David Foenkinos - La delicadeza
Здесь есть возможность читать онлайн «David Foenkinos - La delicadeza» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:La delicadeza
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
La delicadeza: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La delicadeza»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
La delicadeza — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La delicadeza», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Se disculpó y se levantó para ir al baño. Se observó largo rato en el espejo, cada detalle de su rostro. Se mojó las mejillas. ¿Se veía guapa? ¿Tenía opinión sobre sí misma, sobre su feminidad? Debía volver. Ya llevaba ahí varios minutos, inmóvil en su contemplación, entregada a la fluctuación de sus reflexiones. Cuando volvió a la mesa, cogió su abrigo. Inventó una excusa cualquiera, pero no se tomó la molestia de parecer creíble. Chloé pronunció una frase que no llegó a oír. Ya estaba fuera del bar. Algo más tarde, al irse a la cama, el hombre se preguntó si se había mostrado torpe.
34
Signos del Zodiaco de los miembros del equipo de Nathalie:
Chloé: Libra
Jean-Pierre: Piscis
Albert: Tauro
Markus: Escorpio
Marie: Virgo
Benoît: Capricornio
35
A la mañana siguiente, se disculpó rápidamente con Chloé, sin entrar en detalles. En la oficina, era su jefa; era una mujer fuerte. Se limitó a decirle que todavía no se sentía capaz de salir. «Es una pena», dijo en voz baja su joven subalterna. Y eso fue todo. Había que pasar a otra cosa. Después de esa breve conversación con Chloé, Nathalie se quedó un momento en el pasillo y luego volvió a su despacho. Por fin vio su trabajo como de verdad era: carente del más mínimo interés.
Nunca se había apartado del todo del mundo sensual. Nunca había dejado verdaderamente de ser femenina, ni siquiera en los momentos en que quería morirse. Quizá lo hiciera como un homenaje a François, o quizá fuera simplemente la idea de que a veces basta maquillarse para parecer viva. Hacía tres años que su marido había muerto. Nathalie llevaba tres años desmenuzando su vida en el vacío. Le habían sugerido a menudo que se separara de los recuerdos. Tal vez fuera ésa la mejor manera de dejar de vivir en el pasado. Nathalie le daba vueltas a esa expresión: «separarse de los recuerdos». ¿Cómo se abandona un recuerdo? En lo que a los objetos respecta, había aceptado la idea. Ya no soportaba la presencia de aquellos que François hubiera tocado. Así que ya no le quedaba gran cosa, excepto una foto guardada en el cajón grande de su escritorio. Una foto que parecía perdida. La contemplaba a menudo, como si quisiera convencerse de que su relación había existido de verdad. En el cajón había también un pequeño espejo. Lo cogió para observarse, como lo haría un hombre que la viera por primera vez. Se levantó y se puso a andar de un extremo a otro de su despacho, con las manos en las caderas. La moqueta ahogaba el sonido de sus tacones de aguja. La moqueta asesina la sensualidad. Pero ¿quién narices habrá inventado la moqueta?
36
Llamaron a la puerta. Discretamente, apenas se oyó. Nathalie se sobresaltó, como si esos últimos segundos le hubieran hecho creer que podía estar sola en el mundo. Dijo: «Adelante», y Markus entró. Era un compañero oriundo de Uppsala, una ciudad sueca que no le interesa a casi nadie. Hasta los habitantes de Uppsala [4]se sienten incómodos: el nombre de su ciudad suena casi como una disculpa. Suecia tiene la tasa de suicidios más alta del mundo. Una alternativa al suicidio es emigrar a Francia, eso es lo que debía de haber pensado Markus. El joven tenía un físico más bien desagradable, pero tampoco se puede decir que fuera feo. Tenía siempre una manera de vestir un poco especial: no se sabía si había sacado su ropa del trastero de casa de su abuelo, de la beneficencia o de una tienda de última moda. En conjunto, su aspecto era poco homogéneo.
