Mercedes Guerrero - La Última Carta

Здесь есть возможность читать онлайн «Mercedes Guerrero - La Última Carta» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Última Carta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Última Carta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sola y sin dinero tras el doloroso fracaso de su matrimonio, Ann Marie decide aceptar una propuesta de matrimonio por conveniencia. Jake, propietario de una plantación de tabaco en la pequeña isla de Mehae, no consigue superar la muerte de su mujer y ha decidido buscar una nueva mujer por un método algo anticuado.
Quizás por eso, el día en que ha de recoger a Anne Marie en el puerto de Mehae, cambia de opinión y envía un emisario con dinero por las molestias y para el pasaje de vuelta.
Ann Marie no sólo sigue sola, sino que se encuentra en un lugar extraño pero, como suele decirse, la vida siempre sale al encuentro y muy pronto va a encontrar no sólo esa vida propia que tanto anhela, sino un amor verdadero que irá creciendo entre playas de arena blanca, atormentadas palmeras y una horrible serie de asesinatos en cuya resolución se verá inmersa.

La Última Carta — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Última Carta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Ese señor, Thomas Rodson, ¿ha sido alguna vez diplomático? -preguntó Ann Marie, provocando la extrañeza de todos los presentes.

– Pues… no lo sé -contestó el doctor White.

– Sí, yo le conozco y sé que fue embajador de Sudáfrica durante más de una década, antes de ingresar como miembro en el Parlamento -contestó lord Brown a Ann Marie-. ¿le conoce usted?

– Sí, aunque no lo veo desde hace muchos años. Su hija Catherine y yo fuimos compañeras de juegos cuando éramos niñas.

– Seguro que su madre trabajó como sirvienta en su casa, ¿no es así? -preguntó Charlotte con irónica sonrisa.

– Ha vuelto a equivocarse. -Ann Marie encajó el golpe con gran dignidad, dedicándole una mirada de desprecio.

– ¡Charlotte! -exclamó su padre, enfadado-, creo que deberías pedir disculpas.

– Tu padre tiene razón -añadió Jake con dureza-. Esta vez te has pasado de la raya.

– Bueno… -La joven se encogió de hombros como una niña malcriada que no cree haber obrado mal-. Sólo pretendía conocer las circunstancias de su relación con los Rodson.

– Pues entonces quédate callada y dale una oportunidad de que lo explique ella misma, sin interrupciones ni adivinanzas -apostilló él, provocando el silencio entre todos los comensales, incluido el propio lord Brown, que se removió incómodo en su silla.

Ann Marie observó cómo las mejillas de Charlotte mudaban de color y las aletas de la nariz se le dilataban, en su esfuerzo por contener la ira.

– ¿Dónde los conoció, Marie? -continuó Jake desde el lado opuesto e ignorando a su vecina de mesa.

– Mi padre también fue embajador y coincidimos con los Rodson en algunos destinos. La primera vez fue en Helsinki. Estudiamos en un colegio especial para hijos de miembros del cuerpo diplomático, donde había niños de diferentes razas y países. -Miró a Charlotte con desdén-. Después, su padre fue trasladado a otro país, pero volvimos a coincidir en Caracas. Yo tenía unos doce años. Más tarde, me instalé definitivamente en Londres, pero volví a ver a Catherine en la Universidad de Cambridge, varios años después.

– ¡Vaya! -El médico la miraba con admiración-. No me había contado nada de eso, Marie; ha debido de tener una vida muy interesante.

– Sí, he viajado mucho -contestó con modestia-. Sobre todo cuando era pequeña.

– Cómo la envidio, hermana -exclamó la esposa del pastor con sencillez-. La vida en las embajadas, las recepciones… debe de ser emocionante.

– Es una vida diferente, aunque no todo es de color rosa. Estar continuamente cambiando de país te crea un gran desarraigo.

– ¿Realmente era amiga de Catherine Rodson? -Charlotte no se rendía y preparaba una nueva trampa-. Yo fui dama de honor en su boda, en Pretoria, y no recuerdo que usted estuviese invitada.

– La última vez que tuve contacto con ella fue en la universidad, donde coincidimos durante el primer curso; me presentó a un joven a quien había conocido allí, pero al año siguiente regresó a Sudáfrica y no volví a verla. La última noticia que recibí de su familia fue un telegrama de pésame cuando mi padre falleció.

– ¿Qué estudió en la universidad? -La mujer del pastor sentía curiosidad.

– Me licencié en lengua y literatura inglesas.

