Jodi Picoult - Diecinueve minutos

Здесь есть возможность читать онлайн «Jodi Picoult - Diecinueve minutos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Diecinueve minutos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Diecinueve minutos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Peter Houghton es un estudiante de 17 años en Sterling, New Hampshire, que lleva tiempo sufriendo los abusos verbales y físicos de sus compañeros de clase. Su única amiga, Josie Cormier, ha sucumbido a la presión del grupo y ahora pertenece a la élite popular que habitualmente lo acosa. Un último incidente lleva a Peter al límite y lo empuja a cometer un acto de violencia que cambiará para siempre la vida de los habitantes de Sterling. Incluso aquellos que no se encontraban en la escuela aquella mañana vieron sus vidas supendidas, incluyendo a Alex Cormier.

Diecinueve minutos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Diecinueve minutos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Es sólo por un tiempo-dijo Hugh-. Es lo mejor.

«¿Para quién?», pensó Lewis, pero guardó silencio hasta que oyó que Hugh cerraba la puerta tras él al salir.

Una vez se hubo marchado el catedrático, Lewis levantó de nuevo la tiza. Se quedó mirando las ecuaciones hasta que se le superpusieron unas sobre otras en la visión, y entonces empezó a hacer garabatos con furia, como un compositor ante una sinfonía que avanzara demasiado de prisa para sus dedos. ¿Cómo era que no se había dado cuenta antes? Todo el mundo sabía que si divides la realidad entre las expectativas, obtienes el coeficiente de felicidad. Pero que cuando inviertes la ecuación, las expectativas divididas entre la realidad, no obtienes lo opuesto a la felicidad. El resultado obtenido, comprendió Lewis, era esperanza.

Pura lógica: tomando la realidad como una constante, las expectativas tenían que ser mayores que la realidad para generar optimismo. Por otra parte, un pesimista era una persona cuyas expectativas estaban por debajo de la realidad, una fracción de resultado cada vez más pequeño. De acuerdo con la condición humana, este número se aproximaba a cero sin llegar a alcanzarlo nunca: nunca se renunciaba por completo a la esperanza, que podía volver a subir como la marea a la menor provocación.

Lewis se retiró unos pasos de la pizarra, repasando su obra. Alguien que fuera feliz tendría poca necesidad de esperar un cambio. Pero a la inversa, una persona optimista lo era porque quería creer en algo que fuera mejor de lo que era su realidad.

Se preguntó si habría excepciones a la regla: si las personas felices podían ser personas esperanzadas; si la gente desgraciada habría renunciado a toda expectativa de que las cosas pudieran ser mejores.

Y ello llevó a Lewis a pensar en su hijo.

Allí, de pie delante de la pizarra, se echó a llorar, con las manos y las mangas cubiertas del fino polvo blanco de la tiza, como si se hubiera convertido en un fantasma.

Las oficinas de la Brigada de Locos Informáticos, como Patrick llamaba en tono afectuoso a los técnicos que se introducían en la Red en busca de pornografía o temas relacionados con la actitud antisistema, estaban llenas de computadoras. No sólo el que habían incautado de la habitación de Peter Houghton, sino de unos cuantos más del Instituto Sterling, incluido el de la secretaría general y una remesa de la biblioteca.

– Es un hacha-dijo Orestes, un técnico informático al que Patrick no le habría echado edad suficiente como para haberse acabado la secundaria-. Y no hablamos sólo de programación HTML. El tipo conocía la mierda que tocaba.

Extrajo algunos archivos de las tripas de la computadora de Peter, unos ficheros gráficos que no tenían mucho sentido para Patrick, hasta que el informático pulsó varias combinaciones de teclas y de repente en la pantalla apareció un dragón en tres dimensiones, exhalando fuego.

– ¡Vaya!-exclamó Patrick.

– Ya te digo…Por lo que se ve, el tipo hasta ideó él solito algún que otro videojuego, y los colgó en un par de páginas de Internet, de donde pueden bajárselos otros usuarios e intercambiar opiniones.

– ¿Y en esas páginas no hay registro de mensajes enviados?

– Un respiro, amigo, confía y verás-dijo Orestes, que buscó una de las páginas que tenía ya archivada en Favoritos-. Peter entraba con el alias de Death Wish. Se trata de un…

– …de un grupo de música-concluyó Patrick la frase-. Ya sé comó es el asunto.

– No son sólo un grupo de música-dijo Orestes con tono reverencial, mientras sus dedos volaban sobre el teclado-. Son la voz actual de la conciencia colectiva humana moderna.

– Eso díselo a Tipper Gore.

– ¿A quién?

Patrick se rió.

– Supongo que ya no es de tu época.

– ¿Tú qué solías escuchar cuando eras pequeño?

– A los trogloditas haciendo entrechocar las piedras-contestó Patrick con sarcasmo.

