Jeffrey Archer - Casi Culpables

Здесь есть возможность читать онлайн «Jeffrey Archer - Casi Culpables» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Casi Culpables: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Casi Culpables»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿Dónde está la frontera entre la culpabilidad y la inocencia? Solo un escritor como Jeffrey Archer es capaz de imprimir en las conciencias un sentimiento tan complejo como la duda.
¿Puede un convicto confesar su culpabilidad y conseguir que se desee su libertad, que se crea en su inocencia? Este es el dilema que presenta uno de los doce relatos, manifestación de talento y elegancia narrativa, que, inspirados en historias inolvidables de personajes reales, abordan la cuestión de la delincuencia: entre el engaño y la estafa, entre el asesinato y el robo, estos maravillosos relatos guían al lector por los laberintos de un mundo paralelo y subterráneo. Pero al tiempo muestran el lado más humano de sus protagonistas, culpables, pero no tanto.
Aunque algunas de estas historias fueron conocidas por el autor tras su puesta en libertad, la mayoría lo fueron durante su estancia en prisión, lo que les da una unidad de fondo. Todas confirman a Archer como uno de los mejores creadores de relatos cortos de la actualidad.
Las ilustraciones del inigualable Ronald Searle representan un valor añadido de una edición inolvidable.
«Con estilo, ingenioso y siempre entretenido… Jeffrey Archer tiene una aptitud natural para las historias cortas.» – The Times
«Probablemente el mejor contador de historias de nuestro tiempo.» – Mail-on Sunday
«Un narrador de la talla de Alejandro Dumas.» – Washington Post
«Archer es un maestro del entretenimiento.» – Time
«Este hombre es un genio.» – Evening Standard
«Archer es un narrador excelente, que cumple las expectativas del lector: el deseo de pasar la página y saber qué ocurre después.» – Sunday Times
«Archer tiene un don para la trama que solo se puede definir como genial.» – Daily Telegraph

Casi Culpables — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Casi Culpables», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Muchas veces -contestó el oficial.

Se sentó al lado de Pat y cerró la puerta.

– ¿No me pone las esposas? -preguntó Pat.

– No quiero ir esposado contigo -respondió el oficial-. Quiero deshacerme de ti. ¿Por qué no vuelves a Irlanda?

– Un tipo de prisión muy inferior -explicó Pat- y, en cualquier caso, no me tratan con el mismo grado de respeto que usted, oficial -añadió, mientras el coche se alejaba del bordillo y regresaba a la comisaría-. ¿Puede decirme su nombre? -preguntó al policía joven.

– Agente Cooper.

– ¿No será por casualidad pariente del inspector jefe Cooper?

– Es mi padre.

– Un caballero -afirmó Pat-. Hemos tomado juntos muchas tazas de té y galletas. Espero que se encuentre bien.

– Se ha jubilado -explicó el agente Cooper.

– Lo siento -dijo Pat-. ¿Querrá decirle que Pat O’Flynn se ha interesado por él? Dele recuerdos de mi parte, y también a su querida madre.

– Deja de cachondearte, Pat -dijo el oficial-. Hace solo unas semanas que el chico salió de Peel House -añadió, mientras el coche se detenía ante la comisaría. El oficial se apeó y sostuvo la puerta abierta para que Pat le siguiera.

– Gracias, oficial -dijo Pat, como si se dirigiera al portero del Ritz.

El agente joven sonrió, mientras el oficial subía los escalones y entraba con Pat en la comisaría.

– Ah, y buenas noches, señor Baker -dijo Pat al ver quién estaba detrás del mostrador.

– Caramba -dijo el oficial de servicio-. No puede ser que ya estemos en octubre.

– Me temo que sí, oficial -dijo Pat-. Me pregunto si mi celda habitual estará disponible. Solo me quedaré esta noche, ¿sabe usted?

– Temo que no -contestó el oficial de servicio-. Está ocupada por un delincuente de verdad. Tendrás que conformarte con la celda número dos.

– Pero siempre me han dado la celda número uno -protestó Pat.

El oficial de servicio alzó la vista y enarcó una ceja.

– No, la culpa es mía -admitió Pat-.Tendría que haber pedido a mi secretaria que me la reservara de antemano. ¿Ha de hacer una impresión de mi tarjeta de crédito?

– No, tengo todos los datos en tu ficha -le aseguró el oficial de servicio.

– ¿Y las huellas dactilares?

– A menos que hayas descubierto un método para quitarte las antiguas, creo que no las necesitamos. De todos modos, firma el pliego de cargos.

Pat tomó el bolígrafo y firmó al pie con una rúbrica.

– Bájele a la celda número dos, agente.

– Gracias, oficial -dijo Pat mientras se lo llevaban. Se detuvo y dio media vuelta-. Me pregunto, oficial, si podría despertarme a eso de las siete, traerme una taza de té, Earl Grey preferiblemente, y un ejemplar del Irish Times.

– Vete al cuerno, Pat -dijo el oficial de servicio, mientras el agente intentaba reprimir una carcajada.

– Eso me recuerda… -dijo Pat-. ¿Le he contado lo que pasó aquella vez que fui a buscar trabajo a una obra de Liverpool y el capataz…?

– Sáquelo de mi vista, agente, si no quiere pasar el resto del mes dedicado a controlar el tráfico.

El agente agarró a Pat del codo y bajaron a toda prisa.

