El seguía intentando entender. Uno podía contemplar Londres, desde las alturas de la Noria de Earl s Court al crepúsculo, mientras se encendían las luces una tras otra y se corrían las cortinas. Pasaba de____________________mental de la cuestión…llas en el cielo: las inversiones del poder, las esposas imponiéndose a los maridos, los discípulos a los maestros, los soldados a los generales, los morenos a los blancos, el antiguo y esperable orden de las cosas del revés, una revolución en los términos del deseo; y aun así, a los pies de Yashmeen, eso sólo parecían las afueras…, la forma obvia o sacratrás de casi todas las ventanas a la vista, tan numerosas como las estre
– No te pongas demasiado espiritual -le advirtió ella, aunque pro____________________bello, tanto en su sitio como dolorosamente arrancado, cada nervio anhelante…cación, no te quepa duda, cada centímetro cuadrado de piel, cada cales en estos asuntos sino, poco a poco, a medida que avance tu edubablemente lo decía más para sí y sus propias esperanzas estrafalarias sobre el tema-. Sabes que es tu cuerpo el que disfruta con esto -dijo acariciándolo sin ternura-, no sólo las zonas de tu cuerpo tradiciona
»Otra vez -ella le dio un capirotazo con una uña escarlata y él exhaló un jadeo agudo, pero sin nada de dolor-. Estás pensando en un hombre. Dímelo.
– Sí. -El no insistía en «el amor», pero ¿qué otra cosa podía sen_tirse en ese momento?-. En varios hombres para ser exactos.
– Ya. ¿Seguro que no en uno en particular?
Cyprian se quedó un rato en silencio.
– No. En una sombra genérica, con un físico sustancial, supongo… Eso no significa… -Se volvió hacia ella, llevado por una oleada de ter_nura explícita.
– Ni se te pase por la cabeza que vaya a cortarme el pelo y me_terme un dildo para ti, Cyprian.
– Ni soñaría con pedírtelo. Ni con suplicártelo. -Como si no pu_diera resistirse, añadió-: Claro que haría algunos cambios: el pelo, ya sabes, el vestuario, cosas de maquillaje que a ti te gustarían más…
Ella se rió, fingiendo que lo estudiaba a la luz de las velas.
– «Claro.» Eres casi de mi misma talla, de huesos finos y rasgos bas____________________vidente de mis amigas.tos de la feminidad. Tal como eres, no serías rival para la menos claritante delicados, pero el cerebro que hay dentro está lleno, me temo, de poco más que de las ilusiones habituales de un niño sobre los encan
– ¿Y tal como podría ser?
– ¿Soy tu tutora? Pues ven aquí.
Avanzada la noche se acostaban juntos contemplando las luces, las que se movían y las inmóviles, reflejadas en los canales.
– ¿Qué dudas podías tener? -susurró ella-. He amado a mujeres, como tú has amado a hombres…
– Tal vez yo no diría «amado»…
– ¿…y qué importa? Podemos hacer lo que imaginemos. ¿No so_mos el mundo del futuro? Las normas de buena conducta son para los moribundos, no para nosotros.
– No para ti, en cualquier caso. Eres mucho más valiente que yo.
– Seremos todo lo valientes que tengamos que ser.
Era mediados de abril. Hacía semanas que había acabado el Carnevale, la Cuaresma se acercaba a su fin, y los cielos eran demasiado pálidos y macilentos para llorar por el destino del Cristo cíclico; la ciudad había recuperado lentamente su normalidad sin máscaras, con un extraño y mortecino brillo sobre el pavimento de la Piazza que te_nía menos de reflejo del cielo que de suave resplandor procedente de las regiones subterráneas. Pero la comunión silenciosa de las máscaras no había acabado del todo.
