– Te fuiste allá -dijo ella-, cuando no tenías por qué. ¿Cómo se supone que debía sentirme?
– Pero estábamos de acuerdo, o eso creía…
– Si tú lo dices.
Y entonces se hizo uno de aquellos silencios extraños, y algo cu__sonas que cuando él había subido a bordo delrioso había sucedido con el tiempo, pues aunque eran las mismas per John of Asia el año an____________________te obvio.ra era más profundo que nunca, las apuestas eran más altas, el peligro de perder cuanto tenían se había vuelto espantosa e inequívocamenterior, eran también dos personas enteramente distintas que no tenían nada que hacer en la misma ciudad ni, mucho menos, en la misma habitación, y aun así, fuera lo que fuese lo que había entre ellos, aho
En la balanza de un día laborable ordinario, el amor propio de Cyprian, cosa rara entre los caballerosos espías de la época, apenas ha____________________to que se trataba de una pose.vencido de que era casi invisible a la mirada pública. Al principio, Derrick Theign, entre otros manipuladores, había dado por supuesgún atuendo formal. Aunque le encantaba hacer comentarios sobre la apariencia de los otros, sobre su atuendo y acicalamiento, Cyprian solía pasar días sin afeitarse ni cambiarse de cuello o de traje, contaba los círculos sociales de más clase, y que de hecho no poseía ninbía pesado mucho más que el párpado de un mosquito recién nacido. A los colegas les había asombrado una y otra vez descubrir que evi
– «¿Quién, pequeño C.L.?» Venga ya, Latewood, incluso andrajo__seo, los príncipes del mundo de la industria se pondrían a lloriquear ante las puntas de tus zapatos con que sólo te retocaras el pelo, por ejemplo.so como vas, no eres precisamente una droga en el mercado del de
– Te equivocas de marica, me temo -se limitaba a mascullar Cyprian, lo que en una persona más vanidosa habría podido interpretarse como autodesprecio. A la mayoría de los que lo veían les resultaba difícil conciliar su apetito de humillación sexual, su carnalidad específica, con lo que tenía que ser denominado como rendición religiosa del yo. Entonces apareció Yashmeen, echó un vistazo y comprendió en un latido, en el sencillo y elegante giro de una muñeca, qué estaba mirando.
La esperanza que eso encendió la pilló desprevenida; en la vida que llevaba en ese momento, era algo casi irrazonable. Pero ¿no acababa de sentir en los casinos de la Riviera el deseo de arriesgar mucho más contra apuestas mayores? Viviendo como vivía en un mundo cada día más embrutecido, que esperaba obtener la salvación en códigos y go__contrar a algún otro que buscase trascender todo eso, y que ni siquiera fuera especialmente consciente de ello? Y apareció Cyprian, ni más ni menos. Querido Cyprian.biernos, que cada vez se conformaba más con relatos de la burguesía suburbana y recompensas mediocres, ¿qué oportunidades tenía de en
Entonces empezó a pasar algo ciertamente extraño. Durante años, Yashmeen se había visto obligada a soportar las pasiones que desper____________________le nombre.naga erótica. Pero ahora, por primera vez, con el regreso de Cyprian, algo había cambiado, como si, con la milagrosa resurrección de él, también se le hubiera devuelto algo a ella, aunque se resistía a dartaba en los otros, contentándose con algunos momentos de diversión y prefiriendo, como un espectador en una actuación de juegos de manos, no saber muy bien cómo funcionaba aquello. El Cielo sabía que se había esforzado por ser una buena chica. Pero tarde o temprano se le acababa la paciencia. Cierto suspiro exasperado, y otro amante con el corazón roto se quedaba por el camino, revolcándose en la cié
