Mientras cruzaba una vez más el puente de Mestre y entraba en el crepúsculo de un naranja humeante, Cyprian sintió la tristeza propia de la contemplación de un tiempo reciente ya irrecuperable. Aunque toda su vida anterior, la infancia, la adolescencia, estuviera ya fini__rido recuperar era la semana anterior, y la precedente a la anterior. Rehusaba, aunque no lo conseguía del todo, pensar en Yashmeen.quitada, podía seguir adelante sin que le pesara…;lo que él habría que
En Trieste, los miembros neo-Uskok, liderados ahora por el primo de Vlado, Zlatko Ottician, le acogieron con amabilidad, pues habían oído algunas versiones un tanto exageradas, ya medio folclóricas, de sus aventuras en la Penínss.
Se sentaron a comer gibanica y sardinas y a beber una grappa de hierbas llamada kadulja. Todo el mundo hablaba un dialecto en parte de la costa de Cakavstina, en parte argot marino Uskok del siglo XVII. Un idioma opaco para Cyprian, pero, mucho más importante aún, para Viena.
¿Qué hacer? Se habló largo y tendido, en los cafés y tabernas, pa____________________ciados, los Mavrovlachi de Croacia. La gente de Vlado.te de cuentas debía proceder de una dirección menos exaltada, de las zonas inferiores de la rosa de los vientos, los sin rostro, de los despremente pensando que con eso conseguiría protección. Así que el ajusradas que estuvieran, ninguna de las grandes Potencias serviría, porque Theign había hecho negocios con todas de forma regular, probableseando por la Riva, de métodos y medios. Ni la menor duda de que había que matar a Theign. Algunos preferían un final rápido, asesinos sin nombre en la oscuridad; mientras que otros querían que sufriera y se diera cuenta. La justicia poética habría querido que se le entregara a algún servicio famoso por su dominio de la tortura. Por más prepa
– Tantas armas como necesites -le prometió Zlatko.
– Lo acosas hasta ponerlo al alcance de nuestras miras, nosotros nos encargaremos del resto -dijo su hermano Vastroslav.
Al revisar las relaciones austríacas de Theign, a Cyprian le fascinó la intimidad que había conseguido con la Cancillería militar del Prín_cipe Heredero Francisco Fernando, que dirigía desde el Belvedere de Viena una red de intrigas con vistas a remodelar el mapa de Europa mediante protegés como el actual ministro de Exteriores Aerenthal, el arquitecto de la Anexión de Bosnia.
– Lo que indica -susurró Cyprian para sí- que Theign debía de estar al tanto de la anexión desde mucho, muchísimo antes de que se diera el primer paso, pero fingió estar tan sorprendido como todos los demás. Era, de hecho, la primera fase de su maldita guerra europea, y me metió de pleno, hasta el punto de que yo no podía hacer nada que no condujera a mi propia destrucción. Bueno, tengo que matar a ese cabrón inmediatamente, de verdad, tengo que hacerlo.
Mientras Inglaterra y Austria-Hungría habían tenido interés en impedir que Rusia adquiriera demasiado poder en los Balcanes, pa_recía que Theign había sido capaz de justificar la cooperación, en el grado que fuera, con la Ballhausplatz aduciendo la Cuestión Macedonia, y por tanto evitando cualquier sospecha de traición.
