Padre rico se sentó tranquilamente, dejando que sus palabras fueran asimiladas. Mike y yo escuchamos lo que él dijo, pero realmente no entendimos por completo de qué estaba hablando. Lo único que yo sabía, era que a menudo me preguntaba por qué los adultos iban tan de prisa a sus trabajos. Esto no parecía muy divertido, y ellos nunca parecían demasiado felices, sin embargo, algo los mantenía huyendo hacia sus trabajos.
Al darse cuenta de que habíamos asimilado tanto como nos fuera posible lo que él había estado hablando, padre rico dijo: "chicos, yo quiero que eviten esa trampa. Eso es realmente lo que deseo enseñarles. No tan sólo a ser ricos, porque ser ricos no resuelve el problema".
"¿Ah, no?" pregunté sorprendido.
"No. Déjenme finalizar acerca de esta otra emoción, que es el deseo. Algunos lo llaman ansia o anhelo, pero yo prefiero deseo. Es perfectamente normal desear algo mejor, más lindo, más divertido o excitante. De manera que las personas también trabajan por el dinero a causa de sus deseos. Ellos quieren dinero porque piensan que puede comprar alegrías. Pero las alegrías que el dinero puede comprar son a menudo efímeras, y así pronto vuelven a necesitar más dinero para más alegrías más placer, más confort, más seguridad. Y entonces ellos siguen trabajando, creyendo que el dinero aliviará sus almas afligidas por el miedo y el deseo. Pero el dinero no puede hacer eso."
"¿Aún la gente rica?" preguntó Mitre.
"Incluyendo a la gente rica", dijo padre rico. "De hecho, la razón de la riqueza de muchas personas no es el deseo, sino el miedo. En realidad ellos creen que el dinero puede eliminar el miedo de no tenerlo o de ser pobre, y por eso amasan toneladas de dinero, para luego descubrir que el miedo empeora. Ahora temen perder lo que tienen. Tengo amigos que siguen trabajando, aunque tengan ya demasiado. Conozco personas que poseen millones, y están más temerosos ahora que cuando eran pobres. Están aterrorizados de perder todo su dinero. Los miedos que los llevaron a ser ricos, ahora han empeorado. Esa parte débil y necesitada de sus almas está gimiendo en voz más alta cada vez. Ellos no quieren perder sus mansiones, los automóviles, la vida de clase alta que el dinero les ha comprado. Temen qué dirían sus amigos si perdieran toda su fortuna. Muchos están emocionalmente desesperados y neuróticos, aun- que lucen ricos y tienen más dinero."
"Entonces, ¿es más feliz un hombre pobre?" pregunté.
"No, no lo creo", replicó padre rico. "El hecho de evitar el dinero es tan psicótico como ser adicto a él."
Como corolario, el pordiosero del pueblo pasó de largo por nuestra mesa, deteniéndose en un gran cesto de desperdicios, revolviendo todo en busca de algo. Los tres lo miramos con gran interés, cuando quizás en otra oportunidad lo hubiéramos ignorado.
Padre rico sacó un dólar de su billetera y con un gesto se lo ofreció al hombre, ya mayor. Al ver el billete, el vagabundo vino a nosotros inmediatamente, lo tomó, y le agradeció profusamente, huyendo extasiado con su buena fortuna.
"El no es muy diferente de muchos de mis empleados", dijo papá rico. "Yo he conocido mucha gente que dice `oh, yo no estoy interesado en el dinero'. Pero aún así ellos trabajan en su empleo por lo menos ocho horas por día. Eso es una negación de la verdad. Si no están interesados en el dinero, ¿entonces por qué están trabajando? Esa clase de mentalidad probablemente es más psicótica que la de una persona que acumula dinero."
Mientras estaba sentado ahí oyendo a mi papá rico, mi mente recordaba por instantes las innumerables veces que mi propio padre decía, "yo no estoy interesado en el dinero". Decía esas palabras muy a menudo. Y se cubría a sí mismo afirmando siempre, "yo trabajo porque amo mi profesión".
"Entonces ¿qué hacemos?" pregunté. "¿No trabajar por dinero hasta que todos los restos de miedo y deseo se hayan ido?"
