Péter Nádas - Libro del recuerdo

Здесь есть возможность читать онлайн «Péter Nádas - Libro del recuerdo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Libro del recuerdo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Libro del recuerdo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

“Una de las novelas más importantes de nuestro tiempo” – The Times Literary Supplement
“El libro que usted estaba esperando desde que leyó ‘En busca del tiempo perdido’ o ‘La montaña mágica’ – The New Republic

Libro del recuerdo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Libro del recuerdo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Llegado a este punto, deseo manifestar claramente que no es mi intención asumir protagonismo si, antes de informar sobre la muerte de mi infortunado amigo, digo unas palabras acerca de mi persona y las circunstancias de mi vida.

Me llamo Kristian Somi Tót; si no mi apellido, mi nombre de pila será familiar a quienes, pese a la extensión de esta autobiografía, hayan llegado hasta ésta su última frase. Y es que el niño llamado Kristian, al que mi pobre amigo describe idealizado por el amor o desfigurado por el amor-odio, era yo, a pesar de que hoy me parece un extraño.

Casi podría decir que escribió su autobiografía para mí. Lo que hace que me sienta orgulloso. O quizá ni eso. Mejor diría que me produjo una sorpresa infantil, como si me hubieran puesto delante una foto hecha sin que yo me diera cuenta, incuestionablemente reveladora. Y también me da vergüenza.

Después de leer su manuscrito, tengo la impresión de que, cuanto más intenso es el deseo de vivir, mayores son las lagunas del recuerdo. Cuanto más se concentra la voluntad -nunca escrupulosa en la elección de medios-, en el quehacer orientado a la mera supervivencia, más te avergüenza el recuerdo. A nadie le gusta tener que avergonzarse y por ello el ser humano prefiere no recordar épocas moralmente deficitarias. De modo que lo que gana por un lado lo pierde por otro. Pero consideradas las cosas desde este punto de vista, me parece posible que tenga razón mi amigo: también yo poseo una doble personalidad; si es así, no soy muy distinto de los demás.

Para aclarar lo que quiero decir, debo reconocer, por ejemplo, que los hechos de aquel frío día de marzo que tanta trascendencia tuvieron para él se habían borrado de mi memoria por completo. Sin duda yo viví aquellos hechos tal como los describe él. La primitiva alegría y el pánico angustioso que despertaban en mí la muerte del déspota, la íntima desazón producida por una larga atracción mutua y el miedo infantil a la delación se mezclaban también en mí en parecidas proporciones dejándome estupefacto. Pero no había vuelto a pensar en ello. Debí de imaginar que aquel beso ponía punto final a la historia.

Efectivamente, mientras orinábamos, dije que por fin había reventado aquel cerdo. O una tontería parecida. Decir en voz alta una frase como ésta te producía un placer casi físico. Después tuve mied de que me denunciara. En aquellos años, vivíamos bajo la amenaz constante de la evacuación. De los antiguos habitantes de las casas situadas en las inmediaciones de la zona prohibida nosotros éramos los últimos. Cada sobre oficial que llegaba a casa hacía que mi madre se echara a temblar. Quizá nuestra casa era muy pequeña, o quizá muy vieja, aún no sé a qué circunstancia atribuir el favor.

Yo quería a mi madre con ese amor tierno y dominante, solícito y protector con que un niño sin padre ama a una madre que hasta el último día de su vida llora al esposo desaparecido y lucha contra Ia soledad y los problemas de la subsistencia. Por ella yo lo hubiera confesado todo y arrostrado cualquier humillación. Por eso deseaba que no me denunciara. O, si ya había hecho la denuncia, por lo menos, saber con qué tenía que contar. Como ya he dicho, no tengo predisposición para la humildad, pero cuando de negociar se trata puedo ser muy insistente.

Todo ello no tiene más finalidad que la de hacer patente que en mi vida no ha habido, ni antes ni después, hecho alguno que pudiera hacerme pensar que aquel beso tuviera otro significado que el de quitarme una preocupación, es decir, que fuera un beso de verdad. No iba a ocuparme de peligros internos, cuando de tantos peligros externos tenía que defenderme. Y una vez habituado a las ventajas de una manera de obrar orientada a esconder el propio yo, siempre he eludido cualquier situación o cerrado los ojos a cualquier interpretación cuya ambigüedad no coincidiera con mis intereses y propósitos.

