– No debemos, ya lo sabes…, ella se pondrá furiosa…
– ¿Y qué? Mira que dejar que una mujer te baquetee así todo el tiempo…, a la mierda, si le respondieras sólo una vez… Ellas quieren que se les mande, ¿es que no te has dado cuenta?
En otro momento, Cyprian le habría replicado: «Vaya, ¿acaso has estado dándole órdenes últimamente? Pues no me he dado cuenta». Pero ahora, arrodillado coquetamente, se dio por satisfecho con lle__ñas hacia su rostro distante, levemente emborronado por las lágrimas del deseo.varse el pene de Reef a la boca y alzar la mirada a través de las pesta
Al poco, Reef se había dejado ir en uno de sus numeritos de ro__caje, como siempre, y el aire se impregnó de intensos olores de lilas, mierda y pastel de almendras. La luz del sol del canal espejeaba en las ventanas. Yashmeen pasaba fuera toda la tarde.deo y Cyprian gritaba con la cara enterrada en una almohada de en
– Nuestro pequeño secreto, me imagino.
– ¿Es que nunca…?
– Nunca ¿qué?
– Supongo que es sólo curiosidad. ¿Cómo puede un hombre de_jar que cualquiera le haga eso, sin siquiera…?
– A lo mejor tú no eras sólo cualquiera, Reef.
– Eso no importa ahora. Lo que digo es que si fuera yo, querría matar a quienquiera que quisiera hacerme eso. Mierda, tendría que ma_tarlo.
– Bueno, no te preocupes, no voy a hacerte daño, por peligroso que sea.
– ¿No crees que has sido…?, a ver, quiero decir, ¿no duele?
– Duele, y no duele.
– Chorradas japonesas. Gracias. Conocí a un japo místico, en San Francisco, solía hablar así a todas horas.
– El único modo de descubrir si duele, y cuánto, y todo lo demás, Reef, es probarlo, pero probablemente bastaría sugerírtelo para que te lo tomaras a mal. -En el pasado, eso habría sido un flirteo desca_rado, pero ahora…-. Así que no lo voy a sugerir.
Reef bizqueó.
– No te estarás refiriendo -dibujó unos círculos con los dedos- a clavármela ni nada por el estilo, ¿verdad? -Cyprian se encogió de hom_bros-. Pero si lo que tienes ahí ni siquiera es propiamente una polla.
– Pues mucho menos que temer. ¿No?
– ¿Temer? Hijo, no se trata del dolor, mierda, vivir es dolor; sino del honor de un hombre. Cuando se trata de tu honor, es cuestión de vida y muerte. Tú no lo tienes, ¿de dónde eres?, ¿de Inglaterra?
– Tal vez es que no he sabido ver la relación entre el honor y el deseo, Reef.
Jugaba, como siempre, con medias verdades, pues Cyprian había empezado a darse cuenta de que fuera, «sobre el terreno», era precisa____________________nía mucho que ver con esos protocolos sexuales pasados de moda. Que los otros, si querían, siguieran revolcándose en las viejas ciénagas, Cyprian trabajaba mejor sobre suelo más firme.tiones sobre la integridad rectal, o sobre quién en un encuentro dado sería el dominante; significara lo que significase el «honor», ya no tetaja práctica, al liberarlo de la pérdida de tiempo y energía en cuesmente su intenso deseo de que lo tomaran lo que le ofrecía una ven
Por otro lado, eso animaba a la gente que no lo conocía bien a confundir la sumisión con la compasión, sobre todo en el caso de aque_llos que profesaban la curiosa creencia de que los sodomitas tenían bastantes problemas propios y, por eso, nunca se aburrían escuchando los de los demás.
En muchos sentidos un producto de su isla nativa, poco dado a la intrusión nasal, Cyprian, siempre desconcertado ante la predisposi_ción americana a confesarlo todo, hasta el mínimo detalle, a cualquier extraño, se vio convertido cada vez más en público de las confidencias de Reef.