– No hace falta que me acompañe -dijo Pat-. Conozco el camino.

Esta vez, el agente rió, mientras introducía la llave en la cerradura de la celda número dos. Empujó la pesada puerta para que Pat entrara.

– Gracias, agente Cooper -dijo Pat-. Espero verle por la mañana.

– No estaré de servicio -explicó el agente Cooper.

– En ese caso, hasta dentro de un año -repuso Pat sin más explicaciones-, y no olvide dar recuerdos a su padre -añadió, mientras la puerta de hierro de diez centímetros de grosor se cerraba con estrépito.

Pat examinó la celda durante unos minutos: un lavabo de acero, un retrete y una cama, una sábana, una manta y una almohada. El hecho de que nada hubiera cambiado desde el año anterior le tranquilizó. Se acostó en el colchón de crin de caballo, apoyó la cabeza sobre la almohada, dura como una roca, y durmió toda la noche por primera vez desde hacía semanas.

Pat despertó de un sueño profundo a las siete de la mañana siguiente, cuando alguien abrió la contraventana de la puerta y dos ojos negros le miraron.

– Buenos días, Pat -dijo una voz cordial.

– Buenos días, Wesley -repuso Pat sin abrir los ojos-. ¿Cómo estás?

– Bien -contestó Wesley-, pero siento verte de vuelta. -Hizo una pausa-. Supongo que debe de ser octubre.

– Por supuesto -dijo Pat, y se levantó de la cama-. Es importante que tenga buen aspecto para el juicio bufo de esta mañana.

– ¿Necesitas algo en particular?

– Una taza de té me vendría muy bien, pero lo que de verdad me hace falta es una navaja, una pastilla de jabón, un cepillo de dientes y pasta dentífrica. No he de recordarte, Wesley, que un acusado tiene derecho a pedir estas cosas antes de aparecer ante el tribunal.

– Me encargaré de hacértelas llegar -dijo Wesley-. ¿Quieres leer mi ejemplar del Sun?

– Muy amable, Wesley, pero, si el jefe de policía ha terminado con el Times de ayer, lo preferiría.

Se oyó una carcajada antillana y después la contraventana de la puerta se cerró.

Pat no tuvo que esperar mucho antes de que una llave se introdujera en la cerradura. La pesada puerta se abrió y reveló el rostro sonriente de Wesley Pickett, provisto de una bandeja que depositó sobre el extremo de la cama.

– Gracias, Wesley -dijo Pat, mientras examinaba el cuenco de cereales, el pequeño envase de leche descremada, las dos tostadas requemadas y el huevo pasado por agua-. Espero que Molly se haya acordado -añadió- de que me gustan los huevos poco cocidos; dos minutos y medio.

– Molly se fue el año pasado -dijo Wesley-. Creo que descubrirás que el oficial de guardia preparó el huevo anoche.

– Cómo está el servicio -dijo Pat-.Yo le echo la culpa a los irlandeses. Ya no se dedican al servicio doméstico -añadió, mientras daba golpecitos en un extremo del huevo con una cuchara de plástico-. Wesley, ¿te he hablado de aquella vez que fui a buscar trabajo a una obra de Liverpool y el capataz, un maldito inglés…?

Pat alzó la vista y suspiró al oír que la puerta se cerraba con estrépito y la llave giraba en la cerradura.

– Supongo que ya le había contado la historia -murmuró para sí.

Después de terminar el desayuno se lavó los dientes con un cepillo y un tubo de dentífrico todavía más pequeños que los que le habían facilitado durante su única experiencia en un vuelo de Aer Lingus a Dublín. A continuación abrió el grifo del agua caliente del diminuto lavabo de acero. El lento chorrito tardó un rato en pasar de frío a tibio. Frotó la ínfima pastilla de jabón con los dedos hasta producir suficiente espuma para cubrir su cara. Después tomó la navaja de plástico Bic e inició el lento proceso de eliminar la barba de cuatro días. Por fin se pasó por la cara una pequeña y áspera toalla verde.

Pat se sentó en el extremo de la cama y, mientras esperaba, leyó el Sun de Wesley de cabo a rabo en cuestión de cuatro minutos. Solo un artículo del editor político, Trevor Kavanagh (seguro que era irlandés, pensó Pat), mereció su atención. La pesada puerta se abrió de nuevo e interrumpió sus pensamientos.

– Vamos, Pat -dijo el oficial Webster-. Eres el primero de la mañana.

Pat subió con él por la escalera, y al ver al oficial de servicio preguntó:

– ¿Puedo recuperar mis objetos de valor, señor Baker? Los encontrará en la caja fuerte.

– ¿Por ejemplo? -preguntó el oficial, al tiempo que levantaba la vista.

– Mis gemelos de perlas, el reloj Cartier Tank y un bastón con mango de plata que lleva grabado el escudo de armas de mi familia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Casi Culpables»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Casi Culpables» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jeffrey Archer - Honour Among Thieves
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - Cometh the Hour
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - Sons of Fortune
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - Mightier than the Sword
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - As the Crow Flies
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - Hell
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - En pocas palabras
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - Heaven
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - Juego Del Destino
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - El cuarto poder
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer - A Twist in the Tale
Jeffrey Archer
Отзывы о книге «Casi Culpables»

Обсуждение, отзывы о книге «Casi Culpables» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x