– Vengo a verla por el expediente 114 -dijo. ¿Es que no bastaba su extraña apariencia, también tenía que decir frases tan estúpidas? Nathalie no tenía la menor gana de trabajar hoy. Era la primera vez desde hacía mucho tiempo. Se sentía como desesperada: casi podría haberse ido de vacaciones a Uppsala, con eso se dice todo. Observaba a Markus, que no se movía. Éste la miraba, embelesado. Para él, Nathalie representaba esa clase de feminidad inaccesible, a lo que venía a añadirse la fantasía que desarrollan algunos con respecto a todo superior jerárquico, a todo ser en una posición dominante. Nathalie decidió entonces caminar hacia él, caminar despacio, muy despacio. Casi habría dado tiempo a leer una novela mientras tanto. No parecía querer detenerse, tanto es así que de pronto se encontró muy cerca del rostro de Markus, tan cerca que sus narices se tocaron. El sueco ya no respiraba. ¿Qué quería de él? No le dio tiempo a seguir formulándose esa pregunta en su cabeza, pues Nathalie empezó a besarlo con frenesí. Un largo beso intenso, con esa intensidad propia de la adolescencia. Y, de pronto, dio un paso atrás: -Ya hablaremos más tarde del expediente 114. Abrió la puerta e invitó a Markus a salir de su despacho. Éste obedeció con dificultad. Se sentía como Amstrong en la Luna. Ese beso era un gran paso para su humanidad. Se quedó un momento inmóvil delante de la puerta del despacho. En cuanto a Nathalie, ya había olvidado por completo lo que acababa de ocurrir. Su acto no tenía ningún vínculo con la sucesión de los demás actos de su vida. Ese beso era la manifestación de una anarquía repentina en sus neuronas, lo que podría llamarse un acto gratuito.
37
El invento de la moqueta
Parece difícil llegar a saber quién inventó la moqueta. Según el diccionario Larousse, la moqueta no es más que «una alfombra que se vende por metros».
Esta definición plasma la naturaleza patética de su existencia.
38
Markus era un hombre puntual y le gustaba volver a su casa a las siete y cuarto en punto. Se sabía los horarios del tren de cercanías como otros se saben los perfumes preferidos de su mujer. No le disgustaba esa vida cotidiana idéntica a sí misma. A veces tenía la impresión de ser amigo de esos desconocidos con los que se cruzaba cada día. Aquella tarde tenía ganas de gritar, de contarle su vida a todo el mundo. Su vida con los labios de Nathalie sobre los suyos. Quería levantarse y apearse en una estación cualquiera, así porque sí, sólo para tener la impresión de salirse de la costumbre. Quería estar loco, lo cual era la prueba de que no lo estaba.
Mientras caminaba hacia su casa, volvieron a su mente imágenes de su infancia sueca. Fue bastante rápido. La infancia en Suecia se parece a la vejez en Suiza. Pero, pese a todo, volvió a pensar en aquellos momentos en que se sentaba al fondo de la clase para contemplar la espalda de las chicas. Durante años, había admirado las nucas de Kristina, Pernilla, Joanna y otras muchas chicas cuyos nombres terminaban por A, sin poder nunca rozar siquiera otra letra. No recordaba sus caras. Soñaba con volverlas a ver, sólo para decirles que Nathalie lo había besado; para decirles que no habían sabido ver su atractivo. Ah, qué bonita era la vida.
Una vez delante de su edificio, vaciló. Estamos asediados por un sinfín de cifras que memorizar. Los números de teléfono, las contraseñas de acceso a Internet, las tarjetas de crédito… De modo que, sin remedio, llega un momento en que todo se confunde. Intentas entrar en tu casa utilizando tu número de móvil. Markus, cuyo cerebro estaba perfectamente organizado, se sentía al amparo de esa clase de problema; sin embargo, eso fue exactamente lo que le ocurrió aquella tarde. No había manera de que recordara el código del portero automático. Probó varias combinaciones, en vano. ¿Cómo podía uno olvidar por la tarde aquello que por la mañana recordaba perfectamente? ¿El exceso de información nos empujará ineluctablemente hacia la amnesia? Por fin, llegó un vecino y se colocó delante de la puerta. Podría haber abierto enseguida, pero prefirió saborear ese momento de evidente superioridad. A juzgar por su mirada, uno casi hubiera dicho que recordar el código era señal de virilidad. El vecino se decidió por fin a abrir, y dijo pomposamente: «No, por favor, pase usted primero.» Markus pensó: Gilipollas, si supieras lo que tengo en la cabeza, tengo algo tan bonito que borra todos los datos inútiles… Subió la escalera, y enseguida olvidó el desagradable contratiempo. Seguía sintiéndose ligero y repasaba en su cabeza una y otra vez la escena del beso. Era ya una película de culto en su memoria. Abrió por fin la puerta de su apartamento, y su salón se le antojó muy pequeño comparado con sus ganas de vivir.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «La delicadeza»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La delicadeza» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «La delicadeza» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.