Simon Levack - La sombra de los dioses

Здесь есть возможность читать онлайн «Simon Levack - La sombra de los dioses» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La sombra de los dioses: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La sombra de los dioses»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

México, 1517. La capital azteca se estremece entre pánico y rumores. Una extraña figura ha sido vista ocultándose entre las sombras de las calles. Un ser con cabeza de serpiente y el cuerpo cubierto con un plumaje verde brillante: Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada. ¿Es un disfraz o es el dios mismo que ha regresado para impedir algún desastre?
Yaotl, esclavo del ministro de justicia, tiene asuntos más urgentes de los que ocuparse. Sumergido en la desesperada búsqueda de su hijo, ha escapado de la casa de su poderoso y vengativo amo. Si le capturan, lo único que le espera es un destino horrible… Pero en su huida, Yaotl se topa con un cadáver irreconocible, completamente desmembrado. Mientras une las pistas que le revelarán la identidad del muerto y por qué ha sido asesinado, Yaotl se verá inmerso en una sucia historia de avaricia, celos y lujuria protagonizada por los miembros del exclusivo gremio de artesanos que fabrica los trajes emplumados. Y, como está a punto de descubrir, la investigación de este asesinato le dará la clave para encontrar a su hijo. Pero antes de resolver el misterio, Yaotl necesitará usar todo su ingenio para seguir vivo, pues los secuaces de su amo le pisan los talones…
«La intriga, los personajes bien construidos y grandes dosis de humor negro hacen de esta segunda novela una delicia.» – Historical Novels Review

La sombra de los dioses — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La sombra de los dioses», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Lo mismo nos pasa a nosotros -manifesté- El emperador dice: «Quiero ranas» y nosotros tenemos que salir a buscar a esos asquerosos bichos para enviárselos como parte del tributo. -No sabía si las ranas y las prendas de los sacerdotes entraban en los tributos que pagaba Xochimilco, pero estaba seguro de que el sacerdote tampoco lo sabía, y parecía algo razonable-. Cualquier día de estos aparecerá alguien que les dará una lección.

Un breve y tenso silencio siguió a mis palabras. No éramos más que un pobre sacerdote que despotricaba inútilmente contra un poder que sus antecesores habían aceptado hacía mucho tiempo y un esclavo que fingía ser extranjero y denunciaba a su propia gente, aunque sin mucho entusiasmo. Ninguno de los dos tenía particular interés por ese tema.

Una vez más mi anfitrión me sorprendió; ahora fue dándose una sonora palmada en un muslo.

– ¡De nuevo me he olvidado de mis modales! No te he servido nada de comer o de beber, y tampoco te he preguntado tu nombre o por qué estás aquí.

Me disponía a responderle, pero él ya se había levantado antes de que tuviera tiempo de inventarme otro seudónimo. Reapareció al cabo de un momento con un plato de tamales, que dejó delante de mí.

– Gracias -contesté mientras me apresuraba a coger una de las pequeñas tortas redondas-. Tienen un aspecto espléndido. -Cuando mis dedos levantaron el tamal, me dije que mis palabras también valían para el plato. Era un plato ovalado, que se sostenía sobre tres patas rechonchas, que el artesano había modelado para que una mitad sirviera de recipiente para la salsa; el resto lo debía de haber pintado él mismo o algún otro artista bien dotado con un intrincado dibujo multicolor que seguía exactamente el contorno de la pieza.

– El plato es de Chalco -me confirmó mi anfitrión, como si me hubiese leído el pensamiento-. Un regalo de un parroquiano agradecido.

– Te envidio -afirmé con la boca llena-. Mi gente no puede permitirse regalarme nada que no sean largatijas y saltamontes.

– Los plumajeros son gente próspera. Ibas a decirme…

– Estoy recorriendo la ciudad -me apresuré a decir-. Queremos saber más acerca de cómo los aztecas rinden culto a los dioses. Estamos seguros de que debéis de hacer algo que nosotros no hacemos, porque han hecho que vuestra ciudad sea la más poderosa y rica del mundo. Así que he visitado algunos templos, he hablado con otros sacerdotes como tú…

Lo observaba con mucha atención, intentando ver más allá de la máscara negra y descubrir alguna pista que me permitiera saber si me creía o no.

Para mi sorpresa, se echó a reír discretamente.

– ¡Todo lo que necesitas saber te lo hubiesen dicho los sacerdotes de Huitzilopochtli, el dios de la guerra tenochca! Su pueblo ha conquistado el mundo en su nombre. ¿Para qué molestarse en venir aquí? De todos modos, a los artesanos de Amantlan las cosas les van muy bien. La gente siempre necesitará plumas y a hombres y mujeres que sepan trabajarlas, ¿no te parece?

– ¡Exactamente! -exclamé-. Eso es lo que me interesa. Sabemos que nadie conseguiría derrotar a los aztecas en una guerra, así que no creemos que podamos aprender mucho de los sacerdotes y de su dios de la guerra. Pero tu dios ha conseguido que la gente sea rica, y eso sí nos interesa.

Cogí otro de los tamales y lo unté con abundante salsa antes de darle un bocado; mientras, observaba al sacerdote y pensaba en las preguntas que quería formularle.

