J. Rowling - Una vacante imprevista

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Una vacante imprevista: краткое содержание, описание и аннотация

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La historia de esta primera obra de Rowling para adultos se centra en Pagford, un imaginario pueblecito del sudoeste de Inglaterra donde la súbita muerte de un concejal desata una feroz pugna entre las fuerzas vivas del pueblo para hacerse con el puesto del fallecido, factor clave para resolver un antiguo litigio territorial.
La minuciosa descripción de las virtudes y miserias de los personajes conforman un microcosmos tan intenso como revelador de los obstáculos que lastran cualquier proyecto de convivencia, y, al mismo tiempo, dibujan un divertido y polifacético muestrario de la infinita variedad del género humano.
Sin que el lector apenas lo perciba, Rowling consigue involucrarlo en temas de profundo calado mientras lo conduce sin pausa a un sorprendente desenlace final.

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Si se hubiera tratado de Vikram Jawanda, tal vez podría haberlo enfocado con cierta dignidad. Necesitaba un café. No podía quedarse eternamente en el cuarto de baño. Pero al darse la vuelta para abrir la puerta, se vio en el espejo y estuvo a punto de perder el valor. Tenía la cara abotargada y los párpados hinchados, y la tensión y la deshidratación le destacaban las arrugas.

«Dios mío, qué habrá pensado de mí…»

Encontró a Miles sentado en la cocina. No lo miró, fue derecha hacia el armario del café. Antes de que hubiera tocado el tirador de la puerta, él dijo:

—Aquí hay café.

—Gracias —masculló ella, y se sirvió una taza evitando mirar a su marido.

—He enviado a Lexie a casa de mis padres —dijo Miles—. Tenemos que hablar.

Ella se sentó a la mesa de la cocina.

—Pues adelante —dijo.

—¿Adelante? ¿Eso es lo único que se te ocurre?

—¿No dices que quieres hablar?

—Anoche, en la fiesta de cumpleaños de mi padre, fui a buscarte y te encontré achuchando a un chico de dieciséis…

—De dieciséis años, sí —confirmó Samantha—. Al menos es legal.

Miles se quedó mirándola con perplejidad.

—¿Te resulta gracioso? Si me hubieras encontrado tú a mí tan borracho que ni siquiera fuera consciente de…

—Yo era consciente —lo interrumpió su mujer.

No quería ser como Shirley, no quería taparlo todo con un mantelito de volantes de educada ficción. Quería ser sincera, atravesar aquella gruesa capa de autocomplacencia que hacía que ya no reconociera al joven del que había estado enamorada.

—¿De qué eras consciente? —preguntó Miles.

Era tan evidente que esperaba que ella se mostrara avergonzada y arrepentida que a Samantha le dieron ganas de reír.

—Consciente de que lo estaba besando —dijo.

Miles la miró con fijeza, haciendo que su valor se esfumara, porque sabía qué iba a decir él a continuación.

—¿Y si hubiera entrado Lexie?

Samantha no tenía respuesta para eso. Pensar que Lexie pudiera enterarse de aquello le daba ganas de huir para siempre. ¿Y si el chico se lo contaba? Habían sido compañeros de colegio. Samantha no había tenido en cuenta cómo era Pagford.

—¿Qué demonios te está pasando? —preguntó Miles.

—No soy feliz —declaró Samantha.

—¿Por qué? —preguntó él, pero se apresuró a añadir—: ¿Es por la tienda? ¿Es eso?

—En parte sí. Pero detesto vivir en Pagford. Detesto vivir tan cerca de tus padres. Y a veces —añadió— detesto despertarme a tu lado.

Pensó que Miles se enfurecería, pero en cambio le preguntó con bastante serenidad:

—¿Significa que ya no me quieres?

—No lo sé.

Con el cuello de la camisa desabrochado parecía más joven. Por primera vez desde hacía mucho tiempo, Samantha creyó atisbar a alguien conocido y vulnerable dentro del avejentado cuerpo sentado al otro lado de la mesa. «Y todavía me quiere», pensó extrañada, recordando la cara arrugada que acababa de ver en el espejo del cuarto de baño.

—Pero la noche en que murió Barry Fairbrother —añadió— me alegré de que tú siguieras vivo. Creo que soñé que habías muerto y me desperté, y sé que me alegré cuando te oí respirar.

—Y… ¿y eso es lo único que tienes que decirme? ¿Que te alegras de que no esté muerto?

Samantha se había equivocado al pensar que Miles no estaba furioso: estaba conmocionado.

