– Si careciéramos de los mapas y cartas necesarios -dijo-, podríais prestárnoslos.
– Konechno. Lamentamos que nuestra nave ya no se adapte a las ve_locidades exigidas por una situación especial.
Al poco se encontraron sobrevolando en plena noche campos de prisioneros de guerra en los Balcanes. Volvieron a visitar Siberia, por primera vez desde el Suceso de Tunguska, para negociar la liberación de miembros capturados de la fuerza expedicionaria nipo-americana, y también contribuyeron decisivamente a la reinstauración del gobier____________________torio neutral.cos, y al cabo de un tiempo aprendieron a no tomárselo de manera más personal que el mal tiempo o los mapas erróneos. A ninguno se le ocurrió, hasta que lo señaló Miles, que su participación en la guerra europea no había empezado de verdad hasta que se refugiaron en terrisa de a qué estaba disparando. Fue una nueva experiencia para los chiyoría y no siempre realizados por alguien que tuviera una idea precide cañones con más de ciento cincuenta kilómetros de alcance hasta pistolas de duelo, sin resultados, pues eran tiros impulsivos en su mano del Almirante Kolchak desde Omsk. Les dispararon con todo, des
Una mañana en Ginebra, por la calle, Padzhitnov, tras una larga noche en las tabernas que había junto a los muelles del río, y Ran____________________ñas, el mundo conocido.máticas. Un silencio sobrenatural se cernía sobre las agujas, las montadicados a sus cosas, pero con discreción. Los vapores del lago evitaban tocar las sirenas. Los tranvías parecían desplazarse sobre ruedas neuñamente circunspecta. Los pájaros llevaban ya mucho despiertos y dedolph, resuelto madrugador en busca de un brioche y una taza de té, se cruzaron por casualidad. La ciudad estaba bañada en una luz extra
– ¿Qué está pasando? -se preguntó Padzhitnov.
– ¿Hoy? Nada especial. -Randolph se sacó del bolsillo un calenda__tas-, Me parece que hoy es San Martín.rio eclesiástico del tamaño de un folleto que utilizaba para tomar no
Hacia mediodía, la campana de la catedral de San Pedro conoci__bía entrado en vigor.da como La Clémence empezó a tañer. Al poco se le habían unido todas las campanas de la ciudad. En Europa, algo llamado armisticio ha
Una vez que acabaron las hostilidades, las ofertas de contratos, que previamente les habían sido tan esquivas a los chicos, empezaron a lle_gar a montones. El Inconvenience siguió yendo y viniendo de Suiza en el mismo tipo de misiones de auxilio y repatriación que lo habían ocupado antes, pero ahora tenían también encargos de civiles, más cercanos a la tradición de sus antiguas aventuras. En el vestíbulo del Helvetia Royale merodeaban a todas horas espías y representantes comerciales con los puños llenos de francos y proposiciones de una generosidad desconocida para el mundo antes de 1914.
Un día, a la hora de la comida, cuando Darby se disponía a gritar: «¡Fondue otra vez, no!», Pugnax entró paseando en las cubiertas del comedor con una luz misteriosa en los ojos y un sobre grande en la boca, con membretes en relieve, sellado con cera y un blasón dorado a la vista.
– ¿Qué es? -se preguntó Randolph.
– ¡Rff rff rr RR-rffl -comentó Pugnax, lo que los chicos inter_pretaron que significaba: «¡Parece dinero!».
Randolph examinó pensativamente la carta.
– Una oferta de trabajo, en Estados Unidos -dijo por fin-. En la soleada California, nada menos. Los abogados que la envían no reve____________________mos allí.cer exactamente, aparte de esperar instrucciones una vez que lleguelan los nombres de sus clientes, ni tampoco está claro qué vamos a ha
– Y, eeeiíihh… ¿cuánto ofrecían? -preguntó Darby.
Randolph sostenía la hoja en alto para que todos la vieran. La suma, claramente visible, representaba alrededor del doble del patrimonio neto combinado de todos los presentes a bordo.