– Y hubo un tiempo en que los veía en los trenes, a veces me sen____________________bajo, pero que en realidad sólo estaban desesperados por escapar de todo aquello. No es que odiaran a sus hijos. Te enseñaban los ferrotipos de los chicos con mucha frecuencia, mierda, ellos amaban a los do, cruzando las líneas interestatales, supuestamente en busca de trataba a su lado, esos tipos jóvenes que viajaban de condado en conda 'chavalitos'. Puede que incluso amaran a sus esposas, también te ense_ñaban su foto, algunas veces posando, o con algo puesto, o sin nada, lo que las autoridades llamarían «tomada para excitar», y estaba tan claro como el escaparate de una tienda, «no está mal, ¿eh? Y si tú, que pareces un chico bastante normal, crees que ella tiene cierto aire de perversa, bueno, son muchas las posibilidades de que allí haya también algún otro con la misma opinión, tan normal como tú, que, puede que en este mismo instante, ese completo desconocido, me esté haciendo un favor sin saberlo».
»Si pudieran tranquilizarse sólo un poco, seguramente no se pon____________________sentimientos psíquicos sobre el día en que me uniría a ellos.prendiera, y debía de parecerles que lo hacía. Cada vez pasaba algo que impedía que hiciera comentarios. Tal vez tenía uno de esos predrían a charlar sobre el coño de su esposa. Pero ellos estaban siempre demasiado embelesados en sí mismos, tan desesperados por hablar que no les importaba lo que yo pensara, esperaban que yo les com
«Siempre parecían muy preocupados. Algunos ni siquiera podían esbozar una sonrisa. Sentados bajo las alas de sus sombreros, buscan____________________tentaban disimular. "Supongo que perdí un poco la cabeza", "No recuerdo gran cosa de aquella semana" o "Estuve muy jodido por un tiempo".rado, a veces bastante despacio, a veces con un pánico ciego que intorias de batallas libradas en las fronteras, de las que se habían retima cantina junto a las vías en la que habíamos parado. O de las dos cajas. A veces, era casi una especie de fiesta, una convención, el Gran Ejército de la República Matrimonial, y unos a otros se contaban hisdo con las manos, bebiéndose una botella de cerveza tras otra de la caja que habíamos comprado entre todos y subido al tren en la últi
»Y bien, ahora estamos aquí, no tantos años después, y es mi tur_no de ocupar el otro asiento, marear la oreja del tipo que se sienta junto a la ventana, el que se subió en la última estación, o sea: tú.
– Mi turno de sentarme y escuchar.
– No tienes elección, colega.
Cyprian alargó la mano, seguramente sin más intención que apre_tar el hombro de Reef, pero éste frunció el ceño y se apartó.
– He hecho algunas putadas, Cyprian, pero ésa es la única que no tienen perdón. El modo en que mi pequeño me miró, la última vez… No es que se diera cuenta de que algo había cambiado. No era más que eso; apenas un bebé. Siempre se acostaba sin pensar jamás que yo no estaría cuando se despertara. Pero aquella mañana yo no estaba. -Cyprian y él cruzaron una mirada demasiado cargada de tensión para mantenerla mucho tiempo-. Ni siquiera sé ya por qué lo hice. Pero eso es muy fácil, ¿verdad?
– ¿Cuánto de todo esto le has contado a Yashmeen?
– No más de lo que ella me cuenta de su juventud. ¿Por qué? ¿Es que estás pensando en ir corriendo a chivarte?
– Yo no, pero tal vez tú sí deberías. Algún día.
– Para ti es fácil de decir.
– A veces ocurre en la cárcel -teorizaba Reef-. Es como si, al pa__jo triángulo de dos padres y un hijo, casi sin quererlo.sarte bastante tiempo dentro, las cosas acabaran deslizándose a ese vie
– Pero no estamos en la cárcel, ¿verdad que no?
– Claro que no. Ni siquiera sé por qué lo he dicho.
– Eres libre para irte cuando quieras -dijo Yashmeen-. Todos lo somos. Eso fue siempre lo importante.
– Puede que me sintiera libre para irme antes -dijo Reef. Pero no estaba en condiciones de mirar a los ojos a nadie.
– Tampoco sabe por qué ha dicho eso -intervino Cyprian. La ex__ciera leer en ese momento.presión del rostro de Yashmeen, oscilando entre la rabia y el divertimento, no era un texto que a ninguno de los dos jóvenes les apete
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