Ahora que sé cómo me veía mi amigo y el constante efecto que, inconscientemente, yo ejercía en él, no es poca mi tristeza. Me parece haberme perdido algo, algo que yo no apetecía, por supuesto. Pero que, a pesar de todo, me halaga. Mientras tanto, él podía permitirse el lujo de cultivar semejante refinamiento espiritual. Y que yo, por otra parte, le envidiaba. A pesar de todo, mi pesar está exento de reproche, autoacusación, denuncia y cualesquiera escrúpulos de conciencia. Sin duda, es cierto que de niño yo era más interesante, atractivo, además de desaprensivo, imprevisible, malicioso y brutal que de mayor. Y cómo iba a ser de otro modo. Tenía que luchar tenazmente por la subsistencia, y aquella guerra fría personal, implacable y pragmática me había hecho más avispado, impenetrable y adaptable de lo que sería después, cuando al fin, cansado de pelear por las necesidades básicas de la vida, conseguí cierta estabilidad.

A los treinta años, él se había abierto peligrosamente y yo me había cerrado peligrosamente, y tan indefenso estaba el uno como el otro. El había encontrado un amor con el que esperaba llenar un vacío, y esta esperanza le había inducido a pisar terreno desconocido. Yo había salido de mi letargo y, en mi desesperanza, tratando de librarme de mis males por el medio más corriente y eficaz, estaba a punto de convertirme en alcohólico. Él dijo después que los hombres que se aferran al rol sexual que les ha sido asignado suelen despedir mal olor, tanto corporal como espiritual.

Al repasar la trayectoria de mi vida, no me siento fuera de lugar en este país, ni mucho menos. Si mi amigo es la excepción, yo soy el término medio y los dos juntos formamos la regla. Pero no pretendo en modo alguno refugiarme en esta diferencia e, invocando mi mediocridad, mi limitada perspicacia, debida al imperativo de la adaptación y la premiosidad de mi memoria, situarme por encima de aquel al que considero la excepción, no, no deseo etiquetar a ninguno de los dos con esta descripción sino todo lo contrario; ni deseo rehuir la responsabilidad por mi ceguera y mi sordera, mi propósito es, sencillamente, examinar nuestras experiencias comunes, y hacerlo a mi manera, quizá un poco deficiente pero ecuánime.

Soy economista y desde hace años presto mis servicios en un instituto oficial, en calidad de ayudante técnico de investigación. Principalmente, mi cometido consiste en recopilar y analizar datos, tanto los recurrentes como los atípicos, que se registran en los procesos de la economía nacional. Ello significa que debo clasificar las características de un determinado grupo de fenómenos. Y esto deseo hacer también aquí. Aparte de que la literatura no es mi fuerte. Nunca he escrito poesías ni cuentos. He sido futbolista, remero y levantador de pesos. Y desde que por las noches no bebo, corro largas distancias por las mañanas. Lo único que escribo son informes técnicos. Pero sospecho que, a causa de mi extracción y mi educación, mi vida se ha caracterizado desde mi primera infancia por la observación atenta e implacable de mi entorno. Ya de niño tenía que poner especial cuidado en pensar lo que decía o, por lo menos, en no decir lo que pensaba. Ahora bien, no creo que esta meticulosa adaptación y este autocontrol sean característicos de mi persona, sino que debo mis facultades de observación y catalogación a la autodisciplina nacida de la renuncia, la imposición y la necesidad.

Todas las criaturas jóvenes rebosan pasión, y su apasionado afán de poseer el mundo las hace bellas. Según la medida en que consiguen realizar su afán, determinan lo que es hermoso y lo que es feo, y llaman bueno a lo hermoso y malo a lo feo. Pero hoy mi discernimiento ya no se basa en la estética. Lo que veo y lo que siento, por íntimo que sea, no lo juzgo ya hermoso ni feo, porque no lo veo de este modo.

Siento, a lo sumo, un callado agradecimiento que recuerda un cierto calor, por las cosas que me son favorables; pero hasta esto se enfría pronto.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Libro del recuerdo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Libro del recuerdo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Libro del recuerdo»

Обсуждение, отзывы о книге «Libro del recuerdo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x