• Пожаловаться

Juan Millás: La soledad era esto

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Millás: La soledad era esto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Juan Millás La soledad era esto

La soledad era esto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La soledad era esto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Nadal 1990 La soledad era esto o cómo incorporar en un libro los más genuinos saberes y reflexiones de la literatura contemporánea. Por medio de un sutil entramado de voces narrativas, la novela cuenta la historia de una mujer -Elena Rincón- que a partir de la muerte de su madre inicia una lenta metamorfosis que a través del aprendizaje de la soledad le conduce a la liberación. Juan José Millás ofrece una desgarrada y contundente crónica de la vida de hoy, mostrando las actitudes de quienes, tras una militancia de izquierdas, han sustituido la ideología por las tarjetas de crédito. En esta novela la trama remite a un original análisis de los alcances de la ficción.

Juan Millás: другие книги автора


Кто написал La soledad era esto? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La soledad era esto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La soledad era esto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Juan se había vuelto a poner agresivo, de manera que desvié la conversación hacia asuntos insustanciales y al poco nos despedimos. Me dio un beso muy cariñoso al tiempo que me apretaba el hombro en un gesto que parecía una invitación a la firmeza.

Había pensado volver a casa, pero la idea del embarazo de mi hija no me abandonaba y temí que al encontrarme sola, entre las cuatro paredes del salón, me diera un ataque de llanto incontenible. Además, volví a acordarme de que mi detective me seguía y decidí darle una satisfacción. Cerca de mi casa hay un salón de bingo. Me dirigí allí con idea de pasar un rato y confirmar sus sospechas. Pero intentaba, sobre todo, pensar en cualquier cosa menos en mi familia, porque había empezado a sentir un odio excesivo hacia Enrique por no haberme dicho nada del embarazo de Mercedes.

Sin embargo, cuando me asomé a la sala de bingo y comprobé la cantidad de soledad acumulada en cada uno de los jugadores y jugadoras, salí corriendo de allí porque me pareció un espejo en el que resultaba insoportable mirarse. Llegué a casa en un estado de excitación indeseable y con un malestar difuso en el vientre. La sensación de que tenía en el intestino algo que se resistía a salir, a ser expulsado, se acentuó. Fui al váter sin ningún resultado.

Me senté en la butaca de mi madre y pensé en mi hija, en mi hija embarazada. La niña que había estado en mi vientre, en mis brazos, se disponía a prolongar la cadena, aunque yo no sabía hacia dónde, hacia qué. Esto es la vida, pensé, esto era la vida. No es más que esto, nacer, reproducirse y morir; a veces, también, crecer. Y entre una cosa y otra, un espacio vacío, un tiempo muerto, algún horror que ni siquiera recordamos.

El sentimiento de irritación hacia Enrique y hacia Mercedes por no haberme comunicado la noticia se rebajó hasta desaparecer del todo desde esa perspectiva. En realidad me parecía una miseria que afectaba más a la imagen de quienes la habían realizado que a la mía. Así que cuando llegó Enrique no le dije nada e incluso estuve amable con él. El asunto había dejado de afectarme como si realmente yo fuera otra, aunque por alguna razón mantuviera la apariencia de ser la madre de mi hija.

Esta mañana he recogido el informe del detective. Tiene gracia cómo me corrige algunas cosas; por ejemplo, es cierto que pedí whisky y no café. En fin, dice así:

Elena Rincón tiene un mal que la consume. Me baso para decir esto en el hecho de que nunca presenta el mismo aspecto físico. Unos días está bien y otros mal, como si padeciera de una enfermedad estable que se tomara algunas jornadas de descanso. Hoy tenía mala cara, aunque no quiero decir con eso que no estuviera atractiva; al contrario, esa alteración de sus facciones proporciona a su rostro un halo de misterio. Llevaba el pelo recogido y parecía más joven.

Salió de casa a las diecinueve horas y fue paseando hasta llegar a una cafetería que tiene instalada una terraza en la calle. Se sentó en una de las mesas en actitud del que espera a alguien, y en efecto, al poco llegó un sujeto de unos treinta y cinco años con quien intercambió un par de besos y que se sentó a su lado. A ella le sirvieron un whisky y al otro una infusión.

Tuve que observar la escena desde lejos, pues la cafetería no estaba excesivamente poblada y prefiero no entrar en el campo visual de Elena Rincón por razones que ya he aducido anteriormente. De todos modos, saqué una foto instantánea, que adjunto, por si fuera de utilidad para mi cliente. Las figuras están un poco lejos, pero sus rostros se distinguen gracias a la posición de la luz.

