decidido reorientar tu vida, o destrozarla, y lo has hecho sin contar con nadie. No te lo reprocho.

En cuanto a mí -en el caso de que te importe- quiero señalarte que, con independencia de la opinión que me merezca tu actitud, estoy abierto a ayudarte en lo que sea posible. Sin embargo, también quiero que sepas que no estoy dispuesto a sufrir y que jamás volvería a darte la oportunidad de que me hicieras las escenas que tuve que soportar en nuestro viaje a Bruselas.

Te ruego, pues, ya que has decidido desaparecer de ese modo, que no me llames nunca, a menos que sea para darme una buena noticia. También yo tengo derecho a que se respete el modo de vida que he elegido, y en ese modo de vida no tienen cabida las tragedias, ni las molestias intestinales ni los dolores de cabeza; mucho menos, las grandes preguntas acerca de la existencia o la angustia por ignorar adonde vamos o de dónde venimos. No entiendo nada acerca de esas cuestiones que dejaron de interesarme mucho antes de atravesar la barrera de la madurez.

Ello no quiere decir que no te quiera, aunque puedo perfectamente prescindir de ti como he ido prescindiendo de otras cosas que también quería con la misma naturalidad con la que se pierde el pelo o se adquieren las primeras arrugas. En cuanto a Mercedes, nuestra hija, le he contado, sin entrar en detalles, nuestra separación y no ha hecho ningún comentario. Quizá debas hablar con ella. He de confesar que me hace bastante feliz la idea de ser abuelo y de ser un abuelo joven. En algún lugar ha de colocar uno sus afectos y yo he comenzado a poner una buena porción de ellos en ese niño o esa niña que entrará en nuestras vidas dentro de unos meses.

Más adelante, cuando estés mejor instalada o más tranquila, podemos hablar, si quieres, de las cuestiones de orden práctico de esta separación que yo ni he alentado ni he pedido.

No incluyo la última frase, la de despedida, porque me suena a fórmula de misiva comercial. La carta de Enrique es muy fría, aunque quizá mi actitud no mereciera otra cosa, y en ningún momento he tenido la tentación de contestarla, ya que una de las decisiones que he tomado ha sido la de no volver a hablar, nunca, con quien no me entienda. Es tan inútil…

Quizá la relación que tenía con el hachís era un sustituto de la que tenía con mi madre. Ya señalé en otro lugar que ella me había dado todo lo bueno y todo lo malo, aunque al mismo tiempo y sin desenredar, como si la tarea de separar una cosa de otra y elegir me correspondiera a mí. Con el hachís me pasó algo parecido, porque gracias a él tuve acceso a una percepción diferente de la realidad y me ayudó a escapar de las cárceles en las que suelen caer las mujeres, en general, y en la que estaba destinada a mí, en particular. El hachís me ayudó a ver la trampa, como diría Enrique, que se esconde debajo de las cosas, pero me proporcionó también un sinfín de desarreglos que conducían a un modo de autodestrucción que desde esta nueva perspectiva me resulta incomprensible. Digo esto último con cierto temor, porque no ignoro que mi equilibrio es muy precario y que hay en él cosas que no domino bien: aquellas que todavía me tientan para regresar a la situación anterior.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La soledad era esto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La soledad era esto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Gabriel Márquez: Vivir para contarla
Vivir para contarla
Gabriel Márquez
Juan Arreola: La Feria
La Feria
Juan Arreola
Andrés Trapiello: Al Morir Don Quijote
Al Morir Don Quijote
Andrés Trapiello
Отзывы о книге «La soledad era esto»

Обсуждение, отзывы о книге «La soledad era esto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.