Maruja Torres - Esperadme en el cielo

Здесь есть возможность читать онлайн «Maruja Torres - Esperadme en el cielo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Esperadme en el cielo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Esperadme en el cielo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Nadal 2009
Un cuento para adultos sobre la felicidad de no rendirse jamás.
La narradora y protagonista se reúne en el Más Allá con sus amigos Terenci Moix y Manolo Vázquez Montalbán. Juntos pueden volver al pasado y revisitar los escenarios de su educación sentimental, así como desplazarse instantáneamente a cualquier punto que deseen.
Esperadme en el cielo es un libro gozoso con el que Maruja Torres consagra su talento de narradora haciendo un uso fascinante de la libertad de géneros.

Esperadme en el cielo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Esperadme en el cielo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Amigos míos, ¡os quiero tanto! -exclamé, tras aletear unos segundos en torno a ellos-. Juradme que no estoy soñando.

– ¿Acaso no soñamos siempre? -repreguntó Manolo.

– Contra la realidad, contra la muerte, contra el olvido -precisó Terenci-. Más allá de este día, recuerda, reina, que los cuentos que nos contamos a nosotros mismos no siempre son los mejores, pero sí son los más necesarios.

Los cuentos… ¿Era un mensaje?, me detuve a

cavilar. Ellos, que leían mi mente, se apresuraron a cambiar de conversación.

– ¿Vas a lucir en Alejandría ese vestido que te ha cubierto en Barcelona o piensas que la ocasión merece algo especial? -se interesó Manolo.

Vacilé.

– Por primera vez en esta vida vuestra, no sé qué ponerme. La visita me desborda. Me encuentro algo alelada y vosotros conocéis el motivo. En especial tú, querido Terenci.

– Permíteme, tnujera . -El aludido me propinó un simpático empujoncito que casi me arrojó al mar-. Cierra los ojos, que te voy a convertir en la más deseada de Alejandría.

Obedecí. Abrí los brazos, en amable entrega. Una oscuridad nacarada se fundió en mis párpados y, con uno de mis sentidos en suspenso, me entregué, como cuando era pequeña, al disfrute de los otros cuatro. Olí el mar y sus estragos, sentí la brisa en mi piel, en el dorso de mis rodillas, en la placidez de mis ingles, entre las uñas y las yemas de los dedos. Jugueteó la brisa con mi cabello mientras yo aspiraba el alma mestiza de mi Mediterráneo. Sentía en la lengua la untuosidad de la brea, mezclada con la calcárea fetidez de las cagadas de palomas, la caricia de sustancias vegetales que se mezclaban, de la montaña al mar, componiendo un mosaico: hierbas, flores, frutos. Desde algún remoto lugar de las profundidades sonaron caracolas y sirenas de ambulancia, ruidos de intenso tráfico, mumullos en andenes, besos, voces, gritos, palabras de amor y de

nostagia, promesas y abandonos. El tañido de la vida barcelonesa se unió al repique de campanas de las iglesias y al canto de muecines en las mezquitas.

– Ya está, cuca.

Terenci me devovió a ¿la realidad? Llamémosla así. Me vi como nunca, ni antes ni después, volvería a verme. Hermosa, hechicera. Un vestido de noche negro, de piel de tiburón, me ceñía, y mi melena oscura y frondosa enmarcaba un rostro -no era el mío, desde luego- que, al pronto, no reconocí. A través del kohl que bruñía mi mirada, admiré a una criatura sinuosa e intensa, un cruce de Oriente y Occidente que me contemplaba, sardónica. Y, en efecto, la oración procedente de una mezquita espesaba el aire.

Fue Manolo quien reaccionó primero.

– ¡Justine! -casi gritó-. Collons , Terenci, qué hallazgo.

En efecto. Era Justine, y mi figura se reflejaba en los espejos del hotel Cecil, entre las quentias y las palmeras, los terciopelos y las molduras doradas, acompañada por un príncipe egipcio y un escriba rebelde.

– Y ahora -determinó Terenci- visitaremos tranquilamente la capital del vicio que inmortalizó Durrell. Apa , nena, para que luego te quejes.

De inmediato nos repantigamos en divanes forrados de seda y nos desmadejamos entre adamascados almohadones. Cada uno de nosotros fumaba de una pipa de agua. Aquello que inhalábamos no era tabaco.

– ¿Opio? -pregunté. Me pesaban los párpados, y no sólo por el maquillaje más que recargado.

– Qué menos -dijo Terenci.

A Manolo se le habían puesto los consabidos ojos de chinito. Del exterior llegaba un griterío de peleas, frases entrecortadas de borrachos, atrevimientos procaces en bocas de mujeres que imaginé medio desnudas, ofreciéndose en la calle a los marineros. Aquí el Mediterráneo amasaba en su fondo más corrupción y acontecimientos históricos de alcance mundial que en cualquier otro punto, y esta supremacía se expresaba mediante un tropel de aromas saturados de perfumes y de vómitos capaces de alterar la voluntad. Alfombras y tapices forraban la pequeña habitación, amueblada por un Terenci en la cúspide de su orientación orientalista.