La pantalla se llenó de mensajes de Death Wish. La mayoría de ellos eran opiniones acerca de cómo mejorar determinado diseño, o bien opiniones sobre otros juegos que habían sido subidos a la página. Dos eran citas de letras de canciones de Death Wish.

– Éste es mi favorito-dijo Orestes, que seleccionó el mensaje.

De: Death Wish

A: Hades 1991

Esta ciudad está a punto de reventar. Este fin de semana hay una muestra de artesanía. Esto se va a llenar de viejas brujas que vendrán a enseñar las mamarrachadas que han hecho.

Una muestra de mierdería, tendrían que decir. Pienso esconderme entre los arbustos de los jardines de fuera de la iglesia: prácticas de tiro al blanco mientras crucen la calle…¡Diez puntos por cada vieja! ¡Yu-huuu!

Patrick se recostó en el respaldo de la silla.

– Bueno, eso no prueba nada.

– Ya-dijo Orestes-. Las muestras de artesanía son una angustia, la verdad. Pero mira esto.-Se desplazó sin levantarse de la silla hasta otra terminal, instalada en una mesa-. Se coló en el sistema de seguridad de la red informática del instituto.

– ¿Con qué objeto? ¿Falsificar sus notas?

– Qué va. El programa que configuró atravesó la protección del sistema informático del instituto a las nueve y cincuenta y ocho de la mañana.

– Fue cuando estalló la bomba del coche-murmuró Patrick.

Orestes giró el monitor para que Patrick pudiera verlo.

– Esto es lo que apareció a esa hora en todas y cada una de las pantallas de las computadoras del instituto.

Patrick miró el fondo morado, sobre el que se desplazaban unas letras de color rojo: PREPARADO O NO…ALLÁ VOY.

Jordan estaba sentado ya a la mesa de la sala de entrevistas de la prisión cuando uno de los funcionarios acompañó allí a Peter Houghton.

– Gracias-le dijo al guardián, con los ojos puestos en Peter, quien escudriñó al instante la estancia. Su mirada se detuvo en la única ventana. Era algo que Jordan había visto una y otra vez en los reclusos a los que había representado. Un ser humano podía convertirse muy fácilmente en un animal enjaulado. Era como la cuestión del huevo y la gallina: ¿se volvían animales porque estaban enjaulados…o estaban enjaulados porque eran animales?

– Siéntate-dijo, pero Peter permaneció de pie.

Jordan comenzó a hablar, haciendo caso omiso de ello.

– Quiero exponerte las normas básicas, Peter-dijo-. Todo lo que yo te diga es confidencial. Todo lo que tú me digas a mí también lo es. Yo no puedo decirle a nadie lo que tú me cuentes. Lo que yo te diga es sólo para ti, pero no para los medios de comunicación, la policía, o quien sea. Si alguien intenta ponerse en contacto contigo, llámame inmediatamente, puedes hacerlo a cobro revertido. Como abogado tuyo, soy yo el que habla por ti. De ahora en adelante, yo seré tu mejor amigo, tu madre, tu padre, tu sacerdote. ¿Ha quedado claro?

Peter lo miraba con expresión de ferocidad.

– Como el cristal.

– Muy bien. Entonces-Jordan sacó del maletín una libreta con membrete y un lápiz-, supongo que tendrás algunas preguntas que hacerme. Podemos empezar por ahí.

– No aguanto esto-espetó Peter-. No entiendo por qué tengo que estar aquí.

La mayoría de los clientes de Jordan iniciaban su estancia en la prisión silenciosos y aterrorizados, para muy pronto dar paso a la ira y la indignación. Sin embargo, en aquel momento Peter hablaba como cualquier otro muchacho normal de su edad, como Thomas lo había hecho cuando parecía que el mundo girase a su alrededor y Jordan simplemente daba la casualidad de que vivía en el mismo mundo que él. Sin embargo, el abogado triunfó sobre el padre que había en Jordan, y comenzó a preguntarse si era posible que Peter Houghton no supiera por qué estaba en la cárcel. Jordan era el primero en reconocer que las defensas basadas en alegaciones de demencia raramente salían bien y estaban en exceso sobrevaloradas, pero tal vez el caso de Peter fuera ése en realidad, y por tanto la clave para asegurarle la absolución.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Diecinueve minutos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Diecinueve minutos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jodi Picoult - Small Great Things
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Shine
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Lone Wolf
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Harvesting the Heart
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Sing You Home
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Jak z Obrazka
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Between the lines
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Handle with Care
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Świadectwo Prawdy
Jodi Picoult
Jodi Picoult - Bez mojej zgody
Jodi Picoult
Jodi Picoult - House Rules
Jodi Picoult
libcat.ru: книга без обложки
Jodi Picoult
Отзывы о книге «Diecinueve minutos»

Обсуждение, отзывы о книге «Diecinueve minutos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x