Anne Rice - Camino A Caná

Здесь есть возможность читать онлайн «Anne Rice - Camino A Caná» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Camino A Caná: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Camino A Caná»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta segunda entrega de la ambiciosa y valiente crónica de la vida de Cristo comienza justo antes de su bautizo en aguas del Jordán y termina con el milagro de Caná. Jesús vive como un miembro más de su comunidad, a la espera de una señal que le indique el camino que habrá de tomar. Cuando el agua de las tinajas se convierte en vino, Jesús atiende a su llamado y se convierte en aquel que invoca a Israel para que tome las armas contra Roma.

Camino A Caná — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Camino A Caná», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los ruidos y los olores de la muchedumbre llegaban hasta mí. Sentí el dolor agudo de las punzadas del hambre. Y por todas partes se extendían los techos de Jerusalén, mientras la gente hormigueaba en el laberinto de sus estrechas callejuelas.

– Mira todo esto -dijo él, a mi lado. -¿Por qué habría de mirar? -repliqué-. No estamos allí en realidad. -¿No? ¿Crees que no? ¿Crees que es una ilusión?

– Tú estás lleno de ilusiones y engaños.

– Entonces tírate abajo, ahora, desde esta altura. Déjate caer sobre esa muchedumbre. Veremos si es una ilusión. Y si no lo es, ¿qué? ¿Acaso no está escrito?: «El hará que sus ángeles cuiden de ti, y con sus manos te sostendrán, para que ni siquiera un dedo del pie te golpees contra una piedra.»

– Oh, tú has sido un asesino desde el principio -le dije-. Te encantaría verme caer ahí abajo, ver cómo se rompen mis huesos, ver esta cara que tan bien imitas ensangrentada y hecha pedazos. Pero quieres más todavía, ¿no es así? El cuerpo no significa nada para ti, por mucho tormento despiadado que le des. Lo que quieres es mi alma.

– No, estás equivocado -dijo en voz baja, inclinándose hacia mí tanto como pudo-. Y estamos aquí, sí, te he traído a este lugar, sin ilusiones ni engaños, para mostrarte dónde has de empezar tu trabajo. Eres tú quien asegura ser el Cristo. Eres tú a quien anuncian otros como el Hijo de David, el príncipe que conducirá a su pueblo a la victoria final, sois tú y tu pueblo quienes habéis celebrado tu inmenso poder y tu eventual conquista en un libro tras otro, en un poema tras otro. ¡Lánzate al vacío!, te digo.

Hazlo y deja que los ángeles te sostengan. ¡Deja que tu batalla empiece con ese pacto entre tú y el Señor al que aseguras servir!

– No voy a poner al Señor a prueba aquí -dije-. Y también está escrito:

«No tentarás al Señor tu Dios.» -¿Cuándo, entonces, vas a empezar la batalla? -preguntó como si de verdad deseara saberlo-. ¿Cómo reclutarás tus ejércitos? ¿Cómo difundirás tu mensaje entre todos los judíos de esta tierra, y de la siguiente, y de la que sigue a la siguiente? ¿Cómo harás saber a las comunidades de judíos de los rincones más alejados del Imperio que ha llegado el momento de empuñar la espada y el escudo y formar bajo tus banderas en el nombre de tu Dios?

– Lo sabía ya cuando era niño -dije mirándole. -¿Qué sabías?

– Que eres el Señor de las Moscas, pero estás a merced del Tiempo. No sabes lo que va a ocurrir en el Tiempo.

– Bueno, si eso es verdad, entonces la mitad de las veces tú no vales más que yo, porque tampoco lo sabes, y esos gusanos que hay allá abajo y a los que llamas hermanos y hermanas no son nada, porque no saben ni siquiera lo que va a ocurrir en el instante siguiente. Por lo menos tú tienes visiones y planes.

Me agarró como si tomara posesión de mí, y una mueca de malevolencia le desencajó el rostro. -¿Qué has sabido tú del Tiempo en esos años aburridos que has desperdiciado en Nazaret? ¿Que llegará el momento en que entregarás al polvo tus músculos doloridos, toda tu persona? ¿Por qué lo toleras? ¿Por qué lo tolera El? Tú dices conocer Su voluntad. Dime, ¿por qué no lo suprime? -¿Suprimir el Tiempo? -pregunté con un hilo de voz-. ¿El regalo del Tiempo? -¿Regalo? ¿Es un regalo estar perdido en este mundo miserable que Él ha creado, perdido para la despiadada ignorancia de los otros, en el Tiempo?