– Cáscaras -quise proferir, pero la inocente exclamación se arrastró por los suelos, avergonzada de que la expusiera a semejante entorno pecador.

– Joder -rectifiqué, y ahora la palabra paseó su eco sin desdoro por las cuatro esquinas-. Qué oportunidad tan afortunada para que hablemos de sexo.

– ¿Sexo post mortem o de la tercera edad? -quiso precisar Manolo.

– ¿No viene a ser lo mismo? -respondí-. En este aspecto os puedo aleccionar, ya que cuando entré en coma era mayor que vosotros cuando moristeis. Una mujer siempre es más mayor, haga lo que haga.

– En lo que a mí respecta -señaló Terenci, simpático-, me apetece recibir lecciones de Justi-ne, quien por cierto resultó una lagarta de mucho cuidado.

– Son las que tienen éxito, las lagartas que están buenorras. Cuanto más engañosas y calienta-pollas, mejor. En cambio, la pobre Melissa nació para amar como una perra y así le fue.

El opio, o lo que fuera, ampliaba -si cabe- mi elocuencia habitual.

– A ver, a calzón quitado y aquí, en un momento del tiempo detenido antes de la segunda guerra mundial, y en una ciudad cosmopolita y podrida de depravación, contada por un escritor a quien no conocimos; en una Alejandría cuya existencia, por depender de la literatura, no tiene fin. Decidme aquí y ahora qué representaba el sexo para vosotros al final, por así decirlo, de vuestra trayectoria terrena.

Los otros callaron.

– ¡Hombres! -No estaba dispuesta a que su pudor repentino abortara mi discurso-. Los hombres, a nuestra edad, conquistan o alquilan carne fresca, no se recatan de utilizar dinero y prebendas para vampirizar la juventud ajena, para que alguien os mire como un borrego mientras vosotros os reinventáis. Es vuestro derecho -añadí, atajando un gesto de protesta de Manolo y un encogimiento de hombros displicente por parte de Terenci -. Pero una mujer de mi edad carece de elección. Pueden contarnos lo cine ciñieran los ma-

nuales feministas o los cantamañanas de Hollywood. Ni Michelle Pfeiffer a los cincuenta años, no os digo ya sesentona, disfrutará de las ventajas que el sexo masculino tiene a su disposición no sólo por cultura, sociedad, hechos diversos o tendencias, sino porque la puta y maldita biología os favorece clarísimamente en la vejez. A nosotras, lo reconozco, nos hace madurar antes, pero como entonces no lo sabemos, nunca aprovechamos a tope esos años tempranos que jamás retornarán. El libre folleteo a los doce años está mal visto, salvo en las llamadas sociedades arcaicas.

Como su silencio se tornaba más contundente por momentos, proseguí, embalada.

– Ni nos miráis cuando sabéis que ya se nos caen las tetas, no importa que hayáis podido comprobarlo personalmente o no. La compasión de las mujeres, en cambio -presumí- nos impide recordaros que a vosotros también se os caen los huevos. ¡Y la Viagra! Qué injusticia, la Viagra. Gracias a su invento, cuando miramos a un anciano de cuyo brazo cuelga una muchacha rozagante, ya no podemos consolarnos pensando que, en la intimidad, el pobre no tendrá con qué satisfacerla. ¡Toda la noche con el trasto de un burro por mor de la ciencia farmacéutica!

– Os quedan las operaciones de estética -la sonrisa de Manolo era más bien despectiva.

– Tampoco sirven. Siempre habrá una mujer más joven y desacomplejada. ¡Nacen sin parar! Hay una reserva permanente en constante renova

ción, y las estructuras sociales, la hegemonía del hombre en los puestos de dominación, en el trabajo…

– ¡Cállate o te quito la pipa! -rebufó Teren-ci-. Qué pesada estás. Supuse que ibas a hablar de vicio.

– En cuanto a hombres y mujeres -Manolo se recolocó las invisibles gafas tocándose el puente de la nariz-, no sabemos nada de nadie, nadie de nada, nadie de nadie y nada de nada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Esperadme en el cielo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Esperadme en el cielo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Maruja Torres - Fácil De Matar
Maruja Torres
Maruja Torres - Mientras Vivimos
Maruja Torres
Susana Torres - Tombé Du Ciel
Susana Torres
Susana Torres - Caduto Dal Cielo
Susana Torres
Vanessa Torres Ortiz - Crimen dormido
Vanessa Torres Ortiz
Aldivan Teixeira Torres - Cicatrici
Aldivan Teixeira Torres
Отзывы о книге «Esperadme en el cielo»

Обсуждение, отзывы о книге «Esperadme en el cielo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x