• Пожаловаться

Rafael Marín: El Anillo En El Agua

Здесь есть возможность читать онлайн «Rafael Marín: El Anillo En El Agua» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

libcat.ru: книга без обложки

El Anillo En El Agua: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Anillo En El Agua»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Entre la novela y la memoria literaria, "El anillo en el agua" es la crónica irónica y melancólica del panorama cultural y político en la ciudad de Cádiz desde la muerte de Franco a la constitución de 1978. Recién salidos de la adolescencia, un grupo de aprendices de escritor se conoce, se contagia de ilusiones, comparte aspiraciones e ingenuidades y funda una revista, Jaramago, que los mantiene unidos y activos durante dos veanos que los marcarán profundamente. Nombres hoy desconocidos y nombres que ahora ya tienen cierto bagaje como autores asoman en estas páginas, más jóvenes, más idealistas, más ingenuos y hasta con menos dioptrías. Este libro es una ceremonia de iniciación, el rito de madurez de unos adolescentes que quisieron ser poetas y que, durante un breve periodo de tiempo, hasta llegaron a conseguirlo.

Rafael Marín: другие книги автора


Кто написал El Anillo En El Agua? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El Anillo En El Agua — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Anillo En El Agua», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Téllez tenía la manía de convertirse siempre el centro de atención, participante en biografías ajenas, un torbellino que hacía versos que ni siquiera rimaban. Cuando lo conocí, encarnaba ya su propia leyenda.

PROHIBIDO A MENORES

La librería Pepín era un escaparate al que yo me asomaba cada viernes, cuando salía de clase y los exámenes de lengua, donde comentábamos sin mucho acierto las historias del hielo de Aureliano Buendía. Allí me esperaban los tebeos de Spider-Man , las novelitas de Clark Carrados, la enésima reedición de los aburridos X-9 o Jorge y Fernando . Allí encontré un miércoles a media mañana, cuando ya repetía cou en el instituto y la huelga de penenes me dio seis meses de vacaciones a la fuerza, un tebeíto cuadrado y feo, de lomos pegados y presentación vomitiva. Lucífera , se leía en la portada, con letras de fuego rojas, y una señora despampanante y desnuda que hacía las veces de diablesa o de vampira me incitaba a la compra y al consumo. Los tebeos pornográficos italianos habían entrado en nuestra vida.

Compré y consumí aquel tebeo novedoso, en efecto, como algún otro título posterior que no me gustó ya nada: Hessa, Paco Pito , qué sé yo, el colmo del mal gusto y el humor rancio. Los tebeos, en formato de novela pequeña para despistar o atraer a un público más adulto, sellados los cantos para que nadie pudiera hojear su contenido, venían impresos en un papel feo, casi reciclado, un papel que, en las lecturas a solas en los cuartos de baño para los que sin duda habían sido hechos adquiría un claro matiz de papel higiénico, un amargo regusto de pecado. Blancanieves y los siete enanos viciosos , del mismo gran dibujante (¿Frollo?) nos esperaba en la revista Lib , a la vuelta de la esquina ya. El sarampión sexual, como el político, empezaba a atacarnos por todos los flancos. La sangre hervía después de tanto tiempo de pretender ignorarla, y no sólo a los adolescentes que todavía teníamos por descubrir un mundo que queríamos a medida.

El cine se pobló de títulos añejos, de películas rescatadas de olvidadas listas negras que se mezclaban, en aquella repesca tardía, con las últimas obras dedicadas únicamente a mostrar carne. La prohibición seguía siendo absoluta en todas ellas, mayores de dieciocho años, pero los porteros hacían la vista gorda y dejaban colar a todo el mundo. Casi siempre.

No me hubiera importado que no me dejaran entrar, no sé, en Las adolescentes, La menor, La espuela o algún título de aquellos que soportábamos medio dormidos hasta que la Mary Francis o la Ornella Mutti de turno empezaba a despelotarse, pero el portero tuvo que ponerse farruco, y ya es mala suerte, el día que en el Cine Imperial, antiguo reducto de sala de arte y ensayo y futura sala X antes del derribo, proyectaban La naranja mecánica .

En vano razonamos con él. Mire usted que esto va de ciencia ficción, y además hay que leer los subtítulos, que no venimos buscando muslo como aquellos marineros de permiso, sino arte. No hubo manera. Era una película para mayores, y nosotros no teníamos todavía más que diecisiete años, conque ahuecando. Los inspectores estaban en la sala y el pobre hombre, supongo, se jugaba más que los quince duretes de la entrada. Por obra y gracia de aquella censura cerril y chusquera, el domingo se nos fue a hacer puñetas. Nuestro cabreo fue mayúsculo.

Pero yo juré vengarme.

UN CANTAUTOR SORDO

Téllez vivía no demasiado lejos de mi casa, y muchas tardes yo me pasaba a visitarlo, a compartir el tesoro de sus libros de verdad y sus poemas escritos en un papel muy fino y borroso, casi de seda. Se nos iban las horas escuchando a Carlos Cano, que nos daba la murga, y despotricando de Pinochet y lamentando la suerte de Allende y Víctor Jara. El terror infantil a vampiros y momias se vio sustituido en la adolescencia tardía por historias truculentas de torturas, manos cortadas y guitarras enmudecidas a golpes de sangre.

