Lucía Etxebarria - El contenido del silencio

Здесь есть возможность читать онлайн «Lucía Etxebarria - El contenido del silencio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El contenido del silencio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El contenido del silencio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Gabriel, un joven ejecutivo cuya vida desahogada y apacible transcurre en Londres, lleva diez años sin saber nada de su hermana, hasta el día en que recibe una llamada que le informa de que muy probablemente ésta haya fallecido en un suicidio colectivo llevado a cabo en Tenerife. Su inmediato viaje a las islas para testificar como único pariente vivo de la desaparecida tendrá un efecto devastador y a la vez catártico, que le hará replantearse todo su pasado y su futuro en un itinerario no sólo físico sino también, y sobre todo, interior.
Helena, la amiga íntima de Cordelia, será su guía durante la inmersión en la vida de su hermana. Un inmersión común que precipitará a ambos a confrontar sus miedos, vacíos y huidas.

El contenido del silencio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El contenido del silencio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Tras recoger su maleta e introducirla en el maletero, la morena se presentó como Helena, la mejor amiga de Cordelia. Ambas habían vivido juntas en un pueblo en el noreste de la isla, a media hora en coche.

– ¿Has leído algo en los periódicos? -No le miraba mientras hablaba, atenta a la carretera-. Tengo entendido que la prensa de tu país, la televisión, ha comentado el asunto.

– No en detalle. Ni siquiera mencionaban el nombre de mi hermana, gracias a Dios. Aunque sí decían que entre los posibles desaparecidos se encontraba una ciudadana británica.

– Trataré de resumírtelo, entonces. Como ya sabes, hasta el momento han aparecido en la playa los cuerpos de siete ciudadanos alemanes. Los siete pertenecían al mismo grupo de meditación, Thule Solaris, y al parecer vivían en la casa de la directora del grupo, Heidi Meyer. Estamos hablando de una secta, en realidad, pero el grupo nunca se inscribió como iglesia ni nada por el estilo. En la práctica, se trataba de personas que convivían en la misma casa sin que existiera ningún registro, contrato de alquiler ni documento similar que los vinculara. Parece que allí vivían unas treinta personas.

La voz de Helena era baja, profunda casi, con cierto revestimiento áspero, como de terciopelo que forrara un guante de cuero.

– Entonces, ¿por qué los medios hablan de una secta?

– Verás, hay muchas sectas que se instalan aquí, en la isla de Tenerife. Cerca de Candelaria, por Grandilla, por Abona o más al norte, en el valle de la Orotava, en Icod, en Garachico, hasta en el Puerto de la Cruz -a Gabriel los nombres no le decían nada, pero supuso que hablaba de poblaciones canarias-, y va ha habido un par de suicidios masivos. Aquí hay tradición, desde los años sesenta, de acoger todo tipo de sectas milenaristas. Suelen ocupar casas apartadas en el interior, donde nadie los ve, sin vecinos…

– Sí, supongo que lo lógico será buscar un sitio apartado, claro…

– Además, en las semanas previas al descubrimiento de los cadáveres, algunos de los alojados en la casa habían ido a despedirse de amigos o les habían enviado cartas anunciando su partida de este mundo. Unos vendieron sus posesiones, otros las remataron a mitad de precio. También se decía que en la casa de Heidi se había ofrecido un gran banquete, y hay quienes hablan de una gran fogata en la que se quemó lo que no se pudo vender. Los testimonios son confusos, pues las que han hablado han sido personas externas a la casa: vecinos, el cartero, familiares de los alojados… Ninguno de los que vivían allí se ha presentado a declarar. Para colmo, pocos días antes de que se encontraran los cadáveres, Heidi, que, como te he dicho, era la propietaria de la casa, había transferido el dinero de todas sus cuentas bancadas, que eran varias y muy nutridas, a diversas cuentas en Liechtenstein y Suiza.

– Algo de eso he leído, o quizá lo haya oído en la televisión… ¿No había tina compañera?, ¿una socia, una cómplice o algo así?

– Ulrike. La compañera que vivía con ella en la casa desde hacía años. Por lo visto era su secretaria personal, su gestora y su amiga íntima. Entre los cuerpos encontrados no se hallan ni el de Heidi ni el de ella. Por cierto, todo el dinero de Ulrike también había sido transferido a cuentas en Suiza.

– Sí, suena raro, la verdad. ¿Cuánta gente has dicho que vivía en la casa?

– Entre treinta y cuarenta personas. Y sólo se han encontrado siete cuerpos, así que es posible que muchos de los cadáveres de los miembros del grupo no aparezcan porque se los haya llevado la corriente.

– ¿Estamos hablando de un suicidio ritual?

– Casi con toda seguridad.

– Y ¿qué te hace pensar que Cordelia vivía en esa casa?

– No lo pienso, lo sé. Ella misma me lo dijo. Vivía conmigo antes de irse a casa de Heidi. Pero, por supuesto, el nombre de Cordelia no consta en ningún sitio, ya que la casa no registraba a los huéspedes. Sí que han quedado registradas numerosas transferencias de dinero desde la cuenta de tu hermana a las de Ulrike y Heidi. En realidad, casi todos los que vivían allí habían hecho transferencias a esas cuentas, cuentas que habían engordado sustancialmente en los últimos dos años.

– Entiendo…

– Perdona si soy indiscreta, pero ¿cuánto hace que no hablabas con Cordelia?

