Jean-Michel Thibaux - En busca de Buda

Здесь есть возможность читать онлайн «Jean-Michel Thibaux - En busca de Buda» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En busca de Buda: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En busca de Buda»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En el verano de 1831, las calles de Yekaterinoslav, en Rusia, amanecen atestadas de cadáveres. El cólera y la peste se ceban en los humildes y amenazan a la nobleza. Helena Petrovna von Hahn, hija de un coronel y una aristócrata, bautizada por una hechicera, escapará de la guadaña de la enfermedad, pero a cambio los hilos de su vida serán manejados por el Más Allá, por el espíritu de los Siete Rebeldes encadenados bajo tierra por los primeros dioses. El don de comunicarse con lo invisible, de ver el dolor sufrido por sus ancestros en esas tierras y presagiar el porvenir harán que Helena se gane el sobrenombre de Sedmitchka, diez letras que evocan el espíritu de los Grandes Antepasados…
Desde pequeña, su carácter único y su poder despertarán el temor y la simpatía. A los dieciséis años encandilará al vil consejero de Estado Nicéphore Blavatski, mucho mayor que ella y con quien contraerá matrimonio a la fuerza. Aun así, Sedmitchka no se dejará doblegar y terminará huyendo de ese hombre cruel y de un país que se le ha quedado pequeño. La inquietud la llevará a viajar por Turquía y por París, por América, Egipto y el Tíbet conocerá la esencia de esos lugares mágico el secreto mejor guardado de cada una de las religiones. Un aprendizaje con el que intentará reconstruir, pieza a pieza, el sentido de la vida y que la convertirá en una de las ocultistas más importantes que ha dado la historia.

En busca de Buda — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En busca de Buda», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Arrancó un aplauso al público y lo saludó antes de saltar. Helena lo recibió entre sus brazos. Ya ni se acordaba de su herida. Estaba exultante. Haber recuperado el amor le daba una fuerza extraordinaria.

Buscó los labios de Agardi. Se besaron sin reservas, fogosos, sin preocuparse de la multitud que los rodeaba y los animaba con la mirada.

– ¡Eres una vergüenza, Helena Petrovna! ¡Has traído la vergüenza a tu familia!

– ¿Quién es esa loca? -preguntó Agardi mientras contemplaba estupefacto a la anciana que acababa de aparecer entre dos montañas de rollos de cachemira.

– Mi enfermera.

La señorita Krivalov se dirigió hacia ellos, furiosa. Tenía alas, como a los quince años. Dios la empujaba a destapar el mal allá donde estuviera. Se lanzó sacando las garras hacia la pareja maldita, enrojecida por la cólera. ¡Un verdadero demonio! La falta pública de Helena manchaba su fama. ¿Quién era ese hombre con pinta de embaucador que agarraba a la princesa por la cintura? Un tentador, un enviado de Satán que exhalaba estupro y lujuria. Miró fijamente a Agardi con sus pequeños ojos llenos de odio. Representaba a los Fadéiev y a los buenos cristianos; con ese título ejecutaría la justicia.

– ¡Viciosos!

Agardi y Helena le plantaron cara. No tuvo tiempo de separarlos. La empujaron tan violentamente que se cayó. Se oyeron exclamaciones de ofensa y risas. Los burgueses estaban escandalizados, pero le dieron la espalda. No querían tener problemas con los Fadéiev, y todavía menos con la maga Blavatski.

Incluso hicieron la vista gorda cuando una georgiana escupió sobre la señorita Krivalov.

Helena y Agardi desaparecieron. Llegaron al corazón de la ciudad y encontraron refugio en la iglesia de San Basilio. Algunos fieles hechos un ovillo delante de los iconos rezaban. Helena y Agardi se quedaron aparte, resguardados en la sombra de una capilla desierta.

– Te he buscado por todas partes, mi amor: en San Petersburgo, en Moscú. Encontré tu rastro en Yekaterinoslav y llegué a Tiflis hace dos días. Tenía miedo, mi amor, tanto que no me he atrevido a abordarte cuando te he visto.

– ¿Miedo de qué, amor mío?

– De que ya no me quieras, de que tu corazón pertenezca a algún otro.

Ella le agarró muy fuerte la mano.

– Te esperaba. Estabas en todos mis pensamientos. Debería haber acudido a tu encuentro, recorrer la mitad del camino, pero la suerte lo decidió de otro modo. Has estado a punto de no verme más: he rozado la muerte y debo dar gracias a los dioses por mantenerme con vida. Estoy feliz, Agardi, y siento deseos de gritar mi felicidad por toda la ciudad… Ah, mi amor, has debido de soportar mil sufrimientos para llegar hasta aquí. Pareces muy cansado.

– Hace dos días que no como y que duermo al raso. No me queda ni una moneda. Pensaba vender mi caballo hoy.

– Tus problemas han acabado, mi amor…

Juntaron sus manos y oraron tomando como testigos a los iconos. Entonces, Helena añadió:

– Te llevaré al Tíbet.

