¿ acaso por eso están aquí amín y amina? ¿ serán ellos el último reducto donde debe latir mi corazón?
los animales salvajes y el pueblo menesteroso, si los examinaba con detenimiento, me dejaban exhausto. cuando la vida es un irresistible impulso, dirigido con exclusión de lo demás a no morir, se vuelve incomprensible y rígida, como un deber sordomudo desprovisto de cualquier recompensa. en la incesante noria, los cangilones se llenan y se vacían de un agua indiferente; suben y bajan, utilizados o inutilizados sin su consentimiento. ¿ yes vida eso, ese constante azacaneo, esa persecución del alimento, del cubil, de los hijos? el ser humano tiene una parte que pertenece a la indómita naturaleza, pero ¿no tiene otra en que la contradice? el amor, que en apariencia nos empuja a engendrar otra vida, ¿no mueve a los amantes a quitarse la suya en las mejores ocasiones? el náufrago que se ahoga es más grande que el mar; porque el náufrago sabe que se muere y el mar no sabe que lo mata.
sobrevivir; pero ¿hasta dónde?
¿ será la ferocidad la única arma, una ferocidad tan inocente e irracional como la ternura con que el león lame a sus crías? sobrevivir a toda costa no es humano. la muerte es seductora: la primera noche de veras relajada, el dócil almohadón en el que el cuerpo, con un suspiro, se evade y se disuelve.
morir es la irremediable meta de la casualidad, la conclusión del no solicitado encargo: reposar la cabeza, cerrar los ojos, y que cese el miedo. ay, qué fácil sería: un leve corte en la vena precisa, y desaparece el temor a un mañana de ataques impensados, de hoscos aires de enemistad, de derrotas y de envejecimiento; un mañana que desmoronará la ferocidad imprescindible para sobrevivir, y que nos desamparará bajo la dentellada del más joven que empieza. se terminó: el leve corte, y lo oscuro nos arropa con su maternal connivencia. ¿ no será el hombre más hombre si exacerba lo que de menos animal hay en él: esa capacidad de interrumpir a discreción de su vida? y, sin embargo, ¿en qué afecta a la vida que un individuo muera, sea hombre, o fiera, o pez que sigue el ojo bizco de un niño pequeño?
no sé si eran éstas las razones que me movieron a acercarme, progresiva y lentamente, a amín y a amina, como quien se acerca a unos cachorros huérfanos de tigre. no sé si fue reemprender una tarea de experiencias y de enseñanzas, o defenderme detrás de su escudo valeroso, o suministrarle un sentido a toda esta oquedad, o sustituir a mis propios hijos que ya no están conmigo y que no me respetan, ni acaso me respetaron nunca, o tratar de que suplanten a una hija nonata que por lo mismo no me ha decepcionado, o acaso todo junto.
mejor será no preguntarme si sobrevivir es también ir viviendo de una prórroga en otra.
me inunda un aluvión de noticias de lo que, a lo largo de estos años, ha ido sucediendo en granada. los musulmanes de allí han podido irse haciendo a la idea; a mí se me desploma todo encima a la vez, y me abruma. es cierto que el tiempo diluye y dosifica el dolor y la vida, y es él quien nos lleva de su mano, con benignidad -si le dan tiempo al tiempo-, camino de la muerte.
en la plaza de bibarrambla encendieron una hoguera con libros: los que dejé en la alhambra y los hallados en las casas en que, según las capitulaciones, no podían entrar. nada se ha respetado: ni la ciencia, ni la filosofía, ni la medicina. libros que representaban siglos de amor y de dedicación: nuestras oraciones, nuestras “qasidas”, nuestra mística y nuestra música. todo ardió. si cierro los ojos, veo el humo, ascendiendo como un árbol de insensatez, de resquemor y de contradicción, clamando hacia el limpio cielo de granada.
veo consumirse en el fuego libros lujosos como pájaros, coloreados guadameciles, platas chapadas, meticulosas filigranas, figuras que el refinamiento de nuestra cultura tardó cientos de años en crear.
veo arder mi cultura, y escucho las campanas enemigas repicar a gloria. ¿ aqué gloria? ¿ aqué unidad aspiran los feroces? ¿ el camino de la unidad será el destrozo, la violencia de los cuerpos y de las fes y de las opiniones, la aniquilación de cuanto no sea idéntico?
en ronda han muerto tantos que la sierra bermeja se llamará desde ahora bermeja por la sangre, no por el matiz de sus piedras; las sublevaciones de la alpujarra se han ahogado en más sangre todavía.
toda aquella belleza sumida en sangre y llanto. qué cristiana manera de cristianizar la de expedir al paraíso a quienes les estorban. qué falsía la de disfrazar la política con los recados de la divinidad. ‘ obautizarse, o pasar a áfrica en las naves del rey, a diez doblas por cabeza’; pero previamente les habían arrapado las doblas. ¿ qué le dirán de noche a su dios esos reyes, si es que de verdad creen en él? los criminales por decreto divino, los torturadores de la fe, ¿cómo rezarán a su dios?
muchos granadinos de los que pasaron al norte de áfrica, aún resisten dedicados a la piratería.
quizá no esperan volver ellos mismos un día, sino que luchan para sus hijos y para sus nietos. hay momentos en que me devora la necesidad de poner mi nombre y mi bandera carmesí al frente de ellos y de morir con ellos. su pasión es la que ha ratificado a los cristianos en que el único medio de vender al islam es cortar con el cuchillo de la religión las vías del estrecho. bautizar a los musulmanes de la península, pero conquistar también y convertir, para mayor descanso, las plazas costeras africanas.
yaquí se han presentado. ¿ se dejará engañar por ellos su dios?
¿ se engañan a sí mismos? conquistaron orán por el puro botín; a nadie le interesaba convertir a nadie, ni convencer a nadie; la rapiña tan sólo: degollar, acuchillar, picar como toros a ‘la morisma’ para acabar con ella. no han dejado más de 80 moros vivos.
‘ un moro muerto es el mejor de todos’, dicen sus capitanes. las dos mezquitas se consagraron a la encarnación de dios y a santiago matamoros, para dejar bien claro a lo que habían venido: a escupir sobre nuestros cadáveres. el temor al sólo nombre de los españoles ha hecho que la mayoría de los habitantes de tremecén y los pueblos vecinos se precipitasen a huir.
aquí han llegado muchos; entre ellos, los familiares de mi tío abu abdalá, a quienes he tenido en esta casa hasta que hallaron hospedaje en la medina. la tumba del “ zagal” ahora está sola. jadicha -o esa inflamación suya- se ha quedado conmigo en honor al recuerdo de mi hermano yusuf.
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