Téllez tenía algún libro pesadísimo de Tierno Galván, y más de una vez comentamos que del batiburrillo de partidos socialistas todavía en la clandestinidad y el montón de siglas paralelas y contrapuestas debería surgir un único Partido Socialista de España. Aunque se sentía entonces próximo al PSOE(r), sueño del que despertaría como todos, con un regusto amargo en la boca, Téllez era un chico solidario que anhelaba la unidad. Si la O de la sigla sobraba, no era gran problema (en el partido alguien aplicaría ese principio diez años después, pero desde luego no por los motivos ni con los resultados que nosotros esperábamos).

Téllez estaba por la reconversión: cogió a un puñado de chicos y chicas del coro y les escondió las partituras marianas y los transmutó en un grupo de canción protesta. Lo que no pudo lograr fue que desapareciera el soniquete monjil, los u-u-úhs acompasados que seguían teniendo un tonillo conocido, un tufo mareante a incienso y eucaristía. El grupo llevaba el originalísimo nombre de «Sin Nombre», en homenaje a cierto restaurante de San Juan de Dios con su barra en forma de barco amarillo y que tenía bautizado en el casco precisamente ese absurdo.

Téllez les escribía canciones larguísimas de estribillos de tarareo facilón, pero muy complicadas de aprender para cualquier insensato que se quisiera considerar seguidor de ellos. Consciente de sus limitaciones, porque jamás he escuchado a nadie que cante peor, Téllez acompañaba a sus muchachos como si fuera la madre de una folklórica y se colocaba en un segundo plano discreto y engañoso, sin decir esta boca es mía durante un buen rato. Invariablemente, entre las víctimas del público siempre había algún gracioso que advertía a aquel gordo callado con el pelo grasiento y la bufanda azul marino. El cachondeo a su costa empezaba justo cuando el grupo se callaba, tarareando más bajito sus u-u-úhs claustrales, y Téllez daba un paso al frente, se subía las gafas como si fuera Azaña y comenzaba a recitar lo mejor de su cosecha.

Pese a lo ridículo que aquello pudiera parecer, y de hecho lo era, el efecto que producía en la concurrencia era letal. Los poemas de Téllez (en realidad, la parte recitada de aquellas canciones larguísimas) eran un revulsivo, una arenga. Aquel gordo del que más de uno empezaba a burlarse se sacaba los folios del bolsillo y de ser un relleno (bastante grande) entre los cantantes del grupo pasaba a convertirse en una versión masculina de Amaya, el centro del escenario, una especie de curita progre que decía barbaridades con mucho arte.

Papaíto de mi vida,

quisiera saber por qué

se queja tanto el obrero

si lo tratamos tan bien.

Era un canción burlesca, el diálogo entre un niño pijo y su papá empresario. Téllez había hilado demasiado fino esta vez, adoptando el punto de vista de los que criticaba para acentuar la chanza, pero la pinta de sus acompañantes no favorecía al mensaje de la canción. Con los u-u-úhs, las guitarras, las panderetas y su claro pasado como miembros de organizaciones católicas, los Sin Nombre parecía que lo cantaban en serio. Fue un fracaso.

Ya muy cerca de las primeras elecciones, en plena borrachera ideológica, la gente no necesitaba niñatos que los aleccionaran, ni estaba por hacer más esfuerzos intelectuales que los estrictamente necesarios. Téllez se encaró con el público y, entre abucheos, les reprochó que no hubieran entendido la canción. Después de aquel desplante, se despidió de su carrera en los escenarios para siempre.

Vivíamos con una canción en los labios y el corazón en un puño, temiendo un golpe de estado que cortara nuestras ansias de libertad como se apaga una vela o se rompe una carta. Montejurra, Atocha, Vitoria, terroristas de izquierda y de derecha, Guerrilleros de Cristo Rey, FRAP, GRAPO, Triple-A, la larga sombra de ETA, sindicatos en la clandestinidad, exiliados que regresaban con marcapasos y manos manchadas de viruela, ruido de sables, camisas de cuadros, chaquetas de pana y blaziers de tergal, Areilza, Martín Villa, el temido Fraga, las primeras conmemoraciones del 20-N, Carrillo y Dolores Ibarruri, Blas Piñar, las Canciones para después de una guerra, Isabel Tenaille, las ikurriñas de Ladislao Azcona. No nos fiábamos del Rey, ni de Suárez. Lo queríamos todo de una vez, la vida bebida de un trago y sin excusas. Los grifos se desbordaban tras la sequía: después de cuarenta años de travesía en el desierto, nos habíamos vuelto todos locos y el maná no nos saciaba.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Anillo En El Agua»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Anillo En El Agua» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Joseph Brodsky: Marca De Agua
Marca De Agua
Joseph Brodsky
Jorge Franco: Rosario Tijeras
Rosario Tijeras
Jorge Franco
David Baldacci: Buena Suerte
Buena Suerte
David Baldacci
Antonio Gala: Los papeles de agua
Los papeles de agua
Antonio Gala
Carlos Castaneda: El Segundo Anillo De Poder
El Segundo Anillo De Poder
Carlos Castaneda
Отзывы о книге «El Anillo En El Agua»

Обсуждение, отзывы о книге «El Anillo En El Agua» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.