Santa Montefiore - La Virgen Gitana

Здесь есть возможность читать онлайн «Santa Montefiore - La Virgen Gitana» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Virgen Gitana: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Virgen Gitana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Poco antes de morir, la madre de Mischa dona al Museo Metropolitano de Nueva York La Virgen gitana, un cuadro original del afamado pintor renacentista Tiziano, que ella había ocultado todos esos años sin que su hijo lo supiera. Poco a poco, Mischa descubre que esa misteriosa e hipnótica pintura está muy relacionada con su propia vida, en especial con los difíciles años de su infancia durante la posguerra europea. La súbita reaparición de un antiguo compañero sentimental de su madre, que había desaparecido de la faz de la tierra treinta años antes, planteará nuevas preguntas e inquietudes. En sus esfuerzos por desvelar el misterio de esa obra de arte escondida en secreto durante tanto tiempo, Mischa descubrirá amores, resentimientos y sensaciones que creía olvidados pero que lo habían marcado desde su más tierna infancia.

La Virgen Gitana — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Virgen Gitana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Mi madre y Coyote empezaron a hablar, y yo me puse a pensar en mis cosas, en el puente sobre el río y en Pistou, que estaría esperándome con las manos llenas de piedras. Empezaba a aburrirme y me moría de ganas de correr y jugar con mi pelota. Miré a mi madre, que contemplaba a Coyote con embeleso, iluminada por una luz interior que la hacía más hermosa que nunca. Sólo tenían ojos el uno para el otro, y había largos momentos de silencio en que Coyote rasgueaba la guitarra y clavaba en mi madre una mirada llena de deseo. Me sentí incómodo y decidí marcharme sin decir nada, pensando que estarían mejor solos.

Al llegar al puente no encontré a Pistou, sino a Claudine contemplando el agua. Llevaba un sombrero de paja, y el pelo suelto le caía sobre la cara como una cortina. En un primer momento no supe qué hacer, pero recordé su sonrisa y reuní valor para acercarme. Una ramita se quebró con un crujido bajo mis pies y Claudine se volvió sobresaltada como si la hubieran pillado haciendo algo indebido. Al verme, su expresión se suavizó y me sonrió con dulzura.

– Ah, eres tú.

Me acerqué con expresión interrogativa.

– No debería estar aquí -me respondió. Y añadió, con el rostro encendido de admiración-: No estabas en misa.

Me incliné sobre el pretil y me estremecí de temor al vislumbrar en las aguas el rostro del padre Abel-Louis. Para alejar estos pensamientos tan sombríos, me volví rápidamente y le quité el sombrero a Claudine. Ella chilló asombrada y corrió tras de mí para recuperarlo, pero yo la esquivaba con facilidad y la llevé hasta la orilla, donde se puso a perseguirme entre protestas y carcajadas.

– ¡Mischa! ¡Vuelve aquí!

Cuando finalmente dejé que me alcanzara y le devolví el sombrero, Claudine tenía los ojos brillantes y las mejillas encendidas. Se puso el sombrero, se recogió el pelo en una cola de caballo y me sonrió mostrando sus dientes saltones. Tenía las comisuras de los ojos un poco caídas, lo que le daba una expresión triste.

– ¡Qué bestia eres! -dijo.

Pero yo sabía que no lo decía en serio. Con gestos, le indiqué que fuéramos a sentarnos en la orilla, donde todavía daba el sol, que ya estaba bajo y colgaba en el cielo como una inmensa naranja. Escribí en mi bloc: «El norteamericano me está enseñando a tocar la guitarra». Me gustaba poder comunicarme con ella.

Claudine pareció impresionada.

– Todo el mundo habla de él -dijo. Enarqué las cejas con aire interrogativo-. Siempre está en el bar del pueblo, leyendo los periódicos. Es guapo.

«Es un mago.»

– Canta muy bien. El otro día, en la plaza, hasta los chicos se pararon a escucharle. Puede que sea un mago. En realidad, nadie sabe nada de él, es un hombre muy misterioso.

«Todas las chicas están enamoradas de él.»

– Ah, sí. Madame Bonchance, la del quiosco, ha empezado a pintarse los labios de un color rojo brillante que queda fatal con su pelo. El norteamericano siempre es amable con todo el mundo, incluso con Monsieur Cézade.

«No me gusta Monsieur Cézade.»

– No le gusta a nadie -rió Claudine-. Es gordo y colorado como un cerdo.

«¿Cuántos años tienes?»

– Siete. ¿Y tú?

«Seis y tres cuartos. Cumpliré siete en octubre.»

– Y no vas al colegio -dijo Claudine, mirándome con ojos llenos de compasión.

Sentí un nudo en el estómago. Nunca había hablado con nadie de mi condición de paria. Pero a Claudine podría contarle cualquier cosa, porque me apreciaba de verdad.

