Klas Östergren - Caballeros

Здесь есть возможность читать онлайн «Klas Östergren - Caballeros» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Caballeros: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Caballeros»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando el protagonista, homónimo del autor, conoce al gentleman Henry Morgan comprende que ha dado con su alma gemela. A Klas acaban de robárselo todo, así que decide ponerse en manos de Henry: este le descubre un anacrónico mundo de lujo, y le revela que está planeando robar el oro del castillo de Estocolmo. Y entonces aparece Leo, hermano de Henry y poeta maldito, que acaba de salir del psiquiátrico.
¿Quién supondría que una peligrosa trama de gángsters y contrabandistas estaría a la vuelta de la esquina?

Caballeros — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Caballeros», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No pude evitar pensar en La habitación roja . Olle Montanus estaba dentro de uno de los edificios ocupados, temblando. Iba a seguir viviendo en mi versión de La habitación roja , o, mejor aún, un hijo suyo, un pequeño niño jorobado, una fea caricatura de su padre, que dejó el campo y se marchó a la capital para asistir al entierro de su progenitor. Mi pastiche de La habitación roja empezaría justo donde Strindberg la había dejado. Estaría situada entre 1978 y 1979, y el chaval de Olle, Kalle Montanus, viviría en uno de los edificios ocupados en el distrito de Mullvaden. ¡Era genial! El muchacho estaría profundamente dormido, soñando con un mundo mejor y sin ningún atisbo de preocupación, hasta que un jovenzuelo pueblerino, un paisano suyo con la cara llena de espinillas, irrumpiría por la puerta y despertaría al chaval que dormía apaciblemente en un banco de la cocina. Se reconocerían y empezarían a pelearse a causa de un viejo préstamo. Así es como comenzaría.

– Té con ron -dijo alguien detrás de mí, dándome un golpecito en la espalda. Mis ensoñaciones sobre La habitación roja se interrumpieron abruptamente. Me giré y vi a Henry con un completo equipamiento de combate-. Té con ron -dijo ofreciéndome un vaso de termo con una bebida aromática.

– ¡Así que al final has venido!

– Sartre es muy pesado. A la larga se hace jodidamente pesado. La verdad es que creo que estoy más por la práctica.

Habíamos ensayado una y otra vez «Droppen Dripp» y otras pegadizas canciones populares, y ya nos sabíamos el repertorio casi demasiado bien. Sonaba muy profesional, muy poco amateur, y Henry opinaba que deberíamos cometer algunas equivocaciones deliberadas para hacer que aquello sonara más auténtico.

Había llegado el día de nuestra participación en la película. Siguiendo las precisas órdenes de Lisa, de la productora, una mañana tomamos el tren hasta Söderhamn y llegamos hacia el mediodía.

Según Henry, las estrellas estaban de nuestra parte. Había leído en su horóscopo que algo grande y trascendental iba a pasar ese día. «Debes tener cuidado, ya que estás jugando con fuerzas poderosas.» Eso es lo que decía, y Henry lo interpretaba inequívocamente como algo favorable.

Todo un mundo nuevo se abría ante mí: el excitante y glamuroso mundo del cine. Henry era un maniático de la etiqueta, y por ello procuró que nos recibieran como correspondía a los auténticos grandes. Como era habitual en él, llevaba un atuendo que encajaba a la perfección con su papel, à la naturelle , por así decir. Los de atrezzo no tuvieron nada que añadir, quitar o retocar en su aspecto. Además, hacía poco que había ido a su barbero y se había cortado el pelo con ese estilo juvenil con raya en medio, que era el que llevaba desde principios de los años cincuenta.

Conmigo, la cosa fue bastante peor. Henry me dejó alegremente en manos de la maquilladora, pero antes mantuvo con ella una breve conversación en un aparte.

– No puedo, ya lo sabes -dijo la mujer repetidas veces, pero Henry le insistió y conminó tanto que al final ella accedió a prometerle algo. Podía imaginar de qué se trataba. Se conocían desde hacía muchos años.

Como es lógico, la maquilladora estaba un tanto irritada cuando volvió a mi insignificante persona y mi pelo. En cuestión de minutos, me cortó el pelo y me devolvió a principios de los años sesenta, antes de que los Beatles se hicieran ricos y los peluqueros pobres.

