David Foenkinos - La delicadeza
Здесь есть возможность читать онлайн «David Foenkinos - La delicadeza» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:La delicadeza
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
La delicadeza: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La delicadeza»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
La delicadeza — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La delicadeza», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
50
Palabras pronunciadas por Ségoléne Royal cuando su rival la supera por 42 votos:
«Eres insaciable, Martine, no quieres reconocer mi victoria.»
51
Markus estaba ante la puerta de Nathalie, era hora de actuar, lo cual lo sumía en la inmovilidad más absoluta. Benoît, un colega de su equipo, pasó por allí:
– ¿Qué haces ahí parado?
– Esto… voy a reunirme con Nathalie.
– ¿Y piensas verla quedándote plantado delante de su puerta?
– No… es sólo que hemos quedado a las diez… y son las diez menos un minuto… y ya me conoces, no me gusta llegar con antelación.
Benoît se alejó, visiblemente en el mismo estado que aquel día de abril de 1992 en que vio una obra de Samuel Beckett en un teatro alternativo.
Markus estaba ahora obligado a actuar. Entró en el despacho de Nathalie. Estaba enfrascada en un expediente (¿el 114 quizá?), pero enseguida levantó la cabeza de sus papeles. Markus avanzó hacia ella con paso decidido. Pero nada podía ser fácil nunca. Al acercarse a Nathalie, tuvo que aflojar el paso. Le latía cada vez más fuerte el corazón, una auténtica sinfonía de sindicalistas. Nathalie se preguntaba qué iba a pasar. Y, la verdad sea dicha, tenía un poco de miedo. Sin embargo, sabía que Markus era la amabilidad en persona. ¿Qué quería? ¿Por qué no se movía? Su cuerpo era un ordenador averiado por exceso de datos. Los suyos eran datos emocionales. Nathalie se levantó y le preguntó:
– ¿Qué pasa, Markus?
– …
– ¿Se encuentra bien?
Éste consiguió volver a concentrarse en lo que había venido a hacer. La agarró de repente por la cintura y la besó con una energía que ni él mismo sospechaba. Antes de que Nathalie tuviera tiempo de reaccionar, Markus había salido ya de su despacho.
52
Dejó tras de sí esa extraña escena de beso robado. Nathalie quiso volver a enfrascarse en su trabajo, pero al final decidió ir en su busca. Había sentido algo complicado de definir. A decir verdad, era la primera vez desde hacía tres años que alguien la agarraba así. La primera vez que no se comportaban con ella como si fuera algo frágil. Sí, era asombroso, pero le había turbado ese movimiento relámpago, de una virilidad casi brutal. Recorrió los pasillos de la empresa, preguntó a diestro y siniestro dónde estaba Markus, a todos los empleados con los que se cruzaba. Nadie lo sabía. No había vuelto a su despacho. Entonces pensó en la azotea del edificio. En esa época del año no iba nadie porque hacía mucho frío. Nathalie se dijo que ahí tenía que estar Markus. Era una intuición acertada. Estaba ahí, junto al antepecho de la pared, en una actitud muy tranquila. Hacía pequeños movimientos con los labios, seguramente soplaba. Casi parecía que fumara, pero sin cigarrillo. Nathalie se acercó a él en silencio:
– Yo también vengo a refugiarme aquí a veces. Para respirar un poco -dijo.
A Markus le sorprendió esa aparición. Nunca habría pensado que Nathalie fuera a buscarlo, después de lo que acababa de ocurrir.
– Va a coger frío -contestó-. Y ni siquiera tengo un abrigo que prestarle.
– Pues nada, cogeremos frío los dos. Al menos en eso no habrá diferencia entre nosotros.
– Qué graciosa.
– No, no soy graciosa. Y lo que hice no tiene ninguna gracia… pero bueno, caray, ¡tampoco es un crimen!
– Entonces es que no sabe usted nada de la sensualidad. Un beso suyo, y luego nada… Pues claro que es un crimen. En el reino de los corazones secos sería usted condenada.
– ¿En el reino de los corazones secos?… Nunca le había oído hablar así, Markus.
– No esperará usted que me ponga poético con el expediente 114.
