• Пожаловаться

Claudia Amengual: El vendedor de escobas

Здесь есть возможность читать онлайн «Claudia Amengual: El vendedor de escobas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Claudia Amengual El vendedor de escobas

El vendedor de escobas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El vendedor de escobas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Dos mujeres jóvenes narran el regreso a la vieja mansión en la que vivieron durante su infancia y su adolescencia: son Airam, la hija de la mucama, y Maciel, una de las gemelas de los Pereira O. Reencontrarse para desarmar la casa familiar las enfrenta no sólo a las sombras que habitan en paredes y objetos sino a los fantasmas de su propia memoria. El vendedor de escobas cuenta varias historias, todas signadas por la soledad: las de Airam reflejan la lucha por salir de un mundo de necesidades y de extrema resignación; las de Maciel patentizan la hipocresía y la frivolidad. Claudia Amengual, avezada narradora, coloca sus voces en contrapunto para cuestionar dónde se define la verdadera fuerza que impulsa nuestras vidas: si a partir de lo que recibimos sin elegir o del libre ejercicio de nuestra voluntad.

Claudia Amengual: другие книги автора


Кто написал El vendedor de escobas? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El vendedor de escobas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El vendedor de escobas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Aquellas mujeres habían desembarcado en América con algunos sueños rotos y esperanzas de encontrar un campo fértil para su vocación de servicio. Muchas ni siquiera tenían título de maestra, pero era tal la necesidad de sentirse útiles y, de algún modo, servir a su patria, que volcaban lo de sus energías en la tarea de enseñar inglés. De hecho, su labor iba mucho más allá de cuestión lingüística. Mientras leíamos en los libros de Janet and John, que todavía conservo, nos íbamos sumergiendo en una cultura, aprendiendo sus códigos de comportamiento, las costumbres de su gente. Entrar cada mañana en el colegio era una forma de pisar suelo inglés.

Hablaban español sin dificultad, pero se negaban a hacerlo, "for your sake”, decían, para que tuviéramos que forzar al máximo nuestra capacidad de esponjas y absorber hasta el más fino los sonidos. Probablemente, esto fuera parte de la verdad. Hablar en su idioma natal tendía los últimos lazos con su país, el recuerdo de juventudes perdidas o amores abandonados. El inglés las mantenía en un mundo donde se preservaba intacta la memoria y al que podían acudir cada vez que las asaltaba la nostalgia mientras echaban raíces en la nueva tierra.

En cada aula había un retrato de la reina, apenas sonriente, con un vestido color manteca y una diadema que encandilaba. Los lunes por la mañana cantábamos God Save the Queen antes de entrar a clase y la Union Jack flameaba en el patio junto a nuestra bandera. Los recreos eran parte de aquella educación casi victoriana. Estaba prohibido correr, por lo que las actividades se veían limitadas a juegos de cuerda, payanas o rayuelas que dibujábamos con tizas robadas y limpiábamos rascando las suelas contra el hormigón del piso. Mamá vivía quejándose de lo poco que me duraban los zapatos. La conducta se vigilaba tanto como el rendimiento. Se trataba de sacar de allí señoritas dignas, que fueran reflejo de aquella enseñanza nacida en pagos reales y que dejaran bien plantado el prestigio británico. Había un sentido colonialista en todo aquello, pero las maestras tomaban su trabajo con abnegación, convencidas de que era lo mejor que podían darnos, sin cuestionar siquiera los procedimientos, no siempre vinculados a la didáctica, y seguras de que el Imperio siempre deja más de lo que se lleva.

Hoy observo con cierta perspectiva mis años escolares y me provocan una sonrisa tierna. Trato de extraer de aquel tiempo lo mejor de unas mujeres que ante todo eran honestas y hacían su trabajo con amor. No me arrepiento de haberle cantado a Su Majestad ni de haber creído que el mundo estaba escrito en inglés, ahora sé que nada es blanco o negro, puedo discernir lo bueno de aquella enseñanza y lo que, a mi juicio, no estaba bien. También a ellas debo agradecerles esta amplitud de criterio. Además, nunca les importó que mi mamá se ganara la vida limpiando.

Lo que quizá me marcó más de mi etapa escolar fue un raro sentimiento de no pertenecer a ninguna parte; como un desencaje permanente que me hacía vivir incómoda. Aquél era mi mundo. Mis compañeras venían de casa lindas, en auto o en camioneta, tenían mamás de peluquería que asistían a desfiles o eran profesionales, se iban de vacaciones a la playa y volvían tostaditas, traían mejores útiles, libros nuevos y monedas para gastar en la cantina. Yo no podía ni soñar con aquellas cosas. Mamá me recordaba todo el tiempo que estaba ahí por la generosidad de la señora, pero que ella no podía costearme ni una extra con su pobre sueldo. Esa peculiar situación me hacía sentir mal, aunque, debo decirlo, me abrió ventanas hacia otra dimensión que, de otro modo, difícilmente hubiera conocido. Yo sabía que mi origen no era el de mis compañeras, pero sentía en alguna parte de mi alma que podía escalar las mismas montañas y llegar a la cima como cualquiera de ellas. Entonces me nació un orgullo feroz con el que me armé para recorrer un camino cuesta arriba. Me llevó tiempo y lágrimas reconocer que ese orgullo había surgido de un complejo de inferioridad y que, aunque muchas veces me había mantenido de pie, iba a terminar destruyéndome si no lo controlaba.