– Los plumajeros son muy devotos de Coyotl Inahual -manifestó con orgullo-. Hacemos todo lo posible para anticiparnos a sus necesidades. Siempre estamos disponibles cuando se debe hacer un sacrificio c interpretar los deseos del dios. Pienso que es importante cuidar bien a tu distrito, y comprender a las personas que honran al dios que sirves.

– Eso significa que conoces muy bien a la gente de por aquí -comenté sin darle mucha importancia-. Debes de ir a menudo a sus casas.

– Por supuesto. -La sospecha hizo que su voz sonara grave y su actitud fuera formal. Desvió la mirada y metió las manos debajo de la capa como si quisiera protegerlas. Fue como si se acurrucara para defenderse del frío, a pesar de que el patio estaba al abrigo y era cálido. Era obvio que le inquietaba que le hiciera tantas preguntas-. ¿Por qué?

– Oh, por nada. Solo que debes de conocer a todos los plumajeros. Me refiero a los famosos. En Xochimilco somos unos grandes admiradores de los trabajos que se realizan aquí. No estamos a la altura de lo que se hace en Amantlan, desde luego, pero eso no nos impide apreciarlos. -Eché la cabeza hacia atrás en un gesto en el que intentaba combinar la admiración y el orgullo, como si quisiera hacerle saber que aunque fuéramos gente rústica éramos capaces de reconocer la calidad cuando la veíamos.

– Los conozco a todos -admitió a regañadientes-. Todos los del distrito acuden aquí, y tengo que ir a sus casas de vez en cuando, para bendecir una fiesta en honor de Coyotl Inahual. -Tuve que morderme la lengua para no echarme a reír. Bendecir una fiesta era para un sacerdote la mejor excusa para asegurarse una buena comida a costa de los demás.

– En ese caso -manifesté con gran interés-, has conocido a hombres famosos… como Flacucho y Furioso, ¿no?

– Los conozco. ¿Y qué?

– ¿Cómo que y qué? -repetí-. ¡Dos de los más importantes plumajeros de toda la historia de México! ¿Sabes que hay quien afirma que en realidad son toltecas y que resucitaron para enseñarnos a trabajar la pluma?

Me había metido de lleno en el papel de visitante ingenuo. El comentario no podía ser más ridículo. Los toltecas eran una antigua raza que se había extinguido muchos años antes de que los aztecas nos asentáramos en el valle, pero nos aferramos a sus ideales, a sus construcciones, a su sabiduría y, sobre todo, a su arte. Nunca había llegado a saber qué era lo que hacía que el arte tolteca fuera insuperable, sobre todo el de los plumajeros. Las hermosas plumas, incluidas las espectaculares plumas del quetzal, no se habían conocido en el valle de México hasta que los comerciantes empezaron a traerlas, cuando yo era un chiquillo; por tanto, sabía que los toltecas nunca las habían utilizado, y sin embargo habían tenido la habilidad de convertir las plumas de pavo y de garza en algo mágico. Todos los aztecas creíamos a pie juntillas que aquel antiguo pueblo había conseguido cosas a las que nunca podríamos aspirar.

– Sí, hay gente que lo dice. ¿Por qué te interesa?

– ¿Cómo son estos hombres?

Me miró durante un buen rato Era imposible saber qué interpretación daba a mis preguntas. Veía cómo la capa reproducía los movimientos de sus manos, que cruzaba y descruzaba nerviosamente mientras intentaba decidir si mis preguntas tenían un objetivo determinado o si sencillamente era un tonto inofensivo.

Por fin se decidió. Sus manos emergieron de debajo de la capa y una de ellas cogió el último tamal, que yo había dejado educadamente en el plato; parecía que se había tranquilizado. Había decidido que era un tonto. Me sentí orgulloso de mí mismo. Me había aprovechado de una de las pocas cosas que los tlatelolcas y los tenochcas teníamos en común: la convicción de que todos los forasteros eran estúpidos.

– Furioso es especialista en mosaicos, probablemente el mejor productor de biombos y escudos que hayamos tenido. Flacucho trabaja sobre todo con hilo y bastidor. Trajes de guerreros, tocados, abanicos, estandartes y cosas por el estilo. Mejor dicho, trabajaba -se corrigió-. Nadie ha visto ningún trabajo nuevo de Flacucho en los últimos años.

– ¿Por qué?

El hombre se movió, incómodo; sin duda le parecía que había hablado demasiado.

– ¡Espera un momento! ¿Crees que compartiría los problemas de uno de mis fieles con un desconocido? Escucha, no sé cómo hacéis las cosas vosotros, pero aquí la gente confía en mi discreción. Quizá no sea como los sacerdotes de la diosa Sucia, que escuchan las confesiones y están obligados por juramento a guardar silencio, pero si debo interceder ante el dios y hacer las ofrendas debo saber cuál es el problema, y las personas deben poder confiar en mí. No sé cuáles son tus intenciones, pero creo que estás haciendo demasiadas preguntas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La sombra de los dioses»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La sombra de los dioses» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La sombra de los dioses»

Обсуждение, отзывы о книге «La sombra de los dioses» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x