Al principio, Kit se tomó todo eso como una especie de divertimento de la Pandilla Negra, y en cuanto pudo se acercó sigilosamen_te a las escalas para echar un vistazo. En el hueco de la escotilla se topó con guardias de la marina empuñado Mannlicher.
– Soy un pasajero -se quejó Kit-, soy de América.
– Eso me han dicho. Pues yo soy de Graz. Vuelve abajo.
Lo intentó en otras escalas, por otras escotillas. Ascendió por hue____________________nas bocanadas de aire fresco.rales, orquestas de baile, alta cocina-, aunque agradeció un par de buecos de ventilación y se escondió entre la ropa sucia, pero nada de eso le sirvió durante más de cinco minutos en ese mundo militar gris y lúgubre, desprovisto de comodidades civiles -sin mujeres, arreglos flo
– No, no, cangrejo de sentina, esto no es para ti. Vuelve a las pro_fundidades inferiores con los tuyos, ahora.
A Kit le dieron una litera en la zona de la tripulación, que ocupa__quiera de arriba, dedicándose por lo demás a cumplir sus turnos como fogonero.ba un estrecho espacio en el vértice de la proa, y O.I.C. Bodine se pasó a verlo para comprobar si estaba bien. Se convirtió en el Fantasma de las Cubiertas Inferiores, y aprendió a esconderse cuando aparecía cual
Para tratarse de un teutón con rango ejecutivo, el Capitán del bar_co parecía excepcionalmente indeciso, puesto que cambiaba de opi_nión cada pocos minutos. Durante unos días el S.M.S. Emperor Maxi_milian rondó por la costa, desplazándose primero hacia el norte, luego hacia el sur, adelante y atrás, cada vez más desesperado, como si in__ra escala sería Tánger -por entonces, según los rumores que corrían, bajo el control del señor de la guerra Mulai Ahmed er-Raisuli-, el Capitán había optado por ir mucho más al sur, a Agadir, la Reina de la Costa de Hierro.tentara encontrar la épica batalla naval que el Capitán creía todavía que se estaba librando… Aunque se había informado de que la prime
Kit descubrió la razón de ese cambio cuando se fijó en una pila de bandejas y platos del comedor de primera clase que había delan____________________quier parte de Marruecos.rior pertenecía a la tribu de los sus, que no acogían con amabilidad a europeos en su territorio. De hecho, la costa estaba cerrada a todo comercio con el exterior según un edicto del joven sultán Abdel Aziz, a pesar del acuerdo al que habían llegado Francia, España e Inglaterra, que concedía a la primera el derecho de «penetración pacífica» en cualción como colonos encubiertos forzosos; su cometido sería el de crear granjas, por más que la región no fuera propicia para la agricultura, pues la costa quedaba a merced de los vientos, mientras que el intelas de máquinas, y su presencia la conocía tan sólo el Capitán, entre cuyas órdenes iban codificadas un par de cláusulas sobre su instalaría de las cuales hablaba alemán. Parecía que iban a ser desembarcados y plantados en la costa atlántica de Marruecos como «colonos», cuya presencia allí justificaría a posteriori el interés alemán por la zona. Por razones diplomáticas los mantenían secuestrados allí abajo, en las sadas, que vivían allí dentro desde el principio de la travesía, la mayote de uno de los bunkeres de carbón vacíos. Por curiosidad, metió la cabeza y para su sorpresa descubrió a un grupo de personas escondi
Como en un sueño, más allá de la marcha implacable y gris de los rodillos, los colonos acabarían imaginando que podían ver en el hori____________________rían y zarparían en pequeños botes o incluso huirían a nado, sin que se volviera a saber nada de ellos.to encarnarían su única esperanza de liberación. Muchos enloquecezonte, incluso olerías en el viento, las legendarias Canarias, que pron
– ¿Qué ha pasado? Nos acostamos en Lübeck y nos hemos des_pertado aquí.
– Yo voy a Gotinga -dijo Kit-, si quieren que lleve algún recado de su parte, estaré encantado de hacerlo.