Los hombres nunca habían supuesto un gran reto, todos sus éxitos memorables eran con mujeres. Tras haber aprendido, sin mayores des____________________tánico, independientemente de la edad. Era casi una indiferencia hacia el yo, en la que el deseo lo desbordaba y anulaba, y ella, al principio, pensó, como habrían pensado otras mujeres: bueno, entonces no es más que aborrecimiento de sí mismo, ¿no?, tal vez una cuestión de clases; pero no,quier límite que ella pudiera concebir. Era algo que iba más allá del tradicional gusto por la flagelación esperable en cualquier escolar brivelos, cómo manipular los deseos de la dependienta de Londres y de la altiva girtoniana, a Yashmeen le sorprendió agradablemente descubrir que el mismo enfoque también funcionaba con Cyprian, sólo que era más efectivo todavía. Se intensificó la amable fantasía de princesas y sirvientas y demás, se amplió a esferas de poder real, de dolor real. El no parecía refrenado por los temores, siempre presentes, que ella había acabado percibiendo, los que lastraban las almas de la feminidad británica; al contrario, él incluso parecía deseoso de transgredir cual no se trataba de eso. Cyprian realmente disfrutaba dema____________________denaba dirigirlos a otro sitio.do estaban juntos, pero se dio cuenta de que no importaba. Los ojos de él seguían alzándose adoradores sólo hacia ella, salvo cuando le orllas curvas suaves y seductoras, bien podría haber sido narcisismo, pero no, tampoco se trataba de eso. La mirada de Cyprian no buscaba el espejo, sino a Yashmeen. Al principio pensó en tapar el espejo cuansiado con lo que ella le obligaba a hacer. «¿"Odio"?, no…, no sé qué es eso», se quejaba él, contemplando consternado su propia figura desnuda ante el espejo de ella, «a no ser que sea el tuyo…». Con aque
– No -susurró él.
– ¿Me estás diciendo que no? Voy a darte una paliza que verás…
– No te dejaré -con la misma voz susurrante.
Ella alineó los hombros, un gesto que había descubierto que a él le excitaba especialmente.
– Muy bien. Creo que me ocuparé de ese culito desafiante. A ver, Cyprian.
– No -repetía incluso cuando sus pequeñas manos enguantadas se desplazaban con languidez hacia las sujeciones de los pantalones, se daba la vuelta, los desabrochaba lentamente y se los bajaba para ella, mirando por encima del hombro.
El creía saber qué era estar encendido. Pero esto era una explosión sostenida que alcanzaba de vez en cuando una brisance casi insoporta____________________cuerdo de Cyprian de la necesidad inocultable de Yashmeen, como si él la hubiera pillado en un momento de vulnerabilidad.males que a ella se le ocurrieran para castigarle podían anular el resiva. Si llegaba unos minutos tarde a una cita, la encontraba temblando de ansiedad, a un paso de las lágrimas. Ninguna de las crueldades forble. Aun así, la soportaba, no tanto porque ella quisiera cuanto porque, increíblemente, se había convertido en una necesidad para la propia Yashmeen. ¿Cómo iba él a defraudarla? Parecía demasiado ridículo, pero encontraba evidencias por todas partes. Ella se comportaba como una chiquilla enamorada. Le compraba a Cyprian enormes ramos de flores y ropa interior extravagante. Lo elogiaba cuando él no estaba delante, y con lo que algunos habrían considerado una largura exce
– Llevo viviendo demasiado tiempo con esta maldición -le con____________________tenía la erección; Theign se daba por satisfecho con tener el poder y que lo obedecieran… Esos deseos podía entenderlos, pero, pero…diera, que cumpliera sus requisitos con tanta exactitud…, con tanto respeto… El Coronel Kháutsch era cruel, al menos mientras se le manfesó a ella con el tono jadeante, casi lloroso, en el que a veces caía, el equivalente oral a arrojarse a sus pies, en busca de certezas debajo de ellos-, quién habría imaginado que existiría alguien que la compren
– Antes de que esto acabe -le informó ella-, si es que acaba, ya no imaginarás más, creerás. -Le divertía el tono melodramático de su propia voz, pero hasta ella misma se medio creía lo que había dicho, y sus ojos brillaban confirmándolo. Con crueldad, pero eso era lo que menos importaba. Con la excepción de un turista en Wigan en una ocasión, cuyas palabras quedaron parcialmente oscurecidas por un ex_traño sándwich de patatas fritas, era seguramente la declaración más romántica que nadie le había hecho a Cyprian hasta entonces.
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