El frío modificaba el rostro de ambos. Y agravaba cierta injusticia. Markus se tornaba ligeramente azul, por no decir lívido, mientras que Nathalie palidecía como una princesa neurasténica.
– Tal vez sea mejor que volvamos dentro -dijo ella.
– Sí… ¿qué hacemos entonces?
– Pero… pero bueno, ya está bien. No hay nada que hacer. Ya me he disculpado. No hay que hacer tanta historia de un simple incidente.
– ¿Y por qué no? A mí no me importaría leer una historia así.
– Bueno, ya basta, esto acaba aquí. Ni siquiera sé lo que estoy haciendo hablando en esta azotea con usted.
– De acuerdo, esto acaba aquí. Pero después de una cena.
– ¿Qué?
– Cenemos juntos. Y después le prometo que no hablaré más del asunto.
– No puedo.
– Me lo debe… Sólo una cena.
Algunas personas tienen la capacidad extraordinaria de pronunciar una frase como ésa. Una capacidad que impide al otro responder con una negativa. Nathalie sentía en la voz de Markus toda su capacidad de persuasión. Sabía que sería un error aceptar. Sabía que tenía que dar marcha atrás en ese momento, antes de que fuera demasiado tarde. Pero, delante de él, resultaba imposible decirle que no. Además, tenía tanto frío…
53
Información concreta acerca del expediente 114:
Se trata de un análisis comparado entre Francia y Suecia de la regulación en entorno rural de las balanzas del comercio exterior en un periodo que abarca desde noviembre de 1967 hasta octubre de 1974.
54
Markus pasó por su casa para cambiarse, y ahora estaba parado delante de su armario sin decidirse. ¿Cómo debía vestirse para ir a cenar con Nathalie? Quería ir hecho un pincel. Pero un pincel nada más era poco para ella. Le habría gustado ir hecho diez pinceles al menos, o cuarenta, o incluso mil. Se aturdía a números para olvidar las cuestiones importantes. ¿Debía llevar corbata? No tenía a nadie que le pudiera ayudar. Estaba solo en el mundo, y el mundo era Nathalie. Aunque habitualmente se sentía bastante seguro sobre sus preferencias en lo que a vestimenta se refiere, ahora perdía pie en todo, y tampoco sabía elegir los zapatos. Había perdido la costumbre de vestirse para salir por la noche. Además, la situación no dejaba de ser delicada: Nathalie era también su jefa, lo cual añadía presión al asunto. Por fin logró relajarse diciéndose que la apariencia no tenía por qué ser lo más importante. Que ante todo debía mostrarse relajado y tener conversación sobre temas variados. Sobre todo no había que hablar de trabajo. Quedaba terminantemente prohibido mencionar el expediente 114. No debía dejar que ese tema se impusiera sobre su velada. Pero ¿de qué iban a hablar entonces? No se cambia así como así de entorno. Se iban a sentir como dos carniceros en un congreso de vegetarianos. No, era absurdo. Quizá lo mejor fuera anular la cita. Todavía estaba a tiempo. Podía decir que le había surgido un problema de fuerza mayor. Sí, lo siento, Nathalie. Me habría gustado tanto, bien lo sabe usted, pero bueno, es que hoy mamá ha muerto. No, no, eso no, demasiado violento. Y demasiado Camus, y Camus, para anular una cena, como que no. Mucho mejor Sartre. Esta noche no puedo, tiene que entenderlo, el infierno son los demás. Un tonito existencialista en la voz y colaría. Mientras divagaba de esa manera, se dijo que seguramente ella también debía de haber buscado excusas para anular la cena en el último momento. Pero, por ahora, todavía nada. Habían quedado una hora después, y no había llegado ningún mensaje de Nathalie. Seguramente estaría pensando a ver qué excusa ponerle. O si no, quizá tuviera un problema de batería en su teléfono y por eso no podía avisarle de que le había surgido un imprevisto. Markus siguió dando vueltas nervioso por su habitación un rato más y, al no tener noticias de Nathalie, salió de casa con la sensación de que debía llevar a cabo una misión espacial.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «La delicadeza»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La delicadeza» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «La delicadeza» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.