– ¿Qué oportunidades tiene de llegar allí si se esconde aquí como nosotros?
– Lo mío es un revés temporal -masculló Kit.
Habitantes de ciudad, comerciantes de Susi, bereberes del valle, mercaderes llegados en caravanas de las montañas y el desierto de más allá dejaban a un lado las minucias cotidianas para acercarse a la playa y mirar, sin saber muy bien si corrían algún peligro. Pocos de ellos ha__pían su búsqueda del fruto que parecía una oliva para contemplar la visita metálica. Los músicos gnaoua invocaban elbían visto nunca un navío mayor que una barca de pesca, salvo las siluetas lejanas que divisaban mar adentro, cuyo tamaño les resultaba indescifrable. Las cabras, subidas a las ramas de erguenes, interrum mlouk gnaoui, lla____________________dad de una de «Las Grandes Potencias» no aclaraba mucho la cuestión, pues esa expresión, aquí, en esta costa aislada, abarcaba posibilidades que escapaban a la geografía secular.tas del bien y del mal. Todo el mundo coincidía en que el barco debía de proceder de algún lugar muy remoto, y suponer que era propiemando al portero de los Seigneurs Noirs para que abriera las puer
Las paredes blancas brillantes de la ciudad se ofrecían al gigantesco depredador, que se deslizaba arrogante y sin adornos, interrumpiendo aquel día sin incidentes, proyectando sombras de bordes afilados a tra_vés de una niebla producida por la combustión tanto de sus chimeneas como de las hogueras apresuradamente encendidas en la costa, aunque no se sabía si como señal de amistad o de temor…
Como si se tratara de una reencarnación después de algún estadio intermedio o de Bardo, una noche sin luna los pasajeros civiles, Kit entre ellos, se escabulleron uno tras otro por una abertura que había en un costado del Emperor Maximilian, destinada en principio al lanza__dó en encontrar acomodo entre el puerto y la carretera de Mogador, y así empezó a rondar por un bar de la costa, el Tawil Balak.miento de submarinos enanos, y fueron conducidos en barcas de remos y en secreto hasta la costa, tras lo cual el acorazado zarpó de nuevo mar adentro. Kit, que no estaba convencido de tener mucho futuro en la Marina de los Habsburgo, había decidido desembarcar allí, y no tar
– En esta ciudad somos bastante cosmopolitas -le dijo Rahman, el camarero-, pero yo de usted no me adentraría mucho en el valle.
Una noche un pescador desembarcó de un pesquero de vapor, el Fomalhaut, que trabajaba por libre desde el puerto de Ostende, y del que se habían bajado un par de tripulantes en Tánger.
– Vamos escasos de marineros -le dijo el patrón a Kit-, estás con_tratado.
El resto de la velada transcurrió en una neblina. Kit recordaba ha_berse enzarzado en una discusión sobre el problema de los dos Stu_pendica con Moisés, un místico judío que residía allí.
– En realidad, tampoco es tan raro por estos lares. Jonás es el ejem_plo clásico. Recuerda que se dirigía a Tarsis, cuyo puerto, a quinientas millas al norte de aquí, hoy llamamos Cádiz, uno de cuyos nombres alternativos es Agadir. Pero la tradición en este Agadir sostiene que Jo_nás llegó a tierra justo al sur de aquí, en Massa. Hay una mezquita que conmemora el suceso.
– Dos Agadires -dijo Kit asombrado-. ¿Salió al Atlántico? ¿Desem_barcó en ambos lugares a la vez, a quinientas millas de distancia?
– Como si el estrecho de Gibraltar hiciera las veces de punto de confluencia metafísico entre los mundos. En aquellos tiempos, atra____________________tad de bilocación? ¿Dos peces, dos Jonás, dos Agadires?ción de que no se puede estar en más de un lugar al mismo tiempo… Una vez atravesado, ¿el barco tomó dos bordadas a la par? ¿Soplaba el viento en dos sentidos? ¿O era el pez gigante lo que poseía la faculvesar esa brecha abierta hacia el vasto e incierto campo del Océano era dejar atrás el mundo conocido y puede que también la conven
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