—¿Eso es lo único que tienes que decirme? Coges una curda en la fiesta de mi padre y…

—¿Habría sido menos grave si no hubiera pasado en la maldita fiesta de tu padre? —replicó ella; la cólera de Miles había inflamado la suya—. ¿Es ése el verdadero problema, que te hice quedar mal delante de papá y mamá?

—Samantha, estabas besando a un chico de apenas dieciséis años.

—¡Pues mira, a lo mejor no es el último! —replicó ella a voz en grito. Se levantó y dejó su taza de un golpazo en el fregadero; el asa se rompió y se le quedó en la mano—. ¿No lo entiendes, Miles? ¡No puedo más! Odio nuestra vida de mierda y odio a tus malditos padres…

—Pues no te importa que paguen la educación de las niñas…

—… odio ver cómo te conviertes en tu padre ante mis narices…

—… lo que pasa es que no soportas verme feliz cuando tú no lo eres…

—… cuando a mi querido esposo le importa un cuerno lo que yo siento…

—… podrías hacer muchas cosas, pero prefieres quedarte sentada en el sofá poniendo mala cara…

—… no pienso seguir quedándome sentada en el sofá, Miles…

—… no voy a pedir perdón por implicarme en la comunidad…

—… bueno, pues lo que dije es lo que pienso: ¡no le llegas a la suela del zapato a Barry!

—¿Qué? —saltó él, y al levantarse volcó la silla mientras Samantha iba hacia la puerta.

—¡Ya me has oído! —le gritó—. Como decía en mi carta, Miles, no le llegas a la suela del zapato a Barry Fairbrother. Él era sincero.

—¿Tu carta?

—Sí —dijo ella casi sin aliento, con una mano en el picaporte—. Esa carta anónima la envié yo. Una noche que bebí de más mientras tú hablabas por teléfono con tu madre. —Abrió la puerta y agregó—: Y que sepas que tampoco te voté.

La expresión de Miles le produjo una gran turbación. En el recibidor se calzó unos zuecos, lo primero que encontró, y salió a la calle antes de que él pudiera alcanzarla.

IX

El trayecto en autobús trasladó a Krystal a su infancia. Cuando estudiaba en el St. Thomas lo hacía todos los días, sola. Sabía cuándo aparecería la abadía y se la señaló a Robbie.

—¿Ves el castillo en ruinas?

Robbie tenía hambre, pero la emoción de ir en autobús lo distrajo un poco. Krystal le sujetaba la mano con fuerza. Le había prometido comprarle algo de comer cuando llegaran a su destino, pero no sabía cómo lo conseguiría. Quizá pudiera pedirle dinero prestado a Fats para una bolsa de patatas fritas, y también para el billete de vuelta.

—Yo iba a ese colegio —le dijo a su hermano mientras él hacía dibujos abstractos con un dedo en la sucia ventanilla—. Y tú también irás.

Cuando la realojaran a causa de su embarazo, muy probablemente le facilitarían otra vivienda en los Prados; nadie quería comprarlas porque estaban muy deterioradas. Pero, pese al mal estado de esas casas, Krystal lo consideraba una ventaja, porque podría matricular a Robbie y el bebé en el St. Thomas. Además, seguro que los padres de Fats le darían dinero para una lavadora cuando naciera su nieto. Quizá hasta le compraran un televisor.

El autobús bajaba por una cuesta hacia Pagford, y Krystal entrevió el reluciente río, que asomó brevemente antes de que la carretera descendiera demasiado. Cuando había empezado a entrenar con el equipo de remo, la había decepcionado no hacerlo en el Orr, sino en el sucio canal de Yarvil.

—Ya hemos llegado —le dijo a Robbie cuando el autobús entró lentamente en la plaza engalanada con flores.

Fats no había caído en que esperar delante del Black Canon significaba estar enfrente de Mollison y Lowe y La Tetera de Cobre. Todavía faltaba más de una hora para el mediodía, que era cuando abría la cafetería los domingos, pero Fats no sabía a qué hora empezaba a trabajar Andrew. Esa mañana no le apetecía encontrarse con su amigo, así que se quedó junto a la fachada lateral del pub, donde no pudieran verlo, y no salió hasta que vio llegar y detenerse el autobús. Cuando éste volvió a arrancar, Krystal apareció en la acera con un niño pequeño y sucio cogido de la mano.

Desconcertado, fue hacia ellos.

—Es mi hermano —dijo la chica con brusquedad, en respuesta a algo que detectó en la cara de Fats.

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