David Liss - La Conjura

Здесь есть возможность читать онлайн «David Liss - La Conjura» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Conjura: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Conjura»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una vez más, el aclamado autor David Liss combina su conocimiento de la historia con la intriga, atractivas caracterizaciones y un cautivador sentido de la ironía, que le permite sumergir al lector en una vivida recreación del Londres de la época y componer un colorido tapiz de las intrigas políticas, los contrastes sociales y la picaresca reinante.
«Los lectores de El mercader de café, y los amantes de la novela histórica y de intriga disfrutarán con la fascinante ambientación, los irónicos diálogos y la picaresca de un héroe inolvidable.»
Benjamin Weaver, judío de extracción humilde, ex boxeador y cazarrecompensas, es acusado injustamente de haber cometido un asesinato, y que se convertirá en un improvisado detective con imaginativos recursos. Conforme avance en su investigación, comenzará a emerger el turbio mundo portuario, la corrupción política y la sed de poder.

La Conjura — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Conjura», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Después de pasar casi una hora viendo cómo Melbury perdía mucho más de lo que yo habría soñado ganar en dos años de trabajo, decidí que lo mejor era retirarse antes de que Melbury dejara de verme como un valioso compañero y me tomara por un adulador más.

Mientras trataba de pensar una forma de comunicar mi decisión, un hombre al que no había visto se acercó y se inclinó entre Melbury y yo. Sería de mediana edad, e incluso con aquella luz del café vi que las cerdas de su barba eran canosas. Era un hombre delgado; tenía los ojos hundidos, las mejillas angulosas, y tantos dientes ausentes como presentes. Llevaba un viejo traje, limpio pero raído, y se conducía con una dignidad extrañamente artificial.

– Ah, señor Melbury -dijo mientras se interponía entre nosotros-. Me alegra veros, señor. Esperaba encontraros aquí, y aquí os encuentro.

El rostro de Melbury se ensombreció.

– Discúlpenme, caballeros -dijo a los jugadores. Cogió al hombre de la manga y se lo llevó al otro lado de la habitación.

Yo no sabía qué hacer, pero desde luego no quería quedarme sentado como un tonto con los otros jugadores, así que me levanté para seguir a Melbury. Se había sentado a otra mesa con ese individuo y, al acercarme, oí que hablaba en voz muy baja.

– ¿Cómo os atrevéis a presentaros aquí? -decía-. Tened por seguro que pediré al señor Rosethorn que os niegue la entrada en el futuro. -Se volvió hacia mí-. Ah, Evans. Quizá tendré que pediros que hagáis por mí lo que hicisteis el otro día en Covent Garden.

Evidentemente, mi presunción no me había hecho ningún daño.

– Eso no es muy amable por vuestra parte, señor -le dijo el tipo-. Ya me habéis negado la entrada a vuestra casa, y un hombre tiene que llevar sus asuntos donde puede. Vos y yo tenemos un asunto pendiente, señor Melbury, no lo negaréis.

– Los asuntos que haya entre nosotros no son para tratarlos en un lugar público como este -dijo-. Y no podéis interrumpirme cuando estoy reunido con otros caballeros.

– Con mucho gusto trataría este asunto en privado, sí, pero no me habéis dejado otra opción. Y en cuanto a vuestra reunión, me ha parecido que estabais arrojando al viento algo que haríais mejor en aplicar en otra parte.

– No es asunto vuestro cómo empleo mi tiempo.

– No, desde luego. Vuestro tiempo no me interesa, podéis utilizarlo como gustéis. Es vuestro dinero lo que me preocupa. Es muy desconsiderado que lo malgastéis con tanto desparpajo cuando hay quien espera que paguéis una deuda atrasada.

– Debo pediros que os marchéis -dijo Melbury.

El tipo meneó la cabeza.

– Eso no es muy amable, señor. No, desde luego. Vos sabéis que puedo ser mucho más persuasivo, y sin embargo me he mostrado amable y paciente por respeto a vuestra posición. Pero no voy a ser amable y paciente siempre, no sé si me entendéis. -Aquí hizo un inciso y me miró-. Titus Miller a vuestro servicio, señor. ¿Puedo preguntar cuál es vuestro nombre?

– ¿Acaso no tenéis modales? -le dijo Melbury casi a gritos.

– Me parece que tengo muy buenos modales, señor Melbury, pues me los enseñó mi abuela. Soy educado, deferente y pago mis deudas. No veo nada malo en querer conocer el nombre de un caballero, y a menos que haya alguna razón para que no pueda saberlo, os consideraré una persona muy desagradable si no me lo decís.

