La Comisión había seleccionado a unos cuantos testigos colaboradores para que declararan acerca del poder del hampa sobre el juego ilegal y su influencia en el mundo del deporte, en el que era de dominio público que se ofrecía dinero a atletas y entrenadores para reducir puntuaciones o influir en los resultados de los partidos.
El Zurdo contrató a un abogado, tomó el avión para Washington y allí se encontró con que lo acusaban de intentar sobornar a Michael Bruce, un mediocampista de veinticinco años de la Universidad de Oregón, quien declaró que cuando fue con su equipo a Ann Arbor a jugar un importante partido contra la Universidad de Michigan tuvo una cita con El Zurdo y con otra persona del mundo de las apuestas, David Budin, un ex jugador de baloncesto que, además de apostar, había sido estafador con los naipes y finalmente se había convertido en confidente, pagado por el gobierno.
Bruce declaró que la cita había tenido lugar en una habitación de hotel y que le habían ofrecido 5.000 dólares por asegurar la derrota de su equipo -uno de los peor clasificados- en ocho puntos en lugar de seis. Bruce dijo haber fingido estar de acuerdo con la proposición de El Zurdo, si bien había informado inmediatamente sobre ello a su entrenador.
El Zurdo negó haber intentado sobornar a nadie. Pero cuando subió al estrado ante la Comisión McClellan sus abogados le aconsejaron que si respondía a una sola de las preguntas, por insignificante que fuera, tendría que responder a todo cuanto se le preguntara o sería acusado de desacato y probablemente encarcelado. Su comparecencia ante la comisión fue un fracaso total.
Sr. Presidente: ¿Le llaman a usted El Zurdo?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta pues creo sinceramente que mi respuesta podría tender a incriminarme.
Senador Mundt: ¿Es usted zurdo?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta pues creo sinceramente que mi respuesta podría tender a incriminarme.
Sr. Presidente: Señor Rosenthal, según esta transcripción de su declaración del 6 de enero del año en curso, 1961 (en la detención de un corredor de apuestas), se le formuló la siguiente pregunta: «A usted también se le conoce como El Zurdo». Y su respuesta fue: «Sí, éste era mi apodo en béisbol». ¿Es esto correcto?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta pues creo sinceramente que mi respuesta podría tender a incriminarme.
Sr. Presidente: ¿Juega usted a béisbol?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta pues creo sinceramente que mi respuesta podría tender a incriminarme.
Sr. Adlerman: Señor Rosenthal, ¿trabajó usted para Angel-Kaplan como pronosticador?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta pues creo sinceramente que mi respuesta podría tender a incriminarme.
Sr. Adlerman: ¿Es usted un jugador profesional y compensador de apuestas?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta pues creo sinceramente que mi respuesta podría tender a incriminarme.
Sr. Adlerman: ¿Conoce usted a Fiore Buccieri, FiFi?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta basándome en que mi respuesta podría tender a incriminarme.
Sr. Adlerman: ¿Se relaciona usted con Sam Giancana, Mooney?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta basándome en que mi respuesta podría tender a incriminarme.
Sr. Adlerman: ¿Ha intentado alguna vez sobornar a algún jugador de fútbol?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta basándome en que mi respuesta podría tender a incriminarme.
Sr. Adlerman: ¿Alguna vez ha intentado específicamente sobornar a algún jugador de fútbol en los partidos Oregón-Michigan?
Sr. Rosenthal: Me niego respetuosamente a contestar la pregunta basándome en que mi respuesta podría tender a incriminarme.
El Zurdo recurrió treinta y siete veces a la Quinta Enmienda.
El Zurdo volvió a Florida, pero la justicia lo seguía de cerca. Robert Kennedy había promovido un proyecto de ley en el Congreso por el que se prohibía la transmisión interestatal de toda información en cuanto al juego, con lo cual las llamadas telefónicas de El Zurdo sobre los temas de lesiones de deportistas, alineaciones, probabilidades e incluso situación meteorológica quedaban fuera de la ley y lo exponían a ser detenido.
En 1962, cuando se produjo la medida enérgica contra el juego tan esperada por el FBI y J. Edgar Hoover anunció personalmente las detenciones de centenares de jugadores e integrantes del hampa en todo el país, El Zurdo se contaba entre ellos. A lo largo del siguiente año, se le detuvo en distintas ocasiones acusándosele de corredor de apuestas, pronosticador, infracciones de tráfico, blasfemia, mala conducta, vagabundeo y juego.
El Bureau Federal instaló dos transmisores en su piso. Los micrófonos ocultos autorizados por el tribunal, que formaban parte de las rigurosas medidas establecidas por el Departamento de Justicia para combatir el juego ilegal y la actividad de las bandas, permanecieron en el piso de El Zurdo durante un año y un día. (Él no descubrió que le habían colocado las escuchas hasta que fue procesado Gil Beckley por un caso relacionado con el crimen organizado a nivel federal y, durante la presentación de motivos previa al juicio, uno de los abogados de éste detectó las declaraciones juradas del FBI en las que reconocían las escuchas en casa de El Zurdo.)
Posteriormente, la Comisión sobre Competiciones del Estado de Florida anunció que se anulaba la licencia de Rosenthal en cuanto a propiedad de caballos de carreras e incluso la de entrar en sus pistas, o en cualquier frontón de cesta punta o canódromo de todo el Estado. A pesar de los consejos de sus amigos, Rosenthal insistió en solicitar una vista a la Comisión de Competiciones, lo que le reportó únicamente más publicidad negativa.
Finalmente, todas las acusaciones que pesaban sobre El Zurdo como corredor de apuestas fueron sobreseídas o desechadas. Efectivamente, cada uno de los cargos -aparte de una infracción de tráfico en Miami- fue sobreseído sin juicio, hasta 1962, año en que procesaron a Rosenthal en Carolina del Norte por intento de soborno en la persona de un jugador de baloncesto universitario de veinte años de la Universidad de Nueva York. De nuevo en esta ocasión tuvo como acusador a David Budin, el mismo confidente del gobierno que había manifestado ser testigo del supuesto intento de soborno en Ann Arbor, cargo por el que nunca había sido condenado Rosenthal. Efectivamente, los únicos cargos que se imputaron en el caso de soborno de Ann Arbor fueron contra Budin, por registrarse con nombre falso en el hotel de Dearborn.
En el caso de Carolina del Norte, no obstante, el abogado de Rosenthal, un letrado de la zona experto en cuestiones de juego y procesos en este campo, le dijo que el juez de Carolina del Norte que llevaba el caso había dejado claro que si Rosenthal insistía en llegar al juicio y en éste se le declaraba culpable, tenía asegurada una larga condena.
El Zurdo comunicó a sus abogados que no tenía intención de declararse culpable. Las negociaciones entre la acusación y los abogados de El Zurdo se alargaron más de un año. Finalmente, los abogados de éste dijeron que la acusación y el juez aceptarían de él que se negara a declarar. El Zurdo no admitiría el cargo; simplemente no replicaría a las acusaciones que se formularan contra él y aceptaría el veredicto de la sala.
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