Antonio Tabucchi - Tristano muere
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Hoy he encontrado otro tema, a propósito de la transmisión de la carne. Estoy en vena filosófica, escritor, me siento realmente en forma, como filósofo. La transmisión de la carne. ¿Tú la has transmitido? Estoy seguro de que sí, ojalá, y con más de un útero, es lo que hacéis vosotros, los escritores modernos, os cogéis una mujer, le hacéis un hijo, le dedicáis un libro, porque una mujer es una mujer una mujer… y después acaso os cogéis otra… otro hijo, otra dedicatoria, al estilo del polinizador… y entretanto las imprentas trabajan… y el registro civil… porque no podemos dejar que se extinga la raza humana… la estirpe de Caín merece ser transmitida… y también los libros que ha inventado, en caso contrario, ¿de qué serviría el globo rodante sobre el que vamos de paseo por el espacio?… La transmisión de la carne sirve para dar sentido a la rotación alrededor de un eje sobre el que gira este planetita del que somos condóminos, pero no te hagas ilusiones, el mundo no da vueltas, es sólo la idea de un científico ateo que se fió de una ilusión óptica, todo está inmóvil, todo está inmóvil desde el principio, en el sentido de que todo está tal cual, Tolomeo era un genio, todo está fijo, como fue creado o como estalló por sí mismo, todo nació y quedó inmóvil, somos nosotros quienes pasamos y creemos que todo sigue nuestro deambular, pero todo está detenido desde la noche de los tiempos, inmóvil como este mediodía, que está inmóvil desde la noche de los tiempos tambien, ¿oyes las cigarras, sientes el calor que entra por las persianas y esa luz que nos invita a cerrar los párpados para abandonarnos al océano inmóvil que finge estar moviéndose? Eppur si muove… Pura ilusión. No se mueve nada, el mediodía está inmóvil, era, fue y será así. ¿Cuántos días han pasado desde que viniste a escribir esta voz mía, cuántos días de este agosto? No, no, déjalo correr, de este mes no pasa, dijo el médico, así justamente se lo susurró a la Frau en el pasillo, lo oí, los moribundos tienen el oído fino, de este mes no pasa… Estábamos a principios de agosto, un domingo, de eso me acuerdo bien porque empezaron a ponerme morfina, la morfina es tolemaica, tiende a la inmovilidad del todo, cristaliza, transforma el tiempo en fruta escarchada… Vamos al grano, Tristano no siguió el recorrido obligado de la transmisión de la carne, no quiso continuarse a sí mismo en otro, a Rosamunda le esparcía el semen sobre el vientre, y a su verdadero gran amor, aquella a quien hubiera querido dar su semen, a su Mavri, la había abandonado en una isla del Egeo, estoy hablando metafóricamente, ya se entiende, abandonada, como hizo Teseo con Ariadna, sin saber bien por qué, tal vez porque era un imbécil, como Teseo, sigo hablando metafóricamente, eso el mito no lo dice, pero te lo digo yo, Teseo era un imbécil. Y a veces uno hace exactamente lo mismo y no sabe por qué, lo hace y ya está, y después se pasa la vida con remordimientos de conciencia, dándose cabezazos contra la pared o contra el palo de un viñedo, como le sucedió a Tristano…
…Salía al huerto de noche, erraba por los campos y por los viñedos, se tendía en la tierra desnuda, con los terrones se cubría la frente en una señal de luto completamente suya, y algo de tierra se la metía también en la boca, miraba en lo alto el firmamento, tumbado inmóvil en medio de los campos, cadavérico, aunque a veces levantara los brazos y los extendiera hacia la luna, oh, luna, gañía, luna, me oyes, graciosa luna, me percibes tú que vagas silenciosa por los cielos y te posas después, luna, escucha, qué vagar podrá consolarme, ahora que mi horizonte estará hecho de horas interminables y mi tiempo no ha acabado aún, luna, mi tiempo se ha estropeado, luna, si yo muriera no sería nada, mi rama está seca, las estaciones han pasado y sin embargo ha muerto la flor, ¿por qué, luna, por qué?, tú que haces crecer la linfa en los tallos e hinchas los océanos, luna que fermentas a los seres que están sobre la tierra, luna de pergamino que tocas el violín, luna de cristal, de azafrán, luna, puedes hacer un sortilegio, ¿hay algún lugar en el mundo en el que, invocándote como lo hacían los sacerdotes antiguos, puedas hacer renacer el tallo tronchado?, oh, poderosa Proserpina que dominas las riberas del averno, restitúyeme la vida que tu marido cojo me ha robado, lo custodia en su fragua, era un niñito alegre que yo llevaba a hombros jugando bajo la pérgola, y él cogía las uvas riendo, cuánto lo amaba, como a un hijo, en él estaban los días que no habrían de ser míos y no se me parecía en el color de la piel, demasiado ambarina, ni en los cabellos corvinos que tal vez recibiera de desconocidos antepasados andaluces, pero hubiese continuado mi mirada, hubiera sido un poco de mí, era todo lo que me había quedado de aquello por lo que había combatido, y tú, luna, permitiste que esta tierra le metiera tierra en la boca, ni siquiera una sepultura pude darle, su cuerpo está disperso en pedazos quién sabe dónde, lacerado por las furias, era una furia él también, y yo no lo sabía, una fiera, una fiera, aquel jovencito de gentil aspecto, pero yo lo quiero de vuelta, luna, te lo ruego, le enseñaría lo que no supe enseñarle, la culpa es mía, luna, soy yo quien se ha equivocado, yo he faltado, luna, y ahora es él quien me falta, ¿puedo volver atrás?… Déjame recuperar el tiempo que desperdicié, no lo sabía, luna, creía saberlo todo y no sabía nada…