Me di cuenta de que Melbury no pensaba ceder y decir mi nombre y, puesto que no deseaba que aquello degenerara, decidí zanjar el asunto yo mismo.

– Soy Matthew Evans -dije sin rodeos.

– Bien, señor Evans, ¿os consideráis amigo del señor Melbury?

– No hace mucho que le conozco, pero aspiro a ser su amigo.

– Si sois su amigo, quizá os interese asistirle en sus dificultades. Ciertamente.

Ahora entendía por qué Melbury tenía tan poca paciencia con aquel tipo.

– Creo que es el señor Melbury quien tiene que hablar de sus asuntos, y si desea ayuda, puede hablarlo conmigo sin vuestro permiso.

– No comprendo por qué la gente es siempre tan desagradable -dijo Miller-, y vos habéis decidido ser desagradable, cosa que no me gusta. No os diré cuál es la naturaleza exacta de los problemas del señor Melbury, pues no parece que queráis escucharlos. Solo digo que, si sois su amigo, le ofreceréis ayuda. Si no recuerdo mal, sus otros amigos lo han hecho en el pasado, aunque tal vez en estos momentos no estén a su disposición.

– Miller, haré que os echen si no os marcháis ahora mismo.

El hombre se levantó.

– Me disgusta que hayamos llegado a esto, pero imagino que es inevitable. Me iré, señor, pero tal vez descubráis que nuestro asunto ha tomado una dirección muy distinta. No me gusta mostrarme malvado, pero un hombre debe llevar sus asuntos como mejor pueda.

La noche siguiente tenía una de mis citas con Elias. Antes de que pudiera decir nada, me obsequió con una amplia sonrisa.

– Veo que, por muchos disfraces que lleves, no puedes reprimir tu verdadera naturaleza.

– ¿Qué quieres decir? -pregunté cuando tomaba asiento.

Empujó un diario tory hacia mí. En él aparecía la historia del gran héroe Matthew Evans, que recientemente había salvado al señor Melbury del ataque de unos rufianes whigs. Ahora había salido en defensa de una furcia whig sin nombre que quería vender su virtud a cambio de votos. Uno de los clientes decidió que su voto valía más de lo que la dama decía, y el señor Evans se adelantó y, sin preocuparse por la filiación de unos y de otros, hizo huir al villano.

Le devolví el periódico a Elias.

– No tenía ni idea de que estos hechos fueran famosos.

– Debes tener cuidado con este tipo de cosas -me dijo-. No debes llamar demasiado la atención, no por tu fuerza. Sería la manera más fácil de que te reconocieran.

– No fue ningún capricho -le aseguré-. No podía quedarme al margen viendo cómo ese canalla tocaba los melones de la señorita Dogmill impunemente.

Elias se medio encogió de hombros con gesto de hastío.

– Sobre eso no puedo decir nada. Tú conoces esos melones mejor que yo. Pero de todos modos, deberías tener más cuidado.

– Me pregunto si, de enterarse Dogmill, se alegraría de ver que alguien ayudó a su hermana o se indignaría porque ese alguien fui yo. Es muy posesivo con ella, ¿sabes? -Le conté la historia que la señorita Dogmill me había relatado: que su hermano atacó a un comerciante que la «secuestró».

– Un cuento maravilloso -dijo Elias-. Y muy instructivo, ciertamente. Tal vez utilice una versión novelizada en mi Historia de Alexander Claren. Quizá podría hacer que un villano finja haber secuestrado a la joven, con su consentimiento, por supuesto, para que su padre…

– Elias -dije interrumpiendo sus ensoñaciones-. ¿Estás proponiendo que secuestre a la señorita Dogmill y me quede esperando a que su hermano se presente como un toro acorralado?

– Oh, no. De ninguna manera. Quiero utilizar esa historia. Si se supiera que has hecho algo semejante, parecería que lo he copiado en mi novela. Y, en estos momentos, creo que es la mejor idea que he tenido. No, tendrás que inventarte tu propia historia.

– Pero es mi historia.

– Pues entonces tendrás que pensar una historia que no te haya robado.

Acto seguido lo puse al corriente de todo lo que había sucedido en aquellos días tan agitados.

– Conozco a ese Titus Miller -dijo-. Comercia con deudas. Me ha comprado una o dos en el pasado, y es implacable, sí, implacable, cuando acosa a sus deudores. Una vez oí que entró por la fuerza en un baño donde un tendero estaba con una pequeña ramera de pelo castaño, y no se fue hasta que el tipo pagó lo que le debía. Sospecho que Melbury se encontrará con algunos dolorosos obstáculos si Miller lo persigue.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Conjura»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Conjura» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Conjura»

Обсуждение, отзывы о книге «La Conjura» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x