Felipe fue el primero en sufrir mi desprecio. Todo el tiempo le hacía notar que no había corrido con la misma suerte que yo. La señora convenció a mamá de que lo mejor para él sería entrar como pupilo en un colegio donde, además de enseñarle a leer y a sumar, le dieran algún oficio con el que pudiera abrirse camino más adelante. A mamá le pareció bien la idea de que su hijo fuera aprendiendo a ganarse la vida desde pequeño. Por otra parte, no le quedaba opción. La señora pagaba todos los gastos de nuestra educación, un lujo al que nosotros no podíamos aspirar. Felipe entró en un colegio de curas. Cuentan que lloró sin parar durante las dos primeras semanas, se negó a comer y, cuando le embuchaban alimento a la fuerza, se provocaba un vómito introduciéndose los dedos en la garganta. El primer viernes, cuando mamá fue a retirarlo, quedó helada ante aquel niñito tembloroso que la miraba con mezcla de alivio y rencor desde unas ojeras profundas. Ese mediodía fue la única vez que la oí levantándole el tono a la señora.

– ¡Mire lo que le han hecho! -le decía con la voz cortada por la indignación, mientras la otra untaba una tostada.

– No será para tanto. Es cuestión de costumbre. Además, ¿cuál es el problema? Unos días sin comer no matan a nadie. Son berrinches para llamar la atención, nada más.

– Pero, ¿a usted le parece que es forma de devolver un hijo?

– No habrán dado el brazo a torcer para no malcriarlo.

Mamá no podía apartar los ojos de mi hermano, sentado con la mirada perdida en la llamita que bailaba sobre la cocina. Daba la impresión de estar inundado de tristeza; no tenía fuerzas ni para llorar. Mamá se le acercó y apoyó la cabeza de mi hermano contra su cadera, mientras le acariciaba el pelo y él iba cerrando los ojos, desprendiéndose lentamente la realidad de la cocina.

– Señora -dijo mamá con una firmeza extraña en la voz-. Usted me va a disculpar, pero yo ahí no lo mando más.

– Ni pienses en devolverlo a esa escuela roñosa, y no creo que puedas elegir mucho más.

– Alguna otra escuela habrá -contestó mamá en un gesto de arrogancia que ya era mucho para su habitual respeto.

– Por la zona, ninguna. Tendrías que mandarlo lejos y, decime, ¿cómo vas a hacer para llevarlo y traerlo todos los días? ¿Vas a dejar de trabajar? De ninguna manera, esto queda así, no seas terca -ya había dado por concluido el asunto y tenía puesta la mano sobre el pomo de la puerta que daba al comedor. Pero la voz de mamá sonó fuerte.

– Es mi hijo.

La señora se tomó el instante necesario para procesar las palabras y, posiblemente, evaluar con rapidez lo difícil que sería encontrar una mucama como mi madre.

– Será tu hijo, pero ésta es mi casa. No te apures, el trabajo no se encuentra a la vuelta de la esquina -dijo sin voltear mientras abría la puerta y desaparecía rumbo al consuelo de un analgésico.

Por primera vez después de una semana, Felipe dormía plácidamente.

* * *

Fue por aquellos años de escuela que la señora empezó a comportarse de una manera que llamaba la atención de los que estábamos habituados a su existencia tan previsible. Hasta ese entonces, la recuerdo como una mujer sin más expectativas en el despertar cotidiano que confirmar los compromisos sociales de su agenda. En los raros momentos en que estaba en la casa, siempre andaba con dolor de cabeza. Cuando veíamos a mamá marchar escaleras arriba con un vaso y cara de fastidio, sabíamos que la señora tenía una de sus jaquecas. No había entonces más remedio que hacer silencio. Las cortinas eran corridas hasta dejar la casa sumida en una penumbra fresca y no volaba una mosca hasta que la señora emergía de su dormitorio para pedir otro vaso con agua o, a veces, vestida y maquillada para salir como si nada hubiera pasado. Mi hermano y yo no necesitábamos más que un gesto de mi madre para comprender, pero las gemelas eran otro asunto. Estaban hartas de aquella madre floja que siempre se descomponía antes de una actividad en el colegio, que nunca tenía tiempo para ayudarlas con las tareas, en fin, que no servía para mucho. Seguían con su vida como si nada, gritando en medio de sus peleas, corriendo desaforadas y deslizándose por los corredores encerados como si se tratara de una pista de patinaje, para ir a estrellarse justo contra la puerta del dormitorio principal desde donde provenían alaridos furibundos. Entonces mamá, con su santa paciencia y un sentido del deber que era casi una filosofía de vida, tomaba a cada una de la mano y las arrastraba hasta el parque, donde su malcriadez no alcanzara los delicados tímpanos de la madre.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El vendedor de escobas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El vendedor de escobas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Claudia Piñeiro: Tuya
Tuya
Claudia Piñeiro
Claudia Amengual: Desde las cenizas
Desde las cenizas
Claudia Amengual
Claudia Amengual: La rosa de Jericó
La rosa de Jericó
Claudia Amengual
Claudia Amengual: Mas Que Una Sombra
Mas Que Una Sombra
Claudia Amengual
Отзывы о книге «El vendedor de escobas»

Обсуждение, отзывы о книге «El vendedor de escobas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.