«No me quieren allí. Mi padre…»

Claudine me detuvo poniendo su mano sobre la mía.

– Ya lo sé. Tu padre era alemán. A mí no me importa lo que fuera. Seguro que era un buen alemán, ¿no? O tu madre no se habría enamorado de él.

Me escocían los ojos y tuve que tragarme las lágrimas. ¡Con qué sencillez había resumido la situación! Me quedé contemplando la frase que había empezado a escribir.

– ¿Por eso no puedes hablar? -preguntó Claudine.

Su mano seguía sobre la mía, pero ¿cómo podía explicarle que me habían quitado la voz?

– Un día volverás a hablar -me dijo ella con aplomo.

Eso no se me había ocurrido nunca. Estaba tan acostumbrado a hablar sólo mentalmente, a no tener voz, que no podía imaginarme su sonido.

– La gente es muy cruel. Han sido injustos con tu madre y contigo. El cureton habla siempre de perdonar, pero su corazón no perdona. Lo que dice no vale nada -dijo, apartando su mano de la mía. Sólo tenía siete años, pero en aquel momento parecía una mujer adulta.

«Tú eres distinta a los demás. ¿Por qué?»

Claudine rió suavemente.

– Porque tengo corazón y no sigo a los otros. No tengo miedo del cureton como los demás. Y te contaré un secreto, porque tú no se lo dirás a nadie. El cureton bebe, bebe mucho y se emborracha. Le he visto haciendo eses. Lo vi con Laurent un día que mirábamos por la ventana, y se lo conté a mi madre pero no me creyó. Incluso me castigó por decirlo, me encerró en mi habitación hasta que pidiera perdón, pero no lo hice porque había dicho la verdad. Al final mi madre me levantó el castigo y dijo que Dios me castigaría. Y todavía estoy esperando el castigo -añadió con una risita.

«Eres valiente.»

– No, Mischa. Tú sí que eres valiente. Cada domingo, tú y tu madre vais a misa y el cura encuentra una nueva forma de humillaros. La gente… ya sabes, pero vosotros seguís en Maurilliac. Eso es ser valiente.

«Es nuestro hogar», escribí. Se lo había oído decir a mi madre muchas veces.

– No serías tan guapo si tu padre no fuera alemán -dijo Claudine con una sonrisa.

La miré asombrado. Siempre me había avergonzado de mi aspecto. Mis ojos azules y mi pelo rubio eran un constante recordatorio de mis orígenes, de la razón por la que todo el mundo me rechazaba. Nunca me había considerado guapo.

– Eres el único chico rubio de Maurilliac, Mischa. Un día esto será una ventaja para ti.

Seguimos sentados en silencio. El sol se había puesto tras el horizonte y el cielo se había teñido de gris. A través de la bruma se veía el centelleo de la primera estrella de la tarde. Me sentía bien junto a Claudine. En aquellas dos horas nos habíamos hecho amigos de verdad, como si nos conociéramos desde siempre. Ella me entendía mejor que nadie. A pesar de mi padre alemán, del colaboracionismo de mi madre, de nuestra condición de parias, yo le gustaba, y eso me hacía inmensamente feliz. Y como para completar mi felicidad, oí la voz de Coyote rompiendo el silencio y la quietud de la tarde.

«Cuando paseaba por las calles de Laredo.»

Mi madre me llamaba, pero yo no quería irme, no quería dejar a Claudine. Ella me sonrió.

– Me lo he pasado muy bien -dijo.

«¿Puedo ser tu amigo secreto?», garabateé apresuradamente, deseoso de sellar nuestra amistad.

Claudine me miró muy seria.

– ¿Secreto? Pero yo no me avergüenzo de ser tu amiga -dijo con aplomo.

Se oyó otra vez la voz de mi madre llamándome.

– Será mejor que vayas -dijo Claudine. Cogió mi bloc y mi lápiz y tachó la palabra «secreto». Y debajo de la pregunta escribió con letras mayúsculas: SÍ.

Ya era casi de noche cuando me reuní en el claro con Coyote y con mi madre. No le habían dado importancia a mi desaparición, pensando que había estado jugando solo, como de costumbre. Mi madre estaba demasiado ocupada sacudiéndose las hierbas de la falda y peinándose con los dedos. Coyote esperaba con la guitarra colgando a la espalda, con una mano en el bolsillo y un Gauloise en la otra.

– ¿Lo has pasado bien esta tarde, Junior? -me preguntó.

Yo asentí con convicción, esperando que percibieran el aura de felicidad que Claudine había encendido en mi pecho.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Virgen Gitana»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Virgen Gitana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Virgen Gitana»

Обсуждение, отзывы о книге «La Virgen Gitana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x