Frank Baer - El Puente De Alcántara

Здесь есть возможность читать онлайн «Frank Baer - El Puente De Alcántara» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Puente De Alcántara: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Puente De Alcántara»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En el año 1064, caballeros normandos y franceses emprendieron una cruzada contra los moros en España. Ante las murallas de esta ciudad se produjo el encuentro de tres hombres: Mohamed Ibn Amar, un poeta andaluz de origen árabe, Yunus Ibn al Ahwar, un médico judío, y Lope, un escudero de quince años. Los caminos de los tres se separaron y volvieron a cruzarse años después en Sevilla. El poeta se había convertido en gran visir y Lope estaba enamorado de la hija del médico judío, pero los sucesos de una noche infausta en el puente de Alcántara hicieron de él una persona distinta. En estos tres destinos se refleja la diversidad de una época grandiosa, en la que Andalucía era un floreciente centro artístico y cultural.

El Puente De Alcántara — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Puente De Alcántara», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pensó en todo ello. Desde que estaba encerrado en esa barraca, no había cesado de rumiar esas preguntas. No se había atrevido a preguntar al capitán.

Se pasó la lengua por el labio superior, que estaba muy hinchado y sabía a sangre. Toda su boca parecía estar llena de sangre, y tenía la sensación de que sus dientes delanteros fuesen a ceder al empujarlos con la punta de la lengua. Movió cuidadosamente la mandíbula. Tensó los labios inflamados y se los tocó suavemente, pero el dolor era insoportable. Se incorporó, se sentó inclinado hacia adelante, con la cabeza entre las rodillas y las manos en los postes de los que salía la cadena que mantenía juntas sus piernas. Miró hacia la pared de enfrente, donde debía de estar el capitán. No distinguía nada.

– Capitán -llamó en voz muy baja. Su voz sonaba extrañamente ronca-. ¡Capitán!

Ninguna respuesta.

– ¡Capitán! -volvió a llamar-. ¿Dónde estabais, capitán? ¿Dónde estabais esta mañana?

Tampoco hubo respuesta. Ni siquiera un sonido, ni ruido de respiración. Nada.

– Capitán, ¿me escucháis? ¿Por qué no estabais allí? ¿Por qué, capitán? ¿Por qué?

Contuvo la respiración y esperó. Esperó largamente una respuesta. No obtuvo ninguna.

El hombre a quien el joven llamaba capitán yacía boca abajo. Le habían atado las manos a la espalda, apretando tanto las tiras de cuero, que ni siquiera podía mover los dedos. En todo caso, no sentía si se movían o no. El herrero había ajustado unos grilletes a sus tobillos, remachándolos bajo la vigilancia del castellán. La cadena que unía ambos grilletes colgaba de un garfio de la pared, tan alto que las rodillas del capitán quedaban un palmo sobre el suelo. Él se había arrastrado hacia atrás, hacia la pared, hasta que pudo apoyar las rodillas, de modo que, por lo menos, los grilletes ya no le cortaban los tobillos. Estaba quieto, respirando por la boca, intentando moverse lo menos posible. Estaba despierto. Había escuchado claramente la pregunta del joven. Estaba despierto y lúcido. Era una buena pregunta, buena y maldita. Pero ¿qué podía contestar? ¿Qué podía saber el joven? Era un niño, catorce años apenas. No comprendería. Además, ¿qué sentido tenía dar largas explicaciones?

Había salido del castillo por la noche. Nada más comenzar la primera guardia nocturna, el viejo Aznar, que hacía la ronda con perros en la palizada exterior, le había abierto la portezuela de escape de la parte trasera de los establos, y, a cambio de medio penique de plata, el capitán lo había convencido de que lo dejara entrar por el mismo lugar a la mañana siguiente, justo antes del amanecer. No era la primera vez que se escabullía del castillo. No había motivos para temer nada. Era época de cosechar el trigo, no época de ataques. ¿Quién podía osar atacar el castillo, con su dotación de quince hombres, sin contar a los dos infanzones y sus mozos?

Aunque estaba el asunto del afilador de espadas, Mafumate de Coimbra. Cada año, hacia el final de la época de cosechas, aparecía en el castillo: un mozárabe pequeño y simpático, conocido por todas partes en las montañas, a lo largo de todo el Mondego, hasta más allá de Guarda.

«Ningún hombre en Andalucía tiene una meada tan buena para pulir aceros como Mafumate de Coimbra», éste había sido siempre su lema.

Siempre se quedaba dos días en el castillo. Se instalaba en el patio, afilaba todas las espadas, cuchillos y tijeras, contaba chismes de los pueblos vecinos y vendía baratijas a las criadas. Hasta la dueña lo recibía regularmente en el salón.