"No, eso sería malgastar el tiempo", dijo padre rico. "Las emociones son lo que nos hace humanos. Nos hacen reales. La palabra emoción quiere decir energía en movimiento. (*) Sean sinceros acerca de sus emociones, y úsenlas, junto con su mente, en su propio favor, y no en su contra."
"¡Guau!" dijo Mike.
"No temas por lo que yo acabo de decir. Todo esto tendrá más sentido en los próximos años. Tan sólo debes ser un observador, no un reaccionario de tus emociones. La mayoría de las personas no saben que sus emociones están delineando sus pensamientos. Tus emociones son tus emociones, y tienes que aprender a delinear tus propios pensamientos."
"¿Puede darme un ejemplo?" pregunté.
"Seguro", replicó. "Cuando una persona dice, `necesito encontrar un trabajo', una emoción está tomando el lugar de un pensamiento. El miedo a no tener dinero genera ese pensamiento."
"No entiendo", dijo Mike.
"Por ejemplo", dijo padre rico. "Si el miedo a no tener suficiente dinero surge, en lugar de salir corriendo inmediatamente a conseguir un trabajo a fin de ganar unos pocos pesos para mitigar el miedo, ellos antes deberían hacerse a sí mismos esta pregunta: `¿Es este trabajo la mejor solución a largo plazo, para este miedo?' En mi opinión, la respuesta es `no'. Especialmente si miran a lo largo de toda la vida de una persona. Un empleo, realmente es una solución de corto plazo para un problema a largo plazo."
"Pero mi padre siempre está diciendo, `continúa estudiando, obtén buenas calificaciones, y así podrás encontrar un trabajo estable y seguro'." Esta vez fui yo el que habló, algo confundido.
"Sí, entiendo que lo diga", dijo papá rico sonriendo. "La mayoría de las personas recomiendan eso, y para muchas de ellas, es una buena idea. Pero esa recomendación surge a partir del miedo."
"¿Quiere decir que mi padre dice eso porque siente miedo?"
"Sí", respondió. "El está aterrorizado de que tú no puedas ser capaz de ganar dinero e insertarte en la sociedad. No me malinterpretes. El te ama, y desea lo mejor para ti. Y creo que sus miedos están justificados. Una educación y un empleo son importantes. Pero no manejarán el miedo. Verás, el miedo que lo lleva a levantarse cada mañana para ganar algunos pesos, es el mismo que lo hace ser un fanático de que tú continúes estudiando."
"¿Entonces qué recomienda usted?" le pregunté.
"Yo quiero enseñarles a adquirir la maestría en el poder que tiene el dinero. A no temerle. Y eso no se enseña en los colegios. Si ustedes no lo aprenden, se convertirán en esclavos del dinero."
Finalmente, todo cobraba sentido. Lo que él quería, era que expandiéramos nuestra visión. Que viéramos lo que, al respecto, ni la Sra. Martín, ni sus empleados, ni mi padre podían ver. El usó ejemplos que sonaban crueles por momentos, pero yo nunca los he olvidado. Ese día, mi visión se expandió, y pude empezar a ver la trampa que yace por delante de la mayoría de las personas.
"Verán, en última instancia, todos somos empleados. Sólo que trabajamos en distintos niveles", agregó padre rico. "Lo que yo quiero, niños, es que tengan una chance de evitar esa trampa, causada por las emociones del miedo y la ansiedad. Úsenlas a su favor, y no en su contra. Por eso quiero enseñarles. Yo no estoy interesado en que aprendan tan sólo a construir una pila de billetes. Eso no dominará el miedo 0 las ansias. Si en primer lugar ustedes no dominan estas dos emociones y se vuelven ricos, serán simplemente esclavos muy bien remunerados."
"Bueno, ¿y cómo evitamos la trampa?" le pregunté.
"Las causas principales de la pobreza o de las luchas financieras, son el miedo y la ignorancia; no la economía, ni el gobierno, ni los ricos. Son el miedo y la ignorancia autoinfligidos, los que mantienen a la gente atrapada. Así que, chicos, ustedes vayan al colegio y logren un título universitario. Que yo les enseñaré cómo permanecer fuera de la trampa."
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