– Ninguno de nosotros somos guerreros de las montañas -dijo Prokladka, al que se le desbordaban unas lágrimas colegiales-. Para lu_char, los rusos preferimos las estepas y su gente prefiere las tierras bajas o, mejor aún, los océanos.
– Podemos compartir lo que sabemos -propuso Halfcourt, con una aparentemente incontenible emoción.
El Polkovnik le devolvió la mirada, con los ojos saltones e inyecta_dos en sangre, como si de verdad se lo estuviera pensando, antes de estallar en unas carcajadas tan agudas e inseguras en su dinámica como para provocar dudas sobre su capacidad de controlarlas.
– Polny pizdets -murmuró negando con la cabeza.
Halfcourt se levantó para darle unas palmadas en el brazo.
– Bueno, bueno, Yevgeni Alexandrovich, no pasa nada; estaba to__mor inglés, y le pido disculpas…mándole el pelo, claro, ya conoce usted el inescrutable sentido del hu
– Oh, Halfcourt, estos yermos de los que no puede sacarse prove_cho alguno…
– ¿No sueño, sin descanso, con Simia y con el porche del restau__chosos de los que pasan, parece que ya sin mí para siempre, por el puente Combermere?rante Peliti en el momento álgido de la temporada? ¿Y los ojos capri
Más allá de Kashgar, la Ruta de la Seda se bifurcaba en dos vías, al norte y al sur, como para evitar el inmenso desierto que se exten__nía que significaba «Patria del pasado».día hacia el este de la ciudad, el Taklamakán, que en chino, según se decía, se traducía como «Si entras no sales», aunque en uigur se supo
– Bueno, viene a ser lo mismo, ¿no, señor?
– ¿Entrar en el pasado y no salir nunca?
– Algo así.
– No me vengas otra vez con tus tonterías, Mushtaq. ¿Y qué me dices de lo contrario? ¿Permanecer en el exilio del presente y no vol_ver nunca, para reclamar lo que fue?
Mushtaq se encogió de hombros.
– Cuando uno ha escuchado tantas de esas quejas, por lamentables que sean…
– Disculpa, tienes razón, Mushtaq, claro. La elección se hizo hace mucho tiempo, y en un lugar demasiado remoto de esa patria, ya inac_cesible, para que ahora importe si soy yo el que elige u otros lo hacen por mí; ¿quién puede establecer los límites entre el que recuerda y el recuerdo?
Su argumento no podía considerarse ingenuo del todo, pues había existido al menos un Recuerdo cuyos contornos permanecían para él perfectamente definidos. «Todo está muy claro.» Fue incapaz de no susurrarlo en alto, más tarde, cuando Mushtaq había vuelto a quedarse dormido y Halfcourt se había encendido otro purito transnocturno, remiso a renunciar al flácido desvanecimiento que suponía entregar____________________dad. En aquel instante se vio transformado, torpemente, cate, sin embargo, tenía muchos nombres, y la cuerda por la que subía una doncella hacia la salvación podía utilizarse para atarla con cruelban, el sudor y la saliva que fluían o se escupían. Su intención con la niña, se quejaría, nunca había sido deshonrarla sino rescatarla. El rescado a buscar uno de los muy apreciados burros del Waziristán. El sabía muy bien qué era aquello, aquella reunión de jovencitas, a esas alturas ya era un experto en los números teatrales con atrezo que siempre montaban por allí, y observó a los demás visitantes que pasaron a buscar, infalibles como un francotirador afgano, en cuanto él pasó bajo la puerta de barro cocido al sol, en compañía de Mushtaq, disfrazados de mercaderes punjabíes, fingiendo que acudían al merbierto y la boca velada, los ojos exclusivamente suyos, aunque lo fuese a los recuerdos…: su figura, ya femenina, en cansina posición de firmes aquel día de mal agüero, entre la carne negociable, el pelo cuen dos cria____________________ces ese miserable arrendamiento físico, co-conscientes, cada uno a la vez respetando y despreciando los imperativos del otro.cias del trabajo, para la que el deseo no era más que una molestia y, a veces, una debilidad-, y esos dos seres compartieron a partir de entonturas que residían en la misma vida -una transportada sin reservas por los espacios hechizados del deseo, la otra amurallada por las exigen