– Algo ilegal, se diría -advirtió Lindsay.
– Obviamente, esta oferta tendrá que ser sometida al más exhaus_tivo examen moral y jurídico -declaró Darby, fingiendo que fijaba la mirada en la suma una vez más-. Muy bien, a mí todo me parece correcto.
La perspectiva de un trabajo bien remunerado en California, que hasta ese momento había sido para los chicos un lugar mítico y re__gunta:moto, pronto venció escrúpulos tan insensibles como los de Lindsay, aunque, en cuanto conciencia de la tripulación, no pudo evitar la pre
– ¿Quién se lo dirá al Capitán Padzhitnov?
Todos miraron a Randolph. Randolph contempló su reflejo bul_boso en el servicio de té de plata durante un rato y finalmente dijo:
– Ratas.
La sonrisa y el encogimiento de hombros de Padzhitnov resulta_ron llamativos por la ausencia de amargura.
– No os hace falta mi autorización -dijo-. Siempre habéis sido li_bres de marcharos en cualquier momento.
– Pero da la sensación de que estemos abandonándote, Igor. De__fanos y tullidos, desprotegidos, enfermos, hambrientos, encarcelados, locos, a los que aún había que ayudar a conseguir la seguridad.sertando… -Agitó la mano con cierta desesperación, como para incluir a las poblaciones a la espera, a todas aquellas almas a la deriva, huér
– La guerra no ha terminado. Puede que nunca termine. Las con____________________gaciones tal vez impliquen consecuencias distintas.bre, la enfermedad, las ciudades destrozadas, todo lo que ahora debe seguir a lo que ha ocurrido. El horror, el sinsentido…, pero hemos aprendido. Puede que a ti te educaran de otra forma. Tus propias oblisecuencias tal vez no tengan fin. Mí tripulación se ha pasado cuatro años, una educación universitaria, aprendiendo a convivir con el ham
– Consecuencias americanas.
– Nebo-tovarishch. -Una mano en el hombro-. No puedo…, prefe_riría no… imaginármelo.
Y así, una noche, en el instante en que aparecían las primeras es_trellas, el Inconvenience se elevó de las orillas del lago Ginebra y puso rumbo oeste sudoeste.
– Tendríamos que coger los vientos dominantes del oeste en la cos_ta de Senegal -opinó Lindsay, que era el Oficial Meteorólogo.
– ¿Os acordáis de cuando íbamos allá donde nos llevara el viento? -dijo Randolph-. Ahora sólo tenemos que encender los motores y dejarles hacer.
– Nuestros clientes -les recordó Lindsay a todos- han insistido en que lleguemos a la costa del Pacífico cuanto antes, los costes del viaje sólo están cubiertos en el contrato hasta cierta suma, por encima de la cual nosotros somos los responsables.
– Eeeiiihh, ¿qué idiota ha puesto una cláusula como ésa ahí? -dijo con desprecio Darby.
– Fuiste tú -se rió Lindsay entre dientes.
Al cruzar las Rocosas, encontraron en los cielos una repetición invisible del terreno físico que tenían a sus pies. Las ráfagas tridimen__dos en este ciclo y sobrevolaban la línea de la cordillera en grandes círculos verticales hasta que Randolph ordenaba poner los motores en marcha.sionales de aire frío seguían el mismo dibujo que los cursos de los ríos de abajo. Las corrientes de aire ascendían las laderas soleadas de las montañas en los mismos ángulos inclinados en que el aire más frío se escurría por las laderas sombreadas. A veces se quedaban atrapa
Pero no resultó fácil, pues el viento quería arrastrarlos hacia el sur e innumerables metros cúbicos de combustible se gastaron contra el imperativo del viento del norte antes de que Randolph, calculando que habían agotado sus reservas de energía, entregara el futuro inme____________________lante, ante vientos de oscuro dolor, con una voluntad tan caprichosa como los relámpagos de calor nocturnos en el horizonte.vo hasta los cielos del viejo México. Y así fueron empujados hacia dediato de la nave al viento y se dejaran llevar por encima del Río Bra
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