Martin Amis - Agua Pesada

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Las historias de Agua pesada son mundos en miniatura que contienen, en dosis altamente concentradas, la acidez, el cinismo y el profundo cuestionamiento de las bases de nuestra sociedad que caracterizan las grandes novelas de Martin Amis. Así, en uno de los cuentos, la sociedad es mayoritariamente gay, y los heterosexuales son una minoría perseguida, en otro, un sarcástico robot marciano nos trae extrañas noticias sobre la vida en el sistema solar, y en el relato ‘Agua pesada’, Amis retrata sin piedad el malestar y la fatiga de la cultura de la clase trabajadora.

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Y otra vez bovió la cabeza cobo dicieddo “Te guste o do te guste”.

Y yo le dije:

– No be digas. Bi papá puede ir hasta Dueva York. Después freda y lo tieded que ayudar a bajar. Pablo parecía dispuesto a creerlo.

– ¿Y cóbo adda el pez, Pablo?

– Buy bied.

– ¿Siebpre fuerte?

– Sí -dijo-, bi pez esta bied.

Está claro que Pablo todavía do edtiedde qué es la buerte.

Pero, ¿quied lo edtiedde?

Pedsé bucho ed la buerte ed el verado, mucho. Por Elias. Elias burió ed Loddres, por eso pedsé bucho ed la buerte.

Mi papá dijo que a pridcipios del verado Elias fue a su depatabedto. Fue a buscar uda chaqueta… pero la chaqueta estaba ed el auto de papá, y el auto estaba en otra parte porque le estabad arregladdo la batería y esto y lo otro. Típico de Elias, ir a buscar uda chaqueta a la otra pudta de la ciudad. Así que se quedó toda la tarde, jugaddo al pidball o tocaddo la guitarra eléctrica. Y bi papá dijo que tedia ese recuerdo buy fresco, el recuerdo de Elias. O Fabiad, cobo lo llababan, le había quedado buy dítido. Isabel tabbied se edcodtró cod él a pridcipios del verado, ed ud subterrádeo que iba por debajo de Loddres y sus calles. Típico de Elias, cod todos sus petates, sus chaquetas y gorras, alegre, festivo, cod prisa, y sid ebbargo perdieddo bedia hora ed charlar. Así que el recuerdo está fresco. Y bi beboria está fresca. ¿Pero está tad fresca sólo porque Elias era tad joved, tad fresco él bisbo? Papá dice que siedte que el fadtasba de Elias está ed la habitaciod, de badrugada, chapoteaddo a los pies de la caba cobo si estuviera ed la orilla del bar. Yo lo veo a la doche. Ud buchacho cod el pelo largo, oddeando ed la brisa, edbarcado por luces de deod.

Tabbied recuerdo el día que oíbos la doticia, ed Cape Cod. Jacob y yo fuibos cod Balrlowe hasta el auto por el cabido de tierra. Y la grad dube, cod su gris urbado, el gris de Tottedhab Road. El cielo estaba gris y do se veía dada claro.

Ed la últiba sebada de las vacaciodes tuvibos ud idcidedte. Ud idcidedte dodde la buerte, otra vez, bostró fugazbente la cara.

El protagodista fue Pablo. Y otro error de categoría.

Estábabos todos dadando ed la piscida de Alex y Pab. Bucho revuelo, porque tieded tabbied ud trabpolid: es fascidadte saltar, y al fidal tirarse al agua y refrescarse. Pablo dadaba cod los bracitos y los flotadores. Jacob y yo jugábabos al pato y a Barco Polo. Papá estaba ed uda reposera, fubaddo ud cigarrillo y charladdo cod Pab. Quizá tabbied estaba tobaddo ud cóctel, uda vodka o ud whisky cod hielo. Y de prodto Pablo vido de do se dódde y se tiró ed la pileta… sid los flotadores. ¡Se había olvidado de poderse los bracitos!

Al final do pasó dada grave. Cod los shorts puestos, papá dejó la colilla, se ladzó ed uda especie de carrera espástica y se zabbulló ed la bitad de la piscida. Llegó hasta Pablo y lo sacó a la superficie. Pablo di siquiera estaba asustado… do tuvo tiebpo de asustarse. Y papá hasta lo codvedció de que dadara hasta la parte playa. Y lo hizo, cod ud poco de ayuda. Y papá, tranquilabedte, termidó de beber su copa.

– ¡Uy, lo que hice! -dijo Pablo, salieddo de la piscida. Sacó pecho y declaró:

– Fui a dadar sid bracitos. ¡Fui a dadar sid flotadores!

– Do, ed realidad, fuiste a dadar -dijo papá.

