• Пожаловаться

Juan Millás: La soledad era esto

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Millás: La soledad era esto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Juan Millás La soledad era esto

La soledad era esto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La soledad era esto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Nadal 1990 La soledad era esto o cómo incorporar en un libro los más genuinos saberes y reflexiones de la literatura contemporánea. Por medio de un sutil entramado de voces narrativas, la novela cuenta la historia de una mujer -Elena Rincón- que a partir de la muerte de su madre inicia una lenta metamorfosis que a través del aprendizaje de la soledad le conduce a la liberación. Juan José Millás ofrece una desgarrada y contundente crónica de la vida de hoy, mostrando las actitudes de quienes, tras una militancia de izquierdas, han sustituido la ideología por las tarjetas de crédito. En esta novela la trama remite a un original análisis de los alcances de la ficción.

Juan Millás: другие книги автора


Кто написал La soledad era esto? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La soledad era esto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La soledad era esto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En Amberes hemos ido de aquí para allá,

pero yo no he visto nada. Como en Brujas ayer, me pareció que nos movíamos todo el rato por el interior de un decorado. Tengo un buen recuerdo de la catedral porque dentro hacía fresco y estuve mucho tiempo sentada en un banco.

Hace poco me asomé a la ventana para contemplar la calle y vi a un hombre mal vestido caminar en la dirección del barrio de emigrantes por el que pasamos ayer. Intenté imaginármelo entrando en su casa, representando una escena familiar. ¿En qué idioma lo haría? ¿En turco, en castellano, en francés…? ¿Tendría realmente una casa, una identidad? A veces pienso que la identidad es algo precario, que se puede caer de uno como el pelo que se desprende cuando nos lavamos la cabeza y desaparece por el sumidero de la bañera en direcciones que ignoramos. Por eso, por ejemplo, no me atrevería a salir sola del hotel, por miedo a que al regresar no hubiera ninguna habitación a mi nombre, ni se acordaran de que había estado allí. Entonces yo esperaría a que volviera mi marido, pero él no regresaría, porque en realidad no habría nadie que fuera mi marido ni que se llamara Enrique. Entonces telefonearía a Madrid, a mi hija, pero tampoco existiría esa hija que constituía uno de mis puntos de referencia. Por eso me da miedo salir, por si no me reconocen al volver y me quedo sin identidad.

Bueno, en la comida, saqué el tema del embarazo de Mercedes y le reproché a Enrique que no me lo hubiera dicho.

– Pensé que no era yo el más indicado para darte esa noticia -respondió.

– ¿Ah, no? ¿Y quién era la persona indicada?

– Tu hija. Creo que debería habértelo dicho Mercedes. Si no fue capaz, ella y tú sabréis por qué.

– De repente -dije- todo está muy ordenado, todo el mundo tiene en esa historia su papel y sabe lo que ha de decir y en qué momento. Pero es que yo, Enrique, estoy fuera del reparto.

– Cada uno de nosotros está en el lugar en el que se ha colocado a sí mismo, Elena.

Advertí Un tono de provocación en su respuesta; quizá estaba resentido todavía porque no me hubiera interesado por su negocio de carnes, o quizá pretendía aprovechar la ocasión para mantener conmigo una conversación definitiva. Decidí no darle la oportunidad y desvié el tema hacia otros derroteros, quitándole importancia al embarazo de Mercedes.

He estado un momento en el baño, intentando desprenderme de esa especie de volumen alojado en el intestino, y me he acordado de lo que dice rni madre en su diario acerca de los cuartos de baño de los hoteles. Llevaba razón: son un lugar perfecto para hacer un pacto con la locura propia. Sus formas son tensas y brillantes, pero frágiles como el equilibrio nervioso de mi madre, como el mío.

Por cierto, me he traído el último cuaderno del diario de mi madre con intención de leer aquí su secuencia final. Llevo muchas semanas retrasando esa lectura y, no sé por qué, pensé que el extranjero sería un buen sitio para llevarla a cabo. De manera que acabo esta frase y comienzo a leer:

El mal se ha revelado. Llevo muchos días en cama y mañana me llevarán al hospital, para operarme. Pero yo sé que no volveré a casa porque esta tarde ha venido a visitarme mi antípoda, y cuando sucede algo tan raro, cuando un equilibrio necesario se rompe de ese modo, es porque nos vamos a morir. Elena, mi antípoda, se ha sentado a los pies de la cama y me ha preguntado que cómo estoy. Ella no se encontraba muy bien y ha estado poco tiempo. Le he dicho que me daba mucha alegría conocerla después de tantos años y le he reprochado que bebiera tanto coñá, pues a mí no me hacía bien.

Me gustaría decir algo más, pero no tengo ganas, aunque he de añadir que he cuidado y respetado el bulto aquel que descubrí en un hotel del extranjero hace ya tantos años; debo decir que él ha respondido a estas atenciones mías, actuando además como regulador de mi conducta. Cuando me portaba mal, o no atendía bien la casa, crecía más deprisa de lo normal. Y en las épocas en que me encontraba bien, de acuerdo conmigo misma, paraba de crecer y había temporadas en que ni me acordaba de él. Por eso, quizá, me ponía tan alegre olvidándome de mis ocupaciones. Para acabar señalaré que tengo sesenta y ocho años, aunque no estoy segura de haber sido siempre la misma durante todo el tiempo.

