David Foenkinos - La delicadeza
Здесь есть возможность читать онлайн «David Foenkinos - La delicadeza» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:La delicadeza
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
La delicadeza: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La delicadeza»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
La delicadeza — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La delicadeza», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Pero ese encanto se fue al garete en cuanto se planteó la cuestión sexual. Sin duda Brigitte se había esforzado mucho, pero el día en que Markus trató de tocar sus maravillosos senos, no pudo dominar su mano, y sus cinco dedos aterrizaron en la mejilla sorprendida del muchacho. Éste se volvió para mirarse en un espejo y descubrió estupefacto la aparición del rojo sobre la blancura de su piel. Ya siempre recordaría ese rojo, y asociaría ese color a la idea del rechazo. Brigitte trató de disculparse diciendo que había sido un gesto impulsivo, pero Markus comprendió lo que las palabras no decían. Algo animal y visceral: le daba asco. La miró, y se puso a llorar. Cada cuerpo se expresa a su manera.
Fue la primera vez que lloró delante de una mujer.
Terminó la versión sueca del bachillerato y decidió irse a vivir a Francia. Un país en el que las mujeres no eran Brigittes. Herido por el primer episodio de su vida sentimental, había desarrollado un sentido de protección. Quizá viviera una trayectoria paralela al mundo sensual. Tenía miedo de sufrir, de no ser deseado por motivos justificados. Era frágil, sin saber cuánto puede conmover la fragilidad a una mujer. Al cabo de tres años de soledad urbana, cuando ya estaba perdiendo la esperanza de encontrar el amor, decidió participar en una sesión de speed dating. Así, iba a conocer a siete mujeres con las que podría hablar durante siete minutos. Un tiempo infinitamente corto para alguien como él: estaba seguro de que necesitaría como mínimo un siglo para convencer a una muestra del sexo opuesto de que lo siguiera por el estrecho sendero de su vida. Sin embargo, ocurrió algo extraño: ya desde el primero de los siete encuentros, le dio la sensación de percibir una tonalidad compartida. La chica se llamaba Alice [5]y trabajaba en una farmacia [6]donde a veces impartía talleres de cuidados de belleza. [7]A decir verdad, fue bastante simple: la situación los incomodaba tanto a ambos que eso mismo les permitió relajarse. Su encuentro fue, pues, de lo más sencillo, y tras cumplir con los restantes seis encuentros, quedaron para prolongar los siete minutos. Que se convirtieron en días, y después en meses.
Pero su relación no duró más de un año. Markus adoraba a Alice, pero no la amaba. Y, sobre todo, no la deseaba lo suficiente. Era una ecuación atroz: por una vez que conocía a alguien que valía la pena, no estaba en absoluto enamorado. ¿Es que estamos siempre condenados a la imperfección? Durante las semanas que duró su relación, progresó en su experiencia de la vida en pareja. Descubrió sus puntos fuertes y su capacidad de suscitar amor. Sí, Alice se enamoró perdidamente de él. Era casi perturbador para alguien que sólo había conocido el amor materno (bueno, ni siquiera). Había en Markus algo muy tierno y sencillamente conmovedor, una mezcla de fuerza protectora y de enternecedora debilidad. Y fue precisamente esa debilidad lo que le hizo postergar lo inevitable, a saber: dejar a Alice. Pero al final lo hizo, una mañana. El dolor de la joven le abrió una herida especialmente honda. Quizá más honda que el dolor que él mismo había sentido toda su vida. No pudo evitar llorar, pero sabía que era la decisión acertada. Prefería la soledad antes que permitir que entre ambos corazones se cavara una brecha mayor.
Ésta fue, pues, la segunda vez que Markus lloró delante de una mujer.
Desde hacía casi dos años no había ocurrido nada en su vida. Había llegado a echar de menos a Alice. Sobre todo con ocasión de nuevas sesiones de speed dating, que fueron particularmente decepcionantes, por no decir humillantes, cuando algunas chicas no hicieron siquiera el esfuerzo de dirigirle la palabra. De modo que decidió dejar de asistir a esa clase de encuentros. ¿Quizá incluso hubiera renunciado sencillamente a la idea de vivir en pareja? Es que ya no le veía siquiera el interés. Después de todo, había millones de solteros. Podría pasarse sin una mujer. Pero se decía eso para consolarse, para no pensar hasta qué punto esa situación le hacía sufrir. Soñaba tanto con un cuerpo femenino, y se moría al pensar a veces que seguramente todo eso ya le estaría vetado de por vida. Que ya nunca obtendría un visado para la belleza.