– Diez años, más o menos, desde que se vino a vivir aquí. Sabía de ella a través de su gestor, pero ella había cortado todo contacto conmigo, supongo que te lo habría dicho…

– Más o menos… No hablaba mucho de ti.

– Lo sé.

– No voy a preguntarte qué pasó entre vosotros…

– Ni yo te lo contaría.

– Ya, bueno… Quizá tengo que ponerte al día de lo que pasó durante esos diez años y de cómo Cordelia acabó en el grupo de Heidi. Pero lo haré cuando lleguemos a Buenavista. Te llevaré a cenar al mejor guachinche del pueblo.

– ¿Guachinche?

– Un sitio para comer.

– No tengo mucha hambre. Si te digo la verdad, no me siento capaz de probar bocado. En realidad, tengo náuseas desde que me llamaste.

– Beberemos vino, entonces.

2

HELENA

– Supongo que lo mejor es que empiece por el principio… Verás… Fue, naturalmente, la casualidad la que determinó nuestro encuentro, como toda circunstancia humana crucial. Yo llevaba trabajando dos años en el hotel Botánico y había decidido irme de allí a cuenta de una historia un poco absurda. Me había enamorado del maître del restaurante, me había ido a vivir con él y… la cosa había acabado mal, muy mal. Y, bueno, él sabía un poco de mis horarios, a qué horas entraba y salía del lobby para recoger a los grupos, así que siempre me lo acababa encontrando por allí. Empecé a agobiarme y finalmente dejé el trabajo, con muchísima pena por mi parte, porque adoraba aquel lugar. No tenía casa donde ir, para colmo, y cuando acabó aquella relación me instalé en la de una amiga, pero se trataba de una situación provisional; yo dormía en el sofá, ya sabes. Y estando en esa situación vino la casualidad en mi auxilio. Una noche conocí en un bar, a altas horas de la mañana, a un inglés que me ofreció un empleo en el preciso momento en el que más necesitada estaba de él. Se trataba de un puesto en un hotel en el sur de la isla. En realidad no es exactamente un hotel, sino más bien una especie de casa rural de lujo, nada que ver con los establecimientos turísticos que ves por aquí. Esa es una opción que no ofrecerán nunca los tour operators. Como eran pocas habitaciones, de la recepción y la administración se ocupaban el dueño y su mujer, pero ella había enfermado y él necesitaba a alguien de confianza, con experiencia, que hablara idiomas y que pudiera hacerse cargo de todo mientras su esposa estaba en el hospital. No sé por qué aquel inglés, amigo del dueño, decidió que yo le parecía digna de confianza, pero el caso es que me dieron el trabajo. Me pagaban muy, muy bien, y además me dejaban dormir allí. De hecho, estaban encantados con que durmiera en el hotel, porque así, si surgía cualquier contratiempo por las noches, siempre podía ocuparme yo. Allí solían alojarse estrellas de cine, actores, músicos, escritores, artistas, caras famosas que no querían ni rumores ni paparazzi y que buscaban sobre todo tranquilidad, descanso y discreción. Yo me había tomado la oferta como unas vacaciones más que como un trabajo propiamente dicho. Después, cuando la dueña se recuperara, no sabía qué iba a hacer con mi vida.

»Llevaba tres semanas trabajando allí cuando se registró en el hotel una pareja de ingleses muy curiosa. Al principio pensamos que eran padre e hija, pero no compartían apellido. El tendría unos cincuenta años y era un hombre realmente atractivo y elegante, aunque de mirada triste y preocupada. Ella era muy joven, parecía menor de edad pero, según su pasaporte, no lo era. Era espectacularmente guapa, el tipo de chica que hace volver cabezas a su paso. Ambos iban siempre muy bien vestidos. Durante diez días casi no salieron de la habitación, no bajaban al comedor, encargaban las comidas en el cuarto… Muy pocas veces, al atardecer o por la noche, los veíamos pasear por el jardín, sin alternar nunca con los demás. El parecía encandilado con ella, no podía apartar los ojos de la chica. Se hacían muchos arrumacos y carantoñas, tanto más llamativos porque, como bien sabes, los británicos no son muy dados a las efusiones en público, y también por la diferenda evidente de edad y la llamativa belleza de ella. Pero cuando paseaban parecía que algo les preocupara o deprimiera, ella hablaba mucho y él escuchaba cabizbajo y meditabundo, sin dejar de cogerle la mano. En alguna ocasión él bajaba solo al salón y se pasaba horas sentado en un sofá, fumando en silencio. No leía prensa ni libros, se limitaba a observar cómo las volutas de humo ascendían hacia el techo. Muchas mañanas ella se levantaba antes que él y se dedicaba a hacer largos en la piscina. Alguna vez sorprendí a una de las limpiadoras mirando embelesada cómo la chica emergía del agua y se secaba el pelo con la toalla. Porque aquella joven poseía una belleza extraordinaria pero muy terrena, no era una de esas diosas del cine que intimidan con el hechizo de la perfección. Tenía un cuerpo esbelto y elegante, bien definido y armonioso, y una piel maravillosa, dorada, nada que ver con el tono blanco lechoso que suelen tener las inglesas, que más tarde pasa a rojo pero que nunca llega a ser un verdadero bronceado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El contenido del silencio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El contenido del silencio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El contenido del silencio»

Обсуждение, отзывы о книге «El contenido del silencio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x