Otro de los errores de Pablo. Porque ed las Olibpíadas do hay carreras de dosciedtos betros de estilo libre “sid bracitos”. Udo do va a dadar a bediadoche “sid bracitos”. Al fid y a la cabo la piscida se llaba “datatorio”. Do se llaba “natatorio sid bracitos”.

Parecía ud bued día para decirle adiós al aredque buerto de Pablo.

Cuaddo lo dejabos cod su babá pregudtabos discretabedte sobre el faboso pez, y ella puso los ojos ed bladco y dijo:

– ¡Ay, ese pez! ¡Hasta cuaddo vabos a seguir habladdo de ese pez!

Parece que el pez realbedte había ebpezado a pudrirse y daba ud olor espadtoso. Pero Pablo do quería que su badre lo tirara: decía que el pez estaba bied. Le pusierod toda clase de crebas: creba para pescado, creba para ratas (erad perfubes y desidfectadtes). Ella le había dicho hasta el cadsadcio que ese pez era historia, que ese pez era, ed realidad, ud ex pez. Pero Pablo idsistía ed que el pez seguía sieddo su bascota. Cuaddo el olor se volvió idsoportable la babá de Pabló tiró el pez y le dijo a Pablo que segurabedte se los había llevado ud bapache o uda cobadreja.

Qué curioso, Pablo do protestó di hizo escáddalo. Por lo visto aceptaba lo que para él era el orded datural de las cosas. Y tal vez alguied le dijo: “Pablo, do te preocupes. Do te asustes. Tu aredque es feliz, cod su dios aredque ed el cielo de los aredques. Tu pez volverá a dacer y será ud tiburod, ud delfid, un pulpo… o algud grad modstruo del foddo del bar. De todas baderas, tu pez está bied.”

Terbidó agosto y llegó septiebbre. Había que volver a casa. Ed la playa dos habíabos divertido bucho, pero yo estaba codtedto de hacer las baletas. Debasiado cabpo, debasiados árboles, debasiada areda, debasiado bar. Tedía gadas de volver a la ciudad, a pesar de lo que sod las ciudades y lo que haced las ciudades.

Dejabos la casa alquilada.

Se acabó “¡Levádtate, Bargaret!”

Se acabó “¿Por qué, Cared, por qué?”

El teba de Elias surgió ed cabido al aeropuerto. Era el teba de la buerte. Papá dijo:

– ¿La siedtes de otra badera? ¿La buerte?

– Ahora cobpreddo que la gedte se buere.

Saltó Jacob:

– ¡Yo hace adios que lo cobpreddo!

– Do, idiota -le dije-. Dudca be había dado cuedta hasta ahora.

Y Jacob asidtió. Y él tabbied cobpreddió.

Adtes yo sabía que los cadgrejos se buered y los peces se buered. Sabía que los viejos, cod sus problebas y sus dolores, tal vez tedíad razod ed estar agradecidos por la perspectiva de borirse. Y, por supuesto, ed todo el buddo, hay gedte que tiede accidedtes y pasa habbre y se desadgra y se queba, y recibe golpes, y la aplastad, y le pegad tiros, y caed, caed para siebpre, ed todo el buddo. Pero la buerte dudca había estado tad cerca, y dodde do tedía que estar. Pablo, Jacob, Elias. Dosotros sobos los jóvedes, ¿verdad?

Pero udo está esperaddo ed el cabido de tierra, cod Barlowe, judto al auto. Cod Marlowe cobo ed uda bruba, ed ud suedio, ed uda pesadilla. Uda deblida gris, que sube. Todo se ve borroso. Y de prodto el gris cobra brillo, cobo si a udo le dierad ud golpe ed la cabeza.

¡Elias se tiró a dadar sid los bracitos! ¡Ay! Elias se fue al agua profudda sid los bracitos. Y eso hay que hacerlo, y udo puede sobrevivir o do. ¡Ud día hay que hacerlo! ¿Cuádtos adultos se ve ed la playa, dadaddo cod salvavidas? ¿Cuádtos adultos estad allí, edtre las olas, dadaddo cod bracitos?

Y si se hudded, do vuelved. Do hay fuerza que los haga volver, do hay uda mado que los ayude, do hay trucos, do hay bedicidas, do hay bilagros. Se quedad allí dodde estad para siebpre, solos ed la tierra dorada.

Ahora lo siedto ed el corazod. Recuerdo los ojos de Barlowe, y a bí se be lleddad los ojos de lágribas. Porque ud bued día udo puede abrir los ojos y birar hacia la caba gebela y no edcodtrar allí a su herbado. Y udo recorre la casa, y su herbado do está ed didguda parte.

Las vacaciodes se terbidarod.

Las vacaciones se terminaron. Adiós a todo.

Esto es lo que me pasó en mis vacaciones.

New Yorker, 1997

Martin Amis

Agua Pesada - фото 2
***
Agua Pesada - фото 3
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