Sabía de otros colegas a los que les había pasado algo parecido y se habían resistido volviéndose insomnes, trabajando hasta el agota____________________nos hasta que nos reencontremos en tiempos menos vejatorios.» Dicho lo cual, simplemente desapareció en un abrir y cerrar de ojos, hasta el punto de que Halfcourt sospechó que se trataba de algún truco de magia local.sas más de una vez, su Señoría, así que no espere nada de mí; mi prima Sharma se encargará de la colada, el mercader de puros está ansioso por cobrar los dos últimos pedidos, me parece que eso es todo, al mebrió las ventajas de la ausencia. «He caminado descalzo sobre estas bracipio, día a día, lo fue evitando como podía, aunque con muy poca ayuda de Mushtaq, que, en el instante en que llegó Yashmeen, descumiento, cultivando costumbres destructivas, infligiéndose heridas que iban de leves a mortales. Auberon Halfcourt vio el peligro y al prin
Intencionadamente o no, su desafección ponía sobre la mesa, des____________________ra para haber contemplado la voluntad de Dios, observado el capricho estocástico del día, aprendido cuándo debía o no susurrartaba en las cartas, a menos que uno llevara el tiempo suficiente ahí fuecho, de la larga excursión por el desierto con la cantimplora vacía. La masacre de uno mismo, como dice Hamlet, ciertamente siempre esras, buscaba finalmente el consuelo de la Browning, de la viga del tesionado con un niño. Uno sufría, se arruinaba, desvariaba embriagado por los mercados, se rebajaba ante el desprecio de las razas más oscucinado ni, mucho menos, enamorado. Pese a que era bien sabido que a algunos les pasaba, uno no solía experimentar un vínculo tan apatos de los lamas tibetanos. Antes de Yashmeen, desde luego -y eso lo hacía todo especialmente incómodo-, nunca se había sentido tan fascales con aquellas cataratas místicas que ocultaban los Mundos Oculdos, pronto inseparables de la atmósfera interior, venidos de cualquier punto de la rosa de los vientos, imponiéndose, no sabía cómo, hasta al humo de puro; su cabello, comparado por uno de los baladistas lolencios a menudo tan dulces como un canto; sus olores, fugaces, variade el momento en que ella había cruzado el umbral de la puerta, la cuestión no ya de si Yashmeen tendría que irse, sino de cuándo. El nunca llegaría a saber interpretar sus ojos claros, que se entornaban inquisitivos de vez en cuando; sus miembros desnudos parpadeando sobre las baldosas verdes en sombras de los baños y las fuentes; sus si «Inshalá», y haber entendido, de un modo que quizá jamás se habría dado en In__tida ineludible de lo que le era más querido.glaterra, que el momento tenía que esperar, que dependía de la par
El Coronel Prokladka y sus hombres, para quienes en Kashgar no había secretos, al menos no seculares, asistían al espectáculo diver____________________pulaciones que hubiera hecho falta, pero, como si la chica también hubiera hechizado a esa pérfida fraternidad, nadie iba más allá de una tosca cortesía que a veces hasta podía tomarse por buenos modales. Al fin y al cabo, había una Entente Anglo-Rusa. Yashmeen visitaba con regularidad a las chicas del harén delvecho político, no habrían dudado en llevar a cabo las sucias manitidos y apenados. De haber existido un modo de sacarle algún pro Polkovnik, y todos los varo____________________tadillas.se, aunque constaba que un par de subalternos habían mirado a hurnes que rondaban por las cercanías tenían la sensatez de no inmiscuir
Como siempre, estaban más preocupados por descubrir nuevos métodos para ganar un rublo deshonesto, ya fuera con hachís, con pro__siderado descabellado incluso según los estándares imperantes aquí, para robar el gran monolito de jade del mausoleo Gur-e piedades inmobiliarias o con el último plan de su colega Volodya, conAmir de Sa____________________cubierto en ningún lugar del mundo. Volodya estaba obsesionado por el jade, igual que otros lo están por el oro, los diamantes o el hachís. Era él quien le recordaba maliciosamente a Auberon Halfcourt que la palabra local para jade eravenciendo al semimítico aeronauta Padzhitnov para que se llevase el pedazo entero mediante cierta tecnología que todavía no se había desmarcanda, ya fuera rompiéndolo en bloques más pequeños o con yashm. En 1895, lo habían enviado al este por su participación en un negocio ilegal de tráfico de jade durante la construcción de la tumba de Alejandro III. Ahora, en Kashgar, ha____________________lamidades que ni siquiera se le habrían ocurrido al gran conquistador mongol.ba de Tamerlán, pese a la antigua y universalmente temida maldición que se abatiría sobre el mundo en el caso de que se profanara, unas cacía perder el tiempo a todo el mundo con planes para saquear la tum
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