– Ah, sí que conoces una cosa, y es la desgracia. -¿Yo? ¿Yo conozco la desgracia? ¿No conocen ellos la desgracia, día a día, y no la has conocido tú al lado de ellos? ¿Crees que esa vida y el Tiempo fueron un regalo para ese chico, Yitra, al que apedrearon tus aldeanos? Sabes que era inocente, ¿o no lo sabes? Oh, fue tentado, pero era inocente. ¿Y el Huérfano?

Ese niño ni siquiera supo por qué murió. ¿Sabes lo que había en sus corazones cuando vieron volar las piedras hacia ellos? ¿Qué crees que hay en el corazón de la madre de Yitra, y por qué está llorando en este mismo momento?

– Te preguntaría de dónde viene la esperanza sino del Tiempo. Te pediría que me respondieses, pero tú ya has adoptado una decisión, total y definitiva y para siempre, y para ti el Tiempo no existe. -¡Tendría que arrojarte abajo yo mismo, desde aquí! -siseó. Había levantado las manos para agarrarme, pero no se cerraron sobre mi garganta-.

Tendría que aplastarte contra esas piedras. Carezco de escrúpulos en lo que se refiere a tentar al Señor tu Dios. Nunca los he tenido.

Retrocedió un paso, demasiado furioso para seguir hablando. Luego tomó aliento.

– Puede que seas sencillamente un fantasma creado por Su mente impasible e inmisericorde. ¿Cómo si no podrías dejar de apiadarte de Abigail cuando estaba aterrorizada en medio de aquellos niños, esperando exactamente la misma muerte que el pueblo dio a Yitra y al Huérfano? ¿Has sentido piedad por alguno de ellos en algún lugar, alguna vez?

La luz cambió. El aire empezó a agitarse.

La visión del Templo y la multitud que lo ocupaba se desdibujó y se borró, como si fuera una escena pintada sobre seda.

Me vi arrebatado por un torbellino.

De pronto estábamos juntos los dos, el de los hermosos vestidos y yo, en la cima de una montaña, tal vez la montaña más alta de la Tierra. Sólo que no se trataba de una tierra conocida.

Debajo de nosotros se extendía lo que parecía un mapa pero no lo era, sino más bien el esquema de las montañas, los ríos y valles y océanos que componen el mundo.

– Exacto -dijo, contra el suave viento-. El mundo. Lo estás viendo como yo. Un lugar hermoso que gobernar.

Calló unos momentos, como absorto en la placentera contemplación de aquella perspectiva majestuosa, y yo miré también lo que él había querido enseñarme, y luego le miré a él.

Estaba de perfil, mi perfil, con el cabello oscuro tirado hacia atrás desde los pómulos, y los ojos dulces como los míos habitualmente, y sostenía el manto a un lado con bastante gracia y soltura. -¿Quieres de verdad ayudarles? -me preguntó. Levantó un dedo-. Digo de verdad… ¿Quieres ayudarlos? ¿De verdad? ¿O lo que pretendes es asustarlos y dejarlos en un estado mucho peor que cualquier otro profeta de los que han venido a maldecir y denunciar y proclamar que nunca se someterán a tantas indignidades?

Se volvió para mirarme con lágrimas en los ojos. Sin duda eran lágrimas muy parecidas a las que me había visto derramar sólo unos momentos antes.

Se llevó las manos a la cara y luego me miró a través de aquella niebla húmeda y reluciente.

– Es cierto que tu venida se ha visto rodeada por señales y maravillas -dijo pensativo, como si esas palabras le salieran del alma-. Y vivimos en una época notable. Hay judíos en todas las ciudades del Imperio. Las Escrituras de tu Dios están en griego para que puedan leerlas en cualquier lugar donde residan y sea cual sea la escuela en la que estudien. El nombre de tu Dios sin nombre probablemente se pronuncia incluso en los rincones más lejanos del norte. Y tú eres un sucio carpintero, sí, pero eres Hijo de David, y eres listo y sabes hablar bien.

– Gracias -dije.

– Las Escrituras hablan de uno que les llevará a la independencia y el triunfo. Y tú conoces las Escrituras. Supiste cuando eras niño lo que decían, esas palabras: Cristo el Señor.

– Así fue.

– Tú puedes ayudarlos. Puedes dirigir ejércitos. Puedes activar todas esas células remotas de creyentes que esperan que venga alguien en su ayuda.

Vamos, hay judíos en Roma que os meterían a ti y tu ejército dentro de los muros de la ciudad; contigo al frente, atacarían el palacio del emperador, darían muerte hasta al último senador y aniquilarían a la guardia pretoriana. ¿Me escuchas? ¿Entiendes lo que intento explicarte?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Camino A Caná»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Camino A Caná» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Camino A Caná»

Обсуждение, отзывы о книге «Camino A Caná» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x