Además, a lo largo de 1906 y 1907 se habían invertido cantida__viera a la espera de un nuevo destino. Lo mejor sería actuar cuanto antes.des todavía no justificadas de tiempo y de dinero, por no mencionar el dolor infligido, que incluía muertes anónimas en rincones poco frecuentados de las ciudades de Europa, para impedir que llegara a establecerse ningún entendimiento anglo-ruso. Para Alemania era esencial que Inglaterra y Rusia fueran enemigos eternos, y para ello los agentes más activos debieron de ser los alemanes o sus criaturas austríacas, entre los que sin duda se contaban los selectos pretorianos de Theign. Pero, con la Entente en vigor, lo más probable es que Theign, con ese don suyo de la paciencia propia del predador, estu
Mientras las habilidades sobre el terreno de Cyprian se habían afilado a fuerza de pasarlas por la piedra de amolar de la crisis euro__na vienesa, se habían embotado. Cyprian nunca podría convertirse en veneciano, pero había aprendido un par de cosas útiles, entre ellas que los rumores que tenían un valor relativo en otras ciudades aquí, en Venecia, podían tomarse como hechos científicos. Salió a Castello, se sentó en cafés ypea, las de Theign, debido al abuso de varios lujos, entre ellos la coci bácari y esperó, y al momento apareció Theign, acompañado de su par de gorilas. Cyprian recitó las fórmulas apro__le que empezó a continuación, se fue enterando de cada minuto de la agenda diaria de piadas y se hizo invisible. Al poco, en el intrincado pero disparejo baiTheign, y se las arregló para acecharlo sin ser visto, a una distancia que, sin embargo, le permitía no parar de incordiarlo, contratando carteristas para hacerse con su billetero, organizando en el mercado de pescado una agresión a Theign con un desagradable abadejo, subiéndose en persona por los tejados de Venecia para lanzar una furtiva teja a la cabeza del traidor.
Una noche siguió a Theign hasta un palazzo de San Marco, cer_ca del Rio di San Zulian. Era el consulado austro-húngaro, por el amor de Dios. ¿Cuánto más descarado se imaginaba aquel hombre que podía ser? Cyprian decidió hacer acto de presencia.
Llevaba el Webley preparado; calculó delicadamente su posición: la mitad dentro, la mitad fuera de la niebla. Theign, como si se sintie_ra protegido por una misteriosa capa, no pareció sorprendido.
– Vaya, si es Latewood. Creíamos que habías muerto.
– Lo estoy, Theign; soy una aparición.
– Los informes de tu misión que han llegado al Belvedere los han deslumbrado, el Príncipe Heredero en persona…
– Ahórranos el rollo a ambos, Theign. Prepárate.
Theign retrocedió a la defensiva, pero Cyprian ya se había desva_necido.
– ¡Te mueves rápido para ser un vago maricón! -gritó Theign al patio vacío. En el pasado, Cyprian habría sentido una punzada de re_sentimiento ante esa referencia a su antigua relación.
A medida que se aproximaba la crisis, se veía más incapaz de to____________________pertar se lo había borrado de la memoria.dadero nombre le había sido revelado, pero que la conmoción del deszación conocida en el sueño como «Austria». Pero incluso dormido sabía que no se trataba de eso. Se despertaba imaginando que el verlerar el día a día. No podía dormir. Cuando bebía para conciliar el sueño, se despertaba después de una hora de sueños agitados en los que Yashmeen lo traicionaba una y otra vez y lo entregaba a una organi
– Entonces, si todo va bien, será esta noche -dijo el Príncipe con una sonrisa cuya frialdad tenía más que ver con la incomodidad que con el arrepentimiento. Cyprian y él habían quedado, furtivos como en una cita secreta, a última hora de la tarde en el Giacomuzzi-. Tie_nes todo el derecho a estar presente.
– Lo sé. Pero con los hermanos Ottician en la ciudad, lo más con_veniente es dejarles vía libre para que se resarzan.
El Príncipe le devolvió una mirada dubitativa.
– ¿Deseabas algo más?
– Sólo agradecerte tus esfuerzos en esta cuestión, Altezza.
El Príncipe siempre había poseído el talento principesco de saber cuándo y cómo disimular su desprecio. Una cualidad muy necesaria en el mundo, no sólo porque ciertos asesinos podían ser excesiva__ble que le hubiera parecido antes, él mismo se equivocaba de vez en cuando. Un hombre que no sabe cuánto pedir es, por descontado, despreciable, pero a veces, aunque no con frecuencia, sencillamente no querrá nada para sí, y eso hay que respetarlo, aunque sólo sea por su rareza.mente susceptibles ante el insulto, sino también porque, por increí
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