97

No se había llevado a Agardi con ella. Y el Tíbet seguía estando lejos. La acompañaban dos kirguizos ariscos. Helena los había contratado en el pueblo de Kialouch. Sabían cazar un poco y luchaban bien. No pedía más. Encendieron el fuego para la noche y escucharon a los lobos gritando en la lejanía. Al día siguiente, iniciarían el último ascenso.

Agardi… El cantante no era más que un recuerdo desastroso. Tras conseguir que lo contrataran en la Ópera Italiana de Tiflis, Agardi se había impuesto a los Fadéiev para instalarse en el palacio con Helena. Al aceptar públicamente su relación, habían firmado su sentencia de muerte. Nadie había olvidado que Helena estaba casada. La vieja Krivalov hizo correr el rumor de que la joven y Agardi se habían casado en secreto, lo que hizo estallar un escándalo sin precedentes. Helena, acusada de bigamia, se vio obligada a dejar precipitadamente la ciudad.

Habría querido quemar todos sus malos recuerdos en el fuego chisporroteante. Se volvió a ver con su amante en Kiev, donde la recibió el príncipe Dundukov-Korsakov, gobernador de Ucrania y amigo de su padre. El príncipe los había instalado en un apartamento frente a Santa Sofía y había hecho que contrataran a Agardi en el Gran Teatro Lírico. Hizo maravillas en dos óperas: la Rusalka, de Alexander Daromikij, y Morir por el zar, de Mijail Glinka, pero no pudo interpretar correctamente el papel del mago Finn en Ruslán y Liudmila. El príncipe Dundukov se lo reprochó públicamente.

Para vengar a su amante, Helena escribió un panfleto contra el príncipe. Distribuido clandestinamente, en el texto se tachaba a Dundukov de corto de luces, falso erudito y otras lindezas deshonrosas que hicieron reír a todos los notables de Kiev. Cuando el príncipe se enteró de que la autora de ese texto infame era su protegida, le pidió que se fuera.

Apartada de la sociedad, la pareja se resquebrajó entre disputas y vagabundeos. Los desencuentros se acumulaban. La luna de miel se acababa. Intentaron incluso sacar adelante una tienda de flores, pero sin éxito. La aventurera y el cantante se revelaron como unos comerciantes penosos. Tuvieron que cerrar la tienda. Su amor se había marchitado.

Cuando le anunció que la Ópera Italiana de El Cairo le había contratado, ella aprovechó la oportunidad para librarse definitivamente de su amante. La ruptura fue amarga para Agardi, que le dedicó unas palabras muy duras; ella no intentó ocultar su alivio, embargada por las ansias de libertad.

Había retomado su camino: cruzó los Urales, recorrió las estepas y se adentró en los desiertos de Karakorum. Agardi no era más que un minúsculo punto en su memoria. En Samarkanda, había encontrado a los dos kirguizos. Los tres habían seguido la antigua ruta de la seda, habían escalado los Pamires y habían llegado a la frontera norte del Gran Tíbet. Un solo puerto, con una altura de cinco mil metros, los separaba ahora del país de los lamas.

Llevaban horas escalando. China quedaba poco a poco tras ellos. A pesar de la altitud, se morían de calor por el esfuerzo y por tener que arrastrar a sus camellos de las riendas. Les faltaba el aire en los pulmones. El cielo los cegaba. El hambre los atormentaba, pero avanzaban con corazón valeroso. Al ver las ruinas cubiertas de inscripciones chinas y tibetanas que señalaban la cima de la cordillera, apresuraron el paso.

– ¡La frontera! -exclamó Helena.

No había guardias. Nunca los había habido. Los esqueletos atrapados en la nieve extendían sus manos sin carne hacia los picos relumbrantes.

– No murieron de frío -dijo un kirguizo señalando las marcas de sus cráneos.

Llevaban allí mucho tiempo…, mucho tiempo, y, sin embargo, la amenaza persistía. Hacía cuatro días que Helena la sentía.

– Tenemos que estar en guardia -dijo ella.

Los kirguizos olisquearon el aire.

– Nadie viene aquí desde el inicio de la primavera -dijo uno de ellos-. No corremos ningún peligro.

– Siento algo.

– Entonces, no es humano.

Él sintió un escalofrío, había creído que ella no volvería jamás. La mujer había despertado las fuerzas de las tinieblas. Los ojos de los demonios llevaban cuatro días brillando. Los monjes estaban reunidos en torno a las estatuas, rezaban y reforzaban su poder. El Anciano de la Montaña se preparaba para recibir a la maga blanca. Esa vez, no saldría viva del Tíbet.

– Preparad el Gran Círculo -ordenó a sus monjes-. Vamos a abrir la puerta de los infiernos.

98

Los kirguizos la acompañaron hasta la ciudad de Kashgar, en la que convergían todos los mercaderes de armas y de ganado. Su misión terminaba ahí. Helena estaba en el Tíbet. La abandonaron y retomaron el camino a los Pamires.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En busca de Buda»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En busca de Buda» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «En busca de Buda»

Обсуждение, отзывы о книге «En busca de Buda» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x