Esta vez no había venido. En su lugar había aparecido, dos días atrás, un nuevo afilador, con el asno y la mesa de afilar del viejo Mafumate. El afilador había callejeado por el pueblo, presentándose a los campesinos como hermano de Mafumate. El viejo estaba enfermo; él, su hermano, tenía otra ruta, y pasaría por el castillo en el camino de regreso. Nadie había albergado sospechas.

Y también estaba el aviso de los pastores del norte, que podían divisar toda la gran llanura que se extendía hacia el Oeste. Pero los pastores habían enviado como mensajero al ordeñador más imbécil, y, además, aquél era ya el quinto aviso de ese verano. Esos imaginaban una tropa de jinetes forasteros tras cada nube de polvo. En el castillo ya nadie los tomaba en serio. Tampoco esta vez.

Así pues, el capitán se había marchado a la finca, dispuesto a desplumar a aquella pajarita. Era una de las jóvenes sirvientas, algo de una divina belleza. El capitán había visto cómo había crecido, y, esa tarde, mientras llevaban los caballos a la recua, de pronto se había dado cuenta de que la chica ya había pasado por los primeros escarceos y, además, parecía saber bien qué tesoro llevaba entre las piernas. Él, naturalmente, se había puesto a jugar al gallo en celo, y ella se había mostrado muy dispuesta a entrar en el juego. Primero se había hecho la jovencita tímida y remilgada, soltando risitas vergonzosas, y, finalmente, había insinuado dónde podría encontrársela esa noche. La cama estaba hecha, o, en todo caso, eso era lo que había imaginado el capitán.

Pero luego él se había acercado al establecimiento cerrado, había rascado y carraspeado, y había entonado su canción, y ella, desde el interior, le había dado esperanzas y lo había detenido, se había mostrado caliente y fría, hasta que finalmente el capitán se había dado cuenta de que todas las muchachas de la habitación tenían la oreja pegada a las grietas de la pared.

Después el capitán había pasado una hora junto al foso del Castillo, arrojando piedrecitas para que el viejo Aznar lo dejara entrar, y, al no obtener respuesta, se había emborrachado en el granero. Había bebido a más no poder, hasta vaciar el odre.

Le habían hecho ver que se había vuelto un saco viejo. La pequeña bestezuela se lo había dado a entender muy claramente, y tenía razón: se había hecho viejo. Demasiados días sobre la silla de montar, demasiadas noches sobre el suelo desnudo, demasiados dientes caldos, demasiado pelo dejado en el yelmo. Y luego se había desmayado en el henil. Había pasado todo el ataque simplemente durmiendo. Eso era todo. Esa era toda la verdad.

Volvió la cabeza y tosió para aclararse la garganta.

– Escucha, muchacho -dijo en voz baja a la oscuridad-, te diré dónde estaba. Pero guárdatelo para ti, ¿está claro?

Del lugar donde se encontraba el joven se oyeron salir susurros de paja y rechinar de cadenas.

El capitán bajó la voz, haciendo de ella un murmullo apenas audible.

– Estaba en el pueblo; con una mujer, ya sabes.

Hizo una pausa, dando tiempo para que el joven digiriera la noticia.

– Entiendo -dijo el muchacho seriamente-. Entonces no habéis oído gritar al viejo Aznar.

– Exacto. No me enteré hasta que empezaron a sonar las campanas. Y para entonces ya era demasiado tarde.

El capitán esperó durante unos molestos instantes a que el joven le hiciera más preguntas. Pero no llegó ninguna más.

Claro que había oído gritar al viejo Aznar. Cómo no iba a haberlo oído, si el viejo había gritado como un cerdo ante su verdugo. En algún momento, esos alaridos bestiales se habían abierto paso en su profundo sueño; el capitán había despertado y había creído realmente que estaban degollando al cerdo para la noche, para la gran comilona que habría en el salón. Había oído gritar y gritar, y se había preguntado por qué no lo remataban, por qué no terminaban de una vez de cortarle el pescuezo al pobre animal. Después había oído campanas, pero no había imaginado que se trataba de una alarma, sino que estaban llamando a misa, y se había preguntado por qué habrían degollado a un cerdo justo en el momento en que empezaba la misa. Tardó un buen rato en comprender que todo aquello no encajaba. Y sólo entonces estuvo completamente despierto.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Puente De Alcántara»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Puente De Alcántara» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Puente De Alcántara»

Обсуждение, отзывы о книге «El Puente De Alcántara» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x