1 ...8 9 10 12 13 14 ...20 –Yo no vuelvo más… ―dijo en tono serio ―la pierna me duele todavía… no creo que vuelva a ser como antes… ¡malditos boches! ―la afirmación, ahora ya habitual, tenía el poder de alejar los pensamientos más tristes y devolverle la sonrisa.
–Es tarde, vamos a cenar. Hay un sitio justo aquí abajo. Con la cocina soy un desastre.
La zona de la cocina era, realmente, pura desolación y Rudi, que no despreciaba una buena comida, apoyó la idea con decisión.
La trattoria estaba cerca de casa, al dar la vuelta a la esquina. Un pequeño local en el que se respiraba un placentero aire familiar. Se sentaron en una mesa al lado de la pared. Rudi observó los cuadros colgados de los muros: dibujos, caricaturas, autógrafos, tan numerosos que casi la cubrían totalmente.
–Los dejan los pintores para cancelar sus deudas ―explicó Fosco. ―Totò, el propietario, no se lamenta, dice que antes o después alguno se convertirá en famoso y con su cuadro pagará también por los otros.
–¡Es fantástico Totò!
–Es simpático pero no te creas, como buen napolitano sabe lo que se hace. ¿Te gusta el estofado? No lo preparan nada mal.
Totò había subido los dos escalones que separaban la cocina de la sala y había aparecido en el umbral de la puerta.
–Buenos días, licenciado 5 5 Nota del traductor: En italiano el título Dottore es parecido a Licenciado.
―dijo volviéndose hacia Fosco.
El tono amigable se adaptaba perfectamente a su figura corpulenta. La cabeza redonda y casi sin cuello estaba derecha y atenta, encuadrada por cabellos un poco largos, negros y rizados. Los ojos, grandes y además oscuros, con un vistazo habían atravesado toda la sala y se habían parado en ellos. Era verdad, el aspecto astuto que revelaba el sentido práctico el comerciante, suscitaba simpatía porque no estaba escondido sino que se revelaba abiertamente.
Fosco respondió en tono también familiar.
–Buenos días, Totò, hoy hay un amigo conmigo. Lo habitual, para dos, y vino tinto, ¡del bueno, eh!
–¡Cómo no! ―respondió el tabernero riendo y volvió a bajar.
Se había sentado manteniendo la pierna rígida apoyada en el bastón puesto de través. Durante toda la cena, en la que comió poco pero en compensación bebió bastante, habló del trabajo con el que se había reincorporado a la redacción y con la esperanza de poder volver a trabajar de enviado especial. Dijo que estaba intentando escribir los recuerdos de lo que había visto y vivido y que, junto con los artículos expedidos al periódico durante la permanencia en el frente, querría recopilar en un libro.
Los cuatro días que Rudi estuvo en Milano los ocuparon visitando la ciudad. El amigo le mostraba los rincones escondidos a la mayoría, ligados a recuerdos personales, a eventos trágicos o curiosos. Era un buen conversador, agudo y vivaz, al que se escuchaba con atención y curiosidad. Rudi se sentía en plena sintonía con su visión aparentemente despreocupada del mundo. Había comprendido como bastaba mirar más allá de aquella fachada para detectar el deseo de conocer y analizar los acontecimientos, una capacidad de trabajar hasta la extenuación sometiendo a esta necesidad cualquier exigencia personal.
Hablaron de los últimos acontecimientos de la guerra, de los horrores que habían conocido y Fosco reafirmó con pasión las razones que lo habían llevado a defender la no intervención en una empresa que costaba tantos sacrificios.
Se despidieron en la estación. Fosco parecía más sereno como si en aquellos cuatro días hubiese podido aligerar la mente de visiones y palabras demasiado tiempo contenidas. Rudi, por su parte, ocultaba la clara conciencia de haber descubierto un territorio ignorado y de haber conocido al guía justo para introducirse en él.
De vuelta a su batallón Rudi fue empleado en la retaguardia, ya no en el frente. Desde allí la guerra le pareció menos horrible.