Ignoro quién podía ser ese sujeto, pero sí puedo afirmar que maltrató verbalmente a Elena Rincón, ya que ésta, en un momento del encuentro, no pudo reprimir las lágrimas. Tuve la sensación de que se sentía acorralada, como si estuviera siendo sometida a un chantaje. Quizá sea así, tal vez le estén sacando información sobre su marido a cambio de silenciar algo que le avergüenza. Digo esto porque el tipo aquél podía ser perfectamente un policía. Vestía como un policía, hablaba como un policía y miraba a Elena, a Elena Rincón, como un policía.

Se despidieron hora y cuarto más tarde. Los besos de despedida no eran los de un policía, pero a veces no todo encaja como uno quisiera. Pensé que el mal que padece esta mujer quizá sea una obsesión, porque hay en su modo de caminar y de mover los brazos un intento de desprenderse de algo inquietante.

Tal vez por eso se dirigió al bingo, para distraerse de su obsesión primordial. O tal vez su afición al juego la haya conducido a contraer deudas excesivas que ahora no puede saldar. Quizá por eso, en un esfuerzo de voluntad realmente notable en una adicta al juego, abandonó la sala antes de llegar a ocupar siquiera una mesa.

Después regresó andando a su casa con gesto preocupado y alternando momentos de sosiego con situaciones de excitación nerviosa. Estos matices los percibimos los investigadores en el modo de andar, aunque pasan inadvertidos para el común de la gente.

Cuando entró en el portal de su casa, anochecía. Eran, casi, las nueve. Desearía que en el futuro me indicara si debo hacer simples seguimientos o debo intentar grabar conversaciones como la descrita. La tarifa es distinta.

Creo que es el informe que más me ha gustado. Tengo la impresión de que este hombre se ocuparía de mí si llegara a encontrarme en una situación difícil. La foto instantánea que adjunta es terrible porque, en efecto, Juan podría ser un policía intentando sacarme información. No hay nada que pudiera identificarnos como hermanos, ni siquiera como dos personas que tuvieran un territorio de afectos común. Qué vida.

Ayer fui a ver a mi hija. Había creído ingenuamente que sería capaz de permanecer al margen de su embarazo, pero desde que mi hermano me comunicó la noticia la idea fue creciendo como una obsesión hasta el punto de que no era capaz de pensar en otra cosa. Me preguntaba una y otra vez por qué no me lo había dicho y me respondía en forma de estados de ánimo. De manera que unas veces me ponía triste; otras, furiosa, y en algunos momentos pensaba en ello como si no me concerniera. Pero sí me concierne, sí, porque quizá se trata del último de los hechos relacionados con mi historia; o con mi prehistoria, si es cierto que estoy a punto de convertirme en otra. No sé, me percibo de una manera algo confusa y en esa confusión hay un poco de todo: ansiedad, miedo, desgana, vértigo, pero también curiosidad y un punto de optimismo algo gratuito en relación a mi futuro. Por un lado parece evidente que ya no pertenezco al conjunto de afectos cruzados o enlazados que forman el tejido familiar, pero, por otro, siento a veces que este tejido es el único lugar en el que la vida, mi vida, sería posible todavía.

El que mi hija vaya a ser madre y, sobre todo, el que no me haya hecho partícipe de tal suceso, me coloca como fuera del mundo, en un lugar donde el grito no suena, donde las lágrimas no reblandecen nada. Aunque también pienso que, si mi metamorfosis se consuma, mi hija y yo quedaremos unidas por un hilo invisible, un hilo orgánico a partir del cual, tal vez, se empiece a construir un tejido nuevo en el que cada una de nosotras, con el transcurrir de los años, ocupará un lugar preciso.

Bien, el caso es que salí a la calle con idea de hacer algo determinado y al poco me encontré merodeando por los alrededores de su casa. Entonces supe que no había salido con otro propósito que el de ir a verla. Ya cerca del portal, pensé si llamar por teléfono para anunciar mi visita, pero temí que intentara esquivarme con alguna excusa. De manera que subí directamente.

Me abrió ella la puerta y en seguida advertí que mi presencia le resultaba incómoda. No había nadie más en la casa, pues su marido estaba trabajando y la asistenta se acababa de ir. Observé con discreción su vientre, pero todavía no se le notaba nada. Estaba guapa; siempre fue más guapa que yo, a pesar de la constitución atlética de sus hombros, que disimula muy bien con el tipo de ropa que se pone.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La soledad era esto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La soledad era esto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Gabriel Márquez: Vivir para contarla
Vivir para contarla
Gabriel Márquez
Juan Arreola: La Feria
La Feria
Juan Arreola
Andrés Trapiello: Al Morir Don Quijote
Al Morir Don Quijote
Andrés Trapiello
Отзывы о книге «La soledad era esto»

Обсуждение, отзывы о книге «La soledad era esto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.