…Te decía… me había interrumpido… pero ahora estoy mejor… te estaba diciendo algo pero ya no recuerdo qué, ¿lo has escrito o has perdido el hilo tú también?, no pierdas el hilo, los escritores no deben perder el hilo, aunque también en ese caso salgan bien librados, en ese punto de la historia hay un salto, un vacío… un misterio, se dice, es el misterio de las cosas… o bien falta la conclusión, porque no llegáis a desentrañar la madeja, pues entonces… obra abierta, y el problema queda resuelto. Muy bien. Dame un poco de agua, disculpa por utilizarte como enfermero, coge el vaso con la pajita, que, si no, me empapo entero, no llames a la Frau, que nos interrumpe y luego quiere que duerma, cuando me pone la inyección dice que debo dormir… qué bobo, con la de tiempo que tendré para dormir, y además las inyecciones me hacen el efecto contrario ya, me despiertan y estoy bien, estoy estupendamente, te lo aseguro, como nunca, ligero como una pluma, mejor dicho, una pluma exactamente… adiós a los dolores, adiós a los tormentos de la conciencia, y a quién le importa si Tristano se atormentó tanto con el problema, qué estúpido Tristano, se obsesionó con ello, como una manía, pero tú no puedes entenderlo, vosotros el problema lo resolvéis en un abrir y cerrar de ojos, una novela, un cuentecito, y hala, como tu libro, en el que tu Tristano resuelve en un abrir y cerrar de ojos el asunto ese… la libertad… mira qué fácil, ya sabes tú lo que él sabía que era la libertad, haces que desplace la mira un par de milímetros, y zas, ha encontrado la libertad… pero mucho me temo que el problema no está en la mira, ya sabes, en abstracto es una cosa, en concreto es otra, el asunto ese hay que ponerlo en práctica, ¿y cómo se pone en práctica, cómo lo pone en práctica alguien como tú, que es escritor? Te lo digo yo… lo pone en práctica como la prueba del nueve, o como la reglita de la escuela primaria, cambiando el orden de factores no se altera el producto, así piensa uno como tú, cree que si una cosa vale para una situación, vale para todas, porque las matemáticas son las matemáticas, me he leído a fondo tu novela sobre Tristano, me ha gustado, genial la aplicación de la reglita, su verificación en los dos personajes, él y ella en el monte, se traicionan mutuamente y después están más unidos que antes, han pasado el rodaje, por decirlo así, que es como la prueba del nueve, han cambiado el orden de factores y no se ha alterado el producto. Ah, el amor, el amor… Pues, no, amigo mío, en absoluto, te digo una cosa que no sospechabas… cambiando el orden de factores se altera el producto. Se altera como de la noche al día. Porque la traición es transitiva. Ésa es la verdad. Y siendo transitiva afecta a los demás, contamina, circula, se expande sin forma geométrica, a su capricho, sin un diseño… inicialmente, sí que había un diseño, pero el diseño originario en determinado momento se licúa, se deshilacha, ya no lo mides, era una forma nítida, reconocible, visible como todas las cosas que son visibles, y después, en determinado momento, se vuelve invisible, una sombra sin contornos, carece de geometría, como cuando una nube pasa por delante del sol y sobre el paisaje se forma un charco de sombra, no sé si me explico… ¿Serías capaz de medir el perímetro de esa sombra? Lo intentas, acaso te devanes los sesos, haces cálculos complicadísimos, a ojo, pero mientras tanto la nube ha transitado, qué curioso, ahora la sombra está un poco más allá, sobre ese prado que hasta hace un momento estaba lleno de sol, pero no, ha dejado de estar sobre el prado, está ya sobre las laderas de la colina, corre tras ella, atrápala, ponle sal en la cola a la sombra de la nube… Eso pensaba Tristano en los tiempos en los que empezó a pensar en la sombra, pero cuando empezó a pensar en ello, ya era tarde, porque entretanto la sombra viajaba por su cuenta, transitaba por donde ella quería. ¿Y dónde había nacido? ¿Cómo había empezado? ¿Cómo era posible? El sol era tan luminoso, resplandeciente de verdad, una luz que ponía de relieve todos los contornos, sin posibilidad de equivocación, y de repente llega la sombra… y no sólo eso, las previsiones del tiempo daban despejado y estable, y en el boletín meteorológico había colaborado precisamente él, Tristano…
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