Después de aquel terrible 24 de octubre de 1917 cuando los austro-húngaros atravesaron las líneas italianas e invadido Friuli, tuvieron lugar distintos acontecimientos. El 9 de noviembre Cardona había dejado el puesto al general Armando Díaz. Lo que más hacía temer por la suerte de la guerra era la situación de Rusia, donde el 8 de noviembre los bolcheviques había tomado el poder y ahora se preparaban a firmar el armisticio para controlar mejor sus luchas internas. Un problema enorme para la Triple Alianza con la paz de Brest-Litovsk, el 3 de marzo de 1918, que veía retirarse de sus fuerzas al ejército ruso.
Se temía lo peor. Fueron llamados a las armas los chicos del 99. Quien había nacido en diciembre de aquel año no había cumplido todavía los 18 años.
El nuevo mando italiano intentaba reorganizarse con rapidez. En el frente las tropas resistían valerosamente soportando el inmenso embate de los enemigos.
La última y decisiva ofensiva comenzó en el monte Grappa el 24 de octubre del 18 y el 3 de noviembre el ejército italiano, victorioso, estaba en Trento. A las seis de la tarde en Villa Giusti fue firmado el armisticio.
El 4 de noviembre Italia conoció la noticia por los periódicos:
La bandera tricolor en Trento y Trieste
Cuartel General, 3 de noviembre (19 horas)
Nuestras tropas han ocupado Trento y han desembarcado en Trieste. La bandera tricolor italiana ondea sobre el Castello del Buon Consiglio y sobre la Torre di San Giusto. Patrullas avanzadas de caballería han entrado en Udine.
Firmado A. Díaz
Aquel lunes, todos los italianos leyeron o hicieron que les leyesen una y otra vez el boletín de guerra número 1278, mandado por el Cuartel General:
La guerra contra Austria-Hungría que, bajo la guía de S.M. el Rey-Duce Supremo, el ejército italiano, inferior en número y por medios, comenzó el 24 de mayo de 1915 y con fe inquebrantable y valor tenaz condujo de manera interrumpida y durísima durante 41 meses, ha sido vencida.
La gigantesca batalla comenzada el 24 del último mes de octubre y en la cual tomaban parte 51 divisiones italianas, tres británicas, dos francesas, una checoslovaca, y un regimiento americano contra 73 divisiones austro-húngaras ha terminado.
El meteórico y esperado avance del 29 cuerpo de la Armada sobre Trento, bloqueando los caminos de la retirada a los ejércitos enemigos del Trentino a occidente por las tropas de la séptima armada y a oriente por las de la primera, sexta y cuarta, ha determinado ayer la debacle total del frente adversario.
Desde el Brenta al Torre el empuje irresistible de la 12º, de la 8ª y de la 10ª armada y de las divisiones de caballería empujan cada vez más atrás al enemigo que huye.
En la llanura S.A.R el Duca de Aosta, avanza rápidamente a la cabeza de su invicta tercera armada, anhelante por volver sobre las posiciones que ella, ya victoriosamente, había conquistado y nunca había perdido.
El ejército austro-húngaro esta vencido: ha sufrido pérdidas gravísimas en la tozuda resistencia de los primeros días de lucha y en la persecución; ha perdido cantidades ingentes de material de todo tipo y casi enteramente sus almacenes y los depósitos; ha dejado hasta ahora en nuestras manos más o menos 300 mil prisioneros y el entero Estado Mayor y no menos de 5 mil cañones.
Los restos de lo que fue uno de los más potentes ejércitos del mundo remontan en desorden y sin esperanza los valles que habían descendido con orgullosa seguridad.
Firmado A. Díaz
Acababa una larga pesadilla.
Giovanni había vuelto precipitadamente del pueblo después de haber comprado el periódico y ahora, rodeado por las mujeres y sentado a la mesa de la cocina, con la voz que de vez en cuando se le rompía, leía en voz alta las noticias de las últimas horas.
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