La lectura de este fragmento final del diario de mi madre, de su existencia, me ha inquietado enormemente y me ha hecho llorar. Cuando dice que su antípoda la fue a visitar el día anterior a salir de casa, en dirección al hospital, se refiere a mí. Recuerdo que fui a verla porque las noticias sobre su salud habían comenzado a resultar alarmantes, y tuve la impresión de que no me reconocía. En realidad, me estaba confundiendo con su antípoda, lo que por un lado resulta halagador y, por otro, terrible. Además, me he acordado de que en la recepción del hotel vi a una mujer que se parecía a mí y con un vestido que quizá fue mío en otro tiempo. Tal vez sea mi antípoda, tal vez se haya escapado de su lugar geométrico para venir a anunciarnos nuestra muerte, la mía y la de ella.

Enrique no vuelve y ahora me vendría muy bien su compañía y quizá un cigarrillo de hachís, si lo ha conseguido.

Enrique llegó ayer muy tarde y algo borracho. Me encontró encerrada en el baño, llorando, presa de un ataque de angustia que desató la lectura del último fragmento del diario de mi madre. Traía hachís y liamos un canuto cuyo efecto intenté reforzar o confundir con un whisky. Me preguntó que qué me pasaba y le dije que no me encontraba bien.

– ¿Qué te duele ahora? -preguntó con tono paciente.

– No me duele nada -respondí-, simplemente estás hablando con alguien que vive en el infierno y tú todavía no te has dado cuenta.

– Todos vivimos en un infierno, Elena, todos, pero no le pasamos la factura a nadie. ¿Sabes por qué? Porque cada uno de nosotros elige su propio infierno, aquel en el que se encuentra más cómodo. Sé que a veces desprecias mi afición al dinero y que te has desligado por completo de mis negocios, de nuestros negocios, porque también son tuyos. Pues bien, gracias a estos negocios puedo costearme los infiernos que quiero y no ando por ahí contándole a nadie rnis desgracias. Lo que te ocurre a ti es que todavía ignoras en qué infierno quieres vivir. Averigúalo, date el tiempo que necesites y cuando lo sepas dímelo. Creo que podré pagártelo por caro que resulte. Entretanto, procuremos tener un poco de calma, por favor.

– Hay cosas -respondí- que no guardan relación con el dinero. Tú y yo hemos vivido de esas cosas en otro tiempo.

– Mira, Elena, en esa época teníamos impulsos, pero carecíamos de ideas. Yo ahora tengo ideas, estoy lleno de ideas que se alimentan con dinero o con los atributos del dinero y no pienso renunciar a ellas porque son mi razón de ser. Lleva cuidado, porque cuando las ideas mueren ocupan un lugar los ideales y a estas alturas ya sabemos lo que los ideales dan de sí.

No quise continuar hablando, pues comprendí que nos movíamos en lógicas diferentes y que yo envidiaba la suya porque era sólida como una piedra. Cuando estábamos muy aturdidos, nos metimos en la cama e hicimos el amor con una pasión incomprensible. Pero yo entendí en algún instante que la pasión provenía del conocimiento de que era la última vez que lo hacíamos. Y comprendí también que no regresaría a casa, no porque me fuese a morir, como mi madre cuando recibió la visita de su antípoda, sino porque iba a acelerar el proceso de convertirme en otra para encontrar al fin mi propio infierno y descansar.

Enrique ha salido y yo estoy preparando mi equipaje para regresar a Madrid sin él.

La realización de cuestiones de orden práctico puede justificar toda una vida, así de odiosas son. Estoy en un hotel en el que me instalé provisionalmente al regresar de Bruselas, mientras buscaba un apartamento. Al fin he encontrado uno a mi gusto y me trasladaré a él en los próximos días. A Enrique le dejé una nota justificando mi abandono y no ha intentado localizarme hasta el momento. No sé si esta actitud me gusta o no. En cualquier caso, estos días, dedicados a resolver las cuestiones prácticas de mi próxima existencia, me han hecho reflexionar un poco sobre mis inclinaciones burguesas y me he visto obligada a darle la razón a Enrique en algunas cosas. No viviría en cualquier sitio ni sin unas comodidades mínimas, a las que ya estoy acostumbrada, pero tampoco estoy dispuesta a que el disfrute de tales comodidades constituya el precio de no saber quién soy ni dónde están mis intereses. De manera que he alcanzado un acuerdo entre mis impulsos burgueses y mi locura, reduciendo ésta y dejando desarrollarse ligeramente a aquéllos, para alcanzar el punto de equilibrio necesario en este primer tramo de mi nueva vida.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La soledad era esto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La soledad era esto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Gabriel Márquez: Vivir para contarla
Vivir para contarla
Gabriel Márquez
Juan Arreola: La Feria
La Feria
Juan Arreola
Andrés Trapiello: Al Morir Don Quijote
Al Morir Don Quijote
Andrés Trapiello
Отзывы о книге «La soledad era esto»

Обсуждение, отзывы о книге «La soledad era esto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.