David Liss - Una conspiración de papel

Здесь есть возможность читать онлайн «David Liss - Una conspiración de papel» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una conspiración de papel: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una conspiración de papel»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En Una conspiración de papel, Benjamin Weaver se enfrenta a un crimen relacionado con la muerte de su padre, un especulador que se movía como pez en el agua en la Bolsa de Londres. Para hallar respuestas el protagonista deberá escarbar en su pasado y contactar con parientes lejanos que le reprochan su distanciamiento de la fe judia. Poco a poco, Weaver descubre a una peligrosa red de especuladores formada por hombres poderosos del mundo de las finanzas. David Liss elabora con maestría una complicada trama, una hábil combinación de novela histórica y de misterio.

Una conspiración de papel — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una conspiración de papel», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

A lo mejor al verme listo para el combate, con un compañero en el suelo inconsciente y sangrando, vacilaban a la hora de enfrentarse a mí. Vi que esta vacilación me daba cuanta ventaja podía esperar ante tres hombres armados. Yo, como siempre, también había venido armado. No llevaba espada, porque habría sido difícil de disimular bajo el disfraz, pero llevaba una pistola al cinto. Pero con un solo disparo, y tres adversarios, me pareció necio empuñar el arma de fuego, y siempre he creído que una pistola ha de ser el último recurso. Además, no tenía ningún deseo de matar a nadie si era posible evitarlo. Con el juicio de Kate Cole pendiente de celebrarse en apenas unas semanas, mi mayor deseo era mantenerme fuera del ojo público.

Me agaché deprisa y agarré el palo del hombre a quien había derribado, manteniendo la mirada fija en mis asaltantes todo el tiempo. Este movimiento dio al traste con la sorpresa que había provocado mi presencia y, en un esfuerzo por recuperar la ventaja, uno de los hombres cogió su palo y le dio en la rodilla a un Elias que seguía gimiendo. Me temo que fui tan predecible como él había esperado, y me metí en medio para evitar que siguieran golpeándole. Elevando el palo con la izquierda, le di con la derecha un puñetazo fuerte al hombre en la cabeza, y fue un golpe de lo más satisfactorio, pero inmediatamente empecé a sentir los duros golpes de la madera en la espalda. Estos impactos se cebaban en la debilidad causada por los hombres de Jonathan Wild, y por un momento lo vi todo negro. En plena confusión perdí el palo, pero recuperé el sentido antes de tocar el suelo. Apoyándome con una mano en la pared para no perder el equilibrio, vi que el hombre al que había pegado estaba sentado en el suelo, frotándose el cráneo, y que había soltado el arma.

Con un giro brusco cogí su palo y lo batí salvajemente contra los dos rufianes que quedaban. Logré alejarlos de Elias, pero pronto me di cuenta de mi error; antes habían estado juntos, y podía haberme batido con uno e igualado el número. Pero ahora eran ellos los que llevaban ventaja, ya que uno podía darme desde atrás mientras el otro se enfrentaba a mí directamente.

Cambié de postura, esperando poder colocarme en una esquina, ya que, aunque me negaba la posibilidad de escapar, limitaba las posibilidades de acercamiento de mis enemigos. Eso hice, y vi que corría más peligro del que había previsto, porque el hombre al que había dado un puñetazo estaba ahora en pie, y a la luz de la luna vi que me apuntaba con una pistola.

– Tira el palo, judío -me espetó-, o te convierto en picadillo de cerdo.

Este hombre claramente no entendía quién era yo si pensaba que con esa treta iba a lograr persuadirme. Con el palo aún en la mano izquierda, me llevé la mano al manto para coger mi pistola, que saqué rápidamente. En la oscuridad de la habitación vi un relámpago en el arma del rufián, y, guiado por el puro instinto animal, disparé la mía. No fue un acto irracional, pero vi inmediatamente que había sido innecesario, porque su pistola se había encasquillado y le había estallado en llamas en la mano. Se le escapó un grito, de ira tanto como de dolor, y dejó caer la pistola justo en el instante en que la bala de la mía le hería debajo del hombro, empujándolo hacia atrás, como si le hubieran agarrado por los pies. La potencia del impacto le despidió contra la ventana con fuerza, y atravesó el cristal frágil y, sospecho, ya agrietado. No pude ver cómo ocurría, pero al volverme para encararme con el resto de mis enemigos le oí chillar de terror al deslizarse por el tejado y caer al suelo a no poca distancia.