Y, de pronto, Nathalie lo besó. Su jefa, y el objeto evidente de sus fantasías. Después ésta le explicó que ese hecho no había existido. Así que nada, tenía que aceptarlo y ya está. No era tan grave después de todo. Sin embargo, había llorado. Sí, habían resbalado lágrimas por sus mejillas, lo cual lo había sorprendido sobremanera. Lágrimas imprevisibles. ¿Tan frágil era? No, no se trataba de eso. Muchas veces había tenido que encajar situaciones harto más difíciles. Era sólo que ese beso lo había conmovido especialmente; porque Nathalie era muy guapa, claro, pero también por lo inesperado y lo irreprimible de su gesto. Nadie lo había besado nunca así, sin concertar antes cita con sus labios. Era esa magia lo que lo había conmovido hasta las lágrimas. Y ahora: hasta las lágrimas amargas de la decepción.
49
Al salir del trabajo ese viernes estaba muy contento de poder refugiarse en el fin de semana. Utilizaría el sábado y el domingo como dos gruesas mantas. No quería hacer nada, ni siquiera tenía fuerzas para leer. De modo que se sentó a ver la tele. Así fue como asistió a un espectáculo excepcional, el de la elección del secretario general del Partido Socialista francés. La segunda vuelta enfrentaba a dos mujeres: Martine Aubry y Ségoléne Royal. Hasta entonces nunca le había interesado mucho la política francesa. Pero eso era una historia apasionante. Mejor aún: una historia que iba a darle más de una idea.
En la noche del viernes al sábado se conoció el resultado. Pero nadie podía decir verdaderamente quién había ganado. Al amanecer, por fin se declaró como vencedora a Martine Aubry, con una ventaja de sólo cuarenta y dos votos. Markus no podía creer que la distancia entre ambas fuera tan pequeña. Los partidarios de Ségoléne Royal protestaban airadamente: «¡No permitiremos que nos roben nuestra victoria!» Una frase fabulosa, pensó Markus. La perdedora seguía, pues, luchando, poniendo en tela de juicio los resultados. Y, todo hay que decirlo, las noticias del sábado parecían darle la razón pues se descubrieron fraudes y errores. La diferencia de votos entre ambas se reducía cada vez más. Completamente absorbido por esa historia, Markus escuchó la declaración de Martine Aubry. Se presentaba como la nueva secretaria general del Partido, pero las cosas no iban a ser tan sencillas. Esa misma noche, en el plato del informativo televisivo, Ségoléne Royal anunció que ella también sería la próxima secretaria general. ¡Las dos se declaraban vencedoras! Markus se sintió subyugado por la determinación de esas dos mujeres, y sobre todo por la de la segunda, que, pese a su derrota, seguía luchando con voluntad férrea, por no decir sobrenatural. Veía en el vigor de esos dos animales políticos todo lo que él no era. Y fue precisamente ese sábado por la noche, sumido en la batalla tragicómica de los socialistas, cuando decidió luchar él también; cuando decidió que no iba a dejar que las cosas quedaran así con Nathalie. Aunque ella le hubiera dicho que todo estaba perdido, que no había la más mínima esperanza, él seguiría creyendo en ello. Sería, costara lo que costara, el secretario general de su vida.
Su primera decisión fue muy simple: la reciprocidad. Si ella lo había besado sin pedirle su opinión, no veía por qué no podría él hacer lo mismo. El lunes por la mañana, a primera hora, iría a devolverle el beso. Para ello, se dirigiría a ella con paso decidido (lo cual era la parte más complicada del programa: nunca se le había dado bien lo de andar con paso decidido), y la agarraría de manera viril (lo cual era la otra parte complicada del programa: nunca se le había dado bien hacer nada de manera mínimamente viril). Vamos, que el ataque se anunciaba bastante complicado. Pero todavía tenía todo el domingo por delante para prepararse. Un largo domingo de socialistas.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «La delicadeza»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La delicadeza» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «La delicadeza» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.