Tras la agresión a mi cabeza, tuve que ponerme unos desagradables pantalones grises de terileno, una incómoda camisa de nailon con camiseta de malla, la corbata de napa y los zapatos puntiagudos que tanto había temido desde el principio. Pero así son las cosas cuando se está metido en el mundo del cine. Algunos actores se matan de hambre durante semanas para conseguir el papel de un personaje delgado. Hay directores que torturan a sus actores, alternando críticas y elogios indiscriminados para lograr el efecto deseado. Sufrir ciertas penalidades formaba parte del trabajo. Las estrellas de cine no solo se sentaban en sillas de tijera con su nombre bordado en letras doradas, bebiendo champán. La Garbo fue seguramente la única que bajaba deslizándose de un taxi, perfectamente vestida, peinada y maquillada, justo antes de que la claqueta sonara. Eso era al menos lo que aseguraba Birger, de Muebles Man, un gran admirador de la Garbo. Pero hablaré de esto más adelante.

– ¡Qué puntazo! -dijo Henry de mi nuevo aspecto-. Estás hecho todo un punk. Pregunta si puedes quedarte con esos trapos. Se te ve up to date .

Henry se movía por el estudio como si nunca hubiera hecho otra cosa en la vida; conversaba con los cámaras, los de iluminación, los técnicos y los demás figurantes, a cuya familia pertenecía desde hacía muchos años. Todos parecían apreciarlo mucho y reían y saludaban con la cabeza en cuanto se acercaba.

– Este es Klasa, mi nuevo descubrimiento. Todo un talento natural -dijo, y me dio un empujón en presencia del director, un hombre llamado Gordon que me resultó bastante decepcionante.

No se correspondía en absoluto con mis expectativas. Siempre me había imaginado a los directores como demonios egocéntricos que fustigan y maltratan a sus colaboradores. Pero Gordon era de un tipo completamente distinto, seguramente de una nueva escuela. Se movía de puntillas, susurrando como si se avergonzara de que su insignificante persona fuera la responsable de todo aquello. Me estrechó la mano de una forma indecisa, torpe y sudorosa, y pensó que yo encajaba a la perfección.

– Tú, tú, tú… eres clavado a uno de mis amigos de infancia -dijo-. Ellos, esta… esta película es, en cierto modo, jodidamente personal, ¿entiendes? Tengo que capturar, atrapar esa parte de mí mismo -continuó, hasta que alguien requirió su atención.

Henry parecía compartir mi opinión sobre Gordon, pero mantuvimos el tipo y luego nos dimos una vuelta por el viejo auditorio para mirar a las chicas. Justo en aquella secuencia se mostraban los preparativos de un baile estudiantil y el ambiente tenía que reflejar excitación e inquietud. Precisamente nerviosismo y ansiedad eran las palabras que definían el espíritu que emanaba de Gordon. Nadie sabía nada de la película y, si Lisa no hubiera sido el tipo de persona que era, nunca se habría rodado.

Tras cerca de cuatro horas de espera y murmullos, llegó el momento de la primera toma. Las estrellas, los profesionales que atraerían al público, no se veían enojados en lo más mínimo. Era gente con experiencia que sabía que filmar equivale a esperar. Uno de mis actores preferidos interpretaba al director de la escuela. Salió de su camerino con gran solemnidad. Todos callaban en su presencia y bajaban la vista a su paso, y a pesar de ser absolutamente repelente en su soberanía, la gente se sentía atraída hacia él como a un peligroso precipicio al que no podían resistir asomarse.

Gordon musitó algunas indicaciones, a fin de que todos ocuparan sus respectivos puestos, y Henry y yo nos colocamos en el lugar del plató donde debíamos fingir que ensayábamos «Drop- pen Dripp» y otros éxitos obsoletos.

La primera toma fue un fiasco. Henry y yo estuvimos impecables, pero a la joven protagonista el vestido se le levantaba por detrás. Gordon opinaba que en realidad creaba un efecto sensacional, pero un tanto retorcido. Después de unas cinco tomas de la misma escena, el vestido se mantuvo en su sitio.

– Ha quedado de puta madre -dijo Gordon, y con eso lo dio todo por terminado.

Ni siquiera me había dado tiempo de hacerme una idea de cómo era aquello. Habíamos ensayado durante semanas y esperado durante horas, y todo para una escena que duraba apenas dos minutos escasos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Caballeros»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Caballeros» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Caballeros»

Обсуждение, отзывы о книге «Caballeros» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x