En una de las islas exteriores de la Laguna, que pertenecía a la familia Spongiatosta desde hacía siglos, a más de una hora de distan__to, como templo, como puerta a estados más allá del conocimiento inmediato.cia incluso en barco de motor, se erigía un palazzo que se hundía lentamente. A medianoche, entre el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección, empezaba el contra-Carnevale secreto llamado Carnesalve, que no era una despedida sino una entusiasta bienvenida a la carne y todas sus promesas. Como objeto de deseo, como alimen
Sin interferencias de la autoridad, eclesiástica o civil, todo ese mun____________________día al fin. Pero aquí, en el Carnesalve, como en el espionaje o en un proyecto revolucionario, el deseo de la Máscara era ser invisible, no amenazadora, transparente pero implacablemente engañosa, pues bajo su oscura autoridad imperaba el peligro y todo se transgredía.rencia privilegiada hacia el mundo de la carne, del que uno se despecaras eran reales, eran los rostros cotidianos, rostros con sus propias normas de expresión, que se conocían y comprendían entre ellos…, una vida secreta de Máscaras. No era como durante el Carnevale, cuando a los civiles se les permitía fingir que eran miembros del Mundo de las Máscaras, tomar prestada parte de esa distancia hierática, esa intimidad más profunda con los sueños acallados que disfrutaban las Máscaras. En el Carnevale, las máscaras manifestaban una indifedo limitado sucumbía a un imperativo enmascarado, y las identidades literales se desprendían hasta perderse por completo en el delirio. Con el tiempo, al cabo de un par de días, emergía la certeza de que siempre había existido separadamente un mundo en el que las más
Cyprian fue a la isla con el Príncipe y la Princesa en su lancha de vapor, tras subir a bordo, a la luz del crepúsculo, en el embarcadero de Ca' Spongiatosta. Durante una media hora, mientras la luna se ele__las que volvían a Torcello y Malamocco, vaporetti y góndolas…vaba y ocupaba el cielo, Cyprian, desorientado, tuvo la sensación de que habían ascendido muy por encima de la Laguna, de que el cielo era un yermo borroso de humo iluminado, los colores parecían más brillantes de lo esperable, y desde esa peligrosa altitud creyó ver muy abajo barcos mercantes que aceleraban, barcos con productos agríco
Se encontraban todavía a millas de distancia, pero ya podían oír la reunión.
– Debió de ser así hace un siglo -comentó el Príncipe-, al lado de San Servolo, con todos los locos chillando.
La luz que tenían delante era de un amarillo eléctrico sucio, res_plandecía sobre el agua y era cada vez más intensa a medida que se acercaban. Se detuvieron en un antiguo muelle de piedra, el palazzo condenado oscilaba sobre ellos. Los sirvientes, con antorchas, vestidos esta noche de negro como los Signori di Notte, la banda de asesinos sanguinarios del Dogo Gradenigo, los acompañaron al interior.
Cerca de la medianoche, Cyprian, luciendo un vestido de baile de tafetán negro que le había prestado la Principessa, un antifaz de cuero negro sobre los ojos, con la cintura ceñida hasta una circun____________________diendo en tacones altos por las escaleras de mármol, hacia el mar de máscaras y carne de abajo. Reef, arriba en una de laslas y violetas de Parma, protagonizó una entrada arrolladora descencada por el corte de pelo que había imaginado el Signor Fabrizio para Yashmeen, rizado, empolvado, esculpido, entretejido de diminutas perferencia imposiblemente esbelta, la pequeña cara maquillada enmar loggie, estaba a punto de encenderse un purito, pero se levantó boquiabierto, al prin____________________ble una pequeña orquesta de baile.cendió hacia la conmoción general, a través de la cual apenas era audicipio sin saber muy bien quién era, con una erección que amenazaba con demoler los pantalones del disfraz de Pierrot que Yashmeen se había empeñado que llevara. Con la vaga idea de ver más de cerca, des
– Vaya, ¿qué tal, vaquero? -Era Cyprian, quién si no, con una voz suave y divertida que se alzaba hasta un registro apropiado para los escarceos, tan cerca que Reef olía su perfume, algo floral, elusivo, noc____________________nóticamente en los de Reef, estaba a punto de decir algo más cuando su mano juguetona fue agarrada y retirada de golpe.tinuaba exhibiendo ideas propias; Cyprian, con los ojos clavados hipbían puesto dolorosamente rígidos, y luego, no, eso no podía estar pasando, su pene, que, lejos de encogerse ante el descarado asalto, conse ir, había levantado temerariamente su diminuta mano enguantada para acariciar primero los pezones de Reef, que a esas alturas se haturno… Sin tardanza, el joven, que esa noche estaba resuelto a dejar
Читать дальше