– A cada momento me sorprende más, Marie. -El doctor estaba absorto, escuchándola-. Yo estaba convencido de que era enfermera. En mis conversaciones con usted he comprobado que tiene extensos conocimientos de medicina.

– He tenido relación con la medicina durante años, y desde que estoy en la misión he aprendido mucho sobre enfermedades y accidentes; además, procuro leer todos los libros y revistas médicas que caen en mis manos. -Ann Marie sonrió.

– Los negros de la reserva tienen suerte… -musitó Charlotte con sarcasmo.

– No lo crea, ustedes son más afortunados que ellos. Aquí los atiende el doctor White, que es un excelente médico y posee medios que allí no hay; además, voy a dejar la isla en breve… -Se calló de repente y miró a Jake Edwards. Quería mandarle un recado por su cínico comportamiento.

– ¡Vaya! Me entristece oírlo, Marie. Le tengo una sincera estima y voy a echarla de menos -confesó el doctor White.

– ¿Va a marcharse? -preguntó Charlotte sin poder contener su alegría-. ¡Claro! Una mujer tan culta y con una vida tan interesante… Al fin se ha dado cuenta de que está desperdiciando el tiempo rodeada de negros, ¿no? -La insolente joven volvía a la carga.

– Son razones muy personales y no se las voy a contar a usted. -Ann Marie habló con falsa humildad. Se sentía incómoda siendo el centro de atención, aunque experimentaba una íntima satisfacción por el combate que acababa de ganarle a su malcriada e insufrible compañera de mesa.

– Vayamos al salón a tomar una copa -propuso el médico mientras se levantaba.

El resto de los invitados lo siguieron. Los hombres se acomodaron en los sillones junto a la chimenea y las damas se sentaron en unos sofás alrededor de una mesa.

– Charlotte, ¿por qué no nos amenizas la velada? Toca el piano para nosotros -le pidió su padre.

Ann Marie aprovechó la ocasión para marcharse. Se despidió de las señoras y le hizo un gesto al médico para que la acompañara hasta la salida y agradecerle su amable invitación. Necesitaba respirar aire fresco. No recordaba haber pasado nunca una velada tan incómoda y decepcionante como aquélla, esquivando los continuos ataques de una mujer maleducada y celosa y esforzándose por aparentar indiferencia hacia Jake, que vigilaba cada uno de sus movimientos.

Capítulo 21

Ann Marie buscaba las llaves de la camioneta en el bolso cuando oyó que la llamaban. Reconoció la voz; quizá por eso no se volvió y siguió rebuscando hasta dar con ellas.

– ¿Te ibas sin decir adiós?

– Le he dicho al doctor que me despidiera de sus invitados -respondió con frialdad sin volverse.

– Lamento el trato que te ha dispensado Charlotte. Escucha, Marie, pensaba ir a verte…

– No eres responsable de la mala educación de tu pareja -lo interrumpió ella con brusquedad.

– Ella no es mi pareja.

Ann Marie se volvió y lo miró con sarcasmo.

– Entonces, ¿por qué la disculpas?

– Mi pareja eres tú. Ven a casa esta noche… Prometo compensarte por todas las incomodidades de hoy.

– Antes le ha tocado a ella y ahora… ¿me toca a mí? Déjame en paz, no quiero volver a verte. -Le dirigió una mirada de decepción.

– Vamos, hablemos… -suplicó a su espalda-. Eso no era lo que parecía.

– No tengo nada que hablar contigo. Eres un cínico. Consigue el divorcio y cásate con ella de una vez. Sois tal para cual, compartís una buena dosis de desfachatez.

Abrió la puerta del vehículo, pero él adelantó la mano y la cerró de un golpe. Ann Marie se quedó inmóvil, sintiendo el cuerpo de Jake rozando su espalda.

– No tengo intención de divorciarme porque amo a mi mujer y deseo que venga a casa a vivir conmigo. -Con el brazo, rodeó la cintura de Ann desde atrás.

Ella se quedó quieta. En el silencio sólo se oía su respiración agitada. Estaba temblando. Se volvió para mirarlo al tiempo que se deshacía de su abrazo, y no vio en él ni rastro de rencor o enojo. Había malgastado tanto tiempo pensando la forma de confesarle la verdad, que ahora se sentía como una niña descubierta en una travesura.

– Tú ya tienes una mujer…

– No, aún no la tengo, a pesar de que está muy cerca.

– Ella no desea vivir contigo. Va a marcharse para siempre -dijo, después de un tenso silencio.

– Pues tendré que convencerla para que cambie de opinión. No quiero que me abandone.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Última Carta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Última Carta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Última Carta»

Обсуждение, отзывы о книге «La Última Carta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x