Al darme la vuelta vi que mis asaltantes habían huido, dejando atrás al hombre a quien yo había dejado inconsciente. Pensé en ir tras de ellos, pero sabía que mi deber primero era ocuparme de Elias, que seguía tumbado en el suelo inmóvil. Cogí una de las velas de un candelabro de pared e iluminé con ella el rostro de Elias. No pude ver ningún rasguño, y era obvio que seguía respirando, aunque de manera ronca y dificultosa. Lo giré para ver si tenía los ojos abiertos y gimió de dolor.

– Hazme una flebotomía -me susurró con una sonrisa enferma-. Pero primero, atrapa a esos sinvergüenzas.

Confiaba en la sabiduría de Elias como cirujano, y lo cierto es que también en su valor mujeril, como para saber que no me diría que me fuese si su vida corriese verdadero peligro, así que agarré una de las porras y corrí escaleras abajo, sin encontrar ni rastro de mis atacantes.

En el exterior, una multitud se arremolinaba en torno al cuerpo del hombre que había caído, y me abrí paso para ver si seguía vivo. No era así. Estaba tendido, con el rostro girado hacia un lado, sangrando por la boca y por la herida que yo le había infligido. La muerte había cambiado bastante su aspecto, pero yo conocía a aquel hombre. Lo reconocía. Se trataba del mismo que me había atacado en Cecil Street aquella noche, y era quien había huido de mí en la Casa de los Mares del Sur.

Lamentaba haberle matado. Quizá eso no fuera del todo cierto. Mi corazón latía a toda prisa y la sangre me palpitaba en las venas, y no sentía remordimiento alguno ni culpa. Lamentaba, sin embargo, que no hubiera vivido lo suficiente como para responder a algunas preguntas antes de expirar. Sabía bien que mi labor ahora consistía en encontrar a sus compañeros y hacerles hablar o enviarles al mismo sino que su amigo.

Mis planes se vieron truncados por la llegada de los alguaciles. Eran de lo más canallesco que podía encontrarse para desempeñar el papel de la justicia en esta ciudad. Los conocía a los dos del tribunal de Duncombe, pero no solía llamar a ninguno de ellos cuando realizaba un arresto, porque eran villanos reputados que disfrutaban de la violencia arbitraria más que de ninguna otra cosa. Uno era un sujeto gordo y de corta estatura, con un sarpullido muy desagradable color púrpura que le cubría todo el rostro. El otro era una criatura menos repugnante, un hombre de aspecto bastante normal, supongo, excepto por sus ojos pequeños, que dejaban ver tan sólo el brillo de la crueldad.

– ¿Alguien sabe quién ha disparado a este hombre? -gritó el gordo.

– Sí.

Un hombre dio un paso al frente. No llevaba disfraz, pero supe por su voz que era uno de los que me habían atacado. Señaló hacia mí.

– Ése es el hombre -lo dijo en el mismo tono que podría utilizar para pedirle a una vendedora de ostras dos peniques de mercancía-. Lo vi todo, y lo juraré ante un tribunal. Fue un asesinato a sangre fría, sí señor.

– Asegúrate de jurarlo ante el juez -le espeté, mientras los alguaciles se acercaban a mí-. Disfrutaré viendo cómo te cuelgan.

Estaba demasiado furioso como para hacer nada más que escupir maldiciones. No ganaba nada huyendo de los alguaciles, ya que mis atacantes conocían mi nombre, y terminarían por arrestarme. Tengo un testigo, pensé, que solucionará este embrollo en un instante. Pero entonces se me ocurrió que no sabía dónde estaba el resto de los conspiradores, y que Elias permanecía indefenso en el piso superior. Empecé a adelantarme, pero los dos alguaciles me agarraron por la espalda.

– Usted no va a ningún sitio -dijo el de aspecto cruel.

Intenté zafarme de ambos. Estaba seguro de que podría librarme de ellos si lograba reunir todas mis fuerzas, pero me sentía cansado y desalentado, y temía por mi amigo, tendido e indefenso, a quien podían estar cortándole el cuello en ese preciso momento. Mis débiles esfuerzos no lograron más que enfadar a los hombres que me sujetaban, y me retorcieron los brazos a la espalda en la más incómoda de las posturas. Eché una ojeada a la multitud, como para buscar ayuda, intentando encontrar a alguien que respondiera por mí. Al mirar, vi al mismísimo Noah Sarmento, alejado de la muchedumbre, mirándome fríamente con sus ojos hundidos. Nuestras miradas se encontraron por un instante, y en mi momento de pánico no se me ocurrió preguntarme qué estaría él haciendo allí, sólo que era empleado de mi tío y que me ayudaría. Pero en lugar de hacerlo se dio la vuelta. Su cara revelaba una especie de vergüenza endurecida.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una conspiración de papel»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una conspiración de papel» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Una conspiración de papel»

Обсуждение